viernes, 29 de septiembre de 2023

Diálogo con Pedro Pierluisi, gobernador de Puerto Rico

 El sábado pasado el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, estuvo de visita en Tampa, donde se reunió con varias personalidades de la ciudad y tuvo un encuentro con la prensa en el Hotel Haya, donde, a modo de entrevista exclusiva, le formulé algunas preguntas a las que respondió con claridad y gentileza.

El abogado y político Pedro Rafael Pierluisi Urrutia, miembro del Partido Nuevo Progresista y del Partido Demócrata de Estados Unidos, es gobernador de Puerto Rico desde enero de 2021. Anteriormente, había ocupado el cargo de Comisionado de su país ante el Congreso de Estados Unidos, se había  desempeñado como secretario de Justicia y a su currículo había sumado otras responsabilidades, por lo que asume el cargo actual como un político experimentado.  Ahora, con diversos logros económicos y sociales durante menos de tres años al frente del gobierno de la Isla, aspira a ser reelegido en noviembre de 2024.

Con Pedro Pierluisi, gobernador de Puerto Rico

El próximo 3 de noviembre se cumplen tres años de usted haber sido electo como Gobernador de Puerto Rico. En un momento difícil, cuando renuncia Ricardo Roselló en medio de un levantamiento popular, la Isla aún no se había recuperado del ciclón María, comenzaba el Covid-19 y acciones de corrupción y violencia se apreciaban en el país, ¿con que expectativas -y compromiso- comienza su gobierno?

Bueno, yo comencé apelando a la unidad, desde el punto de vista de identificar las causas comunes. Cuando yo comienzo hay una legislatura en manos de un partido que no es el mío. Asimismo, hay una Junta de Supervisión en Puerto Rico tomando decisiones que afectan al bienestar de la Isla y limitan las acciones del gobierno democrático. Y veníamos de ese pasado que mencionas en tu pregunta. O sea, que era como un mar turbulento, como un territorio minado.  Así que yo identifiqué una serie de causas comunes en mi primer mensaje de aceptación del cargo y en otras intervenciones inmediatas y dije: se necesitan dos para pelear, no pierdan el tiempo conmigo. Entonces senté una técnica de evitar controversias innecesarias, porque entendí que el gobernante tiene que pensar en el otro.

En Puerto Rico, ahora tenemos cinco partidos, antes eran tres.  Ahora hay más polarización, y todavía queda un sector de la población muy incómodo, desilusionado por cosas que pasaron. Mencionaste corrupción, los efectos del ciclón María, también la insolvencia del gobierno que dio lugar a una recesión duradera.

Cuando uno añade todas esas cosas, entiende que va a haber una resistencia y, hasta cierto punto, una rebeldía. Entonces a mí me toco calmar esas aguas. Eso es lo que hice y a pesar de tan grandes obstáculos, el gobierno ha funcionado, tiene estabilidad y mantiene una excelente relación con el Gobierno Federal. En este tiempo, la economía ha estado creciendo, tenemos el nivel de desempleo más bajo de nuestra historia, con cien mil puestos de trabajo adicionales, en una economía que cuenta con 1.1 millones de empleos.

Desde ocupar el cargo el 2 de enero de 2021, usted ha podido encaminar una obra de gobierno que se aprecia en el crecimiento de infraestructuras, como carretas, dragados, placas solares; proyectos a favor de la educación y la salud, aumentos salariales, nuevos empleos, pensiones..., lo que ha implicado un mejoramiento económico y social en la Isla, ¿ello le da confianza frente a la aspiración de ser reelecto para un nuevo período en las elecciones de noviembre 2024?

Sí, la reconstrucción del país ahora va a un paso más acelerado que cuando yo llegué al Gobierno y eso me da confianza para ir a la ­reelección. No es que me esté anticipando, pero, por la experiencia en la vida pública y los múltiples debates en las campañas en que he participado, puedo anticipar los resultados. Ahí están los datos específicos que dicen lo que nuestra administración ha hecho hasta el momento, y lo que nos falta por hacer, lo que podemos hacer en ocho años en el gobierno. Eso va a contrastar con otros desde las gradas, con otros haciendo críticas y promesas. Las críticas y promesas es lo que siempre se ve. Lo que usualmente no se ve es un incumbente diciendo: yo estoy satisfecho con mi esfuerzo, orgulloso de lo que hemos logrado y listo para seguir cuatro años más.

