Betty Viamontes se dio a conocer en el espacio
editorial a través de la novela Esperando en la calle Zapote, que tiene
mucho de autobiográfica. Sin embargo, la lectura de la obra no es suficiente
para descubrir que la autora constituye un vivo ejemplo de los enormes valores
con que una persona de procedencia hispana es capaz de insertarse en la
sociedad estadounidense, crecer en ella y retribuir con creces los beneficios
recibidos.
En Viamontes hay una multiplicidad de
comportamientos enaltecedores de la mujer y, en esencia, de la condición
humana. Pero en esta entrevista quiero deneterme en algunos que,
complementádose, trazan rasgos
sobresalientes que afloran en su obra literaria y extraliteraria. Entre ellos,
la fortaleza de los lazos familiares, la tenacidad en el crecimiento
profesional, el ingenio en desentrañar la realidad circundante y la
sensibilidad en la reinvención literaria de su propia experiencia, motivan las
interrogantes que le propongo.
Llegaste
a Estados Unidos siendo niña, recuperando entonces la unidad de una familia
quehabía sido fragmentada con el exilio. ¿Cómo influyó en tu formación esa
experiencia?
Mi madre llegó a este gran país llena de sueños,
pero cuando una pareja está separada por tantos años es difícil recomenzar.
Quería mucho a mi padre. Él era una persona feliz, de buen corazón, pero
afectado por el vicio, y esa es una fuerza destructiva. Me fui de mi casa a los
18 y comencé mi vida con mi esposo.
Meses después nació nuestro hijo. El pasar trabajo, primero cuando mi
padre se fue de Cuba, el crecer sin padre, el ser testigo de la vida de
sacrificio de mi madre, y después el ser arrancada de todo lo que conocí a los
quince años para empezar una nueva vida en un lugar extraño y sin saber el
idioma, fueron eventos que me dieron una gran fuerza para luchar. Yo venía de
la nada. Mi madre siempre me enseñó sobre las recompensas del esfuerzo y el
sacrificio. Esos principios me empujaron a alcanzar nuevas alturas, a nunca
dejar que los problemas me definieran.
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Betty con sus padres y hermanos, antes de salir de Cuba |
Procedes de una familia que llegó a Estados Unidos
sin recursos económicos, como la mayoría de los inmigrantes. Sin embargo, alcanzaste una formación universitaria y eres
hoy Administradora de Finanzas en el Hospital General de Tampa. ¿Cómo valoras
ese ascenso profesional?
Este ascenso fue el resultado de años de sacrificio
y perseverancia, trabajando de día, estudiando de noche, durmiendo pocas horas.
Quería sacar a mi hijo adelante y ayudar a mis padres. Esas fuerzas me
empujaban y también el recuerdo de lo que es no tener nada. También quería
viajar por el mundo. Cuando vivía en Cuba sentía que vivía en una cárcel donde
no nos dejaban salir. El viajar me da alas y me hace sentir inmensamente libre.
He documentado muchos de mis viajes en cuadernos. Mi escritura es parte de todo
lo que hago.
¿En qué
momento tuviste conciencia de que serías la cronista literaria de la historia
familiar?
Desde que llegué a los Estados Unidos mi madre me
dijo que un día yo escribiría su historia. Siempre lo supo. Ella era una
persona muy espiritual, como muchos cubanos. Me dijo que cuando yo nací una
santera la había dicho que yo sería una escritora famosa. Me daba gracia cuando
me lo decía. No creo que alcance a ser famosa como escritora, existen
escritores con mucho más talento y entrenamiento que yo. Pero, a veces, las
expectativas de nuestros padres influyen en nuestros pasos en la vida.
¿Qué novelas habías leído? ¿Influyó alguna en
decidirte por este género?
Gabriel García Marquéz es uno de mis escritores
favoritos. Me gustó mucho Cien Años de Soledad. Sin embargo, nada de lo
que he leído influyó especialmente en lo
que escribo. Tengo mi propio estilo, y mis letras brotan de muy adentro, en una lucha constante entre la persona
soñadora y la realista que existen dentro de mí.
