Erik Olivera es un
artista que ha logrado reconocimiento internacional con una obra pictórica que
pone énfasis en la cultura afrocubana, especialmente con la creación de rostros
que identifican a las figuras sobresalientes de la cultura yoruba como
Babalu-Ayé. Con una formación académica lograda en su país, se ha impuesto
favorablemente en la crítica y el gusto popular en Cuba, Londres, Italia,
Francia y finalmente en Florida.
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Con el pintor cubano Erik Olivera Rubio, en La Gaceta |
Sobre la pintura de Olivera Rubio, ha escrito el agudo crítico cubano Roberto Zurbano: “Son los rostros de una diáspora negra que, desde su dignidad, nos observan y nos advierten sobre los modos en que una cultura se afinca a sus raíces, sobrevive y crea nuevas formas de identidad”. En Tampa, ciudad donde ahora radica el pintor, hemos tenido la oportunidad de apreciar las razones por las que sus cuadros han sido nombrados realistas, llamativos y coloridos. Asimismo, nos ha dado la oportunidad de, al conversar con él, presentarlo a nuestros lectores.
Durante los últimos meses se ha exacerbado la lucha racial
en EE.UU., a partir del momento en que un policía asfixia al afroamericano
George Floyd. Es significativo que este tema lo hayas abordado en la pintura
que hiciste de Eric Garner, estrangulado por la policía neoyorquina en 2014.
¿Hasta dónde el realismo artístico se funde con el social en este cuadro?
El retrato de Eric Graner está insertado dentro de una obra
instalativa que consta de varios retratos de algunos de los muchos
afrodecendientes que han sido víctimas de asesinatos similares a los de Eric
Garner y George Floyd.
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Obra de Erik Olivera Rubio |
La crítica social ha estado siempre inherente a mi obra. Desde la estética siempre me ha atraído el realismo a través del retrato. Es la herramienta que he utilizado para comunicar el mensaje que ya llevan implícitos los personajes a los que me aproximo en mi obra
Hay una pintura tuya dedicada a Martí y otra a Maceo, ambas
con el rostro negro, aunque, como sabemos, uno era blanco y el otro mulato. En
la búsqueda de un símbolo sincrético desde la antítesis, ¿no habría sido
preferible el Maceo blanco?
No hay paralelismo posible por la historia que hay detrás de
la historia del pueblo negro, la que ha sido diana de años de esclavitud,
exclusión e injusticias sociales. Las dos obras fueron realizadas en contextos
diferentes por lo que se proponen objetivos
distintos.
Mi Martí Negro hace ponderación al ícono, al abolicianista,
a la figura que quizás como ningún otro prócer blanco de nuestra historia se
pronunció y manifestó por encima de las diferencias raciales. “Hombre es más que blanco, más que
negro...”, nos dijo.
La cultura afrocubana es sobresaliente en tu obra pictórica
y dentro de ella la figura de Obatalá y la serie Los Orishas son muy
destacadas. ¿Qué pesa más en ello, la historia, la religión o una síntesis de
ellas como amalgama de la cultura cubana?
En gran medida de eso
va mi obra, es todo una reverencia a nuestro
legado, trata de crear una simbiosis de características y
expresiones propias de nuestro
identitario, humanizar a los
orishas lejos de divinizarlos nos crea
un acercamiento a los dioses en nuestra
vida cotidiana.
El crítico de arte Roberto Zurbano ha utilizado el concepto
posresistencia para referirse a tu obra. ¿En qué sentido legitimas esa
expresión?
Descolonizar el pensamiento es clave, ya que
desafortunadamente vivimos en un mundo donde la sociedad está dando vueltas
sobre sus vicios y está validando viejos errores.
El término posrestistirse no sólo es apropiado,
correcto, sino visionario. Posresistirse
es insertarse dignamente en un
contexto global sin convertirnos en
nuevos esclavos de viejas formas coloniales
¿Cuánto debes a la formación académica alcanzada en Cuba?
Mucho debo a la
formación académica alcanzada en Cuba. Empezando por mi madre, Carmen Luisa
Rubio, a quien acompañé durante muchos años de mi niñez a sus clases en la Academia de Bellas Artes
San Alejandro, luego la secundaria la cursé en una escuela elemental de arte
donde tuve la dicha de tener excelentes profesores al igual que posteriormente
en mi ingreso a la Academia de Bellas Artes.
¿Por qué prefieres el acrílico al óleo?
La primera razón es la salud, de pequeño hacía alergias a
los diluyentes de las pinturas oleosas, por lo que muy temprano conocí el
acrílico y me fascinó por su inmediatez y todas las posibilidades que ofrece.
Después de exponer en varios países y alcanzar grandes
reconocimientos, ¿qué significa para ti presentar tu obra, y ampliarla en la
ciudad de Tampa?
Tampa me seduce mucho por su belleza, su historia, sus
vínculos con Cuba, por su gente enamorada de sus tradiciones. Aprovecho para
agradecer a Albert Fox, Ariel Quintela, al proyecto Ybor Art Factory, al
periódico La Gaceta y a usted por esta entrevista y por hacerme sentir en Tampa como en mi
segunda casa.
Muchas gracias.
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