viernes, 13 de junio de 2025

Entrevista al pintor cubano René Francisco Rodríguez

   René Francisco es uno de los más importantes artistas cubanos contemporáneos.  Su nombre sobresale no solo por su propia obra pictórica, sino también por el ejercicio docente y la influencia que ha tenido sobre otros artistas de su tiempo. Asistió al Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, entre 1977-1982. Un lustro después se inició como profesor, aplicando métodos de enseñanza experimentales que impulsaron a una nueva generación de artistas del entre los que sobresalen Alexandre Arrechea, Wilfredo Prieto y Duvier del Dago Fernández.

Su  trabajo en el arte conceptual, abierto al desarrollo de la comunidad, contiene una implicación hacia la pedagogía, el arte y la vida, lo que alcanzó un momento cumbre en el proyecto Desde Una Pragmática Pedagógica (DUPP), una iniciativa educativa a la que dio cabida el Instituto Superior de Arte. Como fundador y director de la galería reconocida con esa sigla, ganó el Premio de las Artes de la UNESCO en la 7.ª Bienal de La Habana, en el 2000.

En 2001, René Francisco recibió un doctorado honorario en bellas artes de San Francisco Art Institute en San Francisco, California. Asimismo, ha sido artista residente en Barcelona,  Nueva York,  Alemania, Israel y  Suiza. Ha participado en numerosas exposiciones personales y colectivas en Estados Unidos, América Central y del Sur, China y Europa. Actualmente vive en Madrid y recientemente nos visitó en Tampa, participando en una exposición de pintura cubana en el Museo de Arte de la ciudad.

En esa ocasión le solicitamos la entrevista que ahora damos a conocer en La Gaceta.


En La Gaceta, durante una reciente visita de René  Francisco a Tampa.

Tu nombre y tu profesión como artista y pedagogo están vinculados a una experiencia creativa que se denomina Desde Una Pragmática Pedagógica (DUPP), una práctica surgida desde el Instituto Superior de Arte de Cuba. ¿Qué significó en tu vida profesional?


Significó intentar romper con organicidad el viejo esquema del sistema educativo, basado en presentar un programa, muy orientado desde arriba, en parámetros directrices muy verticales y proponer un proyecto donde los estudiantes de alguna manera, y como amos del deseo, pudieran interpelarme y prefigurar la dirección hacia donde querían ir. Me convertí en un detector de temas que les motivaban. Mas que establecer esa ruta programática, ideamos juntos, en equipo, un proyecto que fuera, por decirlo de alguna manera, un viaje sin lineamientos tradicionales, basado en la discusión, en la búsqueda de un camino común, marcado por  intereses y deseos palpitantes.

Significó cambiar las posiciones convencionales y establecer algunas nuevas, al menos intuitivas, en muchos casos empíricos: anulación del profesor, quien se convierte en un modelador audaz, trasmisión de conocimientos y debates horizontales, horarios más allá de lo establecido, convivencia, trabajo en equipo para resaltar las cualidades individuales, creando una comunidad de acciones fuera del aula tradicional y fuera de la universidad, a la intemperie, buscando satisfacer el deseo y recogiendo nuevos contenidos, en un plano vivencial, directo con la comunidad y barrios necesitados donde podríamos acopiar acervo cultural in situ, costumbres y necesidades populares de diversos niveles.

Eran oficios que la universidad o el sistema de enseñanza habían relegado a un intrascendente destino, y con los cuales, de regreso a la escuela, podrían verse como una caja de herramientas, un pañol de gran ganancia factual, material y una experiencia de trabajo enteramente robusta.

Teniendo en cuenta la estatización del arte en Cuba durante los años en que está activa la Galería DUPP, ¿prevalece en ella una orientación estética o ideológica?

La arrancada, desde luego, fue difícil, la rigidez ideológica y el control intentaron cuestionar este cambio, generando disgusto institucional y también familiar. Pero en el desarrollo el curso fue dando resultados tan sólidos, que fue ganando la aprobación del profesorado más avanzado, fue ganando prestigio, haciendo observar la ganancia, la riqueza, la calidad, demostrando que era una práctica que ponía a andar en la calle y convertirse en vitales muchas de las teorías que se impartían en ese alto registro y llevando al estudio a un nivel de exigencia orgánico. Ocurrieron momentos de gran carencia, pero se gestó una ampliación del campo especulativo del arte, de sus prácticas fuera del marco teórico y se encarnaron expresiones como el concepto ampliado de arte de Joseph Beuys, su escultura social, los ejercicios novedosos de otros profesores, y la teoría cerrada fue sustituida por una búsqueda de nuevos derroteros, ampliando no solo el campo semántico, sino las circunstancias, saltando por encima de la censura, creando nuevas metáforas y sorteando el devenir.

Portada de ‘La Experiencia DUPP. Desde una Pragmática 
Pedagógica’ (Arte Cubano Ediciones, 2019)

Desde la Galería DUPP, ganaste en 2000 el Premio de las Artes de la UNESCO en la 7.ª Bienal de La Habana. ¿Qué visibilidad internacional habías tenido hasta ese momento y cómo repercutió la premiación en expandirla?

Cuando ocurre este premio habían pasado 10 años de esa primera experiencia a la cual habíamos llamado Desde una Pragmática Pedagógica con aquel primer grupo de estudiantes del curso 1989-1990, donde se habían formado los integrantes del equipo “Los Carpinteros”. Y el premio fue otorgado a este grupo y a los  que en ese momento cursaban el año conmigo, dos grupos de mi misma clase en el Instituto. Los nuevos habían tomado las siglas de ese largo nombre para definir más una estética y para amplificar durante esos años esta práctica: con un sonido onomatopéyico: Galería DUPP. Fue un premio muy sólido, no solo por el jurado donde estaban, por ejemplo, Pierre Restany o Harold Seeman, sino porque se premiaba a dos generaciones de este proyecto. Mi trabajo como profesor y como artista ya era internacionalmente conocido, y “Los Carpinteros” eran un equipo de una notoriedad abrumadora, por lo que eso legitimó mucho todo este recorrido. Además, yo había impartido clases fuera de Cuba, y desde ese año 2000, se abrió un reconocimiento más notable con viajes y residencias, estancias fuera de Cuba, desarrollando talleres con ese mismo criterio docente. También, los integrantes de DUPP comenzaron a ser reconocidos y sus obras empezaron a ser parte de importantes colecciones internacionales. Comenzaron a salir muy tempranamente a la escena internacional. Este reconocimiento ha crecido aún más con el tiempo. Es un reconocimiento colectivo cada vez más amplificado por la celebridad y circulación de varios de esos estudiantes, que fueron sólidos en su desarrollo como artistas.

Cuando te das a conocer en el mundo de las artes plásticas, todavía vivían (en Cuba y fuera de ella) algunos de sus grandes exponentes formados antes de 1959. Es el caso de Wifredo Lam, Mariano Rodríguez, René Portocarrero. ¿Qué impacto tuvieron en tu generación?

Cuando yo era un estudiante aún vivían, y personalmente, conocí a Mariano Rodríguez, formando parte de un grupo de artistas y estudiantes que viajamos a un evento en Santiago de Cuba. Portocarrero nos visitó en la escuela alguna que otra vez, y a Lam lo vi un par de veces en alguna ceremonia cultural durante los últimos años de su vida, mientras estuvo viviendo en La Habana y permitió que le visitaran. Tanto la Escuela Nacional de Arte (ENA) como el Instituto Superior de Arte (ISA), fueron un hogar de recibimiento para estos maestros y nuestra curiosidad nos arrastraba a conocerlos y estrecharles la mano, mostrarles nuestras incipientes creaciones. Causaron el impacto del aura modernista, el imán creativo, el impacto de ver a alguien que había dedicado cada día de su existencia a crear y crear obras, a dejar una huella potente de invención y desenfado, al impacto de la transgresión y, al mismo tiempo, en el impacto a los seres humanos, llenos de mitos, pero también de realidades muy telúricas, muy concretas, de camaradería y participación.

  ¿Cómo recuerdas al artista holguinero Cosme Proenza, uno de los grandes pintores de tu ciudad natal?

Mi madre descubrió mi vocación y la cuidó. Me propiciaba el tiempo de pintar y concursar, dejándome en las manos virtuosas de Carlos del Pino, quien me mostró los primeros pasos del dibujo académico, y en las del acuarelista Orlando Carralero. En ese constante empuje de mi madre, empecé pintando en  revistas como Sputnik –no recuerdo cual otras–, las que tenía a mano, y donde se reproducían las pinturas impresionistas que fueron lo primero que yo atisbo de n mi adolescencia, un poquito de Picasso y de Da Vinci que también salían en las revistas, pero sobre todo Manet, Monet y Van Gogh. Todavía conservo algunas pinturas de cuando yo tenía 14, 15 años. Eso me valió para ser seleccionado en las pruebas de la Escuela Provincial de Arte de Holguín. Las copias y estudios que había hecho los llevaba con frecuencia a Cosme Proenza, quien tenía un taller nocturno en la Escuela de Arte de nivel elemental, un taller extra para aficionados. Entonces,  yo tenía un amigo, Daniel Santos, que también pintaba a diario y solíamos competir.