Tu mencionaste ­algunas cosas importantes. Por ­ejemplo, las pensiones públicas, en cuya defensa mantuve una posición firme e inquebrantable, al proteger a los pensionados del gobierno del país para que el proceso de la reestructuración de la deuda no les dañara. Al final, logramos que hubiera cero recortes para ellos. Eso no fue fácil, pero lo logramos.

También se han logrado avances en educación. Para Florida han estado viniendo maestros que necesitamos en Puerto Rico. Para desestimular eso, utilizamos algunos fondos recibidos del Gobierno Federal para atender la pandemia del Covid-19 a favor de elevar el salario en mil mensuales a los maestros. Ahora la Junta de Supervisión –que estará todavía por dos o tres años más– está comenzando a suplantar esos fondos federales por fondos estatales, pero se le hizo justicia salarial a nuestros educadores. En este aspecto, también me uní a Miguel Cardona, secretario de Educación de EE.UU., para descentralizar el Departamento de Educación, demasiado grande y burocrático. La propuesta es mantener el Departamento de Educación, pero crear agencias educativas locales, como las que existen aquí, digamos Hillsborough County Public Schools. Lo que queremos en Puerto Rico es tener entre 7 y 10 entidades a nivel regional, más cercanas a los maestros, a los estudiantes y a los padres. A ese nivel se pueden tomar decisiones y que el rol del Estado, del Departamento de Educación a nivel central, sea ocuparse de las políticas públicas, de los currículos generales, con los requisitos que rige la ley, sea estatal o federal. En eso estamos trabajando ahora, conscientes de la importancia de la educación.

Usted es miembro del Partido Nuevo Progresista de Puerto Rico, pero también del Partido Demócrata de Estados Unidos. ¿Qué opina de la presidencia y posible reelección de Biden?

Yo apoyo la reelección de Biden porque pienso que ha hecho una labor encomiable. Ha mantenido en crecimiento la economía de Estados Unidos, a pesar de todos los retos. Ha logrado que el Congreso apruebe legislaciones avanzadas en diversas áreas, incluyendo la revitalización de la infraestructura que estaba desatendida en este país; asimismo, en el tema de la ­tecnología de los semiconductores, atrayendo otra vez ­inversiones estadounidenses que se habían marchado a otras regiones.

Asimismo, pienso que ha sido sensible a lidiar con el problema de la inmigración. Además, ha sido efectivo a nivel internacional, estableciendo coaliciones, enfrentando lo que está sucediendo en Ucrania. Yo lo apoyo por todo eso, pero también por la forma en que ha atendido nuestros reclamos en estos años, cuando Puerto Rico está en medio de un difícil proceso de reconstrucción.

Pierluisi conversa con el editor en español de La Gaceta

El estatus político de Puerto Rico es complicado. Usted es el jefe de Gobierno, pero el jefe del Estado es el Presidente de EE.UU., excepcionalidad derivada del Estado Libre Asociado creado en 1952. Desde entonces, tres variantes han movido las aspiraciones políticas puertorriqueñas: mantener ese estatus, la independencia, o la estadidad. Por momentos, las distancias entre uno y otro han experimentado distintos niveles de aceptación. Desde su condición de político, ¿cómo calibra el futuro del estatus de Puerto Rico?

Enlazando esta pregunta con la anterior, creo que, si los demócratas retoman el control de la Cámara, mantienen el del Senado y el presidente Biden continúa en la presidencia, el terreno va a estar muy fértil para aprobar un proyecto de ley que le ofrezca a Puerto Rico la oportunidad de convertirse en un estado más de la nación americana. 

Yo veo la estadidad como igualdad en el trato a todos los ciudadanos estadounidenses, como un ‘trátame igual’.

Si el puertorriqueño es ciudadano de Estados Unidos, ¿como es posible que no vote por el Presidente estadounidense?, ¿como es posible que no tenga representación con voto en el Congreso, en la legislatura de esa nación? ¿Como es posible que se le trate diferente en programas tan importantes como el Medicare, el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP) o en Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI)?

El planteamiento nuestro es de una estadidad como igualdad con todos los ciudadanos estadounidenses, pero defendiendo el concepto de que somos puertorriqueños. Lo he dicho antes: a mí nadie me quita mi puertorriqueñidad, nadie me va a quitar mi español, mi manera de ser, mis gustos, mis costumbres; siempre voy a bailar salsa, a comer arroz con habichuelas y alcapurrias.

