viernes, 30 de agosto de 2019

Con el amor de la Dra. Kenya Carmen Dworkin a la ciudad de Tampa


La Dra. Kenya Carmen Dworkin es profesora asociada en el Departamento de Lenguas Modernas de Carnegie Mellon University, en Pittsburgh, desde hace más de dos décadas. Allí ha realizado un notable trabajo no sólo diseñando e impartiendo diversos programas de los planes de estudios de pre y postgrado, sino también desarrollando una constante y fructífera investigación en torno a la cultura hispana en Estados Unidos. En esta vertiente, la ciudad de Tampa ha estado en el prisma de  su atención  y  ha realizado valiosos aportes al conocimiento del origen y evolución del teatro hispano en Ybor City y a otros componentes de su multiétnica cultura, centrados esencialmente en la construcción de la identidad.
Con el privilegio de tener la amistad de Kenya –a quien publicamos hace un tiempo un interesante ensayo en la Revista Surco Sur–, me resultó cómodo el diálogo que ahora se presenta a los lectores de La Gaceta, entre los que hay muchos amigos suyos.
Cuando se conversa con la Dra. Kenya Carmen Dworkin, se descubre enseguida el amor que siente por la ciudad de Tampa. ¿Cómo, sin vivir en ella, nació esa pasión por esta ciudad floridana?
Había estado en Tampa en 1992, usando el archivo de la Universidad del Sur de la Florida (USF) para investigar ciertos temas para mi tesis doctoral. Entonces, no tuve la manera de establecer vínculos más allá de los investigativos con la ciudad, su historia, gente y cultura. Luego, en 1994, me llegó una invitación inesperada para participar en un pequeño simposio sobre los ‘Estados Unidos Hispánicos’ en USF, sustituyendo  a alguien que había tenido que cancelar a último momento. Lo que en mí comenzó como curiosidad e interés en asistir, terminó produciendo un encuentro que cambió para siempre mi vida. Una tarde, durante dicho simposio, nos ofrecieron una gira a pie por Ybor City, para conocer sus muchos edificios históricos y aprender de dos expertos sobre la comunidad que había construido ese nido para proteger a sus habitantes trabajadores y sus familias.
Uno de estos expertos, el inigualable Sr. Juez E.J. Salcines, se sentó a mi lado mientras visitábamos el Centro Asturiano. Poco a poco me contó varias anécdotas sobre la vida teatral de esta sociedad y otras, sobre todo sobre el Círculo Cubano y el Centro Español. Me dijo que había participado de niño en una sección juvenil y que a temprana edad había visto en el Centro Asturiano la zarzuela “Los Gavilanes”, presentada por Plácido Domingo padre y su esposa, Pepita Embil. Me contó muchas cosas fascinantes y quedé tan embelesada con el tema del teatro en Tampa que al volver a Pittsburgh, donde vivo y trabajo, me puse a investigarlo inmediatamente.

Encontré que se había estudiado o escrito escasamente sobre este tema. Por ello, me empeñé en descubrir y resucitar la gran historia del pueblo que estableció su propia tradición teatral, que se mantuvo desde la fundación de Ybor City hasta los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Al no encontrar muchos materiales, decidí empezar a localizar y entrevistar a tampeños que habían tenido algo que ver con el teatro –escritores, actores, tramoyistas, etc.– y fue así que empecé a hacer amistades y encontrar a quienes ahora son como mi familia. Así fue que me enamoré de Tampa, su pueblo hispano y su riquísima historia. Lo que experimento es una pasión que desde 1994 todavía late fortísimo en mi corazón. Y, como suelen decir, el resto es historia.
Toda su formación, desde la enseñanza primaria a la universitaria, ha sido en Estados Unidos. Sin embargo, Cuba, su país de origen, ocupa un gran espacio en su interés hacia la investigación histórica. ¿A qué lo atribuye?
