viernes, 22 de marzo de 2024

La Feria del Libro de Tampa en la libertad de pensamiento

 Es una pena que algunos medios de difusión -algunas personas– hayan prestado más atención a un circunstancial e inesperado ingrediente político de la Feria del Libro de Tampa que al propósito cultural que desde la literatura se propuso y se hizo evidente en su programa y realización. 

Aunque en la feria estuvieron argentinos, chilenos, venezolanos, estadounidenses y originarios de otros países, el virus político asomó solamente en el componente cubano, si bien la mayor parte de los organizadores, incluido quien preside la directiva, son de origen cubano. Pero no se trató –no se trata, pues la feria continuará– de una feria del libro cubana, sino internacional como indica su nombre, aunque algunos de los que prefieren la crítica dañina han querido disminuir esta amplitud espacial fijándose más en las ausencias que en las presencias.

De izq. a der.: Alberto Sicilia, Joaquín Gálvez y Luis de la Paz.

He visto breves artículos alarmados por la asistencia de una delegación cubana a la Feria del Libro de Tampa. Cualquier lector no avisado relacionará la palabra delegación con toda una comisión enviada por el gobierno cubano al evento literario tampeño. Y no es así. La Comisión Organizadora de la Feria no tiene enlaces con ningún gobierno y no puede vincularse incluso con el de la ciudad donde nació, aunque cursara una invitación cortés a su alcaldesa para su inauguración.

No sabemos, ni preguntamos, si en la feria estuvo alguien que admira a Nicolás Maduro, pero sí que la organizadora del hermoso pabellón infantil del evento es una venezolana opositora al régimen que prevalece en su país.  No sabemos si entre las diferentes carpas llenas de libros anduvo algún devoto de Daniel Ortega, pero si estuvo uno de sus opositores debió sentirse representado cuando en algunas salas se levantó la voz contra todas las dictaduras y toda forma de represión al pensamiento.  

Es verdad que estuvo en la feria algún cubano cuya firma aparece en  una declaración que justifica la represión gubernamental frente a quienes tienen todo su derecho a condenar su gobierno. Ese cubano pudo ver la ausencia de odios en muchos de los que le dieron la mano y, dígalo o no, pudo encontrar en ese acto más limpieza que la que lo compulsó a una firma que tal vez tuviera más motivación existencial que convicción ideológica.  Podría, sí, sugerírsele con respeto a los organizadores de la feria que miraran al currículo de sus invitados, porque la presencia de escritores vinculados a  regímenes represivos pudiera herir a quienes tuvieron que abandonar su país por políticas que ellos respaldaron. Así, aunque muchos de los que se han sentido heridos apoyaron antes la misma política que hoy combaten desde una prudente distancia.

Liliana Villavicencio, quien dirigió magistralmente el Pabellón Infantil (Yborín)

Si algunos medios de difusión –y personas– se hubieran fijado en la felicidad de cientos de rostros que en el marco de la Feria del Libro de Tampa se saludaban, abrazaban, mostraban y firmaban sus libros, escuchaban poemas de amor y esperanza, en el magnífico coro de niños cuya música se percibía entrando en el corazón de todos los presentes, en las lágrimas de emoción arrancadas desde el amor de un libro para la atención a niños autistas, en las palabras de un tampeño amoroso sobre los lectores de tabaquería, en las nuevas amistades anudadas alrededor de la literatura, en tantos momentos hermosos y profundamente humanos donde hay más luces que sombras, entonces los medios de difusión –las personas–, estarían trabajando para el mejoramiento humano del que habló José Martí, palabras con que dio inicio la Feria Internacional del Libro de Tampa.

viernes, 15 de marzo de 2024

Ismaelillo, en la inauguración de la Primera Feria del Libro de Tampa

 Esta noche no es para la presentación de libros. Pero hacemos una excepción, una deferencia a uno de los más grandes escritores hispanoamericanos, al que consideramos un invitado de honor. Al presentar un libro suyo, le damos presencia en esta sala y durante todo el evento.

Porque es un escritor que cuando llegó a Tampa por primera vez, invitado a una velada artístico-literaria, trajo consigo un pequeño libro que hemos reeditado para esta ocasión, un libro de poemas en cuyo exordio el   autor confesó su fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud. Claro que hablamos de José Martí y su poemario Ismaelillo, inscrito por la crítica literaria en la fundación del Modernismo.

Perfil editorial y diseño de Edgar Jerez

Como sabemos, Martí llegó al andén ferroviario de Ybor City, a pocas cuadras de aquí, en la primera hora del 26 de noviembre de 1891.

La velada artístico-literaria de aquel anochecer se convirtió en el amanecer de la independencia de Cuba. Allí se prometió fundar una república cuya primera ley fuera, de verdad, el culto de cada cubano a la dignidad plena del hombre.

La dignidad plena del hombre entraña, primeramente, el derecho a la libertad, al trabajo como fuente de progreso, la sensibilidad hacia todos los seres humanos, al límite de sentir en la mejilla el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre, más allá del color de la piel, del rango social, de la ideología, de la elección política, imaginario que echó raíces en el alma cubana desde el discurso de aquella noche, a pocos metros de esta sala: Con todos y para el bien de todos.