La identidad no está en juego, aunque pienso que no debe ser una causa partidista en EE.UU., porque los republicanos deberían apoyarla de igual manera; pero no entienden a Puerto Rico, lo ven como un estado totalmente liberal y no es así: hay gente liberal y conservadora, igual que en EE.UU. y en todas partes.

Para mí, la estadidad es mi causa mayor y la pregunta no es si se va a lograr, sino cuándo se va a lograr.

Si hoy el Congreso de EE.UU. hace esa pregunta, fácilmente observará que más del 60% de los puertorriqueños van a votar por la estadidad. Ya no sería el planteamiento de un sueño, sino una realidad: elegir Sí o No. El voto por la estadidad va a ser abrumador.

Pero en el plebiscito de 2020, aunque más de un 52% votó a favor de la estadidad, algo más de un 48% no la aceptó...

Pero ha ido creciendo la aceptación de la estadidad. Mira, en EE.UU. también hay estados donde muchas personas creen que debiera ser independiente. Ocurre en Texas, en California, en Hawái. No lo veo como un obstáculo. Las democracias funcionan a base de las mayorías, no de la unanimidad.  Y hablando del destino de un pueblo, la realidad es que nosotros hemos sido ciudadanos estadounidenses por más de cien años en que hemos sido parte de su territorio. La mayoría de la población puertorriqueña quiere mantener esa ciudadanía. Incluso se da la contradicción de que hay personas que defienden la soberanía, pero no quieren perder la ciudadanía estadounidense. Lo lógico sería lograr la ciudadanía completa, con todos los derechos del ciudadano estadounidense, sin dejar de ser puertorriqueños.

Finalmente, hablamos brevemente acerca de los grandes escritores españoles que vivieron en Puerto Rico, como Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Pedro Salinas. Entonces comentamos sobre la Primera Feria del Libro que estamos organizando en Tampa para marzo de 2024, le solicitamos apoyo y le invitamos. Generosamente, el Gobernador de Puerto Rico nos prometió ayuda y deseos de éxitos para un evento donde también estarán las letras de Puerto Rico. 

Publicado en La Gaceta el 29 de septiembre, 2023.

 

 

viernes, 22 de septiembre de 2023

Breve apunte sobre el influjo de William Faulkner en escritores latinoamericanos

 Este 25 de septiembre se conmemora el 126 aniversario del natalicio de William Faulkner, uno de los escritores estadounidenses más importantes de todos los tiempos, reconocido en 1946 con el Premio Nobel de Literatura.

William Cuthbert  Falkner –cambió el apellido a Faulkner cuando empezó a publicar–  nació en  New Albany, una ciudad del condado de Union, cerca del Mississippi. Ese es el escenario de una serie de novelas de estilo barroco que a fines de la década de 1920 lo dieron a conocer.

La primera de ellas fue Sartorius (1929) y ese mismo año publicó El sonido y la furia, la que, según la crítica, marca su madurez como narrador.

En 1930, publicó Mientras agonizo y en 1931 Santuario, donde se refleja una brutal violación. En todas estas obras, consideradas sureñas, habitan indios, negros, ermitaños, blancos pobres, en un ambiente marginal cargado de violencia, corrupción, abandono.

En 1936, dio a conocer ¡Absalón, Absalón!, inspirada en un personaje bíblico –la rebeldía de Absalón contra su padre, el rey David– donde el autor expone la historia de la familia Sutpen en el marco de la Guerra de Secesión. Para la crítica literaria es una obra enigmática y de gran complejidad técnica, que profundiza en las raíces y comportamiento del racismo en Estados Unidos, y donde el amor, la venganza y el honor se explican en el contexto histórico y cultural de esa época.

Sin embargo, aprovecho estas líneas para llamar la atención sobre una obra que no tuvo la consideración de las anteriores en el país del autor y, en cambio, fue muy bien valorada en Latinoamérica, región en la que el autor ha tenido una enorme influencia. Me refiero a Las palmeras salvajes, correspondiente a 1939. Su título original es también de origen bíblico –Si yo de ti me olvidara, Jerusalén (Salmo 137 versículo 5)–. Aquí inserta dos historias, como dos novelas, en una:  Las palmeras salvajes (Wild Palms) y El viejo (Old Man), cada una de cinco capítulos que se alternan, a pesar de abordar temas diferentes y discurrir en tiempos diversos. Mientras en Las palmeras… la mujer (Charlotte) huye del marido con otro hombre, en El Viejo un preso fugitivo rescata a una mujer embarazada a orillas del Mississippi, a riesgo de que fracase su huida en un bote. Sin embargo, ambas se complementan para la comprensión de la trama central.

