viernes, 26 de abril de 2024

La Vía Apia, una eterna calzada italiana

 El pasado 21 de abril la ciudad de Roma celebró el 2777 aniversario de su fundación, una fecha cuya anotación en la historia debemos  a Marco Terencio Varrón, un político e historiador de fines de la era antigua y principios de la nuestra, quien basado en leyendas y tradiciones (incluida la de los gemelos Rómulo y Remo amamantados por una loba) propuso una fecha exacta para el nacimiento de la ciudad de las siete colinas al este del río Tíber.

En esta tercera y penúltima crónica sobre mi reciente visita a Roma, quiero detenerme en uno de sus sitios históricos que más me impresionó: la Vía Apia.  Al llegar a espacios conservados de lo que fue aquella famosa calzada, ya había estado en El Coliseo, en espacios conservados de los acueductos, en algunas catacumbas y otros lugares privilegiados por el tiempo, pero al caminar por la piedras vivas sobre las que  hace dos mil años transitaron emperadores, militares famosos, patricios, plebeyos y esclavos –con tantos sueños, glorias, felicidad y dolor–, se produce una sensación de desolada infinitud.

 En la Vía Apia, converso con Maurizio Tripodi sobre
la grandeza de la ingeniería romana que concibió
esta obra hace más de dos mil años.

Caminé unos cuantos metros de la Vía Apia original al lado de Maurizio, Yenitza, Arianna y José Gabriel. Por momentos, nos fuimos agachando a tocar las piedras, a mirar construcciones a su alrededor que fueron testigos de salidas a batallas, regresos triunfales, sitios de descanso, intercambio de caballos, referencia de llegada y salida, atisbo de adversarios o, simplemente, remansos de amor y reanimación.

La vía, a la que el poeta Estacio llamó Longarum Teritur Regina Viarum (la reina de las carreteras largas), debe su nombre al político y militar  romano  ­Appio Claudio Ciego, quien en el siglo IV a.n.e. comenzó su construcción hacia el sur de Roma para trasladar los ejércitos durante las Guerras Samnitas. Su primera expansión se extendió hasta Capua, cerca de Nápoles, con más de 500 kilómetros de largo y unos 8 metros de ancho. En los siglos siguientes, incluidos los del Imperio Romano, fue expandiéndose hasta llegar a a Brindisi, importante puerto del Mediterráneo oriental que facilita el transporte hacia el Oriente.

Esta admirable obra de ingeniería romana fue edificada con capas de piedra y cemento de cal sobre una cubierta de gravilla, con una pequeña inclinación a ambos lados que servía de drenaje. Es impresionante caminar sobre fragmentos de esta calzada y aunque la erosión ha provocado que hayan desaparecido muchas junturas entre las piedras, sabemos por testimonios de la época en que fue construida que en sus orígenes  tuvo una superficie tan plana como las carreteras modernas.

En sus siglos de existencia, el Imperio Romano extendió las carreteras hacia todos los puntos cardinales, llegando hasta España, Britania, parte de África y el Oriente. Así como la construcción de acueductos, puentes, murallas  y otras obras de ingeniería marcaron el florecimiento de Roma en la antigüedad y su significado para la civilización universal, ninguna ruta adquirió la plenitud de la Via Apia, convertida en el paradigma de todos los caminos por los que los romanos se extendieron al mundo.

Los caminos, a fin de cuentas, son la historia de todos, aunque el acento histórico lo haya asumido la narrativa del vencedor. En la literatura y en tantos filmes se acentúa el papel de los caudillos transitando esta vía y se pierde el rostro de los subordinados. Es más fácil reconstruir la imagen de Vespasiano o de Trajano,  que relacionar la famosa calzada con el sufrimiento  de los miles de esclavos trasladados a Roma.

De todos  modos y a favor  del provecho económico que aun puede prestar desde un enfoque turístico, ahora esta calzada está propuesta para que sea considerada Patrimonio de la Humanidad. Para ello, se insiste en que la Apia no fue solo un medio de conquista, sino también una vía de extender la civilización. Con lo válido de esa óptica, al apoyar la aspiración de que en 2024 esta obra alcance esa categoría dada por la UNESCO, sumamos el culto al camino abierto, que es siempre más esperanzador que la construcción de muros. Porque  el camino, como sabía el poeta español Antonio Machado, se hace al andar.

El eterno andar, el del ser vivo y  el tiempo, sentí en el embrujo de un atardecer  en que, bien acompañado, anduve un tramo de la milenaria y paradigmática Vía Apia de los romanos.

 

viernes, 19 de abril de 2024

Roma: el lugar donde asesinaron a Julio César

 Al caminar por las calles de Roma, en un momento vino a mi memoria que Ybor City tiene mucho de Italia, pues cientos de sus hijos participaron de sus orígenes a fines del siglo XIX. Por ello, hay tantos apellidos de esta procedencia en Tampa y apreciamos su sello en voces,  restaurantes, fiestas, en un espacio de La Gaceta  y, especialmente, en el  hermoso edificio de la Séptima Avenida donde radica el Centro Italiano. En homenaje a esta herencia, traigo a mi columna algunos comentarios sobre la impresión que se recibe al recorrer los lugares históricos de una de las civilizaciones más grandes de la antigüedad, donde se conservan tesoros de la ingeniería y arquitectura de hace dos mil años que despiertan el asombro entre los miles de personas que diariamente les visitan.

Las torres,  cerca del Foro Romano, en la avenida Largo di Torre Argentina,
señalan el lugar exacto donde murió Julio César. Foto: José Gabriel Cartaya.

Esta vez, me acerco a un sitio no incluido entre los sugeridos como obligatorios. Lo hice junto a mi hijo José, acompañados por mi yerno Maurizio Tripodi, un romano que conoce y ama su ciudad. En una conversación me preguntó si quería ir al lugar exacto donde murió Julio Cesar y, al instante, le respondí afirmativamente, dándole prioridad sobre otros lugares que tenía en mi lista. Percibí la admiración de Maurizio hacia la figura histórica del legendario romano desde que, al recibirme en el aeropuerto Da Vinci, dijo que éste debió llamarse Julio César, pues el gran Leonardo “era florentino”.

Unas horas después, en la sobremesa de unas exquisitas pastas elaboradas por él (incluida la carbonara de origen romano), al brindarme la posibilidad de ir al lugar donde apuñalaron al líder del Senado romano durante los idus de marzo del año 44  antes de nuestra era (exactamente el 15 de ese mes), hablamos sobre el héroe más relevante de la antigua Roma y, tal vez, uno de los más famosos de toda la antigüedad. Uno y otro fuimos indicando algún elemento de su grandiosa biografía. El recordó el alea jacta est (la suerte está echada), que exclamó el jefe militar al pasar el Rubicón para derrotar al ejército de Pompeyo en una guerra civil. Entonces, en vez de acudir a Veni, vidi, vici (vine, vi y vencí) con que César declara su victoria sobre el reino del Bósforo en la actual Turquía,  creí oportuno volver al final de su vida, cuando, según tantos repiten, César gritó a Cayo Bruto al verlo entre los asesino:  tu quoqui fili mi (tú también, hijo mío). 