Sí. Es cierto. Nací en Cuba casi por equivocación. Me adelanté demasiado (tres meses) pero no dejó de marcarme por siempre el haber nacido allí, de padres cubanos. Si no nací en la ciudad de Nueva York, estoy convencida de que fue el destino quien lo determinó. Yo tenía que nacer en Cuba. Es más, estoy segura de que el hecho de haber nacido en esa Isla y haberme criado tan lejos de ese suelo patrio hizo que mientras más edad cobraba más obsesión desarrollaba por aprender sobre Cuba y por conservar mi cubanidad y cubanía. Para mí, esto requirió y requiere mucho empeño, pero encontré mucha inspiración en la cultura cubanotampeña y en su teatro, y en su gente. La idea de que se podía construir una identidad cubana lejos del origen, tanto física como metafóricamente, como lo vi demostrado tantas veces en las calles de Ybor City y West Tampa, me embriagó. Ser cubana, identificarme como cubana y dominar el español leído, escrito y hablado siempre han sido y siguen siendo algo que me enorgullece. De hecho, pudiera parecer algo raro para algunos que no me identifico como cubanoamericana o Cuban American, como suelen hacer muchos, sino como cubana de pura cepa. No viví la experiencia del exilio; llegamos en marzo de 1956.
Tanta es mi obsesión que, en los ochenta tardíos, cuando comencé mis estudios doctorales en letras hispanas en la Universidad de California, Berkeley, decidí enfocarme en literatura, lingüística e historia latinoamericanas pero, sobre todo, las cubanas. Mi disertación trató el tema de la fallida propuesta de una verdadera independencia e igualdad racial en Cuba vista a través de las novelas cubanas de 1902-1933, sus tramas y sus protagonistas.
¿Cuánto hay de historia personal en la elección investigativa relacionada con la construcción de la identidad?
Claro. Ya he comentado sobre esto arriba, pero la cosa más fascinante para mí con respecto a la comunidad histórica cubana de Tampa es (1) el rol decisivo que tuvo en la lucha por la independencia cubana y, más aún, (2) que dichas comunidades emigradas contribuyeron no sólo a la definición de lo que debía ser la futura sociedad cubana, y sacrificaron mucho por ella, sino que también Martí mismo experimentó esa efervescencia patria y fue profundamente afectada por ella. Es decir, el pensamiento martiano fue moldeado en parte por los humildes tabaqueros y residentes de Ybor City y West Tampa. Esto es sumamente emocionante y debe henchir de orgullo a todos los descendientes de esos tabaqueros y especialmente a los cubanos.
¿Qué significado tiene el teatro y el arte hispano en general en la cultura de Tampa?
Pues, el teatro y el arte hispanos en Tampa funcionan como espejos de las distintas etnias que convergieron aquí en el tardío siglo diecinueve y después. Ofrecen una perspectiva, una óptica indisputable sobre los distintos grupos –cubanos, españoles e italianos– y así ponen al descubierto sus actitudes y actuaciones culturales, sociales y políticas. Dan testimonio al enorme esfuerzo que hacían los residentes latinos de la ciudad por mantener viva una fuerte conexión con sus países y culturas de origen. Era como un sustento anímico que les permitía sentir que aun estaban en su madre patria, aunque fuera por sólo unas horas.
Ahora sí, el teatro cubano, escrito localmente por miembros de la comunidad como Salvador Toledo, más que ningún otro permitía que desde las tablas de esta enclave latina se proyectara una identidad cubana emigrada que iba evolucionando de cubana, española, italiana y hasta anglo en una netamente tampeña, que recogía elementos de los cuatro grupos, pero demostraba siempre y con mucha chispa una fuerte impronta de cubanidad.
¿Qué perspectivas le ha ofrecido la mirada a fenómenos como el transnacionalismo y la diáspora, presentes en escritos suyos como “La patria que nace de lejos”?
