viernes, 24 de mayo de 2024

Saber de Froilán Escobar, un escritor profundamente martiano

 Cuando a principios de la década de 1990 leí Martí a flor de labios, acabado de publicar en Cuba, encontré al Martí que yo andaba buscando: a quien fue, en medio de su grandeza y genialidad, antes que un héroe, un ser humano.

Cuando muchos de los textos que se publicaban en Cuba presentaban al autor de La Edad de Oro como un héroe nacional insertado en un lenguaje estereotipado de servicio ideológico, o inmerso en el yeso intocable de innumerables bustos, vino el libro de  Escobar  a  traernos una  imagen menos sacralizada sobre aquel hombre inmerso en la complejidad de una guerra de la que fue el mayor organizador, pero también en la naturaleza íntima de su ser. De aquel texto, dijo Cintio Vitier: “Este libro es un suceso prodigioso (...) no conozco otro semejante”.

Después, apenas oí  hablar de Froilán en Cuba, aunque en 1997 apareció  una hermosa edición crítica titulada José Martí, Diarios de campaña, ricamente anotada e ilustrada, en la que su nombre aparece en segundo lugar, precedido por el de Mayra Beatriz Martínez, si bien quienes leen Martí a flor de labios adivinan en las notas la jerarquía del mismo autor.

Es ahora que he venido a saber que desde 1992 Froilán Escobar vive en Costa Rica, donde ha publicado varios libros, ha sido un reconocido profesor universitario, ha recibido premios nacionales de periodismo y literatura, así como una atención de la crítica que hace justicia a su riqueza y originalidad narrativa.

El motivo de la pesquisa sobre el escritor fue encontrarme con la novela La noche bella no deja dormir, publicada en Alemania por Ilíada Ediciones y con prólogo de Amir Valle. Desde identificar en el título una frase martiana del Diario de campaña, entendí que el autor de Martí a flor de labios nos entregaba novelada la travesía del héroe entre Playitas y Dos Ríos. Lo encontré en redes sociales, le escribí y antes de dos horas tuve la sorpresa de su llamada a mi teléfono, desde Costa Rica. Hablamos largamente, una, dos, tres veces, y la afinidad martiana nos convirtió en amigos, desde cuya cualidad le pedí responder a unas breves preguntas para La Gaceta:

Aunque sabía que pintabas exquisitamente con la palabra (lo percibí desde leer tu bello libro Martí a flor de labios), no conocía que también lo hacías con el pincel. Lo supe al ver tu nombre como autor de una obra que se presentará próximamente en una exposición en Creative Pinellas, en la bahía de Tampa. Háblame de esa pintura –Flora y fauna– y de tu creación como artista plástico.

Desde niño, como mi padre, hago ventanas. Él como carpintero las hacía para ponerlas en las casas. Yo las escribo, las pinto, las imagino, para ver el mundo. Es mi manera de asomarme, desde mí mismo. Avizoro así lo que me espera, me acerco a lo que me falta. Es así como hago para estar o para tener lo que está fuera de mí, o para encontrar lo que vive en mí.

Asomémonos a tu mundo literario, felizmente iniciado con el famoso curso délfico de José Lezama Lima. ¿Qué significó para un hijo de San Antonio de los Baños el enorme regalo de la amistad con el padre de Orígenes?

Corría el año 1962 cuando conocí a Lezama. Rondaba yo entonces los 18 años. Recién había llegado a La Habana desde San Antonio de los Baños, mi pueblo. Escribía mis primeros poemas y leía como un ­desaforado. Estaba descubriendo el Yin y el Yang de la literatura cuando, en una librería de segunda mano de la calle Neptuno, encontré dos cuadernos de poemas de Lezama que me sacudieron: Enemigo rumor y Aventuras sigilosas.

Entonces yo trabajaba como mensajero en una revista en la calle Trocadero y alguien de allí, que vio el nombre del autor, me dijo que Lezama vivía al cruzar la esquina, en la casa número 162.

Al salir del trabajo fui corriendo, toqué y quedé expectante, detenido ante la puerta. Cuando él salió, gordo, bamboleante, sin que mediara ningún preámbulo, le dije: Lezama, soy un joven poeta que encontró estos dos libros suyos y quiere conocerlo. Y sucedió lo inolvidable. Sonriente me respondió: “Que pase la poesía”.