En aquella velada también hubo versos, canciones, añoranza de patria y compromiso de redimirla. Fueron solo tres días los que en aquella primera visita estuvo Martí en Tampa, el mismo tiempo que debe durar esta feria del libro. El dejó el Ismaelillo en manos de Eligio Carbonell, ustedes dejarán decenas de libros en manos de habitantes de Tampa procedentes de diversos orígenes y serán libros útiles.

Aquel Ismaelillo de Martí, dedicado a su hijo, ha tenido decenas de ediciones, casi todas en Cuba. Pero en Tampa, que fue tan significativa para él y donde él mismo lo trajo, no se había editado. Por ello, pensamos útil hacerlo ahora, en el marco de nuestra Primera Feria Internacional del Libro, y mostrarlo en su momento de inauguración en la ciudad que él llamó Tampa fiel.

Porque es una noche de gratitud, se hace esta excepción con un escritor mayor de Nuestra América, al presentar un libro suyo que le da presencia en esta sala y en todo el evento de tres días. Muchos de los escritores que están hoy aquí y han traído sus libros, vienen a Tampa por primera vez. Cuando Martí trajo su Ismaelillo, también vino por primera vez, sin saber entonces que con aquel poemario se estaba abriendo el camino –como con tanta prosa poética suya– a la fundación del Modernismo literario. Después vino 20 veces más y esperamos que algunos de nuestros visitantes superen esa cifra.

En esta edición del Ismaelillo que presentamos, creímos útil un breve preámbulo donde se enlazaran el libro y Tampa y unas notas finales para los lectores no informados sobre el destino de aquel niño a quien se le dedicara uno de los poemarios más hermosos que un padre haya escrito a su hijo ausente. Por ello, junto a varias fotografías de José Francisco Martí Zayas-Bazán, se ofrecen datos biográficos suyos, para que, al leerse esta obra a los 133 años de haber llegado a Tampa por primera vez, sepamos cuál fue la vida de aquel niño al que su padre llamó caballero, reyecillo, príncipe…

Después de todo, leer una y otra vez el Ismaelillo, además del disfrute estético que produce siempre la buena poesía, es también sentir a Martí entre nosotros, entonando un canto eterno a la libertad y al amor, que tanta falta nos hace.

 Muchas gracias.

lunes, 4 de marzo de 2024

Una agradable charla con la tampeña Liana Fuente

 Cuando se conversa con Liana Fuente, se adivina enseguida la estirpe de su apellido, insertado en la historia de la industria del tabaco en  Tampa. Siguiendo a los grandes titanes que fundaron Ybor City y West Tampa a fines del siglo XIX, hombres como Arturo Fuente le dieron continuidad a ese legado en el siglo XX, contribuyendo al florecimiento de una ciudad que llegó a ser la capital mundial de la fabricación de puros.

Arturo, el bisabuelo de Liana, llegó desde Cuba a principios del siglo XX y en 1912 instaló su primera fábrica, inscribiendo un sello que 112 años después mantiene su prestigio alrededor de un hábito cuyo hechizo se envuelve, como su humo, entre la censura y la alabanza.

Conversando en La Gaceta con Liana Fuente

Fuente interrumpió la elaboración de tabacos en 1924, cuando su fábrica en West Tampa fue destruida por un incendio. La restableció en 1946 y durante las décadas de 1950 y 1960 estuvo produciendo en el edificio situado en el 2708 N 18th St., el que acaba de adquirir su biznieta. Su abuelo Carlos y su padre Carlos Jr. expandieron la firma Arturo Fuente Cigar Co. por el Caribe al perderse el mercado cubano a inicios de los sesenta, para consolidarse en República Dominicana. Pero, hasta hoy, conservan en Tampa su distribuidora a través de Ybor’s J.C. Newman Cigar Co., desde donde hacen llegar el tabaco a todo Estados Unidos.

Ahora, cuando Liana se empeña en dar vida al edificio, en cuya estampa se adivina desde lejos una vieja fábrica de tabacos, conversar con ella es darle voz a un fragmento de la historia de la ciudad. 

En tu decisión de comprar un edificio que perteneciera a tu abuelo Arturo Fuente,  ¿cómo se equilibra el impulso sentimental y la utilidad inversora?

Para ser honesta, todo comenzó como un impulso sentimental. No podía soportar que una parte de la historia de Fuente pudiera ser destruida, y mucho menos que el edificio en que estuvo la fábrica de tabacos, que tiene casi 100 años y es una parte crucial de la historia de Ybor, pudiera desaparecer. En la parte alta de esa misma  fábrica vivieron mis bisabuelos Arturo y Cristina. También, allí vivió mi abuelo Carlos, quien trabajó al lado de su padre Arturo, haciendo crecer el negocio familiar.

En el primer piso de ese edificio trabajaban hasta 500 tabaqueros. La empresa proporcionó empleos a la comunidad y todos se acercaron y se cuidaron unos a otros como una familia.

