Cuando se habla de la contribución de Puerto Rico al proceso independentista cubano en el siglo XIX, generalmente se piensa en algunas figuras que ocuparon altos cargos en el Ejército Libertador, como es el caso del general Juan Rius Rivera, el coronel Guillermo Fernández Mascaró o el teniente coronel Modesto Tirado, por solo mencionar algunos de los más de 300 boricuas que se incorporaron a las tropas que peleaban por la libertad de Cuba.
Sin embargo, esta vez quiero referirme al periodista
puertorriqueño Sotero Figueroa, quien no fue miembro de las fuerzas armadas
libertadoras, pero desde Nueva York apoyó la organización del estallido armado en Cuba bajo la conducción de
José Martí, de quien fue amigo y uno de
sus más cercanos colaboradores.
Figueroa llegó a la gran urbe estadounidense en 1889, con 38
años de edad, siendo ya una figura reconocida de las luchas puertorriqueñas
frente al despotismo de la metrópoli española. Nació en Ponce, pobre y con piel mulata por su ascendencia
afroamericana. Ya joven, aprendió el oficio de tipógrafo, profesión que le
abrió el camino al periodismo, desde el que manifestó sus opiniones políticas a
favor de cambios en el régimen de dominación española en Puerto Rico. En 1887,
su nombre aparece entre los fundadores del Partido Autonomista de su país, creyendo –como el autonomismo cubano– que esta vía podría facilitar reformas
socioeconómicas y políticas a favor de la Isla.
En 1888, escribió una obra titulada Ensayo biográfico de los que más han contribuido al progreso de Puerto Rico, de gran importancia hasta nuestra fecha para el estudio de diversas figuras que marcaron momentos significativos de la historia de su pais. Sin embargo, después de su llegada a Nueva York se entrega a la lucha por la solución independentista que en la gran urbe estadounidense están planteando juntos cubanos y puertorriquenos. En ese movimiento, del que es José Martí el guía supremo desde la fundacion del Partido Revolucionario Cubano (PRC), Sotero ocupa un lugar cimero, al lado del Apóstol cubano. Desde estas filas, en 1892, fue uno de los principales organizadores del Club Borinquen, el primero de varios clubes puertorriqueños que fueron integrándose al PRC, en cuyos estatutos se incluía fomentar la independencia de la isla hermana.
Desde ese momento, Figueroa está al lado de los principales
líderes del partido martiano y aunque prestó servicios importantes en toda su
actuación, es en el marco editorial
donde más sobresalieron sus aportes. Desde sus primeros tiempos en Nueva York
fundó la Imprenta América, donde se publicaron importantes periódicos –El Americano y El Porvenir, entre otros–, pero vino a ser la
edición del periódico Patria, fundado por Martí el 10 de abril de 1892, donde
su colaboración al proyecto independentista antillano cobró mayor relieve
histórico. Es precisamente en Patria
donde Figueroa publicó su ensayo “La verdad de la historia”, donde ubica las
aspiraciones emancipadoras del pueblo puertorriqueño en el marco de la unidad antillana.
La labor de Figueroa como editor e impresor de Patria le
ofrece un sitial de honor al lado de José Martí, quien lo consideró un
verdadero amigo. Hay muchas cartas del cubano al ilustre puertorriqueño, pero
hay dos que quiero citar.
La primera, del 12 de diciembre de 1890, porque es entre
poetas. El entonces presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en
Nueva York, le escribe al
puertorriqueño: “Mi amigo y mi poeta, de
seguro nos juntamos mañana y le he dicho a los pocos que se han de reunir que
usted llevará versos nuevos en el bolsillo”. La otra, fechada en octubre de
1893, ofrece la profunda reflexión política que comparten: “Valgámonos a tiempo
de toda nuestra virtud, para levantar, en el crucero del mundo, una república
sin despotismo y sin castas”.
Después de la muerte de Martí, Figueroa se mantuvo como
editor de Patria. Después de terminada la guerra, cuando Puerto Rico transita
de la dependencia española a la estadounidense y en Cuba se abre el camino al establecimiento de una pronta República,
Figueroa decide vivir en la mayor de las Antillas. Fue recibido con beneplácito
en el país al que tanto aportó y al crearse la Gaceta Oficial de la República
fue designado su director. Además de su
trabajo en este medio, dio a conocer sus escritos en diferentes periódicos, los
que tal vez un día puedan agruparse en un libro que reúna su obra. También
publicó poemas y artículos dedicados a su país de origen, muchos de los cuales aparecieron
en la revista semanal Puerto Rico Ilustrado, entre 1911 y
1915.
El 5 de octubre de 1923, a los 72 años de fructífera
existencia, se extinguió la vida de Sotero Figueroa en La Habana. Sus restos
descansan en la necrópolis de la ciudad, donde otros puertorriqueños también
sienten la paz que envuelve el espíritu de las dos islas allegadas.
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