Cosme había regresado de sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Kiev y había hecho una exposición en la galería de Holguín, que recuerdo se llamaba “Didáctica”, donde presentaba copias de obras de los siglos XVI y XVII, obras que me parecieron asombrosas. Había copias de obras de Franz Hals, de Holbein, Durero, Leonardo. Cosme pintaba como Dios, y para mí era un paradigma a alcanzar.

Nos asomábamos frecuentemente a ver las clases. Una noche, ya curioso él por nuestros asomos, nos interpeló, y luego de tratarnos con esa finura que le caracterizaba, le llevamos nuestras carpetas de copias, acuarelas y trabajos variopintos. Tanto Daniel como yo teníamos más trabajos realizados que los alumnos de este gran maestro, que habían cursado los tres años de nivel elemental, y eso se debía, en buena medida, a que nosotros nos encerrábamos a ver quién de los dos pintaba más, quién dominaba más la técnica, quién creaba más. Las escuelas de arte de provincia siempre viajaban a Cubanacán para hacer los “pases de nivel” y ese año no sé qué pasó en La Habana que los alumnos de provincia no podían ir, y se decidió que los profesores de Cubanacán fueran a las provincias.

Cosme consiguió oficialmente introducirnos en la prueba de “pase de nivel” a Daniel y a mí, y cuando dieron los resultados los dos obtuvimos la máxima calificación, y con otro compañero que conocimos, Aurelio Cobiellas, ingresamos a esta escuela mítica de Cubanacán, como le decían entonces. Por lo que le debo a la intrepidez y al buen ojo de Cosme, comenzando a mis 16 años, una carrera que me ha tenido en vilo hasta el día de hoy.

René Francisco en el Museo de Arte de Tampa

Aunque en las artes plásticas y en la docencia has tenido una reconocida realización, ¿cómo te explicas, un profesor que pinta o un pintor que enseña?

A estas alturas de mi carrera no veo ya el horizonte donde una empieza y la otra termina. Tenía yo 29 años cuando entendí que esto podría ser una sola cosa.

En Estados Unidos has tenido una destacada actividad como artista, como el Doctorado Honorario en Bellas Artes del San Francisco Art Institute, California, en 2021. ¿Qué representó para ti?

El año anterior ellos habían entregado a Bruce Nauman este reconocimiento; también habría de conocer a una rareza de artista de la escuela de California, a Tony Labat, un profesor fuera de lo común. Yo recibí ese honorario tras haber recibido el Premio Unesco, después de haber estado invitado por la American Society en New York de la mano de Malin Barth, había viajado por vez primera a una extraordinaria exposición de arte cubano de los noventa en el Phoneix Museum de Arizona, también con varios de mis exestudiantes, valió mucho el contacto de mis estudiantes Dupp con estudiantes de Tony, con estudiantes de otras universidades, y en Boston con Magdalena Campos, y en Chicago, Michigan con estudiantes y profesores que viajaban a La Habana a participar de todo ese intercambio. Fue un momento muy especial recibir este honorario con Alana Heis del PS1 de NY y con Michael Craig Martin de Golsmith School, conocer una escuela muy particular, de una tradición iconoclasta y conceptual prominente, y haber realizado obras a dúo con Felipe Dulzaides, un viejo compañero del instituto en La Habana, que en este momento se graduaba de este importante instituto, como parte de esa celebración.

A pesar de la enorme emigración de artistas plásticos de Cuba desde la década de 1980, tú te mantuviste en la Isla a pesar de los diversos viajes realizados al extranjero. ¿Cuándo, y por qué,  decides establecerte en España?

Yo viví en España entre octubre de 1990 hasta mayo de 1991. Esperaba no regresar a Cuba y unirme a mis hermanas y a mi padre en Estados Unidos, pero las circunstancias me hicieron regresar al lado de mi madre, quien decidió permanecer en la Isla a pesar de que nunca estuvo integrada a nada que no fuera la casa. Cuando volví, conservaban mi plaza de trabajo en el ISA, y no me lo pensé dos veces para volver a enseñar y a reunirme con mis primeros alumnos de la Pragmática, después de organizar nuevos grupos de estudiantes y una segunda edición de este consolidado proyecto, en un momento lleno de carencias y precariedad. Viajo a México y me reúno, junto a Eduardo Ponjuan, con el núcleo de colegas congeneracionales que vivían en su mayoría en una calle del centro del D.F. llamada República de Cuba. Y por primera vez comencé a trabajar con la galería Nina Menocal, quien nos representaba a casi todos. Luego volví a La Habana, siempre al lado de mi madre y de mis estudiantes.

Creo que ese regreso fue el que me hizo decidir definitivamente que quería vivir al lado de ella y seguir produciendo proyectos de inserción social, y entrenando jóvenes estudiantes, abriendo la escena a nuevos horizontes. Ya en el año 94, empecé a circular regularmente, y no de manera oficial, alrededor de Europa principalmente. Y desde entonces son muy remarcables mis trayectorias en el contexto alemán. Desde 1994 hasta el 2013 entraba y salía, con temporadas largas y residencias artísticas, hasta llegar a la puerta de ser profesor en la Escuela de Arte y Diseño de Halle. Puedo considerarme un nómada, pues, aunque volví a La Habana simplemente a fundar grupos DUPP, alternaba con otras largas temporadas entre París, Israel, y, sobre todo, una consistente estancia en São Paulo.

Las circunstancias de permanecer en España, primero accidentales, se consolidaron al obtener una ciudadanía y acompañar el crecimiento de mi hijo Matías, quien ahora cumple 6 preciosos años.

¿Cómo miras la realidad cubana actual, más allá del mundo del arte y la pedagogía en que te realizas?

De un nivel de orfandad alarmante, muy desamparada. En mi viaje reciente la ciudad se me apareció como un desierto ruinoso, lleno de elementales deseos y aguda esperanza, de rotos recuerdos, de olvidos y despedidas. Quiero pensar en el regreso porque tendremos que volver a sembrar semillas de tierra joven, montes de espumas, puños de flores, tendremos que volver a alimentar esa tierra que uno lleva en la sangre con agua de coral, versos de carmín encendido, ordenar el verde claro, con un aire nuevo para hacer crecer los montes de plumas. Porque, aunque andamos como pétalos vivos volando en otros soles, “el árbol que da mejor fruto es el que tiene debajo un muerto”.

René Francisco. La renuncia, 2004.

¿Hasta dónde en la plástica cubana ha cambiado el canon, el modelo, desde un paradigma histórico, épico, hacia una mirada más atenta a lo micro, hacia el interior?

La escuela cubana se ha multiplicado por el mundo, es cada vez más universal, no solo en sus tópicos y maneras sino en su fusión y en la apertura hacia todo tipo de sonidos y formas de expresión. Ya esa escuela cubana estaba abierta dentro de Cuba; desde los noventa las nuevas generaciones dejaron atrás algunas “mochilas pesadas” que ralentizaban la conversación en otros contextos. Y estas nuevas generaciones han dejado detrás el “souvenir de la patria” para incorporarse a otros lenguajes, creando propiedades lingüísticas, modos de hacer y actitudes a cambio en cualquier latitud del globo terráqueo. Porque los cubanos somos una raza desperdigada en todas partes y hacia todas partes.

Toda la cultura atraviesa estas direcciones en un zigzag de utopías y distopías que no dejan de crecer como un género único lleno de matices, de sonidos y timbres diversos.

 ¿Podría hablarse del arte cubano de la isla y del arte cubano de la diáspora, o del arte cubano en general?

Se habla más de arte en sí mismo que de arte cubano. Cuando a Borges le preguntaban cuánto tenía su literatura de Argentina, decía tácitamente que había nacido en Argentina. Creo que llevamos un poten robusto donde quiera que vamos, y no hay que decir más que somos artistas cubanos o hacemos un arte cubano, sino que hacemos arte, un territorio libre de ataduras ideológicas, de rocas pesadas y de banderas.

¿Cómo ves, desde Madrid, el arte cubano que se expone en Europa?

Siento y experimento un pedazo de La Habana en Madrid, una vibra, y eso lo hace más cotidiano, ameno, y es una forma de no sentirte solo.

Tampa es más que Martí, pero es el primer referente para todos los cubanos que pasan por este lugar. ¿Cómo te has sentido en nuestra ciudad?

De asombros y asombros, de culto y veneración, de cofradías y masones detenidos en el tiempo, y creencias progresando en las nuevas generaciones. Había perdido de vista a Martí, ver una excelente colección de arte cubano, constatar la pasión por la historia, el respeto por quienes tuvieron la dicha de cuidar y escuchar a este Dios cubano, el hombrecito gigante, que allí no es de yeso y cal. Esta visita a Tampa me ha hecho regresar a Martí, a un Martí que había perdido de vista, a sus versos que abundan en las fachadas y en las vidrieras.

Vuelvo a la experiencia DUPP, porque ahora es un libro. Háblame de esa obra de la que también eres conductor.

DUPP es un libro abierto, yo solo soy un amanuense, y como dijera Lezama Lima, un estudiante por delante.

