Como anunciamos anteriormente, iremos publicando algunos artículos relacionados con el homenaje que en 2022 realizamos a La Gaceta por su centenario. Entre ellos, daremos a conocer escritos de su fundador, Victoriano Manteiga, publicados en su columna diaria titulada “Chungas y no chungas”.
Una
recopilación de esos artículos la presentaremos en un libro en el que, a través
de sus confesiones y actuación, apreciaremos el pensamiento democrático del
notable periodista cubano radicado en Tampa, como lo muestra su firme
enfrentamiento a gobiernos dictatoriales de su época. Estuvo comprometido en la
lucha frente a la tiranía de Gerardo Machado en Cuba, defendió a la República
Española frente al arribo del franquismo, tuvo una constante actitud
antifascista y en la década de 1950, cuando la lucha contra el gobierno
impuesto por un golpe de estado de Fulgencio Batista anunciaba el
restablecimiento de la Constitución y el curso democrático de Cuba, prestó su
apoyo al líder –Fidel Castro– que entonces prometía cumplirlo.
Aunque
en el marco de la violencia política cubana, que polariza hacia los extremos la
ubicación de sus exponentes, algunos calificaron de comunista a Victoriano
Manteiga, no encontramos en sus pronunciamientos y actuación ninguna prueba de
ello. Con el filo irónico que imprimía a muchos de sus escritos, llamaba
“comunillas” a muchos representantes de esta ideología, la que consideraba
extranjeriza, exótica y alejada de las proyecciones democráticas que propugnaba
para su país de origen.
Esta
vez, sólo quiero mostrar unos fragmentos de un escrito suyo, publicado en su
columna de La Gaceta, el 5 de septiembre de 1952, a sólo unos meses del golpe de estado que el 10
de marzo de ese año dio el general Batista en Cuba, interrumpiendo el curso
democrático establecido en la Constitución de 1940, una de las más avanzadas
entonces en Latinoamérica. En esa fecha, declaró su postura frente a una
imposición dictatorial desde el machadato, subtitulando el escrito “En lucha
para abatir a los tiranos”. Es el siguiente texto:
Cuando
Gerardo Machado tiranizaba a Cuba, alzamos nuestra voz contra él y no dejamos de atacarle hasta que Sumner
Wells, cumpliendo instrucciones del presidente Roosevelt, le echó de la
presidencia.
Apoyamos
a Grau, en los cuatro meses que gobernara entre 1933 y 1934, pero cuando el
estudiantado cubano le retiró su apoyo en una asamblea a la que asistimos,
verificada en el Anfiteatro de la Universidad, dijimos que su caída era
inevitable.
Después
Fulgencio Batista le pegó por la espalda a Grau, aconsejado por Jefferson
Caffery, que sustituyera a Mr. Wells como embajador de los E. Unidos en Cuba.
En el
año 1929 vinieron a Tampa tres jóvenes revolucionarios que combatían el
machadato, Eduardo Chibás, Enriquito de la Hoza* y el joven Agramonte, hermano
del Dr. Roberto Agramonte, candidato de los ortodoxos a la presidencia de la
República.
Eduardo Chibás en Tampa. A su izquierda vemos a Victoriano Manteiga |
Con
ellos organizamos el primer acto celebrado en este país contra el régimen del
“Carnicero”. En el Centro Obrero se verificó. Mantuvimos la amistad con los
tres, y particularmente con Chibás, a través de los años.
Al
convertirse en dictador el sargento Batista, en 1934, traicionando a la
revolución, le combatimos sin descanso y le dimos publicidad a sus delitos de
sangre y saqueo del tesoro público.
Grau
estableció su domicilio en Miami, en los primeros años de Fulgencio, Pedraza y
Marine, y allí le visitamos en varias ocasiones. Chibás y nuestro director
creían que Grau, si llegaba a la presidencia, gobernaría honradamente; pero se
equivocaron…
Cuando
Chibás enarboló la bandera de la “Vergüenza con el Dinero”, en defensa del
pueblo y contra los ladrones, nos colocamos a su lado con el cariño y
desinterés de siempre.
Hace
dos años vino a visitarnos y aquí dijo: “Los ortodoxos vigorizamos en Tampa
nuestra fuerza espiritual”. Le dimos, como siempre, sinceras pruebas de
amistad. A la colonia cubana le pedimos que apoyase, por medio de cartas, etc.,
a Chibás y a los candidatos de la ortodoxia.
Al
morir Eddie, que se sacrificó por Cuba y los cubanos, hicimos la promesa de
apoyar a su partido mientras luche por la decencia política y respete el dinero
del pueblo.
Ahora
que Fulgencio con cinismo incalificable es de nuevo dictador, por
despreocupación e infamia de una parte del ejército, estamos de nuevo en lucha
con su perversidad…
Este
diario tiene abiertas sus columnas a la Ortodoxia, como las ha tenido abiertas,
desde antes de 1936, para los republicanos españoles. Es un modesto periódico
al servicio, mientras su dueño pueda mantenerlo, de la libertad y de la
justicia.
Combatimos
a los tiranos de América y ansiamos el establecimiento de la democracia en todo
el mundo y particularmente en Cuba, España y la América Latina.
Como se
aprecia en estas palabras, Victoriano Manteiga no sólo fue un defensor teórico de
la democracia, sino un luchador permanente por preservarla.
*Se
refiere al periodista Enrique de la Osa.
Excelente!
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