Por Gabriel Cartaya
Resulta difícil resumir el
extenso currículum vitae del Dr. Ivan A. Schulman. Su historial
académico se ha enriquecido con seis décadas como profesor de Español y
Literatura Comparada, permanentes estudios, investigaciones y ejercicio docente
en diversas universidades de Estados Unidos y Latinoamérica, la producción de
una vasta obra que alcanza una diversidad de libros de su autoría o coautoría,
decenas de ensayos en revistas especializadas, e infinidad de artículos y
ponencias en eventos internacionales.
El profesor Schulman es
reconocido internacionalmente por sus grandes aportes a los estudios sobre el
modernismo, así como a la comprensión de
la obra de José Martí y de otros escritores hispanoamericanos. Su producción
intelectual es de obligada consulta en los estudios académicos y su presencia
sigue siendo un privilegio en los foros más exigentes donde estos temas se
llevan a discusión.
Aunque es breve el espacio para presentar al entrevistado,
que con gran gentileza accedió a responder algunas preguntas para La Gaceta, es necesario
mencionar algunos libros suyos que han contribuido a renovar y profundizar los
estudios sobre el modernismo: Símbolo
y color en la obra de José Martí (1960), Génesis del modernismo: Martí, Nájera, Silva, Casal ( l968), El
modernismo hispanoamericano (l969), Martí, Casal y el modernismo (l969),
Relecturas martianas: narración y nación (1994), El proyecto
inconcluso: la vigencia del modernismo (2002), Vigencias: Martí y el
modernismo (2005). Estos y otros textos suyos, han situado a Schulman entre
los autores imprescindibles para entender el significado del modernismo en la
literatura hispanoamericana.
¿Qué significó para usted el profesor Manuel Pedro
González, ese gran investigador de la obra de José Martí tan desconocido
actualmente en Cuba?
Después de terminar mis estudios subgraduados en la
Universidad Nacional Autónoma de México, seguí mis estudios universitarios en
la Universidad de California (Los Ángeles).
Conocí a Manuel Pedro González
durante mi primer semestre, pues escogí un seminario sobre el modernismo
hispanoamericano que él enseñó. Me
asignó un trabajo sobre Manuel Gutiérrez Nájera, y parece que le gustó mi
trabajo, y me invitó a ser su Research Assistant. Trabajamos juntos sobre la obra de Martí que
luego publicamos en forma de libro: Esquema ideológico de Jose Martí. Fue mi primer libro y seguimos trabajando
juntos y fue él quien dirigió mi tesis
doctoral: Símbolo y color en la obra de José Martí, que la Editorial
Gredos de Madrid publicó.
Manuel Pedro fue primero mi maestro y luego mi
colega y amigo. No nació en Cuba sino en
las Islas Canarias. Pero hizo todos sus estudios universitarios en La
Habana. No es una figura desconocida en
Cuba. Perteneció a un grupo distinguido
de intelectuales como Juan Marinello, Raúl Roa, y luego Cintio Vitier y Fina
García Marruz.
Ivan A. Schulman |
¿Fue el entusiasmo temprano que le causó la figura
de José Martí –a quien dedicó el primero de sus libros, convertido en un clásico
para la comprensión de los símbolos en la obra del cubano– quien le llevó a los
estudios sobre el modernismo, o los estudios de ese movimiento literario le
llevaron a José Martí?
Con Manuel Pedro empecé mis estudios sobre Martí y
el modernismo. Trabajé con él para
rectificar la cronología del modernismo hispanoamericano. Y junto con Ricardo Gullón y Angel Rama,
cambiamos el concepto cronológico sobre la iniciación del modernismo, es decir,
que fueron Martí y Gutiérrez Nájera los que iniciaron el modernismo en América
y no Rubén Darío, cuya egolatría acostumbrada le llevó a atribuirse la
iniciación del modernismo hispánico.
Probablemente el proyecto intelectual más ambicioso
que usted se ha propuesto como investigador literario ha sido el de afrontar una
reevaluación del modernismo, en medio del debate entre la llamada crítica
tradicional y la progresista, de la que es usted uno de sus mayores
representantes. ¿Cómo han influido en la evaluación actual del modernismo los
argumentos defendidos por usted?
De acuerdo. Mis proyectos más importantes fueron, y
han sido la rectificación de la iniciación del modernismo, y la definición del
concepto literario y cultural del modernismo en América y la importancia de
Martí en la evolución de ese proyecto.
Pero, mi concepto del modernismo fluye de la idea de Jürgen Habermas, o
sea, que el modernismo es un proyecto inconcluso, evolutivo: título de uno de
mis libros: El proyecto inconcluso; la vigencia del modernismo, Universidad
Nacional Autónoma de México y Siglo XXI, 2002.