 

 










viernes, 30 de mayo de 2025

La Bohemia de Tampa

   Muchas veces he oído decir que Bohemia,  la revista cubana nacida en 1908 y aún con vida, circulaba en Tampa como en ciudades de la Isla y que, incluso, llegaba a esta bahía floridana antes que a algunos lugares de su propio país. Con ese ejemplo, se muestra la cercanía histórica entre Cuba y este “pueblo fiel”, como le llamó José Martí.

Sin embargo, no es a la Bohemia de La Habana –una de las revistas más viejas de América–  a la que nos asomamos, sino a la Bohemia  de Tampa, fundada  el 22 de julio de 1916 en Ybor City por Manuel Soto, quien antes había publicado Tampa Ilustrado con similares ­características.

La revista, como la cubana, tenía una frecuencia semanal y salía a la luz todos los sábados, con un valor de cinco centavos y un contenido diverso que incluía noticias, notas culturales y literarias, información sobre la vida de la ciudad, anuncios, entretenimiento, ilustraciones… En una de sus columnas, nombrada Nuestras Sociedades, se hacía una continua descripción de lo que acontecía en el  Centro Español, el Asturiano, el Círculo Cubano y las sociedades de Beneficencia vinculadas a ellos.

No conozco el tiempo de duración de la Bohemia tampeña, nacida en medio de la Primera Guerra Mundial, porque en este primer asomo a ella solo he podido ver los 24 números correspondientes a su año de fundación, conservados en el sitio https://tampa-through-time.humap.site/map/records/bohemia_periodicals.

A falta de una investigación que permita seguir su curso e impacto en la ciudad, quiero compartir algunos fragmentos publicados en el número correspondiente al 4 de noviembre de 1916 en la sección Puntos de vista, porque hace alusión a los propósitos de su existencia y a una de las figuras más grandes de la literatura cubana de su tiempo, el escritor Alfonso Hernández Catá, quien escribe una hermosa carta desde España  en apoyo a esta publicación.

Fragmentos de “Puntos de Vista”

-Al principio de nuestra empresa, existía en nosotros la duda sobre el resultado que ocasionaría el intento de fundar en esta localidad una revista que pudiera llenar las necesidades de ella misma. Pero, sin desmayar nunca, estudiando nuestro ambiente, robustecíamos el propósito: había que considerar la importancia de esta población de habla española, casi tan ­numerosa como la de cualquier ciudad del interior de Cuba o de provincias de España. Y en esas ciudades, en todas, las revistas gráficas tienen vida; ellas son las que condensan en sus páginas la actualidad literaria, teatral o musical; las que recogen en fotograbados los acontecimientos sociales, políticos o artísticos; las que visitan los hogares, donde son preferidas por la amenidad que por lo regular tienen en modas, en acontecimientos y consejos ... ¿Por qué, pues, no habíamos de tener una en Tampa?

-Alfonso Hernández Catá, el notable literato que desempeña el cargo de cónsul de la República de Cuba en Alicante, España, y quien ocupa lugar prominente en las letras castellanas, donde su fama se acrecienta rápidamente, nos remite la carta que insertamos en esta página, la que es para nosotros de satisfacción grandísima.

Carta de Alfonso Hernández Catá

Sr. Manuel Soto, Director de ‘Bohemia’.

 Muy Sr. mío y compañero: He recibido los tres primeros números de la revista fundada por usted y otros jóvenes entusiastas para robustecer en Tampa la armonía y auge de nuestra raza y llevar a todas partes muestras de su cultura y amor a las letras.

Casi no necesito decirle cuán útil labor realizan ustedes. Cuánto tiende a dar muestra del amor de cada latino por el prestigio de su país y a probar nuestra capacidad social dentro y fuera de nuestras patrias, es labor de patriotismo. En esa tierra por la cual tantos ilustres hombres de España e Hispano-América han pasado, están ustedes obligados a mucho, y estoy seguro de que el cónsul de Cuba –cuyos méritos y civismo conozco– no les escatimará su ayuda. Los proyectos del Sr. Kohly, Presidente del Círculo Cubano, merecen el apoyo de todos.

 Cuenten con mi simpatía vehemente y trasmítala usted a todos los buenos compatriotas de ahí. Cualquier artículo mío publicado ya en nuestra prensa o en la extranjera, pueden reproducirlo, y si, como espero, el nuevo Círculo destina a biblioteca uno de sus salones, tendré especial gusto en remitirle mis libros.

Cuente, pues, desde hoy, con la amistad de su compañero y S. S. que le da las gracias por el galante envío de “Bohemia”.

Firma de A. H. Catá.

viernes, 23 de mayo de 2025

María de los Dolores Lacorte Izquierdo, primera mujer taquígrafa de Cuba

  La taquigrafía, método de escritura que, a través de trazos cortos, símbolos especiales y abreviaturas  permite escribir a la velocidad con que se habla, es utilizado desde la antigüedad. La palabra tiene un origen griego, formada por taxos (celeridad) y  grafos (escritura) y la utilizó Jenofonte al escribir la biografía  de Sócrates. Los romanos la llamaron notae tironianae. En la Edad Moderna se extendió por Europa y en  España la  introdujo  Francisco de Paula Martí a principios del siglo XIX.

Si bien la taquigrafía tuvo una impronta significativa durante el siglo XIX en Cuba y a su servicio debemos la conservación de documentos valiosos para entender su historia, hay un ejemplo que no puedo dejar de mencionar. Sin ella, habríamos perdido los discursos de José Martí en Ybor City en noviembre de 1891, salvados por la presencia en El Liceo Cubano del taquígrafo cubano José María González, quien entonces vivía en Cayo Hueso.

Pero, el motivo de estas líneas es destacar la figura de María de los Dolores Lacorte Izquierdo, pues no solo fue la primera mujer taquígrafa de Cuba, sino que además legó una obra significativa para la cultura de la Isla. Al conocimiento de ella llegamos a través de su biznieta, la abogada cubana Diana Arufe, quien desde Tampa expresa el orgullo de uno de sus ancestros que, a su vez, la vincula El Carpio, un municipio español de Córdoba, lugar donde nació su bisabuela en la convulsa segunda mitad del siglo XIX.

Imagen de El Carpio, lugar donde nació María Lacorte.
Fotografía enviada por Daniel Vidal Enríquez.

Aunque en El Carpio discurre su niñez, a los 12 años emigró con sus padres para Cuba, donde va a desarrollar toda su obra hasta su muerte en La Habana, el 11 de febrero de 1946.

La inserción del nombre de María de los Dolores Lacorte en la historia de la taquigrafía fue destacada por el investigador Elio E. Perera Pena, quien la incluye en su libro Taquigrafía en Cuba. Un viaje en el tiempo y que cito en extenso:

“María Lacoste (Lacorte) estudió taquigrafía con el maestro Enrique Orellana en 1896. Su padre había leído una convocatoria en el Diario de la Marina. En la quinta lección María era la única mujer que quedaba a la tutela de Orellana. Concluyó con notas de sobresaliente”.

“Con un gran empeño María trató de ocupar un peldaño digno en la igualdad de la mujer, al probar fuerza en un nuevo oficio que podría brindarle mayores ganancias económicas.

El 4 de mayo de 1998, día señalado para la apertura de las Cámaras Autonómicas, en el salón de sesiones al terminar el acto, el entonces capitán general Ramón Blanco se le acercó y le dijo: Permítame usted, señorita, saludar a la primera mujer que ejerce la Taquigrafía en Cuba, y a la que ha dado el primer paso para demostrar la eficiencia de las cubanas en los cargos públicos”.

Perera Pena destaca en su libro que María Lacorte contrajo matrimonio con el también taquígrafo Emilio Arufe y Almansa, quien tuvo que emigrar a Estados Unidos por su adhesión a la independencia de Cuba. En el exilio, prestó apoyo a la causa defendida por el Ejercito Libertador de su país.

Ya en la república cubana, María Lacorte y Arufe ejerció una importante labor intelectual, destacándose su nombre en la publicación del libro Poesías, discursos y cartas de José María Heredia (dos tomos, 1939) , precedido por una biografía del poeta cubano escrito por ella. El libro, que hoy constituye una rareza bibliográfica, incluye valoraciones sobre Heredia de José Martí, Enrique Piñeiro, Manuel Sanguily y otros. Esta obra bastaría para señalar la contribución de María Lacorte a la historia de la literatura cubana.


Sin embargo, a su nombre de mujer pionera en las luchas por la igualdad de la mujer en Cuba, debe agregársele su esfuerzo en mantener y divulgar la historia, costumbres y valores de su pueblo original, lo que la hace también una defensora de El Carpio que la vio nacer y la cultura andaluza.  Esa pertenencia está en sus letras en español, tanto en las abreviadas desde la taquigrafía, como en las escritas y pronunciadas a lo largo de su vida. Es por ello, seguramente, que su nombre puede pronunciarse con orgullo no solo en Cuba, sino también en El Carpio, desde donde el Sr. Daniel Vidal Enríquez, Secretario del Juzgado de Paz, nos ha expresado el orgullo de saber que una mujer de esta historia es hija de su ciudad.