Esta novela no tuvo en Estados Unidos la recepción que disfrutaron otras obras de Faulkner, pues hirió el pudor de muchos por las provocativas escenas sexuales y “malas palabras” que incluye, pero tuvo la suerte de encontrar la traducción al español en uno de los escritores mayores de Hispanoamérica: Jorge Luis Borges, quien la tradujo en 1940, al año de publicada.  El argentino la tradujo de la versión inglesa de los editores Chatto y Windus, quienes evitaron algunas expresiones impúdicas, por lo que, a diferencia de lo que muchos creyeron, no fue Borges quien se ruborizó con el lenguaje de Faulkner. Hasta hoy, es la del autor de El Aleph la mejor versión española de Las palmeras salvajes, novela que, como otras del estadounidense, tuvieron una gran influencia en los mejores escritores latinoamericanos del siglo XX, entre ellos los también Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, José María Arguedas y Mario Vargas Llosa, quienes en diversas ocasiones confesaron lo mucho que aportó a su formación la lectura del escritor norteamericano.

Para Gabriel García Márquez “la deuda mayor que tenemos los nuevos novelistas latinoamericanos es con Faulkner”, como confesó, en 1967, durante la célebre conversación que sostuvo con Mario Vargas Llosa en la Universidad Nacional de Ingeniería, en Lima. El autor de Cien años de soledad llegó a decir que a Faulkner podía considerársele también como a un escritor del Caribe. “El método ‘faulkneriano’ es muy eficaz para contar la realidad latinoamericana. Inconscientemente, fue eso lo que descubrimos en Faulkner. Es decir, nosotros estábamos viendo esta realidad y queríamos contarla y sabíamos que el método de los europeos no servía, ni el método tradicional español; y de pronto encontramos el método faulkneriano adecuadísimo para contar esta realidad. En el fondo no es muy raro esto porque no se me olvida que el condado de Yoknapathawpa tiene riberas en el mar Caribe; así que de alguna manera Faulkner es un escritor del Caribe, de alguna manera es un escritor latinoamericano”.

Faulkner, quien en medio de un empecinado alcoholismo siguió escribiendo hasta el final de su vida, falleció en Byhalia, un pequeño pueblo del Mississippi, el 6 de julio de 1962, a causa de un infarto de miocardio. Sus restos descansan en Oxford Memorial Cemetery, pero su obra, en el pináculo de la literatura universal, sigue viva en miles de lectores, y muy especialmente en los de Latinoamérica.

viernes, 15 de septiembre de 2023

Tantas razones para odiar a Emilia, una novela de Fernández Pequeño

 Acabo de leer la novela Tantas razones para odiar a Emilia, última obra del escritor José Manuel Fernández Pequeño. En estas breves notas sobre la novela, no pretendo emitir un juicio crítico de alcance literario, sino algunos comentarios desde la impresión como lector, eludiendo que la amistad que durante muchos años sostengo con el autor influya en la opinión sobre el texto.

Comienzo por el título, el que me llamó la atención desde conocerlo, cuando Ediciones Furtivas lo dio a conocer en el verano de 2021. ¿De dónde habría sacado Pequeño razones para el verbo del título, si lo conocemos como un ser altruista, buena persona? ¿Qué mensajes disimulaba el autor detrás de un nombre de mujer que se está haciendo amar por miles de lectores? Si en los polos extremos los opuestos se juntan, ¿puede el amor, desde ese linde, entrar al territorio del odio?

José M. Fernández Pequeño

Pero tal vez el antónimo de amor no sea necesariamente odio, como generalmente creemos, sino miedo. Así me parece al leer la novela, en cuyo protagonista se adivina el temor de amar a una mujer casada  y provocativamente bella que, sin embargo, desafía las reglas de un machismo caribeño que desaprueba el sometimiento a la voluntad femenina. Entro en las páginas buscando explicarme la tirria a Emilia, que la sospecho dueña de la mayor parte de la trama que como un artífice de la palabra construye el autor;  y no descubro el odio, sino un miedo innombrable, más que a ella, a traspasar los códigos del orgullo, toda vez que aparece como una femme fatale que controla y dosifica la entrega.