Pero he escrito y publicado sobre muchos temas
hispanoamericanos, desde la Colonia hasta lo contemporáneo, sobre figuras y
temas de Cuba, México, Nicaragua, Argentina, Puerto Rico, Chile.
¿Qué jerarquía tiene la figura de José Martí dentro
de los exponentes del modernismo?
Martí tiene una jerarquía única entre los
modernistas. Durante una vida muy corta
vivió exilado en varios países hispanoamericanos, y luego 15 años en los
Estados Unidos. La última edición de sus
obras, que es la edición crítica del
Centro de Estudios Martianos de Cuba, tiene más de 20 volúmenes. Martí fue poeta, prosista, cronista. Vivió la
experiencia de la primera etapa de la modernidad capitalista en los Estados
Unidos y escribió para periódicos y revistas de América sobre la vida nueva en
comparación con la de los “países azules” como él llamaba a los países de
Hispanoamérica, recomendando la necesidad de transformar, de modernizar la vida
americana, pero evitando los defectos de la vida política y social de los
Estados Unidos, que él entendió mejor que ningún latinoamericano de su época,
defectos que vivimos en los Estados Unidos en este momento: terrorismo,
corrupción política, racismo, violencia social.
Fue un escritor visionario, mucho más
que ningún otro modernista; un escritor que sabía leer el futuro, como
hemos observado con tino Cintio Vitier y yo.
En Nuevos asedios al Modernismo, usted encuentra en
ese movimiento literario “un fenómeno sociocultural multifacético”, ¿Se podría
conectar la actitud de algunos modernistas como una respuesta espontánea a la exclamación martiana de “no habrá literatura hispanoamericana hasta
que no haya Hispanoamérica”?
Definitivamente.
En su ensayo sobre la naturaleza de la “Revista Venezolana”, Martí
explica la necesidad de una “voz” genuinamente americana. Se trata de un exorcismo social que tendría
el efecto de producir una literatura hispanomericana. Pero esta búsqueda, sin embargo, no excluye
la presencia del pasado, ni de las novedades del presente, incluyendo las
técnicas pictóricas que modernistas como Martí y Darío supieron utilizar en su
obra para crear una modernidad americana auténtica.
Aunque se ha abusado mucho de la frase “vigencia de Martí”, con distintos
propósitos ideológicos, hay una expresión suya de una particular intensidad: “A
diferencia de algunos escritores modernistas de su época, Martí tiene una voz
en sus escritos que pertenece a nuestro tiempo”. Desde esa invocada presencia,
¿cómo se equilibra la preocupación estética y el deber ético del ser humano
ante la sociedad donde le corresponde vivir?
Entre otros críticos de Martí y del modernismo, he
defendido el concepto de la vigencia martiana.
No hay duda: Martí es un escritor cuyas obras abarcan el pasado, el
presente y el futuro. Es que Martí tenía
una visión muy intensa y muy amplia, con una preocupación ética y estética.
Limitándonos a sus crónicas de los quince últimos años de su vida, es decir,
las crónicas sobre los Estados Unidos que publicó en varios países de
Hispanoanérica, se puede comprobar la vigencia de sus escritos: si cambiamos
los nombres de los detalles históricos de esas crónicas, se pueden
leer como crónicas de los acontecimientos de nuestro momento
histórico. Martí escribió para relatar
lo que pasaba en los Estados Unidos, pero también con la intención de que los
países de su América aprendieran técnicas nuevas, y, al mismo tiempo, que
evitaran los defectos de la modernidad capitalista.
¿Cómo evalúa el concepto de posmodernidad?
Nunca he
tratado de definir lo que muchos llaman la posmodernidad, sencillamente porque
no existe una sola definición del término, como no existe una sola versión de
la definición del modernismo. Lo que sí
creo es que hay lo que yo llamaría enlaces, es decir, elementos variados de
estilos del pasado y del presente, y la presencia de las técnicas de distintas
artes en la expresión literaria. Martí y
Darío, por ejemplo, utilizaron elementos del pasado literario y distintas
técnicas expresivas que no son exclusivamente literarias. Es decir, escribieron, por ejemplo, con
técnicas pictóricas. La imposibilidad de definir la posmodernidad termina,
entre algunos críticos, en el uso del vago término de la pos-pos-modernidad.
Entre el autor y su obra, cuando hablamos de Ivan A.
Schulman, tal vez conocemos más la obra (más de diez libros e infinidad de artículos y ensayos en
diversas publicaciones) que al autor. Por ello me gustaría preguntarle sobre su
vida:
¿Dónde nace y crece?