Fue el comienzo. No paré de ir a verlo. Fui uno de los ­lectores de los textos de fundación que él prestaba en su Curso Délfico (Popol Vuh, Bhagavad Gita, I Ching, la Biblia, la Torá, el Chilam Balam, El Monte, de Lydia Cabrera, etc., para cerrar el revelador círculo con el Diario de Campaña de José Martí). Fuimos amigos hasta su muerte, en 1976.

Aunque no es tu primer libro, Martí a flor de labios (1991) provocó una fascinación en los lectores cubanos, no solo en especialistas de la estatura de Cintio Vitier, sino  en general en el amplio público martiano. ¿Hasta dónde te propusiste con esa obra una sincera y necesaria desmitificación del héroe más sagrado de los cubanos?

A finales de los años 60 trabajaba como periodista en La revista de Cuba y recorría la Isla queriendo descubrirla. Ya había leído, muchas veces, los diarios de campaña de José Martí y tenía conmigo una edición crítica donde, para mi sorpresa, por problemas de lectura en la transcripción del original, escrito a mano por José Martí, aparecían errores en nombres de lugares y quedaban vacíos en la transcripción (como en la noche del 18 de abril de 1895) que no se habían podido desentrañar, porque la fuente era, únicamente, el documento escrito. Entonces se me ocurrió hacer, como diría Cintio Vitier, “una lectura del Diario contra la vida”. Diario en mano, recorrí los casi 300 kilómetros que van desde Playita hasta Dos Ríos. Para mi sorpresa, descubrí que aún vivían siete de los campesinos a los que se hacía referencia en el Diario. Excepto uno (el hijo del prefecto Rosalío Pacheco), vivían en el mismo lugar donde Martí los había conocido. Hablé con ellos, los entrevisté, me detuve con minuciosidad en lo que decían, en sus casas y en los lugares donde los mambises hicieran campamento. Las entrevistas, después, se convirtieron en un libro: Martí a flor de labios, publicado por Editora Política, 1991, con un hermoso prólogo de Cintio.

Como salí de Cuba en 1992, la edición crítica que dejé armada, con prólogo y anotaciones de mis hallazgos, titulada José Martí, Diarios de campaña, quedó en manos de ­Mayra Beatriz Martínez, para ser publicada por la Editora Abril, la cual finalmente apareció en 1997 con el crédito de Mayra Beatriz y el mío (en las sucesivas ediciones que se han hecho, mi crédito ha sido borrado).

Creo que a partir de ese texto el resto de tu obra literaria la has escrito en Costa Rica, aunque los libros aparecieran en editoriales de Colombia, Argentina, España. En esos libros en que se entrelazan ficciones y realidades, ¿cuánto hay de Cuba?

Del lugar donde uno pasó su infancia y adolescencia no hay escape. No importa hacia dónde caminemos, Cuba está en nuestros pasos sin importar la estrella que nos espera o donde pongamos el pie.

¿Prefieres ser llamado cubano-costarricense, como te identifican algunos medios, o ser nombrado como un cubano que vive en Costa Rica?

El universo pasa por el patio de cualquier casa. Pero, para un cubano excomulgado, que ve críticamente la realidad que vive la Isla, es bueno irse a vivir al mundo, sin detenerse en cómo lo nombren.

¿Qué satisfacciones te ha traído tu labor docente en Costa Rica?

Hago lo mismo que hicieron conmigo Lezama, Cintio, Fina y Onelio. Reconozco. Motivo. Impulso. He sido profesor universitario alrededor de 30 años, especialmente de la crónica, en la carrera de periodismo. Actualmente imparto talleres, vía Zoom, sobre los posibles puntos de partida de la narración en el cuento y en la novela.

En tu último libro –La noche bella no deja dormir– vuelves a Martí, ofreciéndonos nuevamente un “exquisito trabajo de fabulación literaria e imaginación” como dice en el prólogo el escritor y editor Amir Valle. ¿Por qué, otra vez, Martí?

José Martí sigue en uno. Va con uno. Se teje con nosotros su urdimbre. Como dice Lezama: “Es un misterio que nos acompaña”.

¿Podrán los lectores cubanos disfrutar La noche bella..., como disfrutaron tu Martí a flor de labios?

