Liliana Villavicencio, con un doctorado en Ingeniería
Eléctrica, actualmente enseña en el Departamento de Ingeniería Eléctrica de la
Universidad del Sur de la Florida. Tuvo su primera formación superior en
Venezuela, de donde es originaria y, seguramente, estaría contribuyendo al
desarrollo científico y académico de su país, si no se hubiera impuesto un
régimen dictatorial en él.
Desde conocerla, se adivina en ella inteligencia, bondad y
franqueza, cualidades con que se entrega a servir a la comunidad. A su vez, es
escritora e ilustradora. Se enfoca en la literatura infantil, rama en que
conjuga ambas cualidades para crear una literatura cuyo contenido y belleza se
funden en una verdadera obra de arte.
Como Liliana organizó y dirigió el pabellón infantil en la
primera Feria Internacional del Libro de Tampa, hemos considerado conveniente
hacerle una entrevista para que, a través de La Gaceta, se divulgue su obra y
sirva de motivación a muchos para la segunda edición de este evento, previsto
para marzo de 2025.
Liliana, sé que eres una venezolana que comenzó su vida
profesional en una universidad de tu país y hoy te desempeñas como profesora en
la Universidad del Sur de la Florida (USF). ¿Cómo se produjo ese tránsito que,
de alguna manera, te aleja de tus orígenes?
Las circunstancias me trajeron a Tampa en el 2006, cuando
siendo profesora de la escuela de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de
Carabobo (UC) en la ciudad venezolana de Valencia, esta me otorgó una beca para
realizar mis estudios doctorales. Elegí USF porque mi Tutor de Maestría en la
Universidad de los Andes, en Mérida, Venezuela, había obtenido su doctorado en
USF y me había motivado a continuar mis estudios acá. También me motivó el
hecho de poder conocer al Dr. Carlos Smith, por cierto, de origen cubano, quien
es un catedrático de reconocimiento mundial y con múltiples publicaciones en mi
área de experticia, Control Automático de Procesos, y de quien he tenido el
privilegio de recibir su valiosa mentoría y hasta aceptó ser el Presidente de
mi Defensa de tesis doctoral, gesto que le agradezco infinitamente y me hace
sentir muy honrada.
¿Qué haces en USF?
En USF, terminé recientemente mi Doctorado en Ingeniería
Eléctrica y durante mi trayecto como estudiante de doctorado me dieron la
posibilidad de trabajar como asistente del Dr. Wilfrido Moreno en el área de
Control de Sistemas Lineales y también imparto el Laboratorio de la misma
materia. Mi experiencia de casi 30 años en la educación de Ingeniería me ha
permitido seguir en este campo formando a las futuras generaciones de
ingenieros, tanto en Venezuela como acá en Estados Unidos. También trabajo en
investigación usando la Teoría de Control de Procesos para modelar procesos
industriales y algunas aplicaciones en el área de la educación en ingeniería
usando neurociencias.
Cuando se inició la preparación de la Primera Feria
Internacional del Libro de Tampa, fuiste incluida en su Comité Organizador.
Para su desarrollo, propusiste y se hizo realidad la apertura de un pabellón
infantil al que se denominó Yborín. Háblame sobre los autores y textos que se
presentaron allí, incluido un libro tuyo.