Parecen tener poca relación la escritura de una
novela y tu trabajo relacionado con las finanzas. ¿Cómo logras la conexión y
desconexión entre esos dos mundos tan distantes?
Mi madre siempre me decía que desde pequeña me
destacaba en los números y las letras. Me fascina el proceso creativo.
Originalmente quería ser médico, pero soy realista, y cuando salí embarazada a
la edad de 18 años me di cuenta de que tendría que estudiar algo que me permitiera
trabajar y ocuparme de mi familia. Escogí la contaduría y administración de
empresas. Mi espíritu creativo me ayuda a automatizar procesos donde trabajo y
a identificar soluciones a problemas complejos. La escritura me conecta a mí
misma. Ha sido una constante a través de mi vida.
Recientemente, el gobernador del Estado de la
Florida, Rick Scott, te propuso ser miembro de la directiva de Hillsborough
Community College, lo que fue aprobado
por el Senado de la Florida. ¿Cómo
esperas ayudar a la comunidad desde esta esfera?
Con el respaldo del Dr. Atwater, presidente de HCC,
y sus empleados hemos ayudado a educar a los legisladores sobre las necesidades
principales de HCC y el cuerpo estudiantil, lo que nos ha permitido lograr
objetivos que conllevarán a continuar la expansión de programas que le permitan
a los graduados obtener trabajo. He visitado también algunos de los campus para
observar el trabajo y dedicación de los estudiantes y profesores, y
actualizarme en los programas principales de cada uno, lo que me ayudará más
efectivamente a respaldar al Presidente para que se logren las metas trazadas.
A la vez, me he reunido con la jefatura de la fundación de HCC para ofrecer mi
ayuda en lo que pueda. En mayo estaré presente en las graduaciones de este año,
para así felicitar personalmente a todos los estudiantes que con gran
sacrificio y dedicación han logrado completar sus estudios.
¿Cómo ha sido recibida tu novela y qué
satisfacciones te ha producido?
Mi novela ha sido recibida muy bien, sobre todo
entre los lectores de habla inglesa. Las dos versiones, la de inglés y español
tienen 4.7 o más estrellas de un máximo de 5 en Amazon. Se ha vendido en
cinco países y fue seleccionada por un club de libros de las Naciones Unidas
para su lectura de febrero. He recibido muchas cartas y notas de personas
alrededor del mundo que han sido impactadas de manera positiva por esta
historia. Algunos que la han leído han comprado otras copias para hijos
adultos, con el propósito de que conozcan un fragmento de la historia por la
que han pasado los cubanos.
Imagino que desde salir a la luz Esperando en la
calle Zapote, un nuevo proyecto literario andará rondando en tu fértil
imaginación. ¿Me equivoco?
La escritura creativa ha sido mi refugio desde los
seis años, luego de sufrir una experiencia traumática: llegué de mi escuela
justamente a tiempo para detener el intento de suicidio de mi madre. Fue el
punto más bajo de su vida, pero luego de tratamiento médico, ella se convirtió
en la persona más fuerte y determinada que he visto en mi vida, y la más
humana, siempre preocupada por otros, valores que le enseñó a sus hijos.
Su decisión fue la culminación de la frustración,
bochorno y maltrato que sufrió luego de muchos viajes a inmigración cuando los
oficiales que trabajaban allí le aseguraron que ni ella ni sus hijos pequeños
podrían salir de la Isla. Cuando al fin logramos irnos, doce años después que
mi padre saliera de Cuba, no me permitieron sacar nada de lo que había escrito,
aunque, a mis quince años, aquellas letras no tuvieran valor literario. Comencé
a escribir de nuevo al llegar a Estados Unidos. Me gustaba escribir poemas e
historias cortas. He seleccionado varias historias y poemas que escribí a
través de los años y los estoy revisando con la idea de publicarlos.
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