Pero Maurizio me explicó que nunca hubo esa mirada de hijo a padre y que ni Plutarco, ni Suetonio,  ni algún otro historiador de esa época se refirió a esa frase.  Según Plutarco, César se defendió  “como un animal salvaje”, enfrentándose a los cuchillos  que le asaltaban. La crónica de Apiano cuenta que, tras ser apuñalado varias veces, el héroe se defendió con ira y entre gritos. Suetonio describió que César dejó de pelear tras los dos primeros golpes y que y murió sin exclamar una palabra.

La deificación de César fue narrada por Suetonio: “Murió a los cincuenta y seis años de edad,
y fue contado entre los dioses, no solo por un decreto formal, sino también por la convicción
de la gente común. Porque en el primero de los juegos que su heredero Augusto dio en honor
de su apoteosis, brilló un cometa durante siete días seguidos, saliendo como a la hora
 undécima, y se creyó que era el alma de César, que había sido llevado al cielo”.

Para darle fuerza a la idea de que no hubo un sentimiento filial entre ellos, Maurizio me recuerda que Bruto se unió a Pompeyo en la guerra contra César y que el vencedor le perdonó la vida y le dio cargos en el Senado; pero eso no fue suficiente para limar una vieja aversión que venía desde que Julio César fue amante de Servilia, la madre de Bruto. Claro que de esa amante pasamos a otras, incluyendo a Cleopatra, la poderosa y bella egipcia con la que tuvo un hijo (Cesarión), hasta extendernos a diversas costumbres romanas de aquel tiempo.

Al día siguiente, al dirigirme hacia el emplazamiento histórico, situado en la avenida  Largo di Torre Argentina,  admiré la habilidad con que Maurizio indica lugares significativos sin desatender el timón de su auto inmerso en un tráfico agobiante. Antes de llegar, fuimos comentando la labor de investigación que permitió la señalización.  Hace solo doce años, en 2012, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España informó que un equipo hispano-italiano encontró el lugar exacto en que asesinaron a Julio César, en el fondo de lo que fue el teatro de Pompeyo, lugar donde entonces se reunieron los miembros del Senado. Los investigadores se basaron en una declaración de Augusto –hijo adoptivo de César que le sucede en el poder y se encumbra con la fundación del Imperio Romano–, quien mandó a construir unas columnas de hormigón de dos metros de alto y tres de ancho que perpetuaran el sitio exacto en que pereció su glorioso antecesor. Aunque los arqueólogos descubrieron ese emplazamiento en la década de 1920, ese sitio –al que hay que descender por unas escaleras–, fue registrado en su valor histórico hace solo algo más de una década. Mientras, y en gran medida hasta hoy, ese lugar ha sido más visitado por los gatos callejeros de la ciudad que en acto de reverencia hacia la estatura histórica de Julio César.

La respuesta, a los 2068 años del crimen,  no la intentamos en la conversación, ni Maurizio Tripodi ni yo. Puede estar envuelta en los presagios de la noche del 14 de marzo del año 44 antes de Cristo, cuando Calpurnia, la última esposa de Julio César, soñó con cuchillos y sangre y él mismo se vio ascender en sueños a los cielos, llamado por el dios Júpiter. Camino hacia el Senado desatendió una señal más terrenal, al no leer con cuidado una advertencia escrita que le entregaron. Después de todo, tanta gloria, tantas guerras ganadas, tantas páginas escritas para dejar fe de sus hazañas, tanto aplauso por las riquezas derramadas, sin entender que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. 

 

viernes, 12 de abril de 2024

Una visita a la Iglesia de San Pedro, en Roma

El pasado 30 de marzo, en mi primera visita a Italia, asistí a la Vigilia Pascual del año en curso en la Basílica de San Pedro, presidida por el papa Francisco, una ceremonia conmovedora en un recinto impresionante.

Sin ser católico, ni pertenecer a ninguna institución religiosa, pude apreciar la riqueza espiritual transmitida en las declaraciones papales, cánticos, lecturas bíblicas, oraciones y acompañamiento musical en las diferentes intervenciones propias de la celebración.

Antes de entrar a la Diócesis, se percibe la emoción entre los cientos de personas que se adentran en la Ciudad del Vaticano, muchos de los cuales han tenido que esperar durante horas en una larga fila para lograrlo, pero desde allí ya están imantados con su alta cúpula y su majestuosa edificación renacentista y barroca. Todos saben que entran a un nuevo estado, pues así está considerado este espacio geográfico de solo 49 hectáreas y aproximadamente 800 habitantes. Y sienten, a su vez, que se encuentran en un sitio sagrado donde, según aseguran siglos de transmisión oral, yace enterrado el cuerpo de Simón Pedro, uno de los 12 apóstoles que acompañaron a Jesús. Vendría a ser en la época de Constantino, más de tres siglos después de la muerte del llamado Primer Pontífice de Roma, cuando sobre su sepultura se construyó la primera iglesia que tomaría su nombre.

El papa Francisco bautiza a Yenitza Cartaya

Pero el edificio actual, el que ahora admiramos, es una obra arquitectónica de inicios del siglo XVI, en el que está la mano de arquitectos y pintores como Donato Bramante, Miguel Ángel y Gian Lorenzo Bernini. Justamente, al entrar al recinto religioso, se destaca la imagen de La Piedad, obra temprana de Miguel Ángel, quien, de una enorme piedra de mármol de Carrara llevada por él mismo, nos dejó esculpida la imagen joven de María con su hijo muerto en los brazos.

La Basílica de San Pedro, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980, atesora tantas obras de arte hacia donde quiera que se corra la vista, que resulta difícil concentrarse en la ceremonia religiosa a la que se asiste. Mirar desde el interior hacia la alta cúpula,  con pinturas de Miguel Ángel, Sandro Botticelli y otros famosos artistas renacentistas es un regalo al espíritu que se sigue enriqueciendo ante el Altar Papal,  el Baldaquino con bellas columnas adornadas con capiteles corintios y el trono de San Pedro, obras de Bernini.

También llama la atención el Monumento al papa Alejandro VII, la estatua de bronce de San Pedro, creada en el siglo V y que lo muestra con un traje papal sobre una silla de mármol, así como otras obras de arte, pero mi atención se concentró en la razón de mi presencia allí: en el marco de la Misa Pascual correspondiente a 2024, el papa Francisco derramaría agua bendita sobre  ocho personas elegidas para recibir el bautizo, considerado por la Iglesia católica como el sacramento de la salvación. Entre ellas estuvo incluida mi hija mayor, bautizada como Yenitza Cristina, quien me invitó a estar con ella en una fecha de tanta significación en su vida. Allí estuve y en el instante del rito del agua, cuando el Sumo Pontífice colocó con delicadeza su mano sobre su cabeza, no pensé en si con ese acto podía redimirla de algún pecado, sino en el inmenso amor que se derrama cada vez que alguien acaricia con ternura. Asimismo,  al percibir la riqueza de su alma en la bondad de su sonrisa, yo también la bendije.