Las situaciones fronterizas o transfronterizas en distintos lugares del mundo y, sobre todo, en el Caribe y América Latina, siempre me han fascinado. De alguna manera son un reflejo de mi propia quimera identitaria porque yo misma siempre he vivido entre varias fronteras culturales y étnicas. A pesar de todos mis estudios, de las muchísimas situaciones transnacionales que he analizado a través de la historia tanto en el mundo hispanohablante como en Europa y África, ningún ejemplo me ha servido mejor, profesional y personalmente, que el de Tampa y Cayo Hueso.
La población cubana pre-1960 en Tampa creó y vivió una verdadera realidad transnacional; la pos-1960 lo sigue haciendo también, pero bajo distintas circunstancias políticas y culturales. En casi todo sentido, los cubanos históricos de Tampa crearon en sus enclaves territorios cubanos ultramarinos que mantenían un vínculo inquebrantable con la Isla, su política, cultura, presente y futuro. La razón por la que hablo de ‘una patria que nace de lejos’ es precisamente por lo que ya mencioné, que la gesta independentista de los cubanos de Tampa y las contribuciones que hicieron a lo que terminó siendo la identidad nacional ya liberada la Isla, hizo de ellos y sus descendientes verdaderos hijos e hijas de la patria cubana. Así también nació y perdura mi propio concepto de patria, origen e identidad.
Como profesora, ha diseñado numerosos cursos sobre estudios hispánicos que se han incluido en los programas de distintos niveles de enseñanza. ¿Qué objetivos se ha propuesto con ellos y qué alcance han tenido?
Llevo más de 30 años enseñando y supervisando a estudiantes de pre y posgrado. Para mí, los retos siempre han sido los mismos, sin distinción de nivel, buscar una manera para que mis estudiantes aprendan y aprecien la lengua española en toda su diversidad y también entiendan y aprecien con conocimiento crítico las multifacéticas realidades históricas y actuales en toda su complejidad histórica, política, social, cultural y racial. Para ello, a veces me enfoco en un país (como Cuba o Estados Unidos) o una región (digamos los Andes, el Cono Sur, México, América Central) o un tema (la niñez en zonas de guerra u opresión, el género, lo afro, colonialismo e imperialismo). Otras veces uso una óptica transatlántica o hemisférica para poner en ‘diálogo’ las distintas realidades y sus causas (el mundo hispanohablante, las Américas, la emigración y el exilio). También, es muy importante para mí que los estudiantes egresen de la universidad no sólo entendiendo bien la interconexión que acabo de citar, sino que entiendan claramente cómo sus destrezas lingüísticas y culturales en español son herramientas que pueden y deben implementar en todos los demás aspectos de sus vidas profesionales y personales, porque llevan consigo instrumentos de suma importancia para ellos como ciudadanos del mundo, no sólo de este u otro país.
Recientemente usted vino a nuestra ciudad a participar en el Instituto sobre  José Martí y las emigraciones en el independentismo cubano, organizada por la Universidad de Tampa (UT). ¿Qué opinión le mereció este evento y qué repercusión puede tener en el futuro próximo?
Mi retorno a Tampa por el motivo de este Instituto y mi propia línea investigativa ­coincidieron de manera fortuita este verano, pero la invitación a participar como docente en esta empresa fue motivo de gran felicidad y orgullo para mí. Llevo más de dos décadas estudiando Tampa, su historia, su pueblo y su fuerte identidad cubana. Pero que el Fondo Nacional para las Humanidades (NEH), una entidad federal, haya decidido apoyar con una buena subvención la propuesta de los profesores James López y Denis Rey de traer a Tampa un grupo de docentes y estudiantes para que pasaran un mes empapándose de la historia, cultura y pueblo de esta maravillosa ciudad y sus vínculos con Cuba, la Guerra Hispano-Americana y más, fue para mí un reconocimiento importante del valor  no sólo del tema sino de mi interés y trabajo de hace 25 años.