Tampa, con tan hermosas páginas de la historia de Cuba salvadas por la taquigrafía, es un buen lugar para rendir honor, desde La Gaceta, a María de los Dolores Lacorte de Arufe, una mujer que, adelantada a su tiempo, es también del nuestro.

lunes, 19 de mayo de 2025

En el 130 aniversario de la muerte de José Martí, un fragmento de la novela El secreto de la andaluza

 


Abro la ventana del cuarto para verlo pasar y sé que va para la muerte. Me hubiera tirado al frente del caballo, para que no avanzara, pero mis pies no son ligeros, como los pies de Aquiles. Veo a los dos jinetes entre un hilo de luz que busca la frente del que va delante, con el sombrero hacia atrás. Se le ve apuro en la vehemencia con que presiona al caballo, ¡arre, Baconao, arre!, como si el tiempo no le alcanzara para llegar al sol. Al pasar cerca de la casa cordial, inclina levemente la cabeza sobre el hombro derecho, para que se le distinga el contento en el rostro. Me pareció que sonreía. Cuando entran por el pórtico que se perfila entre el fustete y el dagame, sentí que el verso lo empujaba: yo quiero salir del mundo por la puerta natural. Quise atajar las hojas verdes con súplicas a Dios y pedí de rodillas frente a la imagen de Jesucristo que los dos árboles se derrumbaran uno sobre el otro, para que la barrera trancara en seco a los caballos. Si no daba tiempo, que el dagame cayera sobre el pescuezo del primer corcel. Y todavía, si el poder divino no tenía un segundo para más, que uno de los gajos más blandos cayera encima del jinete aventajado, aunque rodara por la yerba y se retorciera de vergüenza, pero que no le mataran. Los árboles no oyeron y aunque la última rogativa, ya desesperada, pedía al plomo conformarse con el cuerpo del corcel, el supremo hacedor, o se equivocó de bestia, o prefirió salvar la juventud de un ángel lleno de vida.

 Tiro de la puerta con fuerza y aunque el estruendo azoró a la paloma que empezó a  llorarlo en la cresta de un árbol, no alcanzó a apagar el silbido de la bala que le rompió el pecho. Escuché el choque del cuerpo contra la yerba y el temblor de la tierra me levantó del suelo, para caer de un grito frente al portón. Al recobrar la razón, corrí con un pomo de agua hervida en las manos hacia el silencio que, en un instante, le cayó a toda la tarde. Las caballerías contendientes, una y otra, se habían espantado del lugar. Trato de entender: una huye despavorida con el trofeo, cual Aquiles arrastrando el cuerpo de Héctor; la otra le persigue desorientada bajo la lluvia que deshace las huellas. Nunca lo supe. Pero vi que era su sangre, viva entre la yerba y la tierra.

Cuando me arrodillé a honrarla....

Fragmento de la novela inédita El secreto de la andaluza

      

Cuando un repentino alboroto espantó a la turba de pájaros que descansaba en la cresta del algarrobo, creyó que al fin llegaba la caballería de Bartolomé Masó. Se volvió a equivocar. Era la creciente del río Contramaestre, inundando las piernas del barranco con un escándalo ensordecedor. Paradójicamente, perder la serenidad de las aguas donde salió a bañarse no alcanzó a provocarle pesar, sino un indescifrable sosiego, hechizado con la turbulencia de la corriente que lo llamaba a cumplir un designio que en los últimos días traía metido entre ceja y ceja. Mientras empuja el papel incómodo al fondo del bolsillo, el ala gris de un zorzal solitario se pierde entre la luz del atardecer y la oscuridad del bosque, como si volara de su pensamiento a la voz militar atravesada en La Mejorana.

En el río Contamaestre, en el lugar más cercano
 al último campamento de José Martí.

–No vaya solo al río –le advierte Ramón Garriga, a quien tranquiliza con un gesto que, a su vez, exigía no seguirle.

 Se acerca la noche del 17 de mayo y han quedado casi solos en el campamento. ¿Es que en el río hay más peligro que en esta casa?, me pregunto, consciente de que si alguna avanzada enemiga nos sorprende tan indefensos vamos a perecer con más penas que glorias. Porque de las cinco decenas de hombres que acampan en el rancho de Dos Ríos, apenas hay doce a su alrededor. Es el mismo número de apóstoles que tuvo Jesucristo, le diría a Gómez, pero cómo aguarle el impulso de hostigar a una columna que, según escuchó a alguien, iba rumbo a Ventas de Casanova.

–¿Busca otro Pinos de Baire? –le pregunto al final, cuando salta al caballo para adentrarse en la espesura, seguido de 40 jinetes encandilados con la centella de su voz.

–¿Qué sabrá él de Pinos de Baire? –pregunta alguien en voz queda  al teniente coronel Bellito, buscando congraciarse con el veterano antes de subir con desgana a su propio arrenquín.

–Saber sabe –oigo a Bello, ya de espaldas, queriendo inútilmente evitar a mi oído unas palabras que el otro, por la forma en que se encoge de hombros, pareció no entender.

Vuelven los apóstoles por los resquicios de la mente inquieta, indicando que estos montes no son de bienaventuranzas ni aquí habrá sermón de la montaña. La alegoría, lejos de Santiago, alcanza al otro Judas, el Iscariote. ¿Quién sabe si los hay alrededor, pienso, sin discernir por qué el rostro distorsionado de un hombre oscuro se atraviesa en las brumas del atardecer, jactándose con la falacia de rematarle a él –al Presidente, dijo–, porque así, por mucho que lo esquiva, la gente sencilla lo anda proclamando por donde quiera que anda. Aparto la imagen con torpes conjuros a las sombras y aunque el impulso defensivo no alcanza a despejar el pensamiento, espanta a una nube de insectos agoreros obstinados en perturbarle su última decisión.

Le ha dado vueltas en la hamaca toda la noche, sin poder descifrar la frecuencia en que se mezclan el sonido grave del follaje y el agudo que persevera en la cantaleta del río. Siento el allegro que ejecuta el violín de la noche. Es la misma armonía que puso Vivaldi a la primavera de sus cuatro estaciones, donde el trino de los pájaros reverencia con tanta majestad el renacimiento de la floración. Cuando el ladrido insistente de un perro lejano semeja el segundo movimiento en la primavera del compositor italiano, se aprieta la cabeza con las dos manos, hasta tocar la letra en el aire: Las aves silentes tornan de nuevo a su canoro encanto / Y así, sobre el florido ameno prado /  al caro murmurar de la arboleda, / duerme el cabrero con su can al lado.

 Se esfuerza en prolongar el insomnio y el quejido, cada vez más distante, se apaga ante la voz del Diario, donde vuelven las palabras del capitán Pacheco. Iba de un lado a otro, caminando las palabras con los pantalones remangados hasta las rodillas:

–El cubano lo que quiere es cariño y no despotismo.

 Reapareció la vieja discordia y todos los ojos me buscaron. ¿Militarismo? ¿Civilismo? ¿Cómo encontrar el contrapeso a tan fatales opuestos? ¿Qué ensalmo de brujos tuerce un ojo al otro, si ambos se enfilan a un paraje común?  ¿Céspedes o Agramonte? Grandes ellos, no el cespedismo, ni el agramontismo. Será nefasto cada vez que el apellido de un hombre derive en nombre de un proyecto político. Por ahí se nos fue la guerra, por ahí se nos puede ir la revolución.

sábado, 17 de mayo de 2025

El 19 de mayo en un fragmento de la novela El secreto de la andaluza

   Los caballos se metieron en las aguas turbias del Contramaestre, todavía hinchado con la ­creciente de la tarde anterior. Es enorme la curva que da el río en La Vuelta Grande,  donde los pastos reverdecen con la lluvia continua. Allí espera la caballería de Masó, quien se levanta airoso al oírlos llegar. Ya andan los vasos de café en las manos, que se extienden calurosas a saludar. Bajo la luz del sol se aclaran los rostros y las palabras entran en calor.

Pintura de Alex Pantoja, de una serie sobre José Martí.

Siente confianza, como si entrara al Liceo Cubano de Ybor City. ¡Si estuvieran aquí,  al lado de las palmas!, mis Carbonell, Rivero, Ruperto y Paulina, la vieja Carolina, a quienes tanto deben los que ahora me acompañan. El discurso de hoy, al que le llaman cuando terminan de hablar Gómez y Masó,  es el mismo del con todos y para el bien de todos. Decir a las palmas que han llegado sus novios, pues son las mismas que añoraron en el largo destierro. Decir que están al lado de ellas, con la patria proclamada, de agonía y deber.  Eso dirá, donde la tierra cubana es la tribuna: el tributo a los héroes de esta epopeya, la razón de la guerra inevitable, la necesidad del gobierno eficaz que asegure desde la raíz la representación del pueblo en preparación para la república democrática de mañana; la necesidad de contener asomos de despotismo, distingos raciales, sociales o de pensamiento, la generosidad ante el vencido, la inclusión del español anhelante de libertad y trabajo honrado, la justeza en la administración de la justicia, el no derramamiento inútil de la sangre, el combate de ideas, no de odios. Levanta más la voz, a que todos la oigan: es preferible morir en defensa de la libertad que vivir privado de ella. Cuando se desmonta del púlpito, todos abren los brazos y cabe en ellos al abrir los suyos. Oye, sin buscarlo, a un joven conmovido, contándole a otro lo que llamó un milagro:

–Acabo de ver a Moisés en el desierto, guiando a los judíos hacia el país de Canaán, trasmitiéndoles los Diez Mandamientos escuchados en las teofanías del Sinaí.