Con Yenitza, en la iglesia de San Pedro

Las palabras de Francisco fueron hermosas, porque más allá de la devoción religiosa, incluyeron un mensaje de profundo humanismo, como cuando expresó  que “la esperanza no tiene fin”, o al manifestar  que “ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir”.

Ya al final de la primera Vigilia Pascual a la que he asistido, cuando al término de las bendiciones el Papa, y todos con él, pronunciaron amén, yo transferí involuntariamente a llana esa palabra aguda, para decir amen.

jueves, 11 de abril de 2024

Liliana Villavicencio y la riqueza infantil de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa

Liliana Villavicencio, con un doctorado en Ingeniería Eléctrica, actualmente enseña en el Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad del Sur de la Florida. Tuvo su primera formación superior en Venezuela, de donde es originaria y, seguramente, estaría contribuyendo al desarrollo científico y académico de su país, si no se hubiera impuesto un régimen dictatorial en él.

Desde conocerla, se adivina en ella inteligencia, bondad y franqueza, cualidades con que se entrega a servir a la comunidad. A su vez, es escritora e ilustradora. Se enfoca en la literatura infantil, rama en que conjuga ambas cualidades para crear una literatura cuyo contenido y belleza se funden en una verdadera obra de arte.

Como Liliana organizó y dirigió el pabellón infantil en la primera Feria Internacional del Libro de Tampa, hemos considerado conveniente hacerle una entrevista para que, a través de La Gaceta, se divulgue su obra y sirva de motivación a muchos para la segunda edición de este evento, previsto para marzo de 2025.

Liliana, sé que eres una venezolana que comenzó su vida profesional en una universidad de tu país y hoy te desempeñas como profesora en la Universidad del Sur de la Florida (USF). ¿Cómo se produjo ese tránsito que, de alguna manera, te aleja de tus orígenes?

Las circunstancias me trajeron a Tampa en el 2006, cuando siendo profesora de la escuela de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Carabobo (UC) en la ciudad venezolana de Valencia, esta me otorgó una beca para realizar mis estudios doctorales. Elegí USF porque mi Tutor de Maestría en la Universidad de los Andes, en Mérida, Venezuela, había obtenido su doctorado en USF y me había motivado a continuar mis estudios acá. También me motivó el hecho de poder conocer al Dr. Carlos Smith, por cierto, de origen cubano, quien es un catedrático de reconocimiento mundial y con múltiples publicaciones en mi área de experticia, Control Automático de Procesos, y de quien he tenido el privilegio de recibir su valiosa mentoría y hasta aceptó ser el Presidente de mi Defensa de tesis doctoral, gesto que le agradezco infinitamente y me hace sentir muy honrada.


¿Qué haces en USF?

En USF, terminé recientemente mi Doctorado en Ingeniería Eléctrica y durante mi trayecto como estudiante de doctorado me dieron la posibilidad de trabajar como asistente del Dr. Wilfrido Moreno en el área de Control de Sistemas Lineales y también imparto el Laboratorio de la misma materia. Mi experiencia de casi 30 años en la educación de Ingeniería me ha permitido seguir en este campo formando a las futuras generaciones de ingenieros, tanto en Venezuela como acá en Estados Unidos. También trabajo en investigación usando la Teoría de Control de Procesos para modelar procesos industriales y algunas aplicaciones en el área de la educación en ingeniería usando neurociencias.

Cuando se inició la preparación de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa, fuiste incluida en su Comité Organizador. Para su desarrollo, propusiste y se hizo realidad la apertura de un pabellón infantil al que se denominó Yborín. Háblame sobre los autores y textos que se presentaron allí, incluido un libro tuyo.

La idea de una feria del libro para Tampa comenzó a fraguarse hace un tiempo atrás, pero no fue hasta hace poco más de un año que constituimos el Comité Organizador para comenzar formalmente nuestras tareas.  Durante mi vida, me ha interesado mucho impactar positivamente a los niños. Son los herederos del mundo y es nuestra responsabilidad dejarles un mundo mejor. Desde la Ingeniería, he trabajado en proyectos para ensenar nociones básicas de electricidad a estudiantes de escuela primaria. Luego, me lancé a escribir para los niños en un intento de formarlos en valores humanos, así que mis dos primeros libros para niños están muy motivados a educar en valores. También los ilustré, porque lo de la ilustración es algo innato en mí. Comencé a dibujar y pintar desde que era una niña y esa vertiente artística la he llevado hasta mis libros. Por eso, cuando comenzamos a hablar de la Feria del Libro de Tampa, mi foco fue inmediatamente en el área infantil. De esa forma, puse todo mi empeño en mostrarle a los pequeños un mundo de colores, con variedad de literatura infantil y actividades lúdicas. Fueron muchos los textos que expusimos en el Pabellón Infantil. Se presentaron autores de Colombia, Puerto Rico, Guatemala, Honduras, México, Venezuela, Cuba, Estados Unidos y otros países. Tuvimos hasta un libro en italiano. Yo presenté El niño que no quería dormir, mi último libro, esta vez en español e inglés.  El nombre de Yborín se me ocurrió por su pertenencia a Ybor City. El personaje que lo representa es un gallito bebé, también con el objetivo de hacer alusión a la protección de los gallos y gallinas en esta ciudad. Así que Yborín es un gallito muy alegre y feliz que recibe a los niños para alegrarlos, divertirlos, pero, sobre todo, educarlos.

Fue muy emocionante apreciar en Yborín el talento infantil en diferentes manifestaciones artísticas, particularmente en la música. ¿En qué te apoyaste para conseguir un programa de tan hermosa amplitud?

Fue muy interesante mostrarles a los niños el mundo de la literatura en el medio de actividades artísticas y musicales. Tuvimos cantantes, una orquesta de cámara, bailes folclóricos con marionetas, un coro infantil, un niño violinista de apenas 6 años, dos escritores que a su vez son músicos y nos deleitaron con su cello y piano. Fue realmente una fiesta literaria y musical para los pequeños de todas las nacionalidades, en inglés y español. Honestamente, como venezolanos nos sentimos muy orgullosos de la formación musical de alto nivel que tiene nuestro país. El proyecto musical venezolano ha sido material de exportación desde hace muchas décadas. En Venezuela, hoy por hoy, tenemos músicos muy bien formados en las principales orquestas sinfónicas del mundo. Mi esposo, Omar Guerra, es trompetista y viene de ese mundo musical llamado “El Sistema” y esta cercanía a la música me permitió coordinar muchas de las actividades al contar con talentosos artistas que han llegado a este país con al ánimo de servir y formar a las futuras generaciones. En el proceso de este deber compartido, hicimos las invitaciones pertinentes y hemos quedado maravillados por la hermosa acogida a nuestro proyecto y estamos confiados que vamos a seguir contando con ellos para las futuras ediciones de la Feria Internacional del Libro de Tampa. 

¿Seguiremos con Yborín en su segunda edición? ¿Qué nuevos ingredientes lo enriquecerán?

Por supuesto, Yborín llegó para quedarse y fortalecerse cada año. Nuestros niños y familias necesitan estos espacios culturales en español e inglés. Para nuestra próxima edición queremos fortalecer la parte relativa a la literatura juvenil y ampliar el número de editoriales invitadas.

