Decir que empezó en Tampa la organización de la Guerra de
Independencia de Cuba, desatada el 24 de febrero de 1895, no es una exageración apasionada de alguien que vive y ama a esta ciudad
floridana. Es una realidad histórica avalada por diversos elementos.
El primer paso que hizo posible el estallido armado de esa fecha en Cuba fue la creación de una organización que cohesionara a los independentistas de la Isla y a los de la emigración y desde su dirección se organizara el alzamiento. Es lo que hizo el Partido Revolucionario Cubanao (PRC), cuyo incubamiento se produjo con la primera visita de José Martí a la ciudad, entre el 26 y el 28 de noviembre de 1891.
Puerto de Tampa en 1895, como lo conoció José Martí |
Una vez que, en esta ciudad, se discuten y aprueban las
ideas centrales que darían cauce a la nueva organización revolucionaria,
redactadas por Martí y dadas a conocer como Las Resoluciones de Tampa, estuvo
claro para el líder que desde aquel momento arrancaba la preparación segura de
la gesta armada. El paso siguiente era repetir en Cayo Hueso la jornada
tampeña. Para ello viajó otra vez a Florida, llegando a Tampa por segunda vez
el 23 de diciembre de 1891, no sólo por la obligatoriedad de tomar en el puerto
tampeño el barco que lo llevaría al Cayo, sino también porque sabía la
importancia de llegar a aquel lugar acompañado por los principals líderes que
aquí ya habían aprobado las nuevas ideas organizativas de la revolución cubana.
De manera que el segundo paso en la creación del Partido Revolucionario Cubano
(PRC), encontró en Tampa su primer peldaño, cuando el joven Eligio Carbonell,
el veterano Juan Arnao y otros, se sumaron a las primeras reuniones de Martí
con los líderes del Cayo.
En las dos semanas que Martí y sus compañeros de Tampa
estuvieron en Cayo Hueso –entre el 25 de diciembre de 1891 y el 8 de enero de
1892– se discutieron los documentos de creación del PRC –las Bases y
Estatutos– y se acordó, en ejemplo de
democracia sin precedentes, que debían ser aprobados por los clubes
revolucionarios compuestos por los emigrados cubanos en Tampa, Cayo Hueso y
Nueva York. Al regreso, desde llegar a Ybor City, se reunieron los miembros de
los clubes Ignacio Agramonte y de la
Liga Patriótica Cubana y el día 8 de enero son aprobados por primera vez los
documentos que dieron nacimiento a la nueva organización.
Desde entonces y hasta el estallido de la guerra el 24 de
febrero de 1895, todo lo que se hizo en Tampa a favor del triunfo del proyecto
martiano estuvo en la primera línea de la consagración al ideal de la
independencia de Cuba, en la misma que estuvieron Cayo Hueso, Nueva York,
Jacksonville, Ocala, y otras localidades en Estados Unidos, Centroamérica, El
Caribe. Pero en Tampa, es justo decirlo, es donde menos trabas encontró el plan
martiano de organizer la guerra y no hacerla estallar hasta que todas las
condiciones fueran favorables. En El Cayo, con toda su grandeza, encontró
diversos obstáculos, los más graves procedentes de jefes militares que
intentaban alzamientos prematuros por su cuenta. En Nueva Yor enfrentó ataques
de independentistas que no coincidían con sus formas organizativas y que
encontraron tribuna en periódicos como El Porvenir, de Enrique Trujillo. En
Centroamérica, se vio obligado a decidir entre dos grandes líderes militares
–Antonio Maceo y Flor Crombet– para organizar la expedición que los llevaría a
la guerra; en la propia Cuba, tuvo contradicciones con líderes que le atacaron
cuando estaba naciendo el PRC, como la carta ofensiva hecha pública por el
coronel Enrique Collazo.
En Tampa no tropezó con esos escollos, ni en veteranos de la
Guerra Grande como Néstor Carbonell, Juan Arnao o Ramón Cabrera; ni en
periodistas como Ramón Rivero, ni en jóvenes intelectuales u otros
profesionales. Encontró en ellos y en los tabaqueros tampeños, en primer lugar
–fueran de la vieja o la nueva generación, blancos, negros y mulatos, en
hombres y mujeres–, una entrega absoluta para que se hiciera posible la gesta
armada que se inició el 24 de febrero de 1895 en Cuba, porque ese máximo
sacrificio era la única vía para que en aquellas condiciones se pudiera lograr,
con la independencia de la Isla, la aspiración de construir una república donde
la libertad y la democracia incluyeran a todos sus habitantes.
En los días previos al alzamiento en Cuba, al que debían
incorporarse los principales dirigentes políticos y militares que estaban en el
exterior de la Isla, se desarrolló en
Tampa una notable actividad de apoyo a su consecución. Es aquí donde primero
llega Gonzalo de Quesada –enviado por Martí que había salido para Santo Domingo
a reunirse con Máximo Gómez y juntos embarcar hacia territorio cubano–, a
reunir los recursos necesarios para sufragar las expediciones a Cuba, cuando
había fracasado el gran plan conocido como La Fernandina. Aquí se torció el
tabaco que ocultó el mensaje con la Orden de Alzamiento enviada
clandestinamente a la Isla y en breve plazo se entregó a Gonzalo el dinero
recaudadado para hacer posible la llegada a Cuba de los Maceo y otros líderes
que estaban en Costa Rica. En el periódico Patria se publicó el 11 de marzo de
1895, con el título “Tampa en su puesto” un artículo que expresa el entusiasmo
que desató en su población el 24 de febrero: “Tampa, resplandeciente, ha dicho
a la luz del mundo que aquí, en este sitio donde se dio comienzo a la obra
gigantesca de la formación del PRC (…) los cubanos saben estar en su puesto”.*
*En el libro Tampa en la obra de José Martí, pp. 494-495. Si
desa adquirir este libro, puede llamar al 813-849 8113 o escribir al email
cartayalopez@gmail.com. También está en Amazón.
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