El que oye, se alarma:

–Manuel Piedra, ¿qué dices?

Y este repite la oración. 

Se sobrecoge. Ha dicho que por Cuba está dispuesto a que le crucifiquen. Arrima con sorprendente agilidad un taburete a la mesa bien servida, donde ya muchos ­almuerzan. En ese instante, un jinete se acerca a la velocidad de un rayo, reventando el caballo, cuando muchos no llevan el plato ni por la mitad.

–¡Los españoles! Una tropa bien grande –grita antes de llegar, mientras apunta con la mano derecha hacia el otro lado del Contramaestre.

A Gómez se le cae de la mano izquierda un muslo de pollo todavía intacto y empuja el plato con tan descontrolada violencia que un trozo de plátano estuvo a punto de dejar tuerto a un gato. Salta al caballo, se empina en los estribos y grita un ¡al combate! tan sobrecogedor que muchos, estremecidos, corren detrás de él.

A esa hora, empezando la tarde, las lluvias tempranas de las montañas habían inflado más las laderas del río, como una señal de dioses antiguos para que contuvieran el impulso. Pero él General tenía sus propios dioses y se tiró al aluvión de aguas crecidas, desafiando imprudentemente a una barranca para que los caballos de más brío le secundaran.

Baconao cruzó entre los primeros y al alcanzar la otra orilla saltó con tanta fuerza sobre un árbol caído que me hizo recordar a Marengo, el famoso caballo con que Napoleón salió airoso en Austerlitz. No quiero  pensar si el estratega de Dos Ríos calculó bien. Me había leído las campañas de Napoleón para este momento, las de Bolívar a lomos de Palomo, las de Ulises Grant, el libro De la guerra de   Karl Von Clausewitz. No coincidían la teoría y la realidad: el general no mira a la composición, ubicación, flancos, terreno, ventajas y desventajas, antes de atacar. Pero el héroe inspirado sigue su instinto y es hora de combatir, no de estudiar campañas y teorías. Desbravamos el río, como a la mar.

–¡Vamos a la carga!, grita otra vez Gómez, después de deshacer impávido a una pobre avanzadilla española que no tuvo tiempo a afinar puntería. El Viejo mira hacia atrás, buscándolo con los ojos semicerrados. Lo ve sin miedo y le hace una señal:

–Usted, atrás –grita con la mano airada, porque la orden no le sale de la garganta.

Él responde que no y sale disparado, como si un cuerpo celeste se desprendiera de Dios. Ve a Paquito  cuando se abalanza por el lado derecho, pegado al río. Llega un grupo pequeño con Masó, cuando él va a soltar las bridas tensas a Baconao, que resopla esperando la orden. Reconoce al joven que se aparta de su jefe y se le acerca dispuesto. Es Ángel, es Ángel de la Guardia, que le cae del cielo:

– ¡Vamos a la carga, joven!

–¡Vamos a la carga!

El joven avisa a su caballo dorado, que imita el ímpetu del moro. Galopan, enderezan todas las curvas del universo hasta distinguir la casa recién soñada. La brida derecha se recoge con el mandato del alma para que, acercándose, ella pueda verlo pasar. Baconao entiende, aminora, casi relincha, como si no pudiera con la carga de emociones que  desde una ventana dan aliento al pecho de su jinete. Estira la mano y recobra la velocidad, porque se sabe bendecido. Un segundo después, se agrandan el dagame y el fustete, abriendo una puerta natural al laberinto inescrutable.

Al ver tan enmarañada la manigua a la derecha del rumbo, Baconao se esfuerza en alzar más y más la cabeza, como buscando en la malignidad de la marrulla el justo sitio del que viene ese estruendo incandescente que se confunde con el sol. El cielo se abre. El plomo en la garganta no puede atajar las tres palabras enrojecidas que se hunden en las venas del tiempo –matria, patria, vida–, envueltas en nombres de mujer que la sangre ahoga en su pecho partido por el segundo plomo. Es el grito que, a la misma hora de la tarde, oyeron Leonor, Carmen y Carmita, porque las tres estaban esperándolo.

lunes, 7 de abril de 2025

Ramón Rivero Rivero, el mayor publicista hispano de Tampa en el siglo XIX

 Durante la última década del siglo XIX se publicaron en Tampa varios periódicos en lengua española, casi todos vinculados a la comunidad cubana que residía en esta ciudad y al proceso independentista de la Isla antillana, el que tuvo en esta ciudad un ferviente y permanente apoyo.

Por ello, pueden mencionarse La Contienda, publicado por Néstor y Eligio Carbonell en Ybor City; Eco de Cuba, fundado en West Tampa por Serafín Bello, o El Eco de Martí que aparecía en español e inglés en Port Tampa bajo la dirección de Francisco F. Mendoza, por solo citar un ejemplo de cada espacio de esta ciudad donde funcionaba un Cuerpo de Consejo del Partido Revolucionario Cubano.

Sin embargo, fue Ramón Rivero quien más contribuyó a mantener informada a la comunidad hispana de Tampa –y no solo a la cubana–, cuando la prensa escrita era no solo la más importante, sino casi la única en divulgar los acontecimientos, ideas, preocupaciones y devenir de los ciudadanos.

Ramón Rivero Rivero

 Si bien es El Yara el ­primer periódico hispano de la ciudad –al traerlo provisionalmente José Dolores Poyo de Cayo Hueso en 1886–, en La revista de la Florida tenemos su fiel sucesor. Fue creada por Rivero, quien ocupó su espacio cuando aquel retornó a su ciudad de origen.  Pero, además de esta, quien fungía como lector de tabaquería en la fábrica de Vicente Martínez Ybor creó el periódico El Crítico de Ybor City,   donde aparecieron por primera vez los discursos de José Martí “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos”, a fines de noviembre de 1891. Más tarde, en 1893, fundó el periódico Cuba, considerado hasta su último número en 1898  como el órgano del Partido Revolucionario Cubano en Tampa.

Además de extraordinario e incansable periodista, Ramón Rivero fue uno de los cubanos más relevantes en Tampa  a fines del siglo XIX. Fue uno de los principales organizadores y primer presidente de la Liga Patriótica Cubana  y del Liceo Cubano en Ybor City, presidente del Cuerpo de Consejo del Partido Revolucionario Cubano en Tampa, un hombre de toda la confianza de José Martí, quien le llamó “el bravo Rivero” en su primer discurso en la ciudad.  Sus escritos, publicados en sus periódicos y revistas –y muchas veces reproducidos en Nueva York en el periódico Patria dirigido por Martí– muestran el talento y consagración patriótica de un hombre que, todavía, no ha recibido el reconocimiento que merece.


Recientemente, encontré en el Archivo Nacional de Cuba un número del periódico Cuba donde se identifica el lugar exacto donde era publicado. Asumo que allí mismo hizo Rivero El Crítico de Ybor City , La Revista de la Florida y otra publicación periódica a la que llamó El Liceo Cubano.

Probablemente, era el mismo lugar donde vivía Rivero, al financiarse él mismo su empresa periodística. Por ello, podría proponerse la dirección 1216, 8.ª Avenida de Ybor City, como un lugar histórico donde pueda rendirse honor a la prensa cubana en Tampa durante el siglo XIX. Con ello, honraríamos a todos los que hicieron de la prensa un vehículo a favor de la libertad y el enriquecimiento cultural de la ciudad, especialmente a Ramón Rivero, quien murió en su país en 1908 sin recibir el aplauso agradecido que merecía.

 

 

viernes, 28 de marzo de 2025

Tampa en el Archivo Nacional de Cuba

 La presencia de Tampa en el Archivo Nacional de Cuba ocupa un lugar significativo, mayoritariamente relaciona-do con el lugar que ocupó esta ciudad floridana en la organización y desarrollo de la Guerra de Independencia de la Isla, entre 1895 y 1898.

Es ampliamente conocido el papel desempeñado por Tampa en el proyecto revolucionario cubano guiado por José Martí, quien, desde llegar por primera vez a Florida en noviembre de 1891, encontró en esta ciudad una comunidad cubana dispuesta a seguir el camino trazado por un líder que no solo  convocó a sus compatriotas a independizar su país de la metrópoli española, sino a fundar una república democrática “con todos y para el bien de todos”.

Alrededor de ese proyecto, impulsado a través del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y desde la representación del Gobierno de la Republica en Armas durante la guerra, se escribieron en Tampa cientos de documentos, cartas, proclamas, páginas periodísticas, actas de clubes revolucionarios y Cuerpos de Consejo del PRC, convocatorias…, donde se refleja el nivel de entrega de la comunidad cubana de Tampa a la causa de su país, así como las aspiraciones, conflictos, soluciones, mentalidad y expectativas en torno a la guerra y república  aspirada.