¿Cómo aprecias, en general, el desarrollo de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa?

Creo que nadie puede negar que fue un éxito. No es fácil llevar a cabo eventos de esta magnitud sin contar con un gran liderazgo y elevado compromiso como el que Alberto Sicilia, nuestro líder, asumió desde sus inicios. Con sus altos y bajos y, con tan limitados recursos, la Feria Internacional del Libro de Tampa es un sueño hecho realidad.  Seguiremos trabajando para que se convierta en una tradición primaveral para esta ciudad y que aporte cultura y valores provenientes de muchos países orgullosamente representados a través de los libros.

No quiero despedir esta entrevista sin antes agradecer a los autores, editoriales, patrocinadores, colaboradores y voluntarios, especialmente nuestras familias, por el apoyo que recibimos de cada uno de ellos, que nos permitió darle este hermoso regalo a Tampa: su Feria Internacional de Libro.

viernes, 22 de marzo de 2024

La Feria del Libro de Tampa en la libertad de pensamiento

 Es una pena que algunos medios de difusión -algunas personas– hayan prestado más atención a un circunstancial e inesperado ingrediente político de la Feria del Libro de Tampa que al propósito cultural que desde la literatura se propuso y se hizo evidente en su programa y realización. 

Aunque en la feria estuvieron argentinos, chilenos, venezolanos, estadounidenses y originarios de otros países, el virus político asomó solamente en el componente cubano, si bien la mayor parte de los organizadores, incluido quien preside la directiva, son de origen cubano. Pero no se trató –no se trata, pues la feria continuará– de una feria del libro cubana, sino internacional como indica su nombre, aunque algunos de los que prefieren la crítica dañina han querido disminuir esta amplitud espacial fijándose más en las ausencias que en las presencias.

De izq. a der.: Alberto Sicilia, Joaquín Gálvez y Luis de la Paz.

He visto breves artículos alarmados por la asistencia de una delegación cubana a la Feria del Libro de Tampa. Cualquier lector no avisado relacionará la palabra delegación con toda una comisión enviada por el gobierno cubano al evento literario tampeño. Y no es así. La Comisión Organizadora de la Feria no tiene enlaces con ningún gobierno y no puede vincularse incluso con el de la ciudad donde nació, aunque cursara una invitación cortés a su alcaldesa para su inauguración.

No sabemos, ni preguntamos, si en la feria estuvo alguien que admira a Nicolás Maduro, pero sí que la organizadora del hermoso pabellón infantil del evento es una venezolana opositora al régimen que prevalece en su país.  No sabemos si entre las diferentes carpas llenas de libros anduvo algún devoto de Daniel Ortega, pero si estuvo uno de sus opositores debió sentirse representado cuando en algunas salas se levantó la voz contra todas las dictaduras y toda forma de represión al pensamiento.  

Es verdad que estuvo en la feria algún cubano cuya firma aparece en  una declaración que justifica la represión gubernamental frente a quienes tienen todo su derecho a condenar su gobierno. Ese cubano pudo ver la ausencia de odios en muchos de los que le dieron la mano y, dígalo o no, pudo encontrar en ese acto más limpieza que la que lo compulsó a una firma que tal vez tuviera más motivación existencial que convicción ideológica.  Podría, sí, sugerírsele con respeto a los organizadores de la feria que miraran al currículo de sus invitados, porque la presencia de escritores vinculados a  regímenes represivos pudiera herir a quienes tuvieron que abandonar su país por políticas que ellos respaldaron. Así, aunque muchos de los que se han sentido heridos apoyaron antes la misma política que hoy combaten desde una prudente distancia.

Liliana Villavicencio, quien dirigió magistralmente el Pabellón Infantil (Yborín)

Si algunos medios de difusión –y personas– se hubieran fijado en la felicidad de cientos de rostros que en el marco de la Feria del Libro de Tampa se saludaban, abrazaban, mostraban y firmaban sus libros, escuchaban poemas de amor y esperanza, en el magnífico coro de niños cuya música se percibía entrando en el corazón de todos los presentes, en las lágrimas de emoción arrancadas desde el amor de un libro para la atención a niños autistas, en las palabras de un tampeño amoroso sobre los lectores de tabaquería, en las nuevas amistades anudadas alrededor de la literatura, en tantos momentos hermosos y profundamente humanos donde hay más luces que sombras, entonces los medios de difusión –las personas–, estarían trabajando para el mejoramiento humano del que habló José Martí, palabras con que dio inicio la Feria Internacional del Libro de Tampa.

viernes, 15 de marzo de 2024

Ismaelillo, en la inauguración de la Primera Feria del Libro de Tampa

 Esta noche no es para la presentación de libros. Pero hacemos una excepción, una deferencia a uno de los más grandes escritores hispanoamericanos, al que consideramos un invitado de honor. Al presentar un libro suyo, le damos presencia en esta sala y durante todo el evento.

Porque es un escritor que cuando llegó a Tampa por primera vez, invitado a una velada artístico-literaria, trajo consigo un pequeño libro que hemos reeditado para esta ocasión, un libro de poemas en cuyo exordio el   autor confesó su fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud. Claro que hablamos de José Martí y su poemario Ismaelillo, inscrito por la crítica literaria en la fundación del Modernismo.

Perfil editorial y diseño de Edgar Jerez

Como sabemos, Martí llegó al andén ferroviario de Ybor City, a pocas cuadras de aquí, en la primera hora del 26 de noviembre de 1891.

La velada artístico-literaria de aquel anochecer se convirtió en el amanecer de la independencia de Cuba. Allí se prometió fundar una república cuya primera ley fuera, de verdad, el culto de cada cubano a la dignidad plena del hombre.

La dignidad plena del hombre entraña, primeramente, el derecho a la libertad, al trabajo como fuente de progreso, la sensibilidad hacia todos los seres humanos, al límite de sentir en la mejilla el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre, más allá del color de la piel, del rango social, de la ideología, de la elección política, imaginario que echó raíces en el alma cubana desde el discurso de aquella noche, a pocos metros de esta sala: Con todos y para el bien de todos.

En aquella velada también hubo versos, canciones, añoranza de patria y compromiso de redimirla. Fueron solo tres días los que en aquella primera visita estuvo Martí en Tampa, el mismo tiempo que debe durar esta feria del libro. El dejó el Ismaelillo en manos de Eligio Carbonell, ustedes dejarán decenas de libros en manos de habitantes de Tampa procedentes de diversos orígenes y serán libros útiles.

Aquel Ismaelillo de Martí, dedicado a su hijo, ha tenido decenas de ediciones, casi todas en Cuba. Pero en Tampa, que fue tan significativa para él y donde él mismo lo trajo, no se había editado. Por ello, pensamos útil hacerlo ahora, en el marco de nuestra Primera Feria Internacional del Libro, y mostrarlo en su momento de inauguración en la ciudad que él llamó Tampa fiel.