La idea de una feria del libro para Tampa comenzó a
fraguarse hace un tiempo atrás, pero no fue hasta hace poco más de un año que
constituimos el Comité Organizador para comenzar formalmente nuestras
tareas. Durante mi vida, me ha
interesado mucho impactar positivamente a los niños. Son los herederos del
mundo y es nuestra responsabilidad dejarles un mundo mejor. Desde la
Ingeniería, he trabajado en proyectos para ensenar nociones básicas de
electricidad a estudiantes de escuela primaria. Luego, me lancé a escribir para
los niños en un intento de formarlos en valores humanos, así que mis dos
primeros libros para niños están muy motivados a educar en valores. También los
ilustré, porque lo de la ilustración es algo innato en mí. Comencé a dibujar y
pintar desde que era una niña y esa vertiente artística la he llevado hasta mis
libros. Por eso, cuando comenzamos a hablar de la Feria del Libro de Tampa, mi
foco fue inmediatamente en el área infantil. De esa forma, puse todo mi empeño
en mostrarle a los pequeños un mundo de colores, con variedad de literatura
infantil y actividades lúdicas. Fueron muchos los textos que expusimos en el
Pabellón Infantil. Se presentaron autores de Colombia, Puerto Rico, Guatemala,
Honduras, México, Venezuela, Cuba, Estados Unidos y otros países. Tuvimos hasta
un libro en italiano. Yo presenté El niño que no quería dormir, mi último
libro, esta vez en español e inglés. El
nombre de Yborín se me ocurrió por su pertenencia a Ybor City. El personaje que
lo representa es un gallito bebé, también con el objetivo de hacer alusión a la
protección de los gallos y gallinas en esta ciudad. Así que Yborín es un
gallito muy alegre y feliz que recibe a los niños para alegrarlos, divertirlos,
pero, sobre todo, educarlos.
Fue muy emocionante apreciar en Yborín el talento infantil
en diferentes manifestaciones artísticas, particularmente en la música. ¿En qué
te apoyaste para conseguir un programa de tan hermosa amplitud?
Fue muy interesante mostrarles a los niños el mundo de la
literatura en el medio de actividades artísticas y musicales. Tuvimos
cantantes, una orquesta de cámara, bailes folclóricos con marionetas, un coro
infantil, un niño violinista de apenas 6 años, dos escritores que a su vez son
músicos y nos deleitaron con su cello y piano. Fue realmente una fiesta
literaria y musical para los pequeños de todas las nacionalidades, en inglés y
español. Honestamente, como venezolanos nos sentimos muy orgullosos de la formación
musical de alto nivel que tiene nuestro país. El proyecto musical venezolano ha
sido material de exportación desde hace muchas décadas. En Venezuela, hoy por
hoy, tenemos músicos muy bien formados en las principales orquestas sinfónicas
del mundo. Mi esposo, Omar Guerra, es trompetista y viene de ese mundo musical
llamado “El Sistema” y esta cercanía a la música me permitió coordinar muchas
de las actividades al contar con talentosos artistas que han llegado a este
país con al ánimo de servir y formar a las futuras generaciones. En el proceso
de este deber compartido, hicimos las invitaciones pertinentes y hemos quedado
maravillados por la hermosa acogida a nuestro proyecto y estamos confiados que
vamos a seguir contando con ellos para las futuras ediciones de la Feria
Internacional del Libro de Tampa.
¿Seguiremos con Yborín en su segunda edición? ¿Qué nuevos
ingredientes lo enriquecerán?
Por supuesto, Yborín llegó para quedarse y fortalecerse cada
año. Nuestros niños y familias necesitan estos espacios culturales en español e
inglés. Para nuestra próxima edición queremos fortalecer la parte relativa a la
literatura juvenil y ampliar el número de editoriales invitadas.
¿Cómo aprecias, en general, el desarrollo de la Primera
Feria Internacional del Libro de Tampa?
Creo que nadie puede negar que fue un éxito. No es fácil
llevar a cabo eventos de esta magnitud sin contar con un gran liderazgo y
elevado compromiso como el que Alberto Sicilia, nuestro líder, asumió desde sus
inicios. Con sus altos y bajos y, con tan limitados recursos, la Feria
Internacional del Libro de Tampa es un sueño hecho realidad. Seguiremos trabajando para que se convierta
en una tradición primaveral para esta ciudad y que aporte cultura y valores
provenientes de muchos países orgullosamente representados a través de los
libros.
No quiero despedir esta entrevista sin antes agradecer a los
autores, editoriales, patrocinadores, colaboradores y voluntarios,
especialmente nuestras familias, por el apoyo que recibimos de cada uno de
ellos, que nos permitió darle este hermoso regalo a Tampa: su Feria
Internacional de Libro.