G. Cartaya, Denis Rey y James López en el Archivo Nacional de Cuba.

Al terminarse la guerra en 1898, Tomas Estrada Palma, quien fungía como Delegado del Partido Revolucionario Cuban y, a la vez, como máximo representante del Gobierno de la Republica en Armas en el extranjero, solicitó a los líderes de ambas organizaciones que enviaran a Nueva York la documentación que habían atesorado durante los años de preparación y desarrollo del conflicto armado. Así, llegaron allí varias cajas repletas con la papelería correspondiente a Tampa. Después, fueron enviadas a Cuba y cuando, nacida la república en 1902, se organizó el Archivo Nacional –continuidad de lo que había sido Archivo General de la Isla de Cuba–, allí fue a parar ese enorme caudal de documentación histórica, donde prevalecen inéditas miles de páginas que confirman la historia de la centenaria relación entre Tampa y Cuba.

Estuve en esa institución  el pasado 10 de marzo, acompañado de los profesores de la Universidad de Tampa James López y Denis Rey, quienes participan en un proyecto encabezado por la Universidad de Houston encaminado a rescatar,  preservar y difundir   la herencia literaria hispana en Estados Unidos. Desde otro interés investigativo, yo había clasificado hace varios años la presencia de Trampa en dos fondos del principal archivo cubano –Delegación del Partido Revolucionario Cubano y Gobierno de la Revolución de 1895– lo que facilitó la búsqueda relacionada con la prensa hispana publicada en Estados Unidos, que es el interés central de los investigadores aludidos.

La emoción que vive todo historiador al encontrarse con el documento que persigue es comparable a la del buscador de tesoros que desentierra un cofre de oro. Lo vi en el gesto de James y Denis cuando de una de las cajas envejecidas en la soledad de un estante brotó El Patriota, un periódico publicado a fines del siglo XIX por los cubanos de Tampa. Después, uno a uno, fueron saliendo de otra caja varios números de la revista Cuba, aquella publicación fundada por Ramón Rivero Rivero que fue considerada órgano del Partido Revolucionario Cubano en Tampa. La alegría compartida con esos y otros hallazgos –algunos de otras ciudades estadounidenses– tuvo momentos de cierta pena al constatar el abandono en que han vivido tantas páginas a las que nadie se ha acercado en más de un siglo y cuarto, así como el estado de lógico deterioro que las ha ido carcomiendo. A tal grado de fragilidad han llegado muchas de ellas que más de una vez coincidimos en expresar el temor de que tal vez seamos los últimos en verlas.

Aún así, quiero creer que todavía puede digitalizarse esa rica documentación y ponerla al servicio de la historia. Allí están decenas de cartas inéditas escritas en Tampa por Fernando Figueredo, Ramón Rivero, Néstor y Eligio Carbonell, Teodoro Pérez, Serafín Bello y muchos patriotas cubanos que reflejaron en ellas la enorme contribución que hizo Tampa a la independencia de Cuba.

Finalmente, quiero agradecer públicamente a los trabajadores del Archivo Nacional de Cuba la gentileza con que nos atendieron. Asimismo, a los profesores Jaime López y Denis Rey por la sensibilidad y profesionalismo mostrado en la búsqueda y manejo de los documentos y la exquisitez del compañerismo mostrado en este apasionante trabajo a favor de la conservación de tantas letras que, desde el pasado, explican el presente e iluminan el futuro.

viernes, 28 de febrero de 2025

Manuel Deulofeu en la inauguración del Círculo Cubano de Ybor City

 El reverendo cubano Manuel Deulofeu Leonard es conocido en la actualidad, esencialmente, por los libros que publicó sobre la emigración cubana en Cayo Hueso y Tampa. Entre ellos aparecen Remembranzas de un proscripto (1900) y Héroes  del destierro (1904), imprescindibles para el estudio de la presencia cubana en estos dos enclaves floridanos a fines del siglo XIX y principios del XX.

Deulofeu, un habanero que desde 1886 se vio obligado  a irse del país por su adhesión a la causa independentista, se radicó en Cayo Hueso y más tarde en Ybor City. En ambos lugares, participó activamente en la preparación de la Guerra de Independencia, estuvo junto a Martí y de él mereció elogios que fueron publicados en el periódico Patria. En uno de ellos, aparecido el 7 de mayo de 1892, el Apóstol dice que  Deulofeu hablaba “lleno de fuego criollo, con su alma rica de bondad…”. En otra oportunidad ofreceremos unas notas biográficas sobre el digno reverendo cubano que vivió en Tampa, pues ahora preferimos incluir unos fragmentos del discurso que él pronunció en la inauguración del Círculo Cubano de Ybor City, que como él señala ocurrió el 1.°  de enero de 1899.

El discurso de marras aparece en su libro Remembranzas de un proscripto, publicado por primera vez en Tampa en 1900.

En los comentarios de Deulofeu, atendibles por haber sido testigo de lo que cuenta, comenta que este club, nombrado inicialmente Club Nacional 10 de octubre, fue fundado por los cubanos que se mantuvieron en Tampa después de terminada la Guerra de Independencia en su país, y nace como “un centro político de instrucción y recreo”. Asimismo, informa que fue creado por iniciativa de Manuel Granado, Joaquín Álvarez, Guillermo Sorondo, Alberto Varona, Federico y Juan Llépe y Manuel Zarza.

Para impulsar esta idea, convocaron a una asamblea popular, realizada el 10 de octubre de 1899, en la que se expuso el proyecto, se solicitó apoyo económico y se creó una comisión organizadora, en cuta dirección aparecen Raúl Adán como presidente, Carlos de Quesada y Borrero de secretario y Ramon Rubiera de Armas en la tesorería.

Deulofeu menciona otra ­reunión, fechada el 25 de diciembre de ese año, en la que se recibe el donativo de 420 pesos procedentes de una colecta popular realizada en West Tampa. La siguiente es para la inauguración de la institución en la Calle 14, esquina 9.ª Avenida, en Ybor City, donde “gallardo, modesto, pero bellísimo, se levanta el Club”. Como sabemos, aquella ­edificación de madera fue destruida por un incendio años después, pero en su lugar se levantó el moderno edificio del actual Círculo Cubano, reinaugurado en 1917.

En la inauguración del 1.° de enero de 1900, cuyo 125.° aniversario conmemoramos este año, el discurso principal correspondió al reverendo Manuel Deulofeu y de él extraemos los siguientes párrafos:

-Empezaré por daros la bienvenida a esta que desde hoy se llamará la casa del pueblo, donde en perfecta unión y harmonía nos reuniremos á departir sobre los grandes intereses de la Patria Cubana: deseando á la vez que el año de 1900 sea para vosotros la aurora que os anuncie una hermosa era de paz y felicidad.

-Considero como mi primer deber felicitar a la comisión organizadora de este Instituto por el acierto y la actividad que ha desplegado en las gestiones a ella encomendadas, pues solo en breves días de labor, hoy nos presenta este local perfectamente preparado demostrando de un modo claro y evidente que si ayer vestimos la chaqueta del soldado o todo lo abandonamos para consagrar nuestras actividades y recursos al bien y salvación de la patria en los momentos de la lucha armada, sabemos hoy responder a la necesidad de la época presente levantando esta Institución encaminada a unificar todos los elementos que constituyen la emigración cubana, para que además de consagrarse al cultivo de la inteligencia y de los hábitos de sociabilidad, puedan responder a lo que de nosotros demanda el porvenir y el bien de nuestra tierra querida.

-Muchos dicen que esta es la hora de perdonar, pues yo digo que esta es la hora de amar porque por encima de las ideas, criterios e intereses particulares, está el bien de la comunidad y el bien de la patria.

-Hay un peligro muy grande para la libertad de los hombres y de los pueblos, ese peligro consiste en la política basada en el personalismo, que nos conduce a hacer hombres ídolos, y encerrar dentro de los estrechos límites de la envoltura humana los elevados principios de las ideas que engrandecen y dignifican.

-El espíritu de personalismo ha sido una fuente de grandes males para la humanidad; convertimos un hombre en ídolo y él termina por imponerse como un tirano; nuestra raza es muy dada a estos fatales desaciertos y tenemos que velar mucho sobre ellos.

-Ciudadanos: si hemos tenido el valor suficiente de luchar para vivir libres, hoy lo necesitamos para vivir dignos; tan solo de este modo serán fructíferos los sacrificios consumados y la sangre derramada; pues de no ser así, los manes de tantos héroes y de tantos mártires llorarán sobre un pueblo que supo realizar tantos heroísmos para libertarse del despotismo extranjero, pero que no tuvo el valor ni la precaución necesaria para eludir el peor de los despotismos, que es el de las oligarquías y caciquismos: pues el yugo extranjero nos priva de la libertad, pero el propio nos priva de la dignidad y del decoro para conducirnos a la abyección y a la ignominia.

-No deseo terminar este humilde trabajo sin rendirle un tributo de amor y gratitud al Sr. Vicente Martínez Ybor, ese hombre de corazón noble y generoso, que, sin detenerse en consideraciones de provincialismo, y sólo obedeciendo a la rectitud de sus elevados sentimientos, buscaba y protegía al hombre laborioso y honrado, dispensándole, además a sus operarios el mayor aprecio y consideración. A este noble español deben las emigraciones en particular, y la patria en general, mucho del bien que se ha recogido.

