viernes, 5 de septiembre de 2025

Palabras del escritor Manuel Vázquez Portal, al presentar en Miami El secreto de la andaluza

 El sábado pasado, se hizo en Miami una presentación de la novela El secreto de la andaluza. La reunión tuvo lugar en un amplio zaguán de  la casa  del escritor Gumersindo Pacheco, a la que ya sus contertulios llaman El consulado de Cabaiguán. Allí, el escritor y poeta Manuel Vázquez Portal, autor de Donde madura el limonero, entre otras obras, leyó unas palabras que comparto con los lectores de esta columna.

Palabras de Vázquez Portal (fragmento)

Gabriel Cartaya acaba de publicar una novela tramposa. Llena de sobresaltos, trapisondas, acechanzas, embocadas literarias e históricas. Una novela que es historia y una historia que es novela. En ella, ficción y realidad se amalgaman como se juntan las aguas del Cauto y el Contramaestre hacia una eternidad llamada Dos Ríos. No se sabe si la historia calza a la novela o la novela pone en horma a la historia. El caso es que se trata de una novela tramposa y linda como la gaditana que pila café en un Diario que se torna evangelio.

Cuando digo tramposa, digo llena de ardides narrativos propios de un novelista maduro que sabe hilar una progresión dramática matizada con subjetividades y suspensos, con misterios y revelaciones que rebasan los límites de la novela y se adentran en el alma nacional. La linda gaditana es protagonista y narradora a la vez. El punto de vista está ubicado en sus vivencias y memorias, mientras la trama gira alrededor de unas páginas perdidas que serán la aguja con que se va tejiendo una historia de amores y lealtades, traiciones y desencantos.

Emilia Sánchez Collé es la primera emboscada narrativa que nos tiende Cartaya. Parece que ella será el pretexto para desarrollar una de las tantas hipótesis sobre la páginas perdidas del Diario de campaña de José Martí, pero pronto comprendemos que es el hilo conductor de una historia que va más allá de anécdotas, pasiones y recuerdos personales, una historia que involucra a la independencia, la república, la nación y las personalidades que la harán avanzar o retroceder a través del tamiz que ella guarda como secreto: el criterio martiano de república “con todos y para el bien de todos”.

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La pérdida de las páginas del Diario trajo consigo un aluvión de hipótesis sobre quién las sustrajo y por qué razón. Pero todas no sobrepasaron el carácter especulativo. Los que achacaron el acto a Ramón Garriga nunca tuvieron una prueba fehaciente, quienes culparon a Máximo Gómez de haberlo hecho nunca lo probaron. Otros apelaron a la bondad y grandeza del propio Martí, quien, para no zaherir a los héroes de la dimensión de los involucrados en la conversación de La Mejorana, las arrancó de mano propia. Y es esta última hipótesis la que abraza Cartaya para regalarnos El secreto de la andaluza.

La estratagema literaria de un amor secreto entre Emilia y Martí, recién llegado este al Puerto de Cádiz tras su encarcelamiento y deportación, mucho antes de conocer al heroico y bueno de Rosalío Pacheco, es el detonador de una historia de amor y lealtad que irá sazonando la verdadera historia que se desea reflotar: la historia de una república inconclusa que Emilia corrobora con su vida a lo largo de un siglo.

El dilema entre civilidad y militarismo, entre caudillismo y democracia, que hizo de la reunión de La Mejorana un cónclave ríspido e incómodo y, que al perecer es el tema de las páginas perdidas del Diario, subyace a lo largo de toda la novela. Emilia aspira a una republica idealizada por un iluminado mientras vive una república real que avanza y retrocede, según el liderazgo de turno. Ella se ilusiona y desilusiona continuamente porque todos para llegar al poder apelan al sagrado legado de un apóstol que luego traicionan o no pueden llevar a la práctica. Así el secreto de la andaluza se va convirtiendo más en metáfora que en verdadero secreto. Pasa a ser un secreto a voces y se convierte en ideario popular: Martí no debió de morir. Lo que hace del sueño de Emilia y la aspiración de la nación una historia contrafáctica donde Martí sigue siendo un monte de espumas, un anhelo inalcanzable.

Luego de tres generaciones observando los vaivenes de una república que cojea, pero avanza, Emilia tiene la última revelación, según el misticismo espiritista muy popular en la zona oriental cubana y que ella parece descubrir en la ancianidad: “Lo imperdonable es que, en la búsqueda de la república deseada, soñada, se sustituyera la que tenemos por una extranjeriza, ajena a nuestra cultura, tradición y rica diversidad. Muy nocivo sería que se imponga un gobierno en el que, en nombre de todos, una persona ocupe el lugar de todos. Y siempre, siempre, habrá que levantar la bandera de la república soñada, poniendo empeño en mejorar cada día la que se ha logrado”.

Todo ello desde el punto de vista temático, porque desde el punto de vista formal El secreto de la andaluza recorre caminos diversos. Va de una prosa poética con verdaderos hallazgos en la trasformación del lenguaje coloquial en lírica delicada y sugerente, a una coloquialidad expositiva y ensayística en los diálogos donde se teoriza sobre tendencias políticas y filosóficas de la época y en los cuales participan personalidades reales de reconocida trayectoria cultural y política, pasados por descripciones de un erotismo galopante, pero sin vulgaridades que afeen el acto de amar, hasta llegar a una serenidad narrativa que hace de su lectura un trascurrir ameno por la vida de sus personajes y la historia de un país.

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