Me gustaría, pero no creo que en Cuba se publique. No creo que se acepte que lo descubro de otra manera, fuera de los estereotipos, en relación con el amor y con la muerte, porque esa manera mía rompe con las estatuas en que lo hemos convertido.

 


viernes, 17 de mayo de 2024

Última página del Diario de campaña de José Martí

 El 17 de mayo de 1895 José Martí se encontraba en el campamento de La Vigía, en Dos Ríos. Como menciona en su Diario de campaña, ese día solo le acompañaban 12 hombres, a pesar de ser el máximo dirigente político de la Guerra de Independencia cubana y cuando todos sabían que las tropas españolas estaban detrás de los insurrectos.

Cómo se explica que una figura en quien recaía la mayor responsabilidad en el ordenamiento de un gobierno que encausara el país hacia la independencia estuviera  ese 17 de mayo con tan  inconcebible desamparo. Si entonces una avanzada española hubiera llegado a aquel débil campamento, se habría repetido la cacería inexplicable que sufrió Carlos Manuel de Céspedes en San Lorenzo.

La indefensión entre la ­jerarquía mambisa lo alcanzó dos días después, cuando acompañado únicamente por el soldado imberbe Ángel de la Guardia apareció a galope frente a los fusiles españoles que lo fulminaron. Estaba en la guerra y le sobraba el valor para morir combatiendo, pero estaba más atento a los otros que a sí mismo. Así lo apreciamos en la última página del Diario, cuando nos da detalles de quienes le acompañan y por cuyas líneas entraron a la historia.

También es incomprensible la demora inútil en Dos Ríos. La única razón de la acampada era la necesidad de sostener una reunión con el general Bartolomé Masó, como lo hicieron él y Máximo Gómez en La Mejorana con Antonio Maceo. Eran los dos generales con mayor mando en Oriente y si con el Titán de Bronce hubo fricciones en torno a la organización del gobierno, ellos esperaban que el Héroe de Bayate contribuyera a limarlas.

Sin embargo, aunque le convocaron en carta del 12 de mayo al llegar a Dos Ríos y el 15 repitieron el aviso, vino a ser el 18 por la noche que Masó apareció, rodeado de unos trescientos hombres a caballo. A esa hora, Martí estaba escribiendo una hermosa carta a su amigo mexicano Manuel Mercado, quien nada tenía que ver con aquel lugar. Le estaba hablando de “sentimientos de tan delicada honestidad” cuando se oyó el tropel de los cascos. Por eso, no tuvo tiempo de escribir en su Diario el día 18, lo que tampoco pudo hacer el 19, pues lo impidió la muerte.

Al terminar de leer esas páginas del Diario de campaña que tanto impresionaron a María Zambrano, a José Lezama Lima y a tantos grandes escritores, nos quedamos con ese dulzor del higo, como hechizados con las palabras de aquel gran hijo de América.

Pintura de Esteban Valderrama, presentada en el
Salón de Bellas Artes de La Habana, en1918.

Última página del Diario: 17 de mayo de 1895

  Gómez sale, con los 40 caballos a molestar el convoy de Bayamo. Me quedo escribiendo con Garriga y Feria, que copian las Instrucciones Generales a los Jefes y Oficiales conmigo doce hombres, bajo el Teniente Chacón, con tres guardias, a los tres caminos; y junto a mí, Graciano Pérez. Rosalío, en su arrenquín, con el fango a la rodilla, me trae, en su jaba de casa, el almuerzo cariñoso: «por usted doy mi vida».

Vienen, recién salidos de Santiago, dos hermanos Chacón, dueño el uno del arria cogida antier, y su hermano rubio, bachiller y cómico, – y José Cabrera, zapatero de Jiguaní, trabado y franco, – y Duane, negro joven, y como labrado, en camisa, pantalón y gran cinto, y ... Ávalos, tímido, y Rafael Vázquez, y Desiderio Soler, de 16 años, a quien Chacón trae como hijo. – Otro hijo hay aquí, Ezequiel Morales, con 18 años, de padre muerto en la guerra. Y estos que vienen, me cuentan de Rosa Moreno, la campesina viuda que le mandó a Rabí su hijo único Melesio, de 16 años: “allá murió tu padre: ya yo no puedo ir: tú ve”.

Asan plátanos, y majan tasajo de vaca, con una piedra en el pilón, para los recién venidos. Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre, – y me trae Valentín un jarro hervido en dulce, con hojas de higo.