Me emociona mucho que ahora haya otros estudiosos y escritores que se apasionen igual que yo hace tanto tiempo. Y la existencia del Centro de Estudios Martianos Afiliado en la Universidad de Tampa, el haber podido llevar a cabo exitosamente este primer Instituto NEH y poder contar con algún apoyo financiero e interés del Centro es muy prometedor de un proceso que seguirá produciendo. Lo mismo resulta de poder contar con la evaluación tan positiva que ha de salir sobre el Instituto, el interés de parte de escritores e historiadores locales y de afuera por seguir contribuyendo con sus energías y trabajos a nuevos productos –publicaciones, otros proyectos y eventos públicos–.
Hasta me tomo la libertad de recordar las palabras del mismo Apóstol para describir cómo veo lo positivo que es y será el impacto de todo este nuevo interés por este trabajo. La experiencia y los productos del Instituto son y serán “para el bien de todos”,  especialmente para los amantes de Tampa, Martí, Cuba, la historia y los pueblos valientes y exitosos.   









jueves, 1 de agosto de 2019

El Dr. James López dialoga sobre el Instituto alrededor de José Martí realizado en la Universidad de Tampa


El pasado 12 de julio concluyó en la Universidad de Tampa (UT)  un curso de verano que durante un mes profundizó en el estudio sobre José Martí y la participación de los inmigrantes de fines del siglo XIX de Florida en el independentismo cubano. El evento, convocado  por el Centro de Estudios Martianos afiliado a ese plantel universitario, fue organizado y dirigido con entusiasmo y rigor académico por los profesores Dr. James López y Dr. Denis Rey. López respondió a unas preguntas  para  La  ­Gaceta,  y nos complace compartir su visión acerca de una obra que desborda los marcos universitarios y se inserta en la historia de nuestra comunidad. 
¿Cómo surgió la idea de realizar la Conferencia “José Martí y las Comunidades de Inmigrantes de la Florida en la Independencia de Cuba y el amanecer del Siglo Americano en la Universidad de Tampa?
En 2016 mi colega Denis Rey y yo organizamos una conferencia en colaboración con USF llamada “Martí en Tampa”, cuyo propósito era convocar en nuestra ciudad, cuya historia está íntimamente ligada a la de Martí, a algunos de los especialistas más sobresalientes de Cuba y Estados Unidos sobre la obra martiana, muchos de los cuales no habían tenido contacto profesional en mucho tiempo por razones que no hace falta recalcar aquí, y con el fin de compartir en un ambiente ameno y productivo nuestro acercamiento a la figura y obra del Maestro. La relación profesional que el Dr. Rey y yo habíamos establecido hacía ya algún tiempo con el Centro de Estudios Martianos de La Habana, dio como fruto que en ese congreso se creara en la Universidad de Tampa la primera y única Cátedra Martiana en Estados Unidos.
Asistentes al Instituto en el "Parque Amigos de José Martí", en Ybor City
Con la sugerencia de una de las conferencistas –la brillante Dra. Anne Fountain–, solicitamos en nombre de esta cátedra una beca federal por medio de la Fundación Nacional para las Humanidades (National Endowment for the Humanities) para establecer lo que se denomina un Instituto de Verano para Profesores Universitarios (Summer Institute for College and University Teachers) en la Universidad de Tampa, dedicado al tema de Martí y su relación con las fascinantes comunidades de emigrantes cubanos que fundaron la ciudades de Ybor City y West Tampa a finales del siglo XIX.
Nuestra propuesta consistía en invitar a 30 profesores universitarios de múltiples disciplinas académicas (incluyendo a algunos candidatos a doctorado y profesores adjuntos) a hospedarse en Tampa durante cuatro semanas y dedicarse al estudio cuidadoso de la historia de la emigración cubana en Tampa, el papel fundamental que jugaron en la organización de la guerra de independencia cubana bajo el liderazgo de José Martí, y las causas y consecuencias de la intervención norteamericana en la Guerra Hispano-Cubano-Americana tanto en Cuba como en esta misma comunidad. Invitaríamos además a 13 académicos, especialistas en diferentes facetas de esta historia, para que compartieran sus investigaciones y sirvieran de guía y apoyo en los proyectos individuales que cada participante llevaría a cabo durante el programa. Naturalmente, conseguir una de estas becas es muy difícil, y nuestro primer intento no tuvo éxito. No obstante, persistimos, modificando la propuesta según los comentarios de los evaluadores anónimos, y nuestro segundo intento dio en el blanco.
