Seguramente todavía viven en Tampa muchas personas que recuerdan el nombre del poeta cubano José Ángel Buesa y no dudo que muchos puedan recitar algunos de sus versos leídos u oídos hace más de seis décadas. Y es que poemas como el del “renunciamiento” y el de la “despedida”, estuvieron entre los más leídos en Hispanoamérica a mediados del siglo XX. Tal vez, sólo Pablo Neruda con los 20 poemas de amor y una canción desesperada logró superarlos en popularidad en aquellos años. Sin embargo, el poeta chileno alcanzó el premio Nobel de Literatura y el cubano, desconocido por la crítica literaria y alejado de su país después del triunfo de la Revolución Cubana, fue quedando en el olvido.
Es verdad
que el declarado sentimentalismo en los
poemas de amor de Buesa y la aparente sencillez de su construcción le ganaron
el calificativo de cursi a los ojos de la crítica literaria marcada de
academicismo, pero ello no puede ocultar que fue el poeta romántico más leído
de su tiempo en Cuba y que sus versos acompañaron a miles de enamorados cuyos
verdaderos sentimientos de amor se expresaron a través de su lírica. Ello es
suficiente para que ahora recordemos al poeta nacido en Cruces, Las Villas, el
2 de septiembre de 1912 y quien viviera hasta el 12 de agosto de 1982, cuando
murió en República Dominicana, a los 70 años.
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José Ángel Buesa (1910-1982) |
Se fue de Cuba el mismo año en que fue declarado el carácter
socialista de la Revolución, en 1961, y aunque siguió escribiendo poesía, se
dedicó fundamentalmente a la enseñanza, especialmente en su tiempo dominicano,
pues allí fue catedrático de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Enríquez
Ureña.
Pero fue en su país natal donde alcanzó la mayor fama a que un poeta
pueda aspirar, que es saber que sus poemas se recitan día a día, se aprenden de
memoria y se convierten en declaraciones permanentes de amor de toda una
generación. Con ello y gracias a las ediciones y reediciones permanentes de sus
poemarios –señaladamente Oasis, libro publicado por primera vez en La
Habana, en 1943 y reeditado más de veinte veces– el poeta villaclareño
consiguió lo que pocos consiguen en este oficio: vivir de sus libros. También
ejerció el periodismo, escribió obras de teatro y novelas radiales, pero sus
cerca de 20 libros de poesía fueron su principal fuente de ingresos.
A partir de 1961, a nivel oficial fue prácticamente borrado de Cuba,
aunque sus poemas siguieron en las voces del pueblo. No fue
hasta la primera década del siglo XXI que volvió a publicarse a Buesa en Cuba,
gracias a la gestión de Carilda Oliver Labra que hizo una selección de sus
poemas y gestionó su publicación. Después, el crítico cubano Virgilio López
Lemus preparó una selección de sus versos que tituló Nadie sabe por qué,
publicada por la Editorial Letras Cubanas en 2011. En el prólogo, Lemus sostuvo
que “cuando se le acusó de cursi y se llegó a decir que no pasaba de
versificador fácil, se cometían, más que errores, injusticias, porque Buesa
representaba en su poesía la sensibilidad de un sector de la población cubana,
sus modos de aprehender y expresar el amor, de ser sentimental, de manifestar
elementos emotivos de su identidad”.
Asimismo, el poeta y profesor de origen cubano Gustavo Perez-Firmat,
reconoció que en la poesía de Buesa “se oculta una práctica de escritura mucho
más complicada de lo que se ha pensado (…) Su logro, su hallazgo, es haber
sabido crear una amplia comunidad de lectores mediante la expresión de lo que él
llamó ‘emociones compartibles’, en un lenguaje llano que no está exento de
artificios, de arte” (Cuban Studies, Universidad de Pittsburgh, Volumen 38,
2007).
¿Como no reconocer en José Ángel Buesa a un poeta para todos los
tiempos, si el amor al que cantó es un sentimiento universal y eterno? Si la
poesía, más allá de conocimiento es comunicación, ¿qué poeta cubano la ha
alcanzado a mayor nivel en el tema amoroso? Bien dijo otro gran poeta cubano,
Eliseo Diego, cuando recordó que la poesía, realmente lo es, cuando termina por
ser de todos.
Poema de la despedida
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
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