A los 40 años de su temprana
muerte, John Lennon sigue siendo una leyenda viva en todo el mundo, aun entre
quienes ahora son nietos de aquellos jóvenes que en la década de 1960, con sus
canciones, ardieron de sueños, locuras y entregas hacia un mundo imaginado,
entonando hasta la madrugada los éxitos de aquellos fabulosos Beatles
conducidos por un joven de pelo largo y espejuelos redondos.
Con sólo un par de guitarras
(Lennon y George Harrison), el bajo de Paul McCartney y la batería en manos de
Ringo Starr, aquellos cuatro jóvenes que en febrero de 1961 se subieron a un
escenario del bar “La Caverna” a tocar rock, no podían presentir que, en breve,
serían el grupo musical más
célebre del universo.
Aunque los 4 eran geniales, el de mayor edad era su líder.
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John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr |
Es bien conocida su historia. A mediados de la
década de 1960 habían desbordado la frontera inglesa, llegando a todo el mundo a través del pop y
el rock. Junto a la creciente fama, se divulgaba el comportamiento rebelde de
su guía y el desenfado con que se burlaba de las costumbres de la llamada alta sociedad. En una actuación
del grupo, a la que asistía la Reina de Inglaterra rodeada de figuras de la
realeza, Jonh declaró: “Los de los asientos más baratos pueden aplaudir (...) y
el resto de ustedes basta con que hagan sonar sus joyas”.
En 1964, la banda llegó por primera vez a Estados
Unidos. El debut lo hizo en el programa
televisivo The Ed Sullivan Show, que logró un récord de 73 millones de
espectadores. Los críticos consideraron que aquel acontecimiento marcó un antes
y un después en ese tipo de programación.
Desde entonces hasta la desintegración de la mítica
banda en 1970, en todos los escenarios que actuaron y cada salida de un nuevo
disco constituyeron un acontecimiento
musical irrepetible, donde la idolatría hacia los 4 beatles se hizo comparable
a la fe religiosa. “Let it be”, “Hey you”, “Yesterday”, “Come together”, “Love
me do” y otras canciones compuestas por John o McCartney se hicieron canto
permanente en millones de gargantas.
En 1971, Lennon, la figura más polémica y
comprometida con causas sociales y
políticas, decidió radicarse en Nueva York, junto a Joko, su segunda
esposa. Siguió haciendo música, cine,
escribiendo y practicando dibujo, pero su participación en actividades de
contenido sociopolítico se hizo más intensa, especialmente sus declaraciones en
contra de la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Al ser una figura de tanta
fama, el gobierno del presidente Richard Nixon lo consideró peligroso. No sólo
le negaron la residencia permanente durante mucho tiempo, sino que intentaron
su expulsión del país y sus pasos fueron seguidos por agentes de la CIA y del
FBI.
Al terminar el gobierno de Nixon y la Guerra de
Vietnam, Lennon se concentró más en su vida familiar –estuvo unos cuatro años
sin dar a conocer canciones–. Pero su estampa de rebelde, la participación en
manifestaciones a favor de la paz y el hecho de que canciones suyas, como
“Imagine”, se convirtieran en un himno de los pacifistas del mundo, creando dudas alrededor de las circunstancias que rodearon su muerte.
Algunos han derivado de aquel asesinato teorías conspirativas, insinuando que
el hawaiano Marck Chapman pudo haber
recibido instrucciones de algún órgano de poder estadounidense para cumplir
aquel acto criminal. A ello han contribuido declaraciones previas del propio
Lennon, como aquella en que dice al periodista Paul Krassner: “Si nos pasa algo a Yoko o a mí no será un
accidente”.
Lo cierto es que en la tarde de aquel fatídico 8 de
diciembre, cuando John regresaba con su esposa al edificio Dakota donde tenía su apartamento, lo estaba esperando
en la entrada un joven a quien unas horas antes él había complacido
autografiándole “Double fantasy”, su último disco. Cuando el ídolo volteó la
cabeza ante el saludo “Señor Lennon”, el desalmado respondió con cinco balas de
revólver. Declaró que quería ser famoso, pero no era un idiota en el sentido
que los médicos consideran la idiocia, aunque sobradamente desde su significado
común, por lo que aún está preso.
Hace 40 años de la muerte de John Lennon, quien
tenía exactamente esa edad cuando le troncharon la vida. Un malvado nos privó
del artista fecundo, pero no del mito que nos sigue acompañando, desde sus
canciones como Beatle mayor hasta el pensamiento que nos transmitió: “Mi rol en la sociedad o el de cualquier
artista o poeta es intentar expresar lo que sentimos. No decir a la gente cómo
sentir. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos
nosotros”.
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