Pero, más que Emilia, permanece en la novela Marcos Soria Creek, creo que el personaje central del texto después de Osvaldo Bretones, artista contemporáneo cubano residente en Santo Domingo, con ingredientes de alter ego del autor. Así me parece, porque en el nudo dramático que ejemplarmente se construye, el lector se envuelve en la solución de su conflicto, entre sorpresas que llegan a tan apasionante ­desenlace que, en un momento, el autor advierte de un peligro telenovelesco que, astutamente, vence el narrador. 

Es alrededor de Soria que se construye el desarrollo de la historia, cuya personalidad ha de ser objeto de estudios literarios, tanto por la diversidad de matices reales y ficticios que comporta, como por los mensajes que se derivan de una ­actuación desde diferentes estamentos sociales, marcando alegorías que interpretan el laberinto humano caribeño.

A esa complejidad se asoma Pequeño en esta obra con muchas razones. Conoce los sistemas mágico-religiosos de esta región del mundo como el que más, por los años en que estuvo, junto a Joel James, en la Casa del Caribe de Santiago de Cuba. Entonces, entre los médiums espiritistas, babalaos,  haitianos practicantes de voudou, en el palo monte, y en cuanta expresión viva de herencias religiosas sobreviven en el Oriente cubano, aprehendió el autor los componentes que desde esas raíces desfilan en esta novela. Por ello, desde que nos encontramos con el personaje de Migdio Limones, nos visita esporádicamente un ser del ‘más allá’ que puede aliviar los tormentos de la realidad. Como el de Migdio, hay muchos guiños desde este mundo fantasioso en la novela, dotados de un humor paladeado desde la exquisitez de la palabra.

Al contenido de la novela, el autor imbrica su experiencia personal, a través del protagonista Osvaldo, bien entre artistas en Terre du Soleil, en un evento donde se confronta el pensamiento europeo, estadounidense y caribeño, en el marco de una exposición de arte donde los criterios estéticos ceden paso, por momentos, a la realidad sociopolítica y mentalidad de la que provienen, incluida la postura de una cubana sujeta a una rígida directriz oficial.

Con todo, República Dominicana –donde vivió varios años el escritor cubano y ejerció, entre otros,  el oficio de gerente cultural– es el espacio esencial de la novela, y de este ambiente incorpora el vocabulario popular cargado de gracejo, picardía, inteligencia, donde muchas veces identificamos el propio cimarronaje palabrero que acostumbra Pequeño entre amigos, como sabemos los que hemos compartido con él unos cuantos vasos de ron entre cuentos de relajo, serias disquisiciones existenciales o temas políticos escabrosos.

Me ha llamado la atención en Tantas razones… un recurso narrativo que no he visto tan desafiantemente explícito en otro autor, al proponer una sorprendente relación entre el protagonista, el narrador y el autor. La malicia con que el autor interrumpe al narrador, pidiéndole permiso para advertir al protagonista, es como la aparición de un duende muy bellaco que sorprende al lector desprevenido. Ese recurso (técnica, tal vez) merece estudio de los críticos literarios y, quién sabe si un día, en justicia, venga a ser un pequeñismo.

Pero me estoy apartando de la promesa de referirme a mi impresión como lector, que ahora debo minimizar por imperativos del espacio: Tantas razones para odiar a Emilia me ha regalado el deleite de leer una verdadera obra literaria, donde la propuesta estética del escritor Fernández Pequeño emerge a tan alto nivel como el conocimiento que aporta, seria y divertidamente, al cosmos antropológico de la diversa y compleja idiosincrasia del Caribe.

Tantas razones para odiar a Emilia es fruto de varios años de trabajo de un autor empecinadamente serio hasta en el abordaje del relajo, quien ha publicado 16 libros entre crítica literaria, ensayo, narrativa y literatura infantil. Entre otros lauros, recibió el Premio Nacional de Cuento en la República Dominicana en 2013.

Finalmente, al no aparecer motivos para odiar a Emilia (¡una mujer!), emergen muchas razones para amarla. Tantas, como razones para leerla.

Nota: La novela Tantas razones para odiar a Emilia, puede adquirirse en Amazón.

Aviso: En la Feria del Libro de Tampa, en marzo de 2024, tendremos a Fernández Pequeño. Y a Emilia, claro está.

