La Dra.
Kenya C. Dworkin y Méndez es profesora de Estudios Hispanos en la Universidad
Carnegie Mellon, en Pensilvania. Como investigadora, ha realizado aportes
significativos en estudios literarios y culturales cubanos, latinos,
estadounidenses, judíos y sefardíes. Entre ellos, se destacan sus trabajos
sobre los emigrados cubanos y su impacto transnacional en Tampa, especialmente
lo relacionado con el teatro cubano en la década de 1920.
Actualmente,
entre sus diversas ocupaciones como docente, traductora, investigadora y
promotora cultural, también forma parte de un equipo dirigido por la
Universidad de Tampa que investiga la obra de José Martí y la emigración en el
independentismo cubano. Aprovechando su presencia en nuestra ciudad en estos
días, le pedimos una entrevista a la que accedió con su proverbial gentileza.
Aunque
no vives en Tampa, ni tus orígenes y desarrollo se relacionan con esta ciudad,
cuando vienes aquí te sientes –y te sentimos– como parte de ella. ¿Cómo se
inició tu relación con Tampa?
Conversando con Kenya en La Gaceta |
A partir de ese momento, al regresar a
Pensilvania donde vivo y trabajo hace casi 28 años, me dediqué a aprender todo
lo posible sobre esta comunidad, proyecto que comencé en 1994 y que aún me
mantiene ocupada. Pero, mucho más allá de lo académico, al adentrarme en este
proyecto me di cuenta que me estaba empezando a sentir tan cómoda con la
identidad tampeña, que poco a poco comencé a identificarme más y más, como si
fuera nativa del lugar.
La
visita de ahora estuvo relacionada con el acto de homenaje que hicimos el
pasado 19 de mayo en recordación del 126 aniversario de la muerte de José
Martí. El evento lo hicimos coincidir con la inauguración del edificio donde
estuvo el Liceo Cubano de Ybor City, donde Martí pronunció importantes
discursos. Asimismo, es el lugar donde
los cubanos fundaron su primer teatro. Cómo eres una de las investigadoras que
más ha estudiado el teatro hispano en Estados Unidos, ¿podrías hablarnos de
obras presentadas en este lugar?
Fue en
el Liceo Cubano de Ybor City donde se presentó la primera obra teatral en todo
Tampa, en 1887. Fue “Amor de madre,” traducción por Don Ventura de la Vega de
un texto francés decimonónico. Varios miembros del elenco que la presentó
fueron contratados en Cayo Hueso y después vinieron a Ybor City empleados por
el mismo Martínez Ybor a trabajar en su primera fábrica tabaquera. Pero ése fue
sólo el comienzo de una larga trayectoria de teatro cubano y español en la
ciudad, actividad cultural que siguió vigente hasta la década de los ochenta y
noventa del siglo pasado. Existió una estrecha relación entre Cuba y Tampa con
respecto al teatro y de Cuba visitaban con mucha frecuencia las más conocidas
compañías teatrales, muchas veces completando sus elencos con profesionales y
aficionados del arte acá en Ybor City y West Tampa. Estoy pensando en compañías
como las de Arquímedes Pous, Blanquita Becerra, Baby-Colina, Roberto “Bolito”
Gutiérrez, y Arango-Moreno, por
ejemplo; y en tampeños como Salvador Toledo, Carmen Ramírez, Pilar Ramírez,
Ramón Bermúdez, Manuel Aparicio, Alicia Rico y muchos más. Sin embargo, los dos
factores más destacados del teatro cubano español aquí en Tampa fueron la
existencia de un nutrido número de obras, bufas en su mayoría, escritas por
tampeños, obras que muchas veces reflejaban no el escenario habanero, sino el
tampeño, con sus correspondientes personajes y situaciones salidas de la
realidad tampeña –italianos, ‘cracas’ (angloamericanos sureños de habla
inglesa) y afroamericanos–, así como hechos de la Segunda Guerra Mundial, la
lucha antifascista, problemas laborales, la guerra en Corea y las relaciones
raciales. A eso hay que añadirle que el único proyecto teatral en español
patrocinado por el gobierno federal de Estados Unidos durante la depresión
económica que arrasó con el país durante la década de los treinta se estableció
en Tampa, y no en otras ciudades importantes como Nueva York, San Antonio o Los
Ángeles, gracias a la iniciativa de dos individuos tampeños latinos que le
escribieron a Washington para describirle a la directora del Proyecto Federal
de Teatro la importancia de la actividad teatral de los latinos en Tampa. Para
resumir, la historia teatral de los cubanos y españoles en Tampa es un episodio
único en la historia de este país, así como un capítulo importantísimo de la
rica historia de la emigración de ambos pueblos a las Américas.
