Por Gabriel Cartaya
Miles de veces se ha publicado la fotografía
donde aparece José Martí entre un grupo de emigrados cubanos, en Ybor City,
Tampa. Cada vez que un artículo, ensayo o libro ha requerido una imagen que
ilustre el paso del héroe americano por esta ciudad, o incluso su tiempo en
Estados Unidos, se ha acudido a ella. Si el tema se ha concentrado en su
simpatía por los obreros, por las fuerzas trabajadoras,
se ha incluído este retrato y generalmente al pie se ha indicado que el Apóstol
está rodeado de tabaqueros.
Y siempre que se habla de los vínculos históricos entre Tampa y Cuba,
la página más emotiva, la dedicada a exhaltar las visitas y los discursos del
líder apasionante, está recreada con ese grupo que se detuvo en la escalinata
de la fábrica de tabacos de Martínez Ybor, a tomar un daguerrotipo para la
historia Hoy la escalinata se ha
multiplicado en miles de fotografías, pues más de cinco generaciones, al
visitar el lugar, han querido rendir homenaje al instante que la hizo famosa,
oprimiendo el obturador de su cámara para dejar constancia de su paso por el
lugar. Pero el objetivo de este breve comentario es ofrecer algunas precisiones
que puedan ampliar el conocimiento que tenemos sobre la histórica fotografía y
a su vez invitar a que, si alguien tiene un nuevo detalle, nos lo haga saber.
¿Y dónde mejor que en Tampa para asomarse a la totalidad de esa
imagen? ¿Quién sabe si en ella está presente el bisabuelo, o tatarabuelo, de
alguien que aún vive entre nosotros?
Lamentablemente, en el momento de la primera impresión, no se consignaron los
nombres de todos los presentes y sólo conocemos el que corresponde a figuras
muy destacadas.
Después de Martí, que posa de pie, en el centro, en el último escalón,
la figura que más sobresale es la del General espirituano Serafín Sánchez, el
tercero a la derecha del Apóstol y cuya elegante personalidad se destaca en el
entorno. Al parecer, el que está a la izquierda de Serafín es José Dolores Poyo
y entre éste y Martí, un paso hacia atrás, el joven Eligio Carbonell, quienes
constituían una especie de Presidencia de la reunión, por los cargos que
ocupaban en la dirección del recién creado Partido Revolucionario Cubano.
También existe referencia documentada sobre la presencia de Esteban Candau en
la fotografía, pero no conozco otra imagen suya que ayude a la identificación.
Candau era Presidente de la Liga Patriótica Cubana y ocupó diversos cargos en
la vertebración del Partido, entro otros el de Presidente del Club “Cubanos
Independientes”. Lo que sí me llama la atención es que no esté en la fotografía
el General Carlos Roloff, quien estuvo acompañando a Martí en esos días.
La referencia más antigua que conozco sobre esta fotografía
corresponde a la revista “Cuba y América”, Volumen IV, núm. 87, La Habana,
1900. Esa publicación nos ofrece tres
detalles importantes: menciona los cuatro nombres citados y nos informa que el fotógrafo fue el cubano José
María Aguirre. Creí que podría tratarse del general del mismo nombre, quien
murió en la guerra en 1896, pero todo parece indicar que que estaba en Cuba en
ese tiempo. Un tercer dato ofrecido por la publicación de 1900 es la fecha del
retrato, ubicándolo en 1893, información que se repite en todas las fuentes
consultadas.
Sin embargo, opino que corresponde a 1892, basándome en el siguiente
argumento. He mirado detenidamente todas las visitas que hizo Martí a Tampa en
1893, los días que se detuvo en ella, los recorridos en la ciudad y las salidas
a Cayo Hueso, Ocala, Jacksonville. En ninguna de ellas le está acompañando
Serafín Sánchez, quien vive desde el año anterior en Cayo Hueso, después de
abandonar el largo exilio en Dominicana y haber pasado unos días en Nueva York.
Sin embargo, en julio de 1892 sí están juntos en Ybor City los cinco
hombres que se identifican en la fotografía: José Martí, Serafín Sánchez, José
Dolores Poyo, Eligio Carbonell y Esteban Candau. El 16 de julio llegan al
puerto de Tampa, procedentes del Cayo, Martí, Serafín, Roloff y Dolores Poyo.
Fueron cinco días de mucho fervor y utilidad.
El 17, por el día, visitan varios clubes y por la noche Martí pronunció
un discurso en el Liceo Cubano. Al día
siguiente, el Alcalde Herman Glogowski les invita a recorrer lugares
significativos de la ciudad. El 19 y 20 continúan visitando fábricas, clubes
revolucionarios, cuerpos de consejo, uniendo voluntades. El 21, a las cinco de
la mañana, Martí sigue para Ocala, acompañado por Serafín, Roloff y Poyo. En
alguno de esos cinco días, durante una visita a la fábrica de Martínez Ybor,
José María Aguirre debió tomar el retrato que se hizo inmortal.
La fotografía que nos ocupa también fue utilizada para un acercamiento
a la estatura física de Martí, mediante un estudio comparativo entre los
escalones de hierro y su ubicación, concluyendo que medía aproximadamente 167.5
centímetros (5.49 pies, 65.94 pulgadas), con un rango de error estimado entre 5
y 10 milímetros.
Es común que los visitantes al lugar pregunten si esa escalinata de hierro es la original.
Indagando sobre ello y alertado por un comentario que hace un tiempo me hizo
Emiliano Salcines, encuentro la siguiente información: Según el documento
oficial FL-270, del “Historic American Buildings Survey”, de 1973, la
superficie de los escalones fue trasladada a Cuba después de la Guerra de Independencia.
Y en el libro A Guide to Historic Tampa, Steve Rajtar afirma que el
pequeño techo y las columnas originales también fueron llevadas a la isla. Pero
la escalera de hierro es la misma que iluminó la fotografía tampeña del
Apóstol. A veces nos preguntamos por qué es tan escasa la iconografía martiana,
que sólo alcanza a 42 fotografías conocidas. Creo que es una prueba más de su
humildad. Una anécdota de la tradición oral así lo refleja. Cuando en Cayo
Hueso, en 1894, Antonio J. Estévez le
hizo el retrato donde aparece al lado de su amigo Fermín Valdés Domínguez, le
sugirió al líder que no dejara de tomarse fotografías cuando llegara a Cuba. La
respuesta de José Martí fue impresionante: “Allá no vamos a retratarnos, sino a
morir”.
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