 

 

viernes, 10 de mayo de 2024

Desde la última carta de Martí a la madre

 En ocasión de celebrarse el Día de las madres, felicitamos a todas desde La Gaceta, e incluimos en nuestra columna una de las cartas más hermosas enviadas por un hijo a la suya. Es la misiva enviada por José Martí a Leonor Pérez, cuando iba a salir hacia Cuba para incorporarse a la Guerra de Independencia. Cuando ella la tuvo ante sus ojos, él ya estaba en las filas del Ejército Libertador y no volverían a verse.

También, incluyo un fragmento de mi libro Luz al universo, en el que se plasman las relaciones de la madre con el hijo, miradas en retrospectiva a partir del instante en que ella está leyendo la carta.

Madre mía:

Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Ud. Yo sin cesar pienso en Ud. Ud. se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre. Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de Ud., con mimo y con orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición.

Su, J. Martí

Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que Ud. pudiera imaginarse. No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.

Leonor Pérez, la madre de José Martí, vivió en Tampa entre
el 11 de abril y el 28 de agosto de 1898.

Leyendo la carta del 25 de marzo, casi a la ida del sol, apretaba los ojos para sentirlo de nuevo, como en el alba de aquel 28 de enero, a los once meses de casada, cuando oyó el llanto de la criatura que nació de sus entrañas y levantó en vilo, ante los ojos felices de Mariano, para comprobar su condición de varón y, ya satisfecha, reconocerle la piel blanca, los ojos glaucos, las manos finas y la frente ancha, como de inteligencia y porvenir. Con ningún otro parto experimentó aquel desgarramiento, ese rompimiento de volcán.

De la tutela de Mendive lo vieron saltar a hombre sin apenas darse cuenta. Pero es que él se revolvió junto con el país, como si juntos hubieran cumplido la mayoría de edad. España empezó a perder a Cuba cuando la familia comenzó a perderlo a él. No se sabía bien cómo fueron engranándose los fermentos, pero después del 10 de octubre de 1868 no hubo hogar en Cuba que no conociera el nombre de Carlos Manuel de Céspedes, un infidente, un abogado bayamés que tuvo el atrevimiento de alzarse en armas contra el poder de Su Majestad de España, darles la libertad a sus esclavos para sembrar el ejemplo, y comenzar aquella guerra de tantos años, casi a machete, contra el Ejército Real.

Un día el hijo regresó de la escuela como iluminado, con un poema que evidenciaba su total adhesión al sentir de la patria: No es un sueño, es verdad: grito de guerra, / Lanza el pueblo cubano, enfurecido; / El pueblo que tres siglos ha sufrido / Cuanto de negro la opresión encierra.

 El niño había visto un esclavo ahorcado cuando estuvo con el padre en Hanábana, y se había jurado, en secreto que vertió en versos más tarde, lavar con su sangre el crimen. Solo tenía nueve años, y eso ya nadie lo pudo borrar de su mente. Después se supo que a partir del 10 de octubre el señor Mendive se acuarteló en su domicilio, entre un grupo de hombres donde permitían entrar a su hijo adolescente, a desplegar un mapa de la Isla para seguir el avance de los insurrectos.

Ya nunca más hubo calma. La Habana fue también un campo de batalla: tiros, gritos, panfletos, escándalos día y noche, y el colegio de Mendive hecho un hervidero.

Un día se apareció el hijo con un periodiquito estudiantil y más nunca, ni a ella ni al padre, entonces celador en Batabanó, se les quitó la preocupación. La verdad es que siempre llevó juntos los dos sentimientos, la adoración por la madre y el amor a la patria; aunque los deberes hacia lo que él llamó madre mayor –por el compromiso, no por quererla más–, le ocuparan la vida.

 Leyendo “Yo sin cesar pienso en Ud.” recordó el poema que le hizo el hijo cuando apenas tenía 15 años y ella cumplía sus cuarenta:

Madre del alma, madre querida, /Son tus natales, quiero cantar; /Porque mi alma, de amor henchida, /Aunque muy joven, nunca se olvida /De la que vida me hubo de dar.

Todavía lloraba recordándolos, pasando los ojos, casi sin poder leer, por ese “conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre”.