Este año sólo se financiaron 10 institutos de verano en todo el país, incluyendo el nuestro. También vale mencionar que pocos institutos han ofrecido un programa tan extenso en términos disciplinarios (contamos con historiadores, literatos, sociólogos, ciencias políticas, y más) como en duración (son pocos los institutos de cuatro semanas). Es motivo de orgullo que la Universidad de Tampa, siendo una universidad relativamente pequeña, haya conseguido una beca de tanto prestigio, y con un presupuesto de 190 mil dólares, para fomentar el estudio de la historia de nuestra comunidad y la gran importancia que tuvo en su época tanto para Cuba como para los Estados Unidos.
¿Cómo se recibió la convocatoria de matrícula para ese curso de verano de un mes de duración?
Convocar y seleccionar a los participantes fue una labor titánica. Desarrollamos una estrategia de promoción dirigida a académicos en todo el país, y entre enero y marzo de 2019 recibimos casi 100 solicitudes, de las cuales escogimos a 30 finalistas y 10 alternos. Al final, recibimos en la Universidad de Tampa a 30 participantes provenientes de 15 estados más Puerto Rico, representando 10 disciplinas académicas. La naturaleza interdisciplinaria, junto con la diversidad geográfica, étnica y de género que logramos reunir mediante este instituto fue tal vez el aspecto más especial y productivo del mismo.
El trabajo de solicitar y seleccionar a los participantes fue difícil, pero excedió incluso nuestras expectativas, porque al final logramos lo más importante, que era crear una verdadera comunidad dedicada no sólo al estudio de esta materia, sino también a su enseñanza en aulas universitarias a lo largo del país y su presencia en conferencias académicas nacionales e internacionales. Logramos crear un equipo que garantizará la presencia de este importante capítulo de la historia estadounidense y cubana en los programas nacionales de estudio universitario para los años venideros.
Dr. López, ¿cómo se hizo la selección de los contenidos y profesores que estuvieron presentes en el evento?
Gracias a la experiencia de la conferencia sobre Martí en Tampa de 2016, y los muchos contactos académicos que he acumulado durante años, contaba con una nutrida selección de especialistas con los cuales podía armar un programa sobresaliente desde el punto de vista académico y también pedagógico. También hay que  tener  en cuenta que por el carácter interdisciplinario del instituto y nuestro deseo de que se tratara esta historia desde múltiples perspectivas, fue necesario contactar a especialistas que no conocíamos personalmente, pero cuyas obras habían contribuido material novedoso al estudio de la época que nos concernía. Y por último, queríamos crear un espacio para que nuestros expertos locales, aquéllos que siguen conservando y documentando esta historia maravillosa de Tampa, como el Honorable Emiliano Salcines, Maura Barrios y usted, tuvieran también la oportunidad de compartir su trabajo y su pasión por nuestra comunidad.
El instituto fue organizado temáticamente por semana. La primera semana estuvo dedicada a las comunidades de emigrados cubanos a finales del siglo XIX en Cayo Hueso, Ybor City, West Tampa y Nueva York. La segunda se dedicó exclusivamente a la vida y obra de José Martí. La tercera se enfocó en la Guerra Hispano-Cubano-Americana, sus causas y consecuencias. Y la última semana trató sobre las comunidades de Ybor City y West Tampa en el siglo XX y también en el desarrollo de los proyectos individuales de los participantes, los cuales se presentaron en forma de congreso durante los dos últimos días del instituto. Durante el instituto contamos además con el generoso apoyo del Tampa Bay History Center, Ybor City State Museum y el Departamento de Colecciones Especiales de la Universidad del Sur de la Florida, cuyo personal nos abrió las puertas y los archivos para que los participantes pudieran avanzar en sus trabajos de investigación, utilizando material que sólo se puede consultar en esa institución.