Porque es una noche de gratitud, se hace esta excepción con un escritor mayor de Nuestra América, al presentar un libro suyo que le da presencia en esta sala y en todo el evento de tres días. Muchos de los escritores que están hoy aquí y han traído sus libros, vienen a Tampa por primera vez. Cuando Martí trajo su Ismaelillo, también vino por primera vez, sin saber entonces que con aquel poemario se estaba abriendo el camino –como con tanta prosa poética suya– a la fundación del Modernismo literario. Después vino 20 veces más y esperamos que algunos de nuestros visitantes superen esa cifra.

En esta edición del Ismaelillo que presentamos, creímos útil un breve preámbulo donde se enlazaran el libro y Tampa y unas notas finales para los lectores no informados sobre el destino de aquel niño a quien se le dedicara uno de los poemarios más hermosos que un padre haya escrito a su hijo ausente. Por ello, junto a varias fotografías de José Francisco Martí Zayas-Bazán, se ofrecen datos biográficos suyos, para que, al leerse esta obra a los 133 años de haber llegado a Tampa por primera vez, sepamos cuál fue la vida de aquel niño al que su padre llamó caballero, reyecillo, príncipe…

Después de todo, leer una y otra vez el Ismaelillo, además del disfrute estético que produce siempre la buena poesía, es también sentir a Martí entre nosotros, entonando un canto eterno a la libertad y al amor, que tanta falta nos hace.

 Muchas gracias.

lunes, 4 de marzo de 2024

Una agradable charla con la tampeña Liana Fuente

 Cuando se conversa con Liana Fuente, se adivina enseguida la estirpe de su apellido, insertado en la historia de la industria del tabaco en  Tampa. Siguiendo a los grandes titanes que fundaron Ybor City y West Tampa a fines del siglo XIX, hombres como Arturo Fuente le dieron continuidad a ese legado en el siglo XX, contribuyendo al florecimiento de una ciudad que llegó a ser la capital mundial de la fabricación de puros.

Arturo, el bisabuelo de Liana, llegó desde Cuba a principios del siglo XX y en 1912 instaló su primera fábrica, inscribiendo un sello que 112 años después mantiene su prestigio alrededor de un hábito cuyo hechizo se envuelve, como su humo, entre la censura y la alabanza.

Conversando en La Gaceta con Liana Fuente

Fuente interrumpió la elaboración de tabacos en 1924, cuando su fábrica en West Tampa fue destruida por un incendio. La restableció en 1946 y durante las décadas de 1950 y 1960 estuvo produciendo en el edificio situado en el 2708 N 18th St., el que acaba de adquirir su biznieta. Su abuelo Carlos y su padre Carlos Jr. expandieron la firma Arturo Fuente Cigar Co. por el Caribe al perderse el mercado cubano a inicios de los sesenta, para consolidarse en República Dominicana. Pero, hasta hoy, conservan en Tampa su distribuidora a través de Ybor’s J.C. Newman Cigar Co., desde donde hacen llegar el tabaco a todo Estados Unidos.

Ahora, cuando Liana se empeña en dar vida al edificio, en cuya estampa se adivina desde lejos una vieja fábrica de tabacos, conversar con ella es darle voz a un fragmento de la historia de la ciudad. 

En tu decisión de comprar un edificio que perteneciera a tu abuelo Arturo Fuente,  ¿cómo se equilibra el impulso sentimental y la utilidad inversora?

Para ser honesta, todo comenzó como un impulso sentimental. No podía soportar que una parte de la historia de Fuente pudiera ser destruida, y mucho menos que el edificio en que estuvo la fábrica de tabacos, que tiene casi 100 años y es una parte crucial de la historia de Ybor, pudiera desaparecer. En la parte alta de esa misma  fábrica vivieron mis bisabuelos Arturo y Cristina. También, allí vivió mi abuelo Carlos, quien trabajó al lado de su padre Arturo, haciendo crecer el negocio familiar.

En el primer piso de ese edificio trabajaban hasta 500 tabaqueros. La empresa proporcionó empleos a la comunidad y todos se acercaron y se cuidaron unos a otros como una familia.

Mi padre Carlos P. Fuente (Carlito) y sus hermanos también crecieron allí. Cuando cierro los ojos, a menudo pienso en esos maravillosos recuerdos nacidos allí. Puedo imaginar el olor del café cubano recién colado, entre conversaciones y risas. No podía aceptar que eso fuera destruido. Sabía que la adquisición tenía que tener sentido financiero, si lograba hacerla funcionar como negocio y, a la vez, mantener viva la historia de este edificio. Por ello, mi proyecto es restaurar la vieja edificación y  traerla de vuelta a la vida, para que siga siendo una de las joyas preciadas de Ybor City.

Aquí, pretendo ofrecer espacios a empresas, especialmente  a mujeres propietarias y crear una comunidad con sentido histórico y cultural. Espero que algún día mis hijos y las generaciones futuras mantengan viva nuestra historia a través del lugar donde existió  esta hermosa e histórica fábrica.

Tu abuelo legó un apellido a la cultura del tabaco que goza de un prestigio a nivel internacional. ¿Qué momentos de su vida y su obra te resultan más inspiradores?

Aunque tuve la suerte de conocer a mi bisabuela Christina, mi bisabuelo Arturo falleció antes de que yo naciera, pero lo mantengo vivo a través de las historias familiares que crecimos escuchando. Una de las cosas que tengo muy ­presente es el hecho de que nuestra familia era muy trabajadora y unida.

Su ética de trabajo y tenacidad se impregnaron en sus hijos y nietos. Él todavía está vivo en todos nosotros.

Hasta la década de 1960, la firma de Arturo Fuente cuenta con la hoja de tabaco cubana para la calidad de su elaboración de puros. Sin embargo, con el rompimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, tuvo que reinventarse para mantener su empresa.  ¿Como se recuerda en tu familia el esfuerzo de tu abuelo en su paso por Centroamérica hasta su triunfo en República Dominicana?

Cuando llegó el embargo estadounidense a Cuba, destruyó la industria tabaquera en Ybor City. Mi abuelo Carlos A. Fuente tuvo la previsión de invertir antes del embargo y comprar la mayor cantidad de hoja de tabaco cubano que pudo antes de que fuera prohibido. Fue esa previsión la que permitió a la empresa permanecer en el negocio durante años, a pesar de que muchas fábricas tuvieron que cerrar. Durante ese tiempo, mi abuelo Carlos experimentó mezclando tabacos de todo el Caribe, incluidos Puerto Rico, Honduras y Nicaragua.

 En 1980 encontró el futuro hogar de Arturo Fuente Cigars en el corazón de la República Dominicana. Fue allí donde su hijo Carlito lo ayudaría a llevar la compañía a nuevas alturas con la creación de la famosa línea denominada Hemingway y, más tarde, el primer tabaco premium totalmente dominicano, la línea Fuente Opus X, que dio reconocimiento mundial a toda la compañía. Fue la tenacidad y el valor de ellos lo que realmente permitió que la familia prosperara.

¿Qué papel ha jugado tu padre, Carlos Fuente, en el sostenimiento de una firma que sigue gozando de reconocimiento en el mundo?

La pasión de Carlos por la calidad y por elevar el prestigio de la marca ha llevado a la empresa  al más alto nivel. Su visión para todos los  detalles de la manufacturación del tabaco, unida a su  personalidad embriagadora captaron la atención y determinaron la lealtad de muchas personas. Cada día lleva la empresa a más alto nivel, superando todos los límites para lograr mejores mezclas y envases para mantener intacta la integridad de la marca familiar.