Uno
de tus trabajos relevantes que he leído es el ensayo “La patria que nace de
lejos”. A qué debemos tan significativo
título?
El
título se debe a varios componentes, todos relacionados con la gesta
independentista cubana y el lugar primordial de Tampa en ella. Sin duda, hay
que reconocer que fue aquí y en Cayo Hueso que José Martí terminó de
radicalizarse gracias a su contacto con los tabaqueros. Claro que es cierto que
ya en Nueva York había empezado a idear sobre cómo debía ser la futura Cuba
independiente y soberana. Pero lo que encontró cuando llegó a Tampa por primera
vez, y luego a Cayo Hueso, él mismo reconoció como una comunidad de emigrados
sumamente organizada y comprometida con una Cuba no sólo libre sino también
democrática y racialmente equitativa. También, fue aquí donde estableció las
bases para el Partido Revolucionario Cubano y de donde se envió el mensaje
–dentro de un tabaco– para que iniciara esa última contienda. En fin, la guerra
habría de liberarse en Cuba, pero la idea martiana sobre esa futura república
se nutrió de forma única aquí, por lo cual digo que la patria nació de lejos, y
no sólo en el suelo cubano.
Tus
orígenes polaco- judío- cubanos, junto al hecho de haberte desarrollado en una
ciudad cosmopolita como Nueva York,
¿cómo han contribuido a una visión transnacional sobre el emigrado?
Los
versos de Martí “Yo vengo de todas partes/ y hacia todas partes voy” me han
servido muy bien para ayudarme a acoger mis múltiples orígenes y diversas
experiencias. Me siento muy dichosa por haber nacido en Cuba, pero también por
haberme criado en una ciudad como Nueva York, una enorme metrópoli que le
permite a uno aferrarse a sus raíces y a la vez experimentar tantas otras
culturas. A la misma vez, como judía, como hija de un pueblo milenario y
diaspórico, he llegado a entender que no es necesariamente el terruño lo que
define un pueblo. Más bien, es el pueblo en sí quien define el terruño. Y
cuando un pueblo tiene que emigrar, lleva consigo todo lo necesario para reestablecer
un sentido de tierra, de patria, de todo lo que lo define, dondequiera que
esté.
Estás
insertada en el programa de la Universidad de Tampa relacionado con José Martí
y el papel de la emigración cubana en Estados Unidos en el independentismo
cubano. ¿Qué aportes se están realizando a través de este proyecto?
En
estos momentos, los dos directores de la Cátedra de Estudios Martianos en la
Universidad de Tampa están a punto de partir para España a consultar materiales
periodísticos archivados allá sobre el período del independentismo cubano.
Por
otra parte, muy pronto un pequeño equipo de acá, entre los cuales me cuento yo,
va a recibir acceso a un conjunto de materiales digitalizados, entre ellos el
periódico Patria, para estudiarlos según los distintos enfoques de los
integrantes del grupo. También estamos a la espera de recibir noticias sobre
una subvención gubernamental que se ha pedido al National Endowment for the
Humanities para poder viajar a otros archivos en Nueva York, Houston, Nueva
Orleans y otros lugares para consultar y también digitalizar materiales
relacionados al proyecto, que culminará en un libro sobre el periodismo cubano
en Estados Unidos y otros lugares de la época independentista.
Además
del libro, otro producto muy importante de este proyecto será la creación de
una página web en que otros podrán consultar todo el material encontrado y
diversos proyectos digitales que cuenten y muestren visualmente la rica
historia del área y sus más importantes figuras históricas.
Publicado en La Gaceta, Tampa, el 4 de junio de 2021.
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