 

 



viernes, 3 de mayo de 2024

Ali Sánchez, una actriz llena de sueños viene a Tampa

 Aliani Sánchez es una actriz, modelo y humorista cubana que próximamente el público de Tampa podrá ver actuar en el espectáculo De Banao para el mundo, que se presenta como “la historia de una guajira, contada desde un auditorio”. Desde el título, apreciamos que con la obra la artista honra sus raíces, al presentar con gracia y sensibilidad el pueblito del campo cubano donde nació.

Ali, como es conocida la actriz, estudió en el Instituto Superior de Arte en La Habana y se dio a conocer en la televisión de su país en programas humorísticos de mucha aceptación como Sabadazo y Pateando la lata.

Como tantos artistas cubanos, emigró a Miami (2007) y en ese lugar ha enriquecido su profesión, actuando en  programas televisivos como  Sábado gigante y en la novela Alma indomable, de Venevisión. Asimismo, trabajó en obras teatrales como Oficialmente gay, Probation, Las Habaneras de hoyo colorao, Chamacos, Weekend en Bahía y otras.

Al saber que el  espectáculo Banao para el mundo, que ha sido muy aplaudido en  Miami, se presentará el próximo 26 de mayo en Tampa, solicitamos a la actriz una breve entrevista para La Gaceta, a la que accedió con prontitud y amabilidad.

¿Como una hija de Banao, en las montañas del Escambray, se convirtió en la talentosa actriz que conocemos hoy?

Con trabajo y sacrificio. Con enfoque, no importa de donde seas, la voluntad y constancia pueden llevarte a donde quieras llegar.

Para muchos actores cubanos ha resultado difícil reencontrase con su profesión en Estados Unidos. De hecho, algunos nunca lo han logrado a pesar de haber triunfado en su país en la televisión, el teatro, el cine. ¿Cómo explicas esta realidad y cómo te impusiste a ella?

Creo que me ha ayudado mucho mis ganas de crear, mi inquietud, el no quedarme tranquila, no conformarme, salirme de mi zona de confort y arriesgarme. He emprendido muchos proyectos que no me han funcionado, pero nunca he dejado que un fracaso me detenga, aprendo de ello, busco otros caminos y sigo sin jamás hacerle daño a nadie.

¿Por qué el tránsito hacia el humor?

El humor comenzó a ser mi camino principal en un momento donde todos estábamos muy necesitados de una risa, en la pandemia. Comencé a crear reels y vídeos para las redes durante la cuarentena y me sorprendió la cantidad de mensajes bellos que recibí de personas que me agradecían por haberles sacado una risa cuando estaban pasando por momentos difíciles.

Si el tiempo fuera manejable, ¿dónde lo habrías detenido un poco más, en Sabadazo o en Las Cazafortunas?

No detendría el tiempo en ninguna parte. Estoy muy agradecida por mi trayectoria y cada uno de mis capítulos, de todo he aprendido mucho y todo ha durado lo que ha tenido que durar.

Háblame de ti como actriz de teatro y de tu relación directa con los espectadores.

 El escenario siempre es la verdadera escuela. La actuación en general es un gran desafío. En el escenario no hay “corten, salió mal, repetimos”, en el escenario no hay segundas oportunidades, es tu verdadera conexión con el público, es tu capacidad de improvisar en caso de que sea necesario, es donde aprendes a controlar tus nervios. Mi prioridad es que los espectadores me vean justo como soy, sin filtros, sin ediciones, me gusta llegar a ellos con verdad y transparencia.

Creo que a fines de mayo estarás en la presentación de una obra en Tampa. Cuéntanos del grupo teatral, de tu actuación y de las expectativas con la presentación en una ciudad donde ya se te conoce. 

 El show  Banao para el mundo es para mí como desnudar mi alma en el escenario, es mi esencia. Estoy muy agradecida con todo el equipo, porque es realmente un “equipazo”.

Es un show donde se ríe mucho y también se llora, es un show que refleja no solo mi verdad, sino también la de muchos cubanos e inmigrantes que hemos llegado a este país llenos de sueños y ganas. Hacer esta presentación en Tampa me enorgullece mucho. Tampa siempre ha sido un lugar donde me he sentido como en casa y actuar allí me hace muy feliz.

Nota del editor: Agradecemos a Tampa Lector Consortium la conexión con la actriz Ali Sánchez. De Banao para el mundo se presentará en el Centro de Eventos Hard Rock, de Trampa, el 26 de mayo, a las 8 p.m.