¿Qué significa Tampa para la familia Fuente y, específicamente, para ti?

Tampa es mi hogar. Es la cuna de nuestro centenario negocio familiar de tabacos. Amo mi cultura, música y tradiciones cubanas, que siempre estuvieron presentes mientras crecía en esta mágica ciudad. Tampa es donde conocí a mi esposo y donde me casé, es la comunidad a la que me enorgullece hacer un aporte, es el lugar donde viven mis familiares y amigos más queridos. Tampa es donde está y siempre estará mi corazón.

¿Cuál es tu proyecto con el edificio ubicado en 2708 N 18th Street?

Mi objetivo para 18th Street Factory es restaurarla a su estado original, pero con las comodidades modernas de hoy. Quiero que la gente reviva los viejos tiempos con el ambiente ecléctico de Ybor City.  Planeo, a largo plazo,  tener viviendas arriba y tiendas minoristas abajo. La parte comercial incluirá una barra de vinos y café que ofrezca una variedad de deliciosos comestibles provenientes de panaderías locales y que representen a las diferentes culturas de esta rica ciudad. Planeamos tener un negocio propio para mujeres y presentar a varios artistas locales en su interior. Aunque todavía es un proyecto en progreso, lo único que puedo prometer es que haré todo lo posible para que la fábrica de cigarros Arturo Fuente más antigua siga existiendo por otros 100 años; porque mi familia, nuestro legado , y nuestra hermosa ciudad lo merecen.

 

 

lunes, 26 de febrero de 2024

La escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo estará en la Feria del Libro de Tampa

 Yolanda Arroyo Pizarro es una escritora puertorriqueña que goza de un gran prestigio internacional y sus textos se estudian en diversos centros académicos europeos, latinoamericanos y estadounidenses. 

Entre sus primeros libros se encuentran Vimbi Botella, Origami de letras y Los documentados, novela que ganó el Premio PEN Club 2006. Después publicó el libro de cuentos Ojos de Luna,  seleccionado por el periódico El Nuevo Día como uno de los mejores del 2007.  Ese mismo año  fue elegida como  una de  las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39, un evento convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá.

En 2013, Arroyo Pizarro publicó las Negras, en cuyas narraciones propone una recuperación de la memoria histórica de la población afrofemenina de Puerto Rico y, por extensión, a todas las afroamericanas que han sido víctimas de la violencia contra su raza y género. La autora que recibiremos en Tampa ha sido publicada en varios países y en muchos de ellos aparece en antologías.

Cuando invitamos a Yolanda a venir a la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa accedió cariñosamente, como lo hizo para responder unas preguntas para La Gaceta, cuyas respuestas acompañamos de unos fragmentos que nos hace llegar sobre su obra las Negras.

Después de algunos comentarios sobre su origen y evolución como escritora, le comenté que su coterránea Luisa Capetillo vivió un breve tiempo en Tampa, donde fue lectora de tabaquería. Sobre ella afirmó la escritora: “Soy admiradora de esta mujer cuyo pensamiento liberador nos inspira. Actualmente estoy escribiendo un libro sobre su huella, inspirada en las noticias publicadas en el periódico La Gaceta de Puerto Rico, la que la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos ha digitalizado. Me hace mucha ilusión saber que voy sobre los pasos de Capetillo, de su reivindicación femenina y feminista, para liberar a muchas más mujeres a través de un pensamiento afrofeminista”.

Al preguntarle si en una hipotética clasificación a los escritores solo se les permitieran salvar uno de sus libros, respondió con toda seguridad: “Salvaría el libro las Negras,  porque es un recuento de mi propia historia y la de mis ancestras. Este libro es un “Herstory” de las cimarronas que nacieron con los apellidos Arroyo-Pizarro. Me gustaría que las futuras generaciones le conocieran y que mis futuras nietas y biznietas se sintieran tan orgullosas y dignas como me siento Yo”.

La autora, quien ha publicado Afroqueridades, Golpes de gracia, Violeta y varios más–,  también fundó en Puerto Rico una editorial que ha enriquecido los espacios de publicación en su país. Al inquirirle sobre ello, contestó: “Me impulsó a fundar la Editorial Boreales el deseo de aportar saberes literarios a mi cultura. Luego, en 2015, cuando Boreales se convierte en la Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales, ese sueño se agrandó. La Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales es un proyecto de creación literaria, que responde a la convocatoria promulgada por la UNESCO de celebrar el Decenio Internacional de los Afrodescencientes (2015-2024).  El objetivo de la Cátedra es estudiar la historia de la negritud y la afrodescendencia desde una óptica antirracista. Los textos creativos hacen énfasis en la presencia de las mujeres negras que ha sido invisibilizada a lo largo de la historia”.

Evidentemente, debíamos comentar sobre la próxima Feria del Libro en Tampa, ciudad a la que Yolanda llegará por primera vez, motivada por el evento. Entonces ella afirmó: “Para mí es un gran honor participar en esta Feria del Libro de Tampa y de todas las Ferias a las que he sido invitada, como la de Guadalajara, la de Bogotá, la de República Dominicana y las de Puerto Rico. Cada celebración ferial es un diálogo hermoso que se abre con los lectores de esas metrópolis”.

A su vez, aprovechó para enviar un mensaje especial a los asistientes:

“A los lectores, gracias por hacerme visible entre ustedes. Gracias por ver mis hermosos colores, mi lucha feminista, mis anhelos, mi deseo de acercarme a ustedes desde  las palabras. Es un orgullo y un honor. Ustedes me demuestran que hay esperanza para vivir en un mundo ideal que puede ser construido desde la manifestación más óptima de la justicia social”.


Yolanda Arroyo habla sobre la escritura de las Negras:

Por eso cuando me senté a las 3:00 a.m. aquella vez, a escribir el primer párrafo de las Negras en 2003, supe que quería resaltar el femenino de la negritud. Supe que deseaba que el título de mi libro empezara con la minúscula del artículo y le siguiera la mayúscula del sustantivo. Quise que la adjetivación de aquel sustantivo, o la sustantivación de aquel adjetivo, fuera protagonista. Fuera prietagonista. Por eso en 2003, ante el dolor del fallecimiento de mi abuelamadre, solo me restó entrar en trance…, escribir las historias que Petronila me había contado, escuchar el dictado de las mujeres de mi casta en la voz de la memoria de mami Toní.

Tengo en la memoria el recuerdo de mi abuela haciéndome estas historias de sus propias abuelas. Las negras que llegaron en barco, las negras que labraron la tierra, las negras que fueron comadronas, las negras que pavimentaron los caminos, que fueron castigadas, amonestadas, que se vengaron, que envenenaron captores. Abuela me hacía dictados cuando estaba viva, en presencia, en carne y hueso, y luego de fallecida también me hizo dictados en mis sueños, en mis recuerdos, en mis alucinaciones, porque yo alucinaba de tanto llorarla, y de tanto necesitarla, y de tanto extrañarla.