Nací en Brooklyn, Nueva York, donde viví y estudié
hasta cumplir tres años de estudios universitarios. Después, en México, California, Missouri,
Florida y Puerto Rico.
¿Cómo nace
la motivación por la lengua y cultura hispana?
De joven deseaba hacer estudios de medicina. Pero, como mis padres eran de clase media
baja, sin mucho dinero, y como me gustó el estudio de las lenguas extranjeras y
la literatura, me decidí por una carrera de profesor universitario. La decisión
de estudiar la cultura y la literatura hispana se debió al hecho de que gané
una beca para terminar mis estudios subgraduados en la Universidad Nacional
Autónoma de México.
¿Qué ha disfrutado más, la investigación o la
enseñanza?
La ensenanza y la investigación me han gustado mucho
a través de mi profesión como profesor universitario. Pero siempre me ha gustado más, creo,
trabajar con los estudiantes de nivel doctoral y ayudarlos a escribir la tesis
doctoral y luego iniciarlos en la profesión de investigadores a nivel
universitario.
¿Cuál ha
sido el mejor lugar para vivir?
Mi lugar favorito para vivir fue, y es, Nueva York, por la actividad cultural de la
ciudad.
¿Cuál manifestación del arte es su preferida?
No tengo preferencia por una manifestación
particular del arte. Soy un ecléctico.
De todos los viajes que ha realizado, ¿cuál recuerda
con mayor emoción?
De todos mis viajes alrededor del mundo, mis
preferencias o favoritos han sido: México, Cuba, Buenos Aires, Italia y
Tailandia.
Es conocida la frase de que los libros son como
hijos para el autor. ¿Siente predilección especial por alguno de sus libros?
¿Por qué?
Si tuviera
que escoger dos libros predilectos, diría que Símbolo y color en la obra de
José Martí, porque representa el comienzo de mi carrera como investigador y
porque la figura de Manuel Pedro Gónzalez está presente siempre cuando pienso
en el libro. El título fue una
sugerencia de él, pero me dejó campo libre para elaborar los temas. El otro
libro es El Proyecto inconcluso, libro que representa mis ideas maduras
sobre el tema del modernismo y lo que significó para la historia literaria y
cultural de Hispanoamérica.
¿Qué piensa del nuevo camino que están tomando las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
Me entusiasma el camino que están tomando las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Desde mi primer viaje a Cuba, hace
50 años, Cuba ha sido un lugar favorito y ha sido un placer para mí trabajar
con investigadores como Cintio Vitier, Fina García Marruz, Ibraím Hidalgo,
Pedro Pablo Rodríguez, Ana Collazo, y tantos otros.
¿Cómo ve Iván Schulman el futuro próximo de la
humanidad?
Me deprime lo que está pasando ahora en el mundo,
sobre todo, el terrorismo y la violencia racial. ¿El futuro? Tengo, desgraciadamente, una visión pesimista
de lo que está pasando en el mundo. Pero
tengo fe en la humanidad. Mi fe está
relacionada con la visión martiana de un mundo de paz y alegría. Si los seres humanos re-piensan sus
experiencias del pasado, sus errores, será posible construir un mundo
mejor. He trabajado recientemente con el
pintor y fotógrafo John Rusnak, sobre un
proyecto colaborativo de arte y literatura, “Temor de Nostalgia”, cuya idea es
que la humanidad necesita reflejar los errores del presente y del pasado. El proyecto se exhibió por primera vez en
Cuba, y luego en Brasil, Chicago y Los Ángeles.
Seguramente sus estudiantes están regados por el
mundo, muchos de ellos con doctorados que fueron tutoreados por usted. ¿Qué
sugiere a los jóvenes que empiezan, a los que sueñan con la investigación, el
doctorado y la magia de convertir en libro la hoja en blanco?
Sí, tengo discípulos regados por todo el mundo,
incluyendo a Tampa. Para ayudarlos con
el comienzo de su carrera siempre he recomendado que lo más importante es
estudiar con cuidado los textos de un ensayo o de un libro, porque, a fin de
cuentas, creo sinceramente que el texto tiene que hablar al investigador, y que
se debe evitar la aplicación de las ideas o las teorías que en un momento dado
estén de moda. Si no se deja que la materia hable al investigador, el producto
intelectual sería defectuoso. Y la otra
cosa que recomiendo es que tengan en
mente que la novedad es un elemento constante.
Y que no se debe repetir lo que los otros ya han descubierto y
publicado.
Publicada en La Gaceta, Tampa, 15 y 22 de julio, 2016
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