La Dra. Kenya Carmen Dworkin es profesora asociada en el Departamento de
Lenguas Modernas de Carnegie Mellon University, en Pittsburgh, desde hace más
de dos décadas. Allí ha realizado un notable trabajo no sólo diseñando e
impartiendo diversos programas de los planes de estudios de pre y postgrado,
sino también desarrollando una constante y fructífera investigación en torno a
la cultura hispana en Estados Unidos. En esta vertiente, la ciudad de Tampa ha
estado en el prisma de su atención y ha
realizado valiosos aportes al conocimiento del origen y evolución del teatro
hispano en Ybor City y a otros componentes de su multiétnica cultura, centrados
esencialmente en la construcción de la identidad.
Con el privilegio de tener la amistad de Kenya –a quien publicamos
hace un tiempo un interesante ensayo en la Revista Surco Sur–, me
resultó cómodo el diálogo que ahora se presenta a los lectores de La Gaceta,
entre los que hay muchos amigos suyos.
Cuando se conversa con la Dra. Kenya Carmen Dworkin, se descubre
enseguida el amor que siente por la ciudad de Tampa. ¿Cómo, sin vivir en ella,
nació esa pasión por esta ciudad floridana?
Había estado en Tampa en 1992, usando el archivo de la Universidad del
Sur de la Florida (USF) para investigar ciertos temas para mi tesis doctoral.
Entonces, no tuve la manera de establecer vínculos más allá de los
investigativos con la ciudad, su historia, gente y cultura. Luego, en 1994, me
llegó una invitación inesperada para participar en un pequeño simposio sobre
los ‘Estados Unidos Hispánicos’ en USF, sustituyendo a alguien que había tenido que cancelar a
último momento. Lo que en mí comenzó como curiosidad e interés en asistir,
terminó produciendo un encuentro que cambió para siempre mi vida. Una tarde,
durante dicho simposio, nos ofrecieron una gira a pie por Ybor City, para
conocer sus muchos edificios históricos y aprender de dos expertos sobre la
comunidad que había construido ese nido para proteger a sus habitantes
trabajadores y sus familias.
Uno de estos expertos, el inigualable Sr. Juez E.J. Salcines, se sentó
a mi lado mientras visitábamos el Centro Asturiano. Poco a poco me contó varias
anécdotas sobre la vida teatral de esta sociedad y otras, sobre todo sobre el
Círculo Cubano y el Centro Español. Me dijo que había participado de niño en
una sección juvenil y que a temprana edad había visto en el Centro Asturiano la
zarzuela “Los Gavilanes”, presentada por Plácido Domingo padre y su esposa,
Pepita Embil. Me contó muchas cosas fascinantes y quedé tan embelesada con el
tema del teatro en Tampa que al volver a Pittsburgh, donde vivo y trabajo, me
puse a investigarlo inmediatamente.
Encontré que se había estudiado o escrito escasamente sobre este tema.
Por ello, me empeñé en descubrir y resucitar la gran historia del pueblo que
estableció su propia tradición teatral, que se mantuvo desde la fundación de
Ybor City hasta los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Al no encontrar muchos materiales, decidí empezar a localizar y
entrevistar a tampeños que habían tenido algo que ver con el teatro
–escritores, actores, tramoyistas, etc.– y fue así que empecé a hacer amistades
y encontrar a quienes ahora son como mi familia. Así fue que me enamoré de
Tampa, su pueblo hispano y su riquísima historia. Lo que experimento es una
pasión que desde 1994 todavía late fortísimo en mi corazón. Y, como suelen
decir, el resto es historia.
Toda su formación, desde la enseñanza primaria a la universitaria, ha
sido en Estados Unidos. Sin embargo, Cuba, su país de origen, ocupa un gran
espacio en su interés hacia la investigación histórica. ¿A qué lo atribuye?