Por eso aquel día de 1978 cuando la monja enseñó la foto del risueño indio taíno y el gallardo conquistador español junto al encadenado y “feliz” africano que llevábamos semanas “aprendiendo” como parte de la historia de nuestra Isla, yo convoqué a mi “espíritu de contradicciones” y altanera articulé a lo Petronila: “nadie encadenado puede ser feliz”. Acto seguido el salón estalló en risas, alborotos y griteríos que como era de esperarse, culminaron con mi visita a la oficina de la principal del Colegio San Vicente Ferrer. Sor Soledad recomendó la escritura en cursivas en la pizarra, de una sentencia amonestadora como castigo infalible y frente a todos: “Debo respetar la autoridad”. Y yo así así lo hice. Escribí con tiza blanca en aquella plataforma verde, mis letras caligrafiadas a la perfección, mientras recitaba “la autoridad es mi abuela Petronila”.

Nadie encadenado puede ser feliz. Por eso en el ejercicio de mi libertad, resucito a mi abuelamadre cada vez que me da la gana, cada vez que la sueño, cada vez que la alucino, cada vez que la escribo. Cada vez que ustedes leen “las Negras”.

viernes, 9 de febrero de 2024

Kenya Dworkin habla sobre la Feria Internacional del Libro de Tampa

 La pasión de la Dra. Kenya Dworkin por Tampa se adivina por el brillo de sus ojos cada vez que alguien le menciona esta ciudad, algún fragmento de su historia o el nombre de alguna figura relevante de su pasado o presente. Si la alusión se vincula al teatro, entonces esa vehemencia se desborda en exposición erudita sobre sus orígenes y evolución, porque lo ha investigado durante años.

Por ello, uno se extraña de que la Dra. Dworkin no sea profesora en la Universidad del Sur de la Florida o en la Universidad de Tampa, sino en la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Pensilvania, donde enseña desde 1993. Nació en La Habana, creció en Nueva York, hizo su doctorado en California y, sin embargo, declara que es Tampa su segunda patria, de la que ha escrito “Creación de lugares latinos a finales del siglo XIX y principios del XX: los emigrantes cubanos y su impacto transnacional en Tampa”, y “Tablas sin fronteras: ‘leyendo a Cuba’ en el teatro cubano de Tampa en los 1920”, entre otros ensayos. 

Hace algunos años conocí a Kenya en un restaurante de West Tampa, conversando animadamente con un grupo de tampeños de la tercera edad, entre los que sobresalía Emiliano Salcines. Por los cuentos y anécdotas que hacía entre gestos y risas, me pareció que únicamente podía ser cubana o tampeña, o, mejor, cubana-tampeña. Y lo es de corazón sin vivir en ninguno de estos dos lugares, lo que acaba de demostrar al sumarse a la organización de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa. Por esa razón le pedí una entrevista, pues su opinión –como su acción–es valiosa cuando estamos a un mes de celebrar este acontecimiento importante para la cultura de nuestra ciudad.

Es manifiesta la alegría de Kenya cuando llega a la bahía de Tampa

Es significativo que tú, sin vivir en Tampa, eres una de las más entusiastas organizadoras de su primera Feria Internacional del Libro. ¿Cómo lo explicas?

Bueno, a decir la verdad, a pesar de no residir en Tampa, considero que esta ciudad, y sobre todo las partes más antiguas de ella, sea como mi segundo hogar. En marzo de 2024 habrán pasado exactamente 30 años desde que disfruté por primera vez el privilegio de conocerla por medio de los ojos y recuerdos de orgullosos nativos de aquí. Eso, y el conocer la larga y rica historia de la conexión entre Cuba y Tampa, el importantísimo rol que tuvieron los cubanos de aquí en la gesta de independencia de la Isla, lo inquebrantable de los lazos que unieron y siguen uniendo a los dos pueblos y el abundante calor humano que he recibido aquí, fácilmente me convirtieron en fiel y orgullosa hija de esta ciudad hasta el día de hoy, tanto así que he dedicado la mayoría de mi labor académica a recuperar, interpretar y diseminar su historia cultural para que reciba el reconocimiento que amerita.

Como profesora universitaria y académica con una vasta experiencia en el mundo editorial, ¿qué significado le atribuyes a la realización de una Feria Internacional del Libro en Tampa?

Es de saber que esa no será la primera feria del libro en Tampa y la zona, pero sí es la primera feria internacional con la intención de traer física o virtualmente a autores de diversos países y continentes a concurrir en una ciudad donde históricamente coexistían una amplia variedad de idiomas en un solo espacio, es decir, no solo el español, sino el siciliano e italiano, inglés, alemán, yídish, rumano y cantonés. La feria también hará eco de esto y también de la gran cantidad de multilingües periódicos y otras publicaciones que se producían, imprimían y leían aquí y, sobre todo, de la fascinante tradición de la lectura que se hacía en las fábricas de tabaco. Los famosos lectores, contratados y pagados por los trabajadores mismos, no solo se valían de esta prensa multilingüe para informar a sus oyentes, sino que también los llevaba a otros mundos y experiencias leyéndoles traducciones de los más importantes escritores de países como Francia, Inglaterra y Rusia. Con esa lectura se consagró entre los trabajadores y sus descendientes la importancia de los libros y de leer cómo una manera de conocer al mundo y la condición humana, y de alimentar ideas y valores. La Feria constituye un intento de unir el pasado con el presente y al mundo con Tampa y sus ciudadanos, tanto los muy arraigados como los nuevos.

En el campo de la investigación histórica, has dedicado mucho tiempo a desentrañar los orígenes y evolución del teatro en Tampa, ¿habrá presencia de estos aportes en nuestra fiesta del libro?

Que yo sepa, por el momento, no. Pero sí habrá algunas presentaciones que harán eco de personajes que sí produjeron obras teatrales, Luisa Capetillo, la única mujer que sirvió de lectora en una fábrica, por ejemplo, y también actividades de carácter algo teatral, como lecturas de poesía la noche del viernes, 8 de marzo, en el teatro del Círculo Cubano, cuando se celebrará el Día Internacional de la Mujer, y en la carpa Yborín en el patio de HCC, con juegos y otras actividades y presentaciones para niños. Pero, volviendo a tu pregunta, espero que para el año que viene ya esté publicado el libro que estoy terminando ahora sobre ese teatro que mencionas.

Converso en La Gaceta con la Dra. Kenya Dworkin

¿Qué opinas sobre la organización de este evento, nacido más de la pasión y voluntad que del soporte económico para instaurarlo?

Es una pregunta un poco difícil porque como bien señalas, sin pasión y voluntad sería casi imposible llevar a cabo esta enorme y complicada iniciativa. Y, sí, para lograrla hace falta capital, pero el amor a los libros y a los que aman la literatura puede ser más fuerte que el interés en lucrar. Sin duda, esta primera experiencia con la Feria y su organización nos enseñará mucho. Aprenderemos de nuestros traspiés, pero más importante aún es que el esfuerzo atraiga bastante público y que se unan más y más socios –autores, lectores, editoriales, maestros, profesores, negociantes, oficiales– para que cada año que se organice crezca más y más en calidad e impacto, con la mirada siempre puesta en la razón de su existencia: celebrar la tradición del lector y la lectura, unir a la comunidad, enriquecerla y, sobre todo, fomentar la lectura, la literatura y la escritura.