 

 

viernes, 8 de septiembre de 2023

Víctor Muñoz, lector de tabaquería en Tampa

 Cuando se habla de quienes ejercieron el oficio de lector de tabaquería en Tampa, sobresalen algunos nombres que quedaron registrados en la historia por la trascendencia de su obra. Entre ellos, sobresalen José Dolores Poyo, Ramón Rivero Rivero, Bonifacio Byrne, Wenceslao Gálvez, Victoriano Manteiga.

Sin embargo, apenas se menciona en Tampa el nombre de Víctor Muñoz Riera, tal vez quien mayor impacto tuvo a fines del siglo XIX como lector en esta ciudad, antes de alcanzar en Cuba un enorme prestigio como periodista, al ser reconocido entre los mejores cronistas deportivos de su tiempo.

En los escasos artículos en que se rememora la figura de Víctor Muñoz, se le menciona como lector de tabaquería en  Cayo Hueso y Tampa, de donde se incorporó a la Guerra de Independencia de Cuba hasta su terminación en 1898. Pero, esos escritos se detienen a recordarle fundamentalmente por dos hechos en los que sobresalió: sus crónicas deportivas (sobre el béisbol, en primer lugar) y por ser uno de los que animó con más fuerza la celebración del Día de las madres en Cuba, por lo que muchos lo consideran fundador de esta efemérides en la Isla.

Víctor Muñoz, a la edad en que fue lector de tabaquería en Tampa.

En reconocimiento al empeño de Muñoz hacia la exaltación de la maternidad, el Ayuntamiento de La Habana, instauró, en septiembre de 1945, el premio periodístico “Víctor Muñoz” al mejor artículo o crónica, mejor reportaje y mejor información gráfica publicadas en la prensa nacional con la temática del Día de las madres. 

Fue tan grande su influjo en esta celebración que, muchos años después de su muerte, en 1945, el Ayuntamiento de La Habana instauró un premio periodístico con su nombre, entregado a la obra que mejor tratara el tema sobre la maternidad. Actualmente, una sala del hospital materno América Arias lleva su nombre, así como una escuela secundaria en Guanabacoa. En su tumba, en el habanero cementerio Colón, el escultor Fernando Boada esculpió una figura que representa a una mujer con las manos en el regazo, como pidiendo paz para su espíritu.

Con relación a sus notas beisbolísticas, fueron famosas en las dos primeras décadas del siglo XX sus crónicas en el periódico El Mundo, que lo tuvo entre sus mejores periodistas. Allí, con diversos seudónimos, entre los que sobresalieron Attaché, Vitoque, Castelfullit y otros, con fino ingenio, humor y conocimiento del béisbol, incorporó a su narración escrita frases que perduraron mucho tiempo en el argot de ese deporte, como “besalamano”, significando que el batazo iba directo a las manos del pícher; para un jit que salía sin fuerza y nadie podía capturar decía “un jit de faldeta y maruga”. Fue Víctor –quien era un buen conocedor del inglés y hacía las traducciones para ­­El Mundo–, quien españolizó términos del béisbol, al llamar jonrón al homerun, o sustituir hit and run por bateo y corrido.

Además de las continuas crónicas sobre los juegos de béisbol, nos legó obras como Baseball: fundamentos, técnica, estrategia; la novela adaptada del inglés Mac, el pitcher, la serie Junto al Capitolio (croquis de la vida americana) y un libro de contenido histórico: La última expedición de Emilio Núñez, de la que fue uno de sus miembros. Estas obras se encuentran en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, en La Habana.  

El espacio es insuficiente para destacar la extensa obra de Víctor Muñoz, o comentar sus columnas periodísticas “La semana”, “Junto al Capitolio”, y otras que publicó en El Mundo, donde también incorporó un espacio de Muñequitos. Pero, baste recordar que un pensador del calibre de Manuel Sanguily dijo de él: “El estilo de Víctor Muñoz cuando escribe, revela la misma facilidad y gracia picaresca que cuando habla, y en todo caso es claro, fácil, sobre todo preciso, que es lo que más maravilla”. Por su parte, el filósofo cubano por excelencia, Enrique Jose Varona, quien prologó uno de sus libros, lo consideró “un sembrador de ideas”.

Víctor Muñoz solo vivió 49 años. Nació en La Habana, el 1.° de enero de 1873 y murió el 25 de julio de 1922, en Nueva York, donde había viajado a atender complicaciones de salud derivadas de su obesidad. De su vida, entregó a Tampa los días en que fue lector de tabaquería, lo que hizo con tanta eficacia que Wenceslao Gálvez, también lector en la misma época, lo consideró el mejor de todos los lectores.