Sí. Es cierto. Nací en Cuba casi por equivocación. Me adelanté
demasiado (tres meses) pero no dejó de marcarme por siempre el haber nacido
allí, de padres cubanos. Si no nací en la ciudad de Nueva York, estoy
convencida de que fue el destino quien lo determinó. Yo tenía que nacer en
Cuba. Es más, estoy segura de que el hecho de haber nacido en esa Isla y
haberme criado tan lejos de ese suelo patrio hizo que mientras más edad cobraba
más obsesión desarrollaba por aprender sobre Cuba y por conservar mi cubanidad
y cubanía. Para mí, esto requirió y requiere mucho empeño, pero encontré mucha
inspiración en la cultura cubanotampeña y en su teatro, y en su gente. La idea
de que se podía construir una identidad cubana lejos del origen, tanto física
como metafóricamente, como lo vi demostrado tantas veces en las calles de Ybor
City y West Tampa, me embriagó. Ser cubana, identificarme como cubana y dominar
el español leído, escrito y hablado siempre han sido y siguen siendo algo que
me enorgullece. De hecho, pudiera parecer algo raro para algunos que no me
identifico como cubanoamericana o Cuban American, como suelen hacer muchos,
sino como cubana de pura cepa. No viví la experiencia del exilio; llegamos en
marzo de 1956.
Tanta es mi obsesión que, en los ochenta tardíos, cuando comencé mis
estudios doctorales en letras hispanas en la Universidad de California,
Berkeley, decidí enfocarme en literatura, lingüística e historia
latinoamericanas pero, sobre todo, las cubanas. Mi disertación trató el tema de
la fallida propuesta de una verdadera independencia e igualdad racial en Cuba
vista a través de las novelas cubanas de 1902-1933, sus tramas y sus
protagonistas.
¿Cuánto hay de historia personal en la elección investigativa
relacionada con la construcción de la identidad?
Claro. Ya he comentado sobre esto arriba, pero la cosa más fascinante
para mí con respecto a la comunidad histórica cubana de Tampa es (1) el rol
decisivo que tuvo en la lucha por la independencia cubana y, más aún, (2) que
dichas comunidades emigradas contribuyeron no sólo a la definición de lo que
debía ser la futura sociedad cubana, y sacrificaron mucho por ella, sino que también
Martí mismo experimentó esa efervescencia patria y fue profundamente afectada
por ella. Es decir, el pensamiento martiano fue moldeado en parte por los
humildes tabaqueros y residentes de Ybor City y West Tampa. Esto es sumamente
emocionante y debe henchir de orgullo a todos los descendientes de esos
tabaqueros y especialmente a los cubanos.
¿Qué significado tiene el teatro y el arte hispano en general en la
cultura de Tampa?
Pues, el teatro y el arte hispanos en Tampa funcionan como espejos de
las distintas etnias que convergieron aquí en el tardío siglo diecinueve y
después. Ofrecen una perspectiva, una óptica indisputable sobre los distintos
grupos –cubanos, españoles e italianos– y así ponen al descubierto sus
actitudes y actuaciones culturales, sociales y políticas. Dan testimonio al
enorme esfuerzo que hacían los residentes latinos de la ciudad por mantener
viva una fuerte conexión con sus países y culturas de origen. Era como un
sustento anímico que les permitía sentir que aun estaban en su madre patria,
aunque fuera por sólo unas horas.
Ahora sí, el teatro cubano, escrito localmente por miembros de la
comunidad como Salvador Toledo, más que ningún otro permitía que desde las
tablas de esta enclave latina se proyectara una identidad cubana emigrada que
iba evolucionando de cubana, española, italiana y hasta anglo en una netamente
tampeña, que recogía elementos de los cuatro grupos, pero demostraba siempre y
con mucha chispa una fuerte impronta de cubanidad.
¿Qué perspectivas le ha ofrecido la mirada a fenómenos como el
transnacionalismo y la diáspora, presentes en escritos suyos como “La patria
que nace de lejos”?
Las situaciones fronterizas o transfronterizas en distintos lugares
del mundo y, sobre todo, en el Caribe y América Latina, siempre me han
fascinado. De alguna manera son un reflejo de mi propia quimera identitaria
porque yo misma siempre he vivido entre varias fronteras culturales y étnicas.
A pesar de todos mis estudios, de las muchísimas situaciones transnacionales
que he analizado a través de la historia tanto en el mundo hispanohablante como
en Europa y África, ningún ejemplo me ha servido mejor, profesional y
personalmente, que el de Tampa y Cayo Hueso.
