Jesús Puerto, aunque pertenece a la cuarta generación de cubanos que habitan en la ciudad de Tampa, tiene la esencia de la cubanía metida en la sangre y en el alma, lo que se percibe no solo en lo que dice cuando recuerda sus orígenes, sino en la mirada que parece extenderse al cuerpo de la Isla cuando oye su nombre. Y si el nombre que oye –o dice– es Guanabacoa, entonces le brillan los ojos como si estuviera caminando por una de sus calles.
Mirando esas imágenes, me dijo que su bisabuelo, Santiago
González, conoció a Martí, oyó su voz y colaboró con su causa hasta el logro de
la independencia de su país. Se quedó en Tampa, enamorado de la ciudad y estuvo
entre los fundadores de la asociación donde nos encontramos. De manera que sus
abuelos, su padre y él mismo, han sido miembros de esta entidad patriótica
durante 125 años. Con ese privilegio, ¿cómo no hacerle unas preguntas y
compartir sus respuestas con los lectores de La Gaceta?
Converso con Jesús Puerto en una sala de la Unión Martí-Maceo. |
¿Qué significa para ti haber crecido en Ybor City?
Sabía que al haber nacido y crecido en Ybor City con raíces
cubanas, teníamos una cultura ligeramente diferente a la de nuestros vecinos
cuando nos mudamos a East Tampa y diferente a la de la familia de mi madre, que
es afroamericana. Esta diferencia era especialmente notable en la época
navideña, cuando mi familia preparaba comida cubana para la celebración de la
Nochebuena y esa reunión familiar se convirtió en reuniones comunitarias a
medida que pasaban los años y todavía se practica hoy. Este año, en la casa de
mi madre tuvimos más de 65 reuniones familiares y comunitarias en esa fecha.
Fui criado en parte
por la madre de mi padre, la abuela Luisa “Male” Gómez González, y las personas
que no se crían como cubanas todavía aprecian la experiencia de la Nochebuena y
la comida porque es algo diferente para ellos y les encanta el sabor y la
experiencia. Es algo que en nuestra
familia estamos compartiendo, lo que sigue la tradición de hospitalidad que nos
transmitieron nuestros antepasados.
Eres miembro vitalicio
de la Unión Martí-Maceo e
integrante de su directiva. ¿Cómo ella contribuye a mantener viva la memoria de
esos dos héroes?
Pues sí, soy miembro vitalicio de la sociedad sindical
Martí-Maceo, al igual que mi padre y sus hermanos, así como mi abuela y sus
hermanos. He asistido a eventos comunitarios y familiares allí, en el 1226 E
7th Ave. en Ybor City, desde que tengo memoria. Mis bisabuelos y su comunidad
fueron parte de los miembros fundadores de la junta directiva de la sociedad.
La sociedad lleva el nombre de los héroes de la independencia de Cuba, José
Martí y Antonio Maceo.
Muchos de los miembros fundadores de la sociedad habían sido exiliados de Cuba durante la década de 1890 debido a su participación en el movimiento independentista de Cuba contra España. Cuando llegaron a Tampa y se establecieron, muchos de ellos trabajaron en fábricas de tabaco, aunque mi bisabuelo horneaba pan cubano. Ellos compraron recursos (machetes, uniformes, medicinas) y los enviaron a Cuba para que los usaran los miembros del Ejército Libertador, los llamados mambises.
En mi último viaje a
Cuba, como parte de mi investigación, viajé con un grupo de antropólogos e
historiadores a Matanzas y me mostraron un monumento y una placa con los
nombres de los mártires que murieron entre 1895 y 1898 luchando por este
movimiento. Vi varios apellidos que probablemente estaban relacionados con mi
bisabuelo. Fue muy emotivo.
¿Qué expectativas tiene en la actualidad la Unión
Marti-Maceo?
Bueno, además de mantener las cuentas pagadas y el edificio
en buen estado, la dirección ejecutiva de la sociedad y sus miembros continúan
protegiendo esta importante historia, así como los recuerdos creados en el
emblemático edificio. Aunque poco conocida, es una historia por la que tanto y
tantas vidas se sacrificaron, para que
un día Cuba fuera libre, independiente y que el amor y la igualdad estuvieran a
la vanguardia de su funcionalidad.
Esta fue la visión de José Martí y el General Antonio Maceo.
Por eso, hasta el día de hoy, después de más de 125 años, protegemos esta
memoria para que nuestras futuras generaciones puedan estar mejor informadas de
la contribución social hecha por quienes vinieron antes que ellos y abrieron
camino para las oportunidades que existen para ellos.
Háblame sobre tu actividad profesional...
Lo hago en forma de una experiencia cultural en un
restaurante, Soul de Cuba Café, que creé hace 20 años, donde incorporo el arte
sacro cubano, la música y la comida cubana de nuestra familia y comunidad con
las recetas que se remontan a más de 125 años de tradición que me han
transmitido. Las paredes del restaurante están adornadas con recuerdos como
etiquetas de cajas de puros y carteles del pasado de Ybor City. Las fotos datan
de finales del siglo XIX de mis bisabuelos y miembros de su comunidad en Guanabacoa
e Ybor City.
¿Cómo valoras las relaciones históricas entre Tampa y Cuba?
Durante más de 125 años, mis familiares han mantenido
relaciones con nuestros familiares en Guanabacoa, Cuba. Incluso a través de los
muchos años de desafíos y disfunción entre los gobiernos y las dificultades que
afectan las líneas de comunicación, casi todos seguimos en contacto. Lo hacemos
para que nuestros primos de ambos lados de la división conozcan su historia y
mantengan los recuerdos y los transmitan a las generaciones futuras.
Además de organizar reuniones familiares, también dirijo
intercambios culturales, presentando a los estadounidenses aspectos de la
sociedad cubana con los que de otra manera nunca tendrían la oportunidad de
conectarse. Hago este trabajo como parte de la contribución comunitaria de una
fundación que creé llamada Cubanakoa.
Aunque mi trabajo comunitario internacional anterior comenzó
en las islas del Pacífico en los años 90 cuando serví como voluntario del
Cuerpo de Paz en Samoa, sigo participando en una forma de esos esfuerzos a
través del voluntariado para Cubanakoa, construyendo puentes de amor, paz y
entendimiento entre ciudadanos estadounidenses y cubanos.
¿Algo más sobre Ybor City?
Sí, quiero incluir un poema breve que escribí, dedicado a mis antepasados:
Rosa blanca de la Séptima Avenida
El dios del tabaco me dijo: cuídate.
Al hombre negro de la Séptima Avenida en Ybor City le dieron la espina,
y al hombre blanco le dieron pétalos blancos,
y aunque juntos forman la rosa,
su paz atraviesa todas las almas.
–Muchas gracias.
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