¿Hacia qué temas de los tratados se identificaron más los estudiantes?
Como le explicaba anteriormente, por las muchas disciplinas representadas entre los participantes, se descubrieron, se recuperaron y se iluminaron muchos aspectos de esta historia que nunca se me hubiera ocurrido estudiar anteriormente. Al terminar el instituto, el Dr.Denis Rey y yo nos sentíamos dos estudiantes más, gracias a todo lo que aprendimos. Acabé con una visión totalmente nueva de esta historia. Le doy algunos ejemplos: Una participante que estudia zonas pos-industriales en el sur de EE.UU. y el Caribe bajo el rótulo de lo “gótico” hizo un trabajo de archivo sobre Roberts City que nos destapó una parte fascinante de esta ciudad que pocos conocen. Otra está hallando increíbles paralelos de historia social entre ciudades tabacaleras en Galicia (A Coruña), North Carolina (Durham) y Florida (Key West y Tampa). Otro está viendo el impacto medioambiental de la industria tabacalera y la emigración cubana y siciliana en la Bahía de Tampa. Otra está viendo las posibilidades de desarrollar una filosofía pedagógica a partir de los escritos de Martí sobre la educación. Otra está recuperando los muchos periódicos de lengua española publicados en Cayo Hueso y Tampa entre 1868-1920. Más de uno está desarrollando novedosos materiales pedagógicos para incorporar esta historia y la obra martiana en clases de lengua española en universidades norteamericanas. En fin, me he quedado alucinado con la calidad y variedad del trabajo intelectual que este instituto ha generado.
¿Cómo evalúa el desarrollo y resultados del curso?
Creo que mi evaluación de los resultados del instituto ha quedado evidente en los comentarios anteriores. Yo tiendo hacia el optimismo, pero nunca me hubiera imaginado que el instituto saliera tan perfecto, no sólo en lo intelectual sino también en lo afectivo. Los comentarios de los participantes han sido unánimes al respecto. Para todos, incluyendo a los profesores, presentadores y nosotros los organizadores, ha sido una experiencia única que nos ha confirmado nuestro sentimiento desde hace muchos años: que la historia temprana de Tampa representa un núcleo clave para comprender múltiples aspectos de la historia norteamericana y cubana, y que constituye además un capítulo imprescindible para los que pretenden estudiar a fondo la obra de José Martí.
¿Qué perspectivas hay de continuar desarrollando este tipo de curso y con qué frecuencia sería posible?
Esperamos repetir el instituto en el verano de 2021. Después del año inicial hay que pasar por una auditoría y una evaluación bastante rigurosas, por lo que hay que esperar un año antes de solicitar la beca nuevamente. Sin embargo, dado el enorme éxito de este primer instituto, nos sentimos optimistas respecto de la posibilidad de preparar una propuesta favorable para un segundo instituto de este tipo.
¿Cómo se refleja en la comunidad el desarrollo de este evento académico?
¡No sólo la comunidad local, sino la nacional e internacional! De este instituto ya están previstos varios proyectos colaborativos. Estamos viendo la posibilidad de solicitar otra beca para recuperar y digitalizar los periódicos de la emigración cubana en Cayo Hueso, Ybor City, West Tampa y Nueva York, en la cual participarían varios de los profesores invitados y participantes del instituto. También se están organizando ya algunos paneles para conferencias internacionales en 2020 sobre la obra de Martí, considerándolo no sólo como el líder político de la independencia cubana, sino también como un importantísimo escritor norteamericano, que durante sus 15 años en este país registró y comentó, con esa agudísima visión de que disponía, los acontecimientos más importantes de los Estados Unidos en un momento crucial de su historia.
En fin, gracias a este instituto, la historia de Tampa, y de Martí, ocupará un lugar cada vez más prominente en las universidades, conferencias y publicaciones académicas en el mundo entero.