La población cubana pre-1960 en Tampa creó y vivió una verdadera
realidad transnacional; la pos-1960 lo sigue haciendo también, pero bajo
distintas circunstancias políticas y culturales. En casi todo sentido, los
cubanos históricos de Tampa crearon en sus enclaves territorios cubanos
ultramarinos que mantenían un vínculo inquebrantable con la Isla, su política, cultura, presente y futuro. La razón por la que
hablo de ‘una patria que nace de lejos’ es precisamente por lo que ya mencioné,
que la gesta independentista de los cubanos de Tampa y las contribuciones que
hicieron a lo que terminó siendo la identidad nacional ya liberada la Isla,
hizo de ellos y sus descendientes verdaderos hijos e hijas de la patria cubana.
Así también nació y perdura mi propio concepto de patria, origen e identidad.
Como profesora, ha diseñado numerosos cursos sobre estudios hispánicos
que se han incluido en los programas de distintos niveles de enseñanza. ¿Qué
objetivos se ha propuesto con ellos y qué alcance han tenido?
Llevo más de 30 años enseñando y supervisando a estudiantes de pre y
posgrado. Para mí, los retos siempre han sido los mismos, sin distinción de
nivel, buscar una manera para que mis estudiantes aprendan y aprecien la lengua
española en toda su diversidad y también entiendan y aprecien con conocimiento
crítico las multifacéticas realidades históricas y actuales en toda su
complejidad histórica, política, social, cultural y racial. Para ello, a veces
me enfoco en un país (como Cuba o Estados Unidos) o una región (digamos los
Andes, el Cono Sur, México, América Central) o un tema (la niñez en zonas de
guerra u opresión, el género, lo afro, colonialismo e imperialismo). Otras
veces uso una óptica transatlántica o hemisférica para poner en ‘diálogo’ las
distintas realidades y sus causas (el mundo hispanohablante, las Américas, la
emigración y el exilio). También, es muy importante para mí que los estudiantes
egresen de la universidad no sólo entendiendo bien la interconexión que acabo
de citar, sino que entiendan claramente cómo sus destrezas lingüísticas y
culturales en español son herramientas que pueden y deben implementar en todos
los demás aspectos de sus vidas profesionales y personales, porque llevan
consigo instrumentos de suma importancia para ellos como ciudadanos del mundo,
no sólo de este u otro país.
Recientemente usted vino a nuestra ciudad a participar en el Instituto
sobre José Martí y las emigraciones en
el independentismo cubano, organizada por la Universidad de Tampa (UT). ¿Qué
opinión le mereció este evento y qué repercusión puede tener en el futuro
próximo?
Mi retorno a Tampa por el motivo de este Instituto y mi propia línea
investigativa coincidieron de manera fortuita este verano, pero la invitación
a participar como docente en esta empresa fue motivo de gran felicidad y
orgullo para mí. Llevo más de dos décadas estudiando Tampa, su historia, su
pueblo y su fuerte identidad cubana. Pero que el Fondo Nacional para las
Humanidades (NEH), una entidad federal, haya decidido apoyar con una buena
subvención la propuesta de los profesores James López y Denis Rey de traer a
Tampa un grupo de docentes y estudiantes para que pasaran un mes empapándose de
la historia, cultura y pueblo de esta maravillosa ciudad y sus vínculos con
Cuba, la Guerra Hispano-Americana y más, fue para mí un reconocimiento
importante del valor no sólo del tema
sino de mi interés y trabajo de hace 25 años.
Me emociona mucho que ahora haya otros estudiosos y escritores que se
apasionen igual que yo hace tanto tiempo. Y la existencia del Centro de
Estudios Martianos Afiliado en la Universidad de Tampa, el haber podido llevar
a cabo exitosamente este primer Instituto NEH y poder contar con algún apoyo
financiero e interés del Centro es muy prometedor de un proceso que seguirá
produciendo. Lo mismo resulta de poder contar con la evaluación tan positiva
que ha de salir sobre el Instituto, el interés de parte de escritores e
historiadores locales y de afuera por seguir contribuyendo con sus energías y
trabajos a nuevos productos –publicaciones, otros proyectos y eventos
públicos–.
Hasta me tomo la libertad de recordar las palabras del mismo Apóstol
para describir cómo veo lo positivo que es y será el impacto de todo este nuevo
interés por este trabajo. La experiencia y los productos del Instituto son y
serán “para el bien de todos”, especialmente
para los amantes de Tampa, Martí, Cuba, la historia y los pueblos valientes y
exitosos.