Sirvan las siguientes palabras de Gálvez como colofón a este intento de recuperar a la memoria tampeña una página magnífica de su historia: la de los lectores de tabaquería que contribuyeron a forjar su identidad.

“Me refiero a D. Víctor Muñoz, conocido por el abogadito, genio de la lectura (…)  Cierta vez el periódico The World habló de él encomiándole o, mejor dicho, haciéndole justicia, pues cuando un lector adquiere la fama por él adquirida, es señal de que es fama legítima.

Es alto y delgado, de un timbre de voz muy agradable, y eso es uno de sus éxitos; llena perfectamente la más amplia galera, hiriendo los tímpanos de manera grata. Habituado a leer, de una ojeada lee un párrafo entero y lo recita espaciando la mirada por todo el taller, que admira atónito este prodigio de retentiva. Traduce del inglés con tanta facilidad que parece que lee en castellano, sin titubeos ni vacilaciones, y presenta las frases traducidas con la corrección castellana más acabada. Todo esto ha hecho de él un tipo popular, y no hay en la Florida un tabaquero que no hable con encomio del abogadito. No es abogado ni le hace falta serlo, es lector, mejor dicho, es el lector privilegiado que se disputan todos los talleres. Es una delicia encontrar quien instruya deleitando, como aconsejaba Horacio”.

 

viernes, 1 de septiembre de 2023

A 60 años del discurso “Yo tengo un sueño”

 El pasado lunes se cumplieron 60 años del discurso “Yo tengo un sueño”, pronunciado por Martin Luther King, el 28 de agosto de 1963, en el marco de la Marcha sobre Washington, donde más de 200 mil personas clamaron por el derecho al empleo, la justicia, la libertad, ­enfocándose especialmente en los derechos civiles a favor de los afroamericanos.

Dos días antes de este aniversario, en Jacksonville, un joven blanco abrió fuego contra clientes de piel negra en una tienda de la ciudad, provocando la muerte de tres de ellos. El arma, un fusil R-15, había sido adquirida legalmente por un hombre de 21 años, quien dejó escrito el propósito de aniquilar a personas que tuvieran ese color de piel. Fue un crimen de odio, 60 años después del discurso en que King ­expresara la esperanza de que todos los hombres y mujeres disfrutaran en paz de los mismos derechos, sin diferencias raciales.

El joven, que culminó la acción criminal suicidándose, fue también víctima del odio inyectado por un supremacismo blanco que sustenta, en el siglo XXI, una ideología racial que el sueño de King no ha alcanzado todavía destruir totalmente y que, en los últimos años, parece afirmarse impulsada por la polarización política alimentada por figuras con más ínfulas de poder personal que de justicia y paz.

El pasado 23 de agosto, considerado por la ONU como “Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición”, el presidente de este organismo, António Guterres, afirmó: “Se puede trazar una línea recta que une los siglos de explotación colonial y las desigualdades económicas y sociales de hoy. Y podemos reconocer los clichés racistas popularizados para racionalizar la inhumanidad de la trata de esclavos en el odio supremacista blanco que resurge hoy”.

El reciente crimen en la ciudad floridana de Jacksonville es una prueba de ello. Este penoso resurgimiento al que se refiere Guterres, en el marco de la violencia política animada por nefastas ambiciones de poder, puede provocar agresiones de incalculables consecuencias en el país que se jacta de haber creado y sostenido la democracia más avanzada del mundo.

Por ello, el mensaje pacifista de Martin Luther King expresado en el discurso referido, cobra una dimensión de enorme significación para nuestro tiempo. Si el líder de las masas históricamente más oprimidas de la nación, quienes padecieron por siglos la brutalidad de la esclavitud, postuló que la venganza y la violencia no son el camino hacia una sociedad de justicia y progreso, hoy es oportuno a todos –blancos, negros, mestizos– buscar en el contenido de su más conocido discurso un modelo teórico que, para enfrentar el mundo de hoy, contiene claves más necesarias que las que emanan de las peligrosas alocuciones de candidatos a la presidencia de la nación. Así lo muestran los siguientes fragmentos de aquel discurso cuyo sexagenario recordamos:

“Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física.

Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que, a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño ‘americano’.

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, ‘Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad’”. Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!”.