miércoles, 15 de octubre de 2025

Un Narciso martiano: la obra que dialoga con la muerte

Por Alberto Sicilia

En esta obra reciente, Alexis Miguel Pantoja Pérez –uno de los pintores más reconocidos de la plástica cubana contemporánea– nos enfrenta a una imagen que es, al mismo tiempo, íntima y profundamente polémica. La figura central, José Martí, se sumerge parcialmente en aguas oscuras, con los ojos cerrados y un gesto sereno, casi funerario. Una pluma blanca se erige como estandarte, mientras la vegetación acuática crea un marco de quietud.

Alexis Pantoja. Bajo el silencio profundo,
 murmura el arroyo manso. Lienzo, 48X70 cm.)

La pintura recuerda a un Narciso que no se contempla por vanidad, sino por desconcierto. Es el rostro de un ideario que se impone: el pensamiento martiano, proclamado como raíz moral y enarbolado en 1953 como bandera del “Centenario”. En aquel año, se presentó como el inicio de una gesta que pretendía rescatar y materializar la República soñada por Martí. Sin embargo, el devenir histórico mostró una deriva en la que, para muchos, ese ideario fue reinterpretado y, finalmente, vaciado de su esencia.

En el lienzo, el agua turbia y el silencio visual sugieren no solo la muerte física del Apóstol en Dos Ríos, sino también la muerte simbólica de la “República martiana” en la práctica posterior. El gesto inmóvil de Martí en la pintura es el de un visionario que, ante el fracaso de sus principios, se sumerge en un exilio definitivo bajo la superficie de la historia.

La obra de Pantoja, marcada por un realismo onírico y una técnica depurada, se distingue por su capacidad de conectar símbolos universales con referencias culturales profundamente cubanas. Su pintura explora la memoria, la identidad y las contradicciones entre los ideales y la realidad vivida. Aquí, el autor no solo recrea un retrato, sino que construye una narrativa visual que obliga al espectador a reflexionar: ¿es esta la imagen de una derrota definitiva o el llamado a rescatar la pureza de un proyecto inconcluso?

Más allá de la Isla, este tipo de propuestas artísticas dialogan con una problemática común en América Latina: la tensión entre las utopías fundacionales y su realización histórica. El lenguaje visual de Pantoja, con su carga simbólica y su anclaje en la historia nacional, trasciende lo local para insertarse en un debate continental sobre la pérdida, la memoria y el poder. En los circuitos internacionales, su obra ocupa un lugar sobresaliente, no solo como expresión estética, sino como testimonio crítico de una época donde las promesas políticas se diluyen en la marea oscura de la historia. Una obra que nos obliga a reflexionar sobre la causa, el efecto y la trascendencia, para aliviar el castigo colectivo y la culpa individual.

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