La cercanía de las banderas de Cuba y
Puerto Rico
Por Gabriel Cartaya
A
Maribel Sánchez-Pagán y Rafael Pagán
Las banderas de Cuba y Puerto Rico guardan una
similitud que se entrelaza con el poema de Lola Rodríguez de Tió: “Cuba y
Puerto Rico son/de un pájaro las dos alas”. Ambas fueron concebidas con cinco
franjas horizontales, un triángulo equilátero a la izquierda y una estrella de
cinco puntas dentro de él. Poseen los mismos colores, variando sólo su
distribución. Las dos franjas blancas interiores
se corresponden, diferenciándose las
restantes, que en el emblema cubano son azules y rojas en el
puertorriqueño. El triángulo en la bandera de la mayor de las Antillas es rojo,
mientras la isla hermana lo prefirió azul, pero la estrella en ambas goza de la
misma blanca claridad.
La historia de cada una tiene un camino propio, construido de sueños, esperanzas, quebrantos, rupturas, fracasos y triunfos, y en su especifidad identitaria se acercan, fortaleciendo la solidaridad derivada de la raíz común, en la sangre y en la bandera.
La historia de cada una tiene un camino propio, construido de sueños, esperanzas, quebrantos, rupturas, fracasos y triunfos, y en su especifidad identitaria se acercan, fortaleciendo la solidaridad derivada de la raíz común, en la sangre y en la bandera.
La cubana procedió, en 1850, de un sueño
anexionista, cuando Narciso López la desembarcó en Cárdenas con el propósito
confeso de arrancar a la Isla de España y sumarla a los estados de la Unión
Americana. Sin embargo, 19 años más tarde se hizo independentista, aprobada por
la Asamblea de Guáimaro como bandera cubana de los mambises.
La puertorriqueña nació de un esfuerzo independentista antillano, en
1892, dentro del proyecto que reunió a sus mejores hijos y a los cubanos junto
a José Martí en el Partido
Revolucionario Cubano (PRC). Pero fue derivando, en la historia compleja y
apasionada de una ínsula bien poblada que España entregó a Estados Unidos,
hacia las posiciones que concibió Narciso López para la cubana. Por esas
paradojas eternas de la historia, la originalmente anexionista se erigió
independentista en una larga guerra, para flamear en nombre de una nación
independiente en 1902. En tanto, la de brotación independentista se fue
replegando y readaptando, una y otra vez, hasta conseguir una legitimidad, en
1952, donde el 50 por ciento del concepto libre se compartió con el de
asociado.
Las precisiones sobre el origen de las dos banderas son diversas. La
cubana, como hemos dicho, que ideó López
en Estados Unidos bajo la influencia de los colores y símbolos de esa
nación, fue diseñada por el poeta Miguel Teurbe Tolón, quien contó con la mano
costurera de su esposa Emilia para verla nacer,
alrededor del entusiasmo del escritor
Cirilo Villaverde, José Aniceto
Iznaga Borrell, Juan Manuel Macías y
otros cubanos desterrados en Nueva York.
Sobre los orígenes de la bandera puertorriqueña han
subsistido dudas acerca de su autor y fecha exacta de creación. Como la cubana, es en Nueva York donde vino a la luz, cuando
José Martí está organizando el PRC, en cuyo primer artículo de sus Bases
incluyó la independencia de las dos islas. Hubo una gran cantidad de
puertorriqueños en ese proyecto independentista. Muchos de ellos ocuparon
cargos cercanos a Martí, como Sotero Figueroa y
Antonio Vélez Alvarado, con quien se ha identificado la creación del
estandarte similar al cubano.
Es realmente en ese
ambiente que surge la idea de la bandera puertorriqueña. Siempre se
menciona a Vélez Alvarado, José de la Matta Terreforte, Manuel Besosa y al poeta Francisco Gonzalo (Pachín) Marín, como el
grupo creador de la bandera. Las
imprecisiones crecieron cuando, en 1923, Terreforte, ya anciano ( estuvo junto
a Betances en el Grito de Lares, en 1868)
declaró que fue Pachín quien le envió una carta, desde Jamaica, con el
diseño que tendría el blazón independentista de su patria. Me resulta dudoso,
porque el poeta Pachín ya estaba en Nueva York en 1891, trabajando en la
imprenta de Vélez, y parece ser en este ambiente, mezclado de cubanos y
puertorriqueños apasionadamente independentistas, donde afloró este símbolo.
Muchos historiadores de Puerto Rico sostienen que la
bandera se izó en Nueva York, por primera vez, el 22 de diciembre de 1895,
durante una reunión de la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano, que tuvo lugar en el Chimney Corner Hall de
esa ciudad.
Parece ser que en la isla de Puerto Rico se estrenó
su enseña, por primera vez, en 1897, durante el intento independentista que se
produjo en Yauco. Pero existe una prueba inequívoca de que los puertorriqueños
emigrados la venían mostrando desde 1892. Es la fotografía de José Martí en
Jamaica, en octubre de ese año, donde aparece junto al Cuerpo de Consejo de
Kingston, escoltado por las dos banderas.
La foto expresa, a mi ver, el más alto poder
simbólico: cubanos y puertorriqueños juntos, al lado del gran antillano,
definiendo el propósito de ver libres a las islas que la poetisa miró como dos
alas de un ave maravillosa del Caribe.
En Tampa, identifico el origen de muchos hispanos
por la bandera que llevan en el auto.
Sin embargo, muchas veces he tenido que acercarme para saber si es
cubano o puertorriqueño, pues a primera vista parece el mismo estandarte. Al
final, el símbolo también nos define y hermana.
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