Gumersindo Pacheco, a quien todos prefieren llamar con las dos últimas sílabas de su nombre, estuvo en la ciudad de Tampa hace unos días, invitado por el poeta Alberto Sicilia. En esa ocasión lo conocí personalmente y, entre brindis, le oí leer uno de sus cuentos cubanos.
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Sindo Pacheco en Ybor City |
Sindo Pacheco,
nacido en Cabaiguán en 1956, es uno de los escritores cubanos más
sobresalientes de la generación de los 90, bautizada como “Los novísimos”.
Entre sus libros también aparecen, entre otros muchos, Oficio de hormigas
(Letras cubanas, 1990), Las raíces del tamarindo (España, 2001), Mañana
es Navidad (Estados Unidos, 2010), Retrato de los tigres (Estados
Unidos, 2011). La fina ironía con que describe el mundo que le circunda desde
su adolescencia y la calidad de su escritura, lo hacen ser uno de los
narradores cubanos imprescindibles de nuestro tiempo. Por esa razón, queremos
compartir en La Gaceta unos breves comentarios suyos.
Alguna vez, refiriéndote al escritor Carlos
Victoria, dijiste que era un hombre bueno. Esas dos palabras, de extrema
sencillez, encierran toda la grandeza humana. ¿Hasta dónde tu obra busca
exponer esa virtud?
Ese asunto es
bastante relativo. Nunca me propongo moraleja alguna en mis obras. Simplemente
expongo una historia. La grandeza humana, las enseñanzas o las reflexiones
vienen después. Lo que más me preocupa es que la historia sea sincera.
En
1994 obtienes el prestigioso premio Casa de Las Américas, con tu novela María
Virginia está de vacaciones. ¿Qué puertas editoriales se te abrieron con una
distinción que habían alcanzado José Soler Puig, Virgilio Piñera y Eduardo
Galeano, por sólo mencionar tres grandes escritores de nuestra América?
Realmente no han
sido tantas, unas cuantas ediciones en Estados Unidos, Puerto Rico, Cuba, y
ahora, Colombia. Antes se divulgaban más los premios Casa, porque casi automáticamente
eran reproducidos en el llamado campo socialista. Creo que fue el excelente
escritor Sergio Ramírez quien dijo que no le interesaba escribir best
sellers sino long sellers. En ese caso, estoy satisfecho. Casi
treinta años después, María Virginia y otros libros míos, se siguen reeditando.
De
la generación del 90, a la que llamaron Los novísimos, ¿quiénes han llegado a
escribir una obra que goce de reconocimiento internacional?
En eso no estamos
muy bien, apenas unos pocos autores han llegado a las grandes editoriales. El
mercado del libro se ha ido restringiendo. Cada vez se lee menos. Durante su
existencia, el libro ha tenido muchos rivales. Primero, el cine; luego, la
radio; más tarde, la televisión. Para colmo, llegó la Internet, y con ella, el
Facebook, los videojuegos, etc.
¿A
qué atribuyes que los escritores cubanos cuya obra se inició después de 1959,
no han logrado la jerarquía alcanzada por muchos de las generaciones
precedentes, como Lezama, Carpentier, Dulce María Loynaz, José Martí, Gertrudis
Gómez de Avellaneda?
Esta pregunta, un
poco está respondida en la anterior. Cada vez escasean más los lectores puros.
Cuando uno va aquí a una presentación de libro, se aparecen, en el mejor de los
casos, unas veinte o treinta personas, y el 99 por ciento de ellos también son
autores. Nos estamos cocinando entre nosotros mismos.
Creo
que no se corresponde la densidad demográfica de cubanos en Miami con su
producción literaria. De compartir este criterio, ¿a qué atribuyes la pobreza
creativa en este campo?
En Miami se
producen muchos libros, más bien lo que ocurre, creo yo, es la divulgación y la
promoción; creo que el libro en general está en una situación de crisis.
Producir un libro cuesta mucho esfuerzo y mucho tiempo. Si el tiempo que los
autores dedican a crear una obra se le retribuyera con la mitad del salario
mínimo, estuviéramos muy bien.
¿Dónde
te has sentido mejor atendido por los duendes que acompañan al escritor?
He logrado
escribir en tres países: Cuba, Costa Rica y Estados Unidos. Resumiendo tu
pregunta, me he sentido bien en Cabaiguán, Cuba; San José, Costa Rica; y Miami,
Estados Unidos.
¿De
todas las novelas escritas, cuál se te dio mejor?
De las publicadas,
la que más rápido se me dio –muy intensa, pero al mismo tiempo muy sufrida– fue
Retrato de Los tigres. La escribí en San José durante la Navidad de
1996.
¿Con
qué proyectos de creación vives ahora?
Estoy escribiendo
la cuarta novela de la saga de El beso de Susana Bustamante. Vamos a ver
en qué termina todo esto.
Finalmente,
unas palabras sobre Tampa.
Apenas conocí la
parte de Ybor City. Me impresionó mucho el recorrido martiano que tú nos
hiciste por esa zona. Pensar que por esa zona anduvieron los pies de José Martí
y de tantos otros patriotas cubanos. Me impresionó también el tranvía que
atraviesa sus calles. Me pareció estar como metido en otra época. Gracias por
ese recorrido.
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