 

lunes, 17 de febrero de 2025

Diálogo con el pintor Carlos Soto

 Carlos Soto es un pintor colombiano que reside en Tampa desde hace más de cuarenta años, por lo que puede inscribirse con legitimidad como un artista de esta ciudad. Lo conocí en las reuniones periódicas de la Coalición Hispana de Artistas (CHA), de la que es miembro y participante de sus diversas exposiciones en la localidad. Sus obras alcanzan un depurado nivel, resaltando en ellas un estilo impresionista apreciable en el alejamiento del academicismo y, esencialmente, en el uso de la luz y el color que le impresionan desde una niñez campesina donde la naturaleza fue –sigue siendo– una prioridad del artista. Soto no emerge de las altas academias de arte y, aunque de forma autodidacta y de clases recibidas en nivel primario, conoce la evolución de la pintura y las diferentes técnicas y escuelas de las artes plásticas, es la vocación quien lo ha conducido a la obra pictórica que nos muestra en la actualidad. Cuando he adquirido su obra Peruso frente al mar, le he pedido responder unas preguntas para esta columna de La Gaceta.

Carlos Soto. Peruso frente al mar.

Confiesas que, desde muy temprano, te atrajo la pintura de artistas del prestigio de Joaquín Sorolla, John Singer Sargent y Claude Monet. ¿Cómo llego a ti la obra de esos grandes pintores?

Durante la escuela secundaria, tomé clases de apreciación del arte. Estas clases me brindaron una comprensión de la historia del arte y me expusieron a las obras de maestros como Sorolla, quien me cautivó por su manejo excepcional de la luz y el color; de Singer Sargent, su maestría en el retrato y la pincelada suelta pero precisa; de Paul Cézanne, su enfoque en la naturaleza, pues admiro sus obras de bodegones; de Claude Monet, su enfoque en la luz y la naturaleza. A través de libros, museos y videos, su legado ha sido una fuente de inspiración en mi evolución como artista.

De hecho, encuentro muchos elementos del impresionismo en algunas de tus pinturas.  ¿Es la inspiración creadora que nace de ti o, de alguna manera la asunción consciente de una tendencia artística cuyos fundamentos has estudiado?

Si bien he leído sobre los fundamentos del impresionismo y valoro su influencia en mis pinturas, no es una elección deliberada, sino un lenguaje que me permite expresar mis propias sensaciones y vivencias.

Conversando con el pintor Carlos Soto

Háblame de tus primeras pinturas y de la aceptación que encontraste en tu entorno familiar y social...

Mi inicio en la pintura al óleo se originó en Tampa, bajo la dirección de la artista colombiana Yolanda Suárez. Mis primeras pinturas fueron una exploración del color y la forma marcadas por el deseo de expresarme.  Al principio, mi entorno familiar y social recibió mi trabajo con interés, aunque algunos lo vieron como un pasatiempo. A medida que mi técnica evolucionó, el reconocimiento y apoyo crecieron, fortaleciendo mi camino artístico.

Los grandes pintores colombianos como Alejandro Obregón y más recientemente Fernando Botero, ¿han tenido alguna significación en tu apreciación al arte?

Alejandro Obregón y Fernando Botero han sido significativos en mi apreciación del arte. De Obregón admiro su fuerza expresiva, y la manera de interpretar el paisaje y la identidad colombiana.  De Botero, su particular enfoque en la forma y volumen me han hecho reflexionar sobre la importancia de tener estilo propio. Aunque mi trabajo sigue su propio camino, es innegable que el arte de estos grandes maestros colombianos ha dejado una huella en la historia del arte.

Aprecio en tus obras una inclinación hacia el ambiente campesino, donde prevalecen plantas, animales, casas de campo.  ¿Es una manera de llevar contigo los origines o una intención de recrear un ambiente de contenido universal?

Mi inclinación por el ambiente campesino en mis obras surge de una conexión profunda con mis orígenes.  Representar plantas, animales y casas de campo es una manera de rendir homenaje a la belleza de estos entornos que forman parte de mis memorias. Sin embargo, también busco que estas escenas trasciendan lo personal, evocando en cada espectador una sensación de arraigo, nostalgia o incluso anhelo por la armonía con la naturaleza.

¿Y la presencia de las aguas, los ríos, el mar?

El agua, en sus diversas formas como ríos, mares, lagos, tiene un significado en mis obras.  Es un símbolo de movimiento y vida. Su presencia no solo refleja mi conexión con la naturaleza, sino que también funciona como un elemento que evoca emociones y recuerdos.  Es un homenaje a recuerdos que han marcado mi historia personal.

¿Como sales del lugar en que naces y creces?  ¿Lo haces hacia ciudades de mayor vida cultural o por imperativos de salir del país?

Yo salí de un pueblo muy pequeño, lugar donde nací y crecí, hacia una gran ciudad en busca de nuevas oportunidades, experiencias y aprendizajes.  Salir de mi país fue una decisión impulsada por el deseo de explorar nuevas oportunidades y experiencias.  Mi decisión de mudarme a Estados Unidos estuvo motivada por la búsqueda de oportunidades y crecimiento personal que solo un entorno más dinámico podía ofrecer.  Sin embargo, también valoro mucho mis raíces, ya que siguen siendo una fuente de inspiración en mis obras.

¿Hay en tu obra algún intento de crítica social?

Mis obras a través del color, la composición y los temas que elijo, no nacen con la intención de hacer una crítica social, aunque reflejan una interpretación del mundo que me ha rodeado.

además de la pintura al óleo, ¿qué otras técnicas utilizas?

Utilizo mucho el óleo, pero también el acrílico, que me permite explorar una mayor rapidez en la ejecución de la obra.

¿Qué es Tampa para ti?, ¿qué te ha ofrecido en el desarrollo de tu producción artística?

Tampa ha sido un espacio de crecimiento y exploración en mi desarrollo artístico. Es un lugar que me ha ofrecido oportunidades y un entorno donde el arte tiene un papel importante en la comunidad.  Además, ser parte de la Coalición de Artista Hispanos de la bahía de Tampa me ha brindado un espacio para compartir, aprender y crecer junto a otros artistas.  Ha sido una plataforma para visibilizar el arte hispano en la comunidad y fortalecer la identidad a través de la cración y la colaboración.

Muchas gracias.


lunes, 3 de febrero de 2025

Larissa R. Baía habla del campus de HCC en Ybor City

 Hillsborough Community College (HCC) es una institución universitaria que goza de un enorme prestigio en la bahía de Tampa. Fue fundada en 1968, por lo que tiene una historia de casi seis décadas.

Cuenta con cinco campus y atiende a más de 40 mil estudiantes. Ofrece múltiples opciones académicas, incluidos títulos de asociado en artes y en ciencias, así como certificados de créditos universitarios, diplomados, etc. Asimismo, HCC ofrece cursos de inglés como segundo idioma que contribuyen a la preparación de los estudiantes para sus estudios universitarios.

Entre los campus de HCC se destaca el de Ybor City por estar enclavado en ese viejo barrio de origen hispano e italiano y donde la comunidad cubana de fines del siglo XIX recibió a José Martí y se sumó a su proyecto de independencia de la Isla. Para conocer algunos aspectos sobre  este centro de enseñanza universitario conversamos con la doctora ­Larissa Ruíz Baía, quien ha sido su presidenta por más de 20 años y cuya pasión pedagógica y comunitaria contribuye al feliz desarrollo de la institución.

Larissa R. Baía, presidenta del campus de HCC en Ybor City

El campus del Hillsborough Community College en Ybor City está rodeado de lugares históricos de honda significación en la cultura de Tampa. ¿Cómo perciben y aprovechan los estudiantes y profesores del mismo esta riqueza patrimonial?

No me siento con la capacidad de saber cómo perciben los estudiantes o los profesores el estar en un ambiente tan histórico como el de Ybor City.  Lo que si puedo decir es que para mí como líder de esta institución y para mi equipo de gerencia es importante que haya oportunidades dentro y fuera del salón de aulas donde nuestros estudiantes puedan aprender sobre la historia de Ybor City.  Como ejemplo, la profesora Andrea Vicente ofrece un seminario sobre la arquitectura de Ybor City. Durante el año también tratamos de incluir charlas, lecturas y exposiciones de arte que celebren la cultura hispana y específicamente la contribución de los inmigrantes del Caribe, Latinoamérica y Europa al desarrollo de Ybor City y la ciudad de Tampa.  Ahora mismo, estamos planificando los detalles de una charla para celebrar el Mes de la Mujer con Sarah McNamara, autora del libro Ybor City: Crucible of the Latina South. La charla estará abierta al público en general y espero nos acompañen.

Con la pandemia se generalizó la modalidad de las clases online, una experiencia que se ha extendido en la enseñanza universitaria. ¿Cómo se comporta esta elección académica en el recinto que usted dirige?