Mi padre Carlos P. Fuente (Carlito) y sus hermanos también crecieron allí. Cuando cierro los ojos, a menudo pienso en esos maravillosos recuerdos nacidos allí. Puedo imaginar el olor del café cubano recién colado, entre conversaciones y risas. No podía aceptar que eso fuera destruido. Sabía que la adquisición tenía que tener sentido financiero, si lograba hacerla funcionar como negocio y, a la vez, mantener viva la historia de este edificio. Por ello, mi proyecto es restaurar la vieja edificación y  traerla de vuelta a la vida, para que siga siendo una de las joyas preciadas de Ybor City.

Aquí, pretendo ofrecer espacios a empresas, especialmente  a mujeres propietarias y crear una comunidad con sentido histórico y cultural. Espero que algún día mis hijos y las generaciones futuras mantengan viva nuestra historia a través del lugar donde existió  esta hermosa e histórica fábrica.

Tu abuelo legó un apellido a la cultura del tabaco que goza de un prestigio a nivel internacional. ¿Qué momentos de su vida y su obra te resultan más inspiradores?

Aunque tuve la suerte de conocer a mi bisabuela Christina, mi bisabuelo Arturo falleció antes de que yo naciera, pero lo mantengo vivo a través de las historias familiares que crecimos escuchando. Una de las cosas que tengo muy ­presente es el hecho de que nuestra familia era muy trabajadora y unida.

Su ética de trabajo y tenacidad se impregnaron en sus hijos y nietos. Él todavía está vivo en todos nosotros.

Hasta la década de 1960, la firma de Arturo Fuente cuenta con la hoja de tabaco cubana para la calidad de su elaboración de puros. Sin embargo, con el rompimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, tuvo que reinventarse para mantener su empresa.  ¿Como se recuerda en tu familia el esfuerzo de tu abuelo en su paso por Centroamérica hasta su triunfo en República Dominicana?

Cuando llegó el embargo estadounidense a Cuba, destruyó la industria tabaquera en Ybor City. Mi abuelo Carlos A. Fuente tuvo la previsión de invertir antes del embargo y comprar la mayor cantidad de hoja de tabaco cubano que pudo antes de que fuera prohibido. Fue esa previsión la que permitió a la empresa permanecer en el negocio durante años, a pesar de que muchas fábricas tuvieron que cerrar. Durante ese tiempo, mi abuelo Carlos experimentó mezclando tabacos de todo el Caribe, incluidos Puerto Rico, Honduras y Nicaragua.

 En 1980 encontró el futuro hogar de Arturo Fuente Cigars en el corazón de la República Dominicana. Fue allí donde su hijo Carlito lo ayudaría a llevar la compañía a nuevas alturas con la creación de la famosa línea denominada Hemingway y, más tarde, el primer tabaco premium totalmente dominicano, la línea Fuente Opus X, que dio reconocimiento mundial a toda la compañía. Fue la tenacidad y el valor de ellos lo que realmente permitió que la familia prosperara.

¿Qué papel ha jugado tu padre, Carlos Fuente, en el sostenimiento de una firma que sigue gozando de reconocimiento en el mundo?

La pasión de Carlos por la calidad y por elevar el prestigio de la marca ha llevado a la empresa  al más alto nivel. Su visión para todos los  detalles de la manufacturación del tabaco, unida a su  personalidad embriagadora captaron la atención y determinaron la lealtad de muchas personas. Cada día lleva la empresa a más alto nivel, superando todos los límites para lograr mejores mezclas y envases para mantener intacta la integridad de la marca familiar.

¿Qué significa Tampa para la familia Fuente y, específicamente, para ti?

Tampa es mi hogar. Es la cuna de nuestro centenario negocio familiar de tabacos. Amo mi cultura, música y tradiciones cubanas, que siempre estuvieron presentes mientras crecía en esta mágica ciudad. Tampa es donde conocí a mi esposo y donde me casé, es la comunidad a la que me enorgullece hacer un aporte, es el lugar donde viven mis familiares y amigos más queridos. Tampa es donde está y siempre estará mi corazón.

¿Cuál es tu proyecto con el edificio ubicado en 2708 N 18th Street?

Mi objetivo para 18th Street Factory es restaurarla a su estado original, pero con las comodidades modernas de hoy. Quiero que la gente reviva los viejos tiempos con el ambiente ecléctico de Ybor City.  Planeo, a largo plazo,  tener viviendas arriba y tiendas minoristas abajo. La parte comercial incluirá una barra de vinos y café que ofrezca una variedad de deliciosos comestibles provenientes de panaderías locales y que representen a las diferentes culturas de esta rica ciudad. Planeamos tener un negocio propio para mujeres y presentar a varios artistas locales en su interior. Aunque todavía es un proyecto en progreso, lo único que puedo prometer es que haré todo lo posible para que la fábrica de cigarros Arturo Fuente más antigua siga existiendo por otros 100 años; porque mi familia, nuestro legado , y nuestra hermosa ciudad lo merecen.