En el semestre actual, lo que llamamos la primavera del 2025 (enero a abril), un 83% de los estudiantes en el recinto de Ybor están tomando clases virtuales. Esta cifra no incluye a estudiantes en programas técnicos de certificación.  Estos estudiantes pueden estar tomando clases presenciales (en Ybor o en otros recintos) a la misma vez, pero por lo menos están tomando una clase virtual con nosotros.  El que tantos estudiantes estén en un ambiente virtual significa que hay un cambio drástico en el entorno del recinto. Por ejemplo, vemos menos estudiantes utilizando nuestras instalaciones y un incremento en la demanda en los servicios estudiantiles virtuales (asesoría académica, tutoría, ayuda académica). También nuestro profesorado ha tenido que adaptar la pedagogía que en algunos casos han utilizado por ­muchos años.

¿Qué opinan los estudiantes y profesores sobre la disminución tan extendida de las clases presenciales?

No quiero quitarle la palabra ni a nuestros estudiantes o profesores, pero supongo que las respuestas son mixtas y complicadas.  Muchos de nuestros profesores prefieren clases presenciales porque los resultados académicos son mejores en clases presenciales. Sin embargo, sabemos que muchos de nuestros estudiantes prefieren la flexibilidad que las clases virtuales ofrecen.  Los administradores sabemos que tenemos que seguir trabajando esta tensión entre estas modalidades de estudio.

¿Qué presencia tiene la población de origen hispano en el campus de Ybor City?

En el semestre actual, el 33% de los estudiantes matriculados en el recinto de Ybor se identifican como hispano/as o latino/as.

¿Cómo se refleja en las actividades extracurriculares la diversidad étnica que existe en la matrícula de la institución presidida por usted?

Como mencioné anteriormente, para nosotros es importante elevar y celebrar la historia de Ybor City y es imposible llevar a cabo ese trabajo sin hablar sobre la cultura hispana.  Ese trabajo continúa durante todo el año; por ejemplo, al asegurarnos que nuestros profesores y empleados reflejen la diversidad de nuestros estudiantes.  Sin embargo, la celebración de la diversidad de nuestra comunidad es más evidente durante el Mes de la Hispanidad. Me siento muy orgullosa que el año pasado un comité de profesores y personal no académico organizó varios eventos bajo el tema de las raíces multiculturales de la comunidad latinoamericana.  Bajo ese tema, presentamos talleres de bomba y plena puertorriqueñas, la película cubana Conducta del cineasta Ernesto Daranas y terminamos con una charla de la profesora Magdalena Lamarre (retirada de Miami Dade College). Nuestro comité ya pronto comenzará a trabajar en los eventos para el año 2025.

 

 

 

 

martes, 21 de enero de 2025

Diálogo con Jesús Puerto, un cubano de cuarta generación en Tampa

 Jesús Puerto, aunque pertenece a la cuarta generación de cubanos  que habitan en la ciudad de Tampa, tiene  la esencia de la cubanía metida en la sangre y en el alma, lo que se percibe no solo en lo que dice cuando recuerda sus orígenes, sino en la mirada que parece extenderse al cuerpo de la Isla cuando oye su nombre. Y si el nombre que oye –o dice– es Guanabacoa, entonces le brillan los ojos como si estuviera caminando por una de sus calles.

Mirando esas imágenes, me dijo que su bisabuelo, Santiago González, conoció a Martí, oyó su voz y colaboró con su causa hasta el logro de la independencia de su país. Se quedó en Tampa, enamorado de la ciudad y estuvo entre los fundadores de la asociación donde nos encontramos. De manera que sus abuelos, su padre y él mismo, han sido miembros de esta entidad patriótica durante 125 años. Con ese privilegio, ¿cómo no hacerle unas preguntas y compartir sus respuestas con los lectores de La Gaceta?

Converso con Jesús Puerto en una sala de la Unión Martí-Maceo.

¿Qué significa para ti haber crecido en Ybor City?

Sabía que al haber nacido y crecido en Ybor City con raíces cubanas, teníamos una cultura ligeramente diferente a la de nuestros vecinos cuando nos mudamos a East Tampa y diferente a la de la familia de mi madre, que es afroamericana. Esta diferencia era especialmente notable en la época navideña, cuando mi familia preparaba comida cubana para la celebración de la Nochebuena y esa reunión familiar se convirtió en reuniones comunitarias a medida que pasaban los años y todavía se practica hoy. Este año, en la casa de mi madre tuvimos más de 65 reuniones familiares y comunitarias en esa fecha.

 Fui criado en parte por la madre de mi padre, la abuela Luisa “Male” Gómez González, y las personas que no se crían como cubanas todavía aprecian la experiencia de la Nochebuena y la comida porque es algo diferente para ellos y les encanta el sabor y la experiencia. Es algo que en  nuestra familia estamos compartiendo, lo que sigue la tradición de hospitalidad que nos transmitieron nuestros antepasados.

Eres miembro vitalicio  de la  Unión Martí-Maceo e integrante de su directiva.  ¿Cómo  ella contribuye a mantener viva la memoria de esos dos héroes?

Pues sí, soy miembro vitalicio de la sociedad sindical Martí-Maceo, al igual que mi padre y sus hermanos, así como mi abuela y sus hermanos. He asistido a eventos comunitarios y familiares allí, en el 1226 E 7th Ave. en Ybor City, desde que tengo memoria. Mis bisabuelos y su comunidad fueron parte de los miembros fundadores de la junta directiva de la sociedad. La sociedad lleva el nombre de los héroes de la independencia de Cuba, José Martí y Antonio Maceo.

Muchos de los miembros fundadores de la sociedad habían sido exiliados de Cuba durante la década de 1890 debido a su participación en el movimiento independentista de Cuba contra España. Cuando llegaron a Tampa y se establecieron, muchos de ellos trabajaron en fábricas de tabaco, aunque mi bisabuelo horneaba pan cubano. Ellos compraron recursos (machetes, uniformes, medicinas) y los enviaron a Cuba para que los usaran los miembros del Ejército Libertador, los llamados mambises.

 En mi último viaje a Cuba, como parte de mi investigación, viajé con un grupo de antropólogos e historiadores a Matanzas y me mostraron un monumento y una placa con los nombres de los mártires que murieron entre 1895 y 1898 luchando por este movimiento. Vi varios apellidos que probablemente estaban relacionados con mi bisabuelo. Fue muy emotivo.

¿Qué expectativas tiene en la actualidad la Unión Marti-Maceo?

Bueno, además de mantener las cuentas pagadas y el edificio en buen estado, la dirección ejecutiva de la sociedad y sus miembros continúan protegiendo esta importante historia, así como los recuerdos creados en el emblemático edificio. Aunque poco conocida, es una historia por la que tanto y tantas vidas se sacrificaron,  para que un día Cuba fuera libre, independiente y que el amor y la igualdad estuvieran a la vanguardia de su funcionalidad.

Esta fue la visión de José Martí y el General Antonio Maceo. Por eso, hasta el día de hoy, después de más de 125 años, protegemos esta memoria para que nuestras futuras generaciones puedan estar mejor informadas de la contribución social hecha por quienes vinieron antes que ellos y abrieron camino para las oportunidades que existen para ellos.

Háblame sobre tu actividad profesional...

Lo hago en forma de una experiencia cultural en un restaurante, Soul de Cuba Café, que creé hace 20 años, donde incorporo el arte sacro cubano, la música y la comida cubana de nuestra familia y comunidad con las recetas que se remontan a más de 125 años de tradición que me han transmitido. Las paredes del restaurante están adornadas con recuerdos como etiquetas de cajas de puros y carteles del pasado de Ybor City. Las fotos datan de finales del siglo XIX de mis bisabuelos y miembros de su comunidad en Guanabacoa e Ybor City.

¿Cómo valoras las relaciones históricas entre Tampa y Cuba?

Durante más de 125 años, mis familiares han mantenido relaciones con nuestros familiares en Guanabacoa, Cuba. Incluso a través de los muchos años de desafíos y disfunción entre los gobiernos y las dificultades que afectan las líneas de comunicación, casi todos seguimos en contacto. Lo hacemos para que nuestros primos de ambos lados de la división conozcan su historia y mantengan los recuerdos y los transmitan a las generaciones futuras.

Además de organizar reuniones familiares, también dirijo intercambios culturales, presentando a los estadounidenses aspectos de la sociedad cubana con los que de otra manera nunca tendrían la oportunidad de conectarse. Hago este trabajo como parte de la contribución comunitaria de una fundación que creé llamada Cubanakoa.

Aunque mi trabajo comunitario internacional anterior comenzó en las islas del ­Pacífico en los años 90 ­cuando serví como voluntario del Cuerpo de Paz en Samoa, sigo participando en una forma de esos esfuerzos a través del voluntariado para Cubanakoa, construyendo puentes de amor, paz y entendimiento entre ciudadanos estadounidenses y cubanos.

¿Algo más sobre Ybor City?

Sí, quiero incluir un poema breve que escribí,  dedicado a mis antepasados:

Rosa blanca de la Séptima Avenida

El dios del tabaco me dijo: cuídate.

Al hombre negro de la Séptima Avenida en Ybor City le dieron la espina,

y al hombre blanco le dieron pétalos blancos,

y aunque juntos forman la rosa,

su paz atraviesa todas las almas.

–Muchas gracias.