¿Qué esperas de la primera Feria Internacional del Libro de Tampa?

Lo que espero es mucho trabajo, mucho corre corre, sin duda, pero trabajo que nos va a dejar con una sensación de satisfacción y de logro. En lo práctico, la Feria me dará motivo para viajar a Tampa una vez más, en medio de mi semestre universitario, y de escaparme un poco del frío de Pensilvania. Pero en lo personal, me siento muy privilegiada al tener la oportunidad de pasarme una semana en un lugar que amo, y con seres a quienes también amo, y sobre todo porque voy a tener la oportunidad de conocer a decenas de autores de diversos países, presenciar y enriquecerme con numerosas presentaciones y lecturas por personas cuya producción literaria no conozco, compartir ideas sobre posibles proyectos de traducción y publicación y regresar a casa muy cansada, sí, pero con una enorme satisfacción que realmente no tiene precio. Y con numerosos nuevos amigos y libros, sin duda.

viernes, 2 de febrero de 2024

Alberto Sicilia nos habla de la Primera Feria Internacional del Libro en Tampa

 Entre el 7 y el 10 de marzo de 2024, tendremos en Tampa la Primera Feria Internacional del Libro, hecho que hemos venido anunciando en esta columna por la trascendencia que le concedemos a un evento de esa naturaleza y cuyo significado, si se establece anualmente como se avizora, se inscribirá en los anales de la historia cultural de nuestra ciudad. Por ello, conversamos con el poeta Alberto Sicilia, quien a su vez preside Ediciones Classic Subversive, ha merecido con su dedicación al nacimiento de esta fiesta literaria, ser quien presida el Comité Organizador que la hará posible.

Eres el presidente del Comité Organizador de la Primera Feria Internacional del Libro en Tampa. ¿Como nació y cobró cuerpo este proyecto?

Desde el año 2014, cuando tuve el honor de conocerte, comenzamos a pensar en proyectos culturales y comunitarios que aportaran un tiempo de calidad para todos. Tampa merece una Feria Internacional del Libro que tendrá características exclusivas por toda la historia que atesora y por representar un crisol de nacionalidades que mantienen viva la memoria de sus mayores.

En un patio de HCC, Campus de Ybor, Mario Javier (izq.)
Larissa  y Sicilia definen los lugares para la Feria del Libro.

Nosotros, tú y yo, junto a un grupo de amigos, enamorados de la ciudad de Ybor City y su gente, nos dimos a la tarea de unir voluntades y pensar el futuro. Entre esos amigos es importante mencionar al Honorable Emiliano Salcines J.r,  Kenya Dworkin, Patrick Manteiga, Madeline Cámara, Carlos Camargo, Fernando Valdivia, David Morales  y Ariel Quintela, a los que se sumarían otros destacados artistas e intelectuales. Una mención de honor para el Dr. Antonio Bechily por su contribución a la organización de la empresa y su apoyo financiero.

¿Que institución convoca un evento de tanta relevancia para la ciudad y en qué otras han encontrado apoyo y, de hecho, participan en la organización de esta Feria del Libro?

En 2023, fundamos Tampa Lector Consortium como entidad organizadora de la Feria y también como empresa promotora y distribuidora.  Nuestros esfuerzos están encaminados a servir de enlace entre autores, editores, traductores y artistas en general con el sistema de bibliotecas públicas, centros de estudio y plataformas de promoción y distribución global. Hemos recibido el apoyo incondicional del HCC de Ybor City, la Universidad de Tampa y del Instituto de estudios de América Latina y el Caribe de USF. En las últimas semanas se han incorporado muchos colaboradores de manera independiente o representando a organizaciones e instituciones.

¿Con qué soporte económico se enfrenta esta convocatoria?

Gabriel, sabes que es la parte más difícil e importante de cualquier proyecto. Las vías para consolidar el soporte financiero de la Feria están abiertas a todos, trabajamos para un evento que le dará a la ciudad de Tampa un nuevo aire, una nueva iluminación en el sentido poético y abrirá nuevas oportunidades económicas, un punto de apoyo para el mejoramiento social de la población y quizás la primera gran batalla por recuperar el amor por los libros y el conocimiento en contra de los males que acechan a las nuevas generaciones.  Se están recibiendo algunas contribuciones y existe un programa de patrocinio con niveles de beneficios, es preciso seguir insistiendo y distribuyendo ese documento para que todos puedan aportar un granito de arena a esta fiesta de los libros y la lectura.

En el Círculo Cubano, Ybor City, será la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Tampa.

¿Qué reacción ha encontrado en el mundo del libro (editoriales, escritores) la invitación a participar de una feria del Libro que no tiene antecedentes en la ciudad de Tampa?

Hasta el momento, hay más de veinte editoriales confirmadas y alrededor de trescientos autores invitados. Tenemos cuatro espacios de presentación, entre ellos un pabellón para niños y adolescentes que tendrá su inauguración el viernes 8 de marzo a las 6 p.m. y estará dirigido por la Dra. Liliana Villavicencio. Las llamadas, mensajes y correos electrónicos llegan de todo el mundo y hay un entusiasmo creciente por las distintas ofertas que presenta el programa general. Habrá firmas de libros, tiempo para encontrar tu autor favorito como lector o un evento donde podrás encontrar un editor, traductor, o asesor literario para el libro que estás escribiendo o piensas escribir.

Háblame sobre el Comité Organizador de la Feria Internacional del Libro en Tampa.

El Consejo Organizador está conformado por intelectuales y personalidades de la Ciudad. Nuestra Asesora General es la Dra. Kenya Dworkin, que desde la fría Pensilvania trabaja junto a todo el equipo y organiza la documentación necesaria, entre otras tareas importantes. Hemos creado comisiones de trabajo independientes para diferentes áreas, a saber: Comité Ejecutivo, Personal de Apoyo, Finanzas, Publicidad, Redes Sociales, Programa Yborín para niños y adolescentes, Diseño y desarrollo Web, Logística, entre otras. Desde las instituciones que apoyan el evento es importante mencionar distintas personalidades: Dra. Larissa Baia,  profesor Mario Javier Pérez, Dra. Beatriz Padilla, Dr. Jaime López, Dr. Pablo Brescia entre otros.  


¿Qué actividades tienen concebidas para el programa de la Feria del Libro, entre el 7 y el 10 de marzo de 2024?

Es un programa muy amplio que tendrá algunas actividades artísticas, una gala inaugural con invitados de primer nivel y la dirección de Yoshvani Medina, un performance dedicado al Lector de tabaquería donde cambiaremos nuestros aplausos por el sonido de las chavetas, las habituales exposiciones y ventas de libros con ofertas para todas las edades y gustos. Tenemos una actividad especial el viernes 8 de marzo, en horas de la noche, que estará dedicada al Día Internacional de la mujer. Por cierto, hemos hecho un esfuerzo considerable porque la presencia femenina sea mayoritaria: editoras, autoras y traductoras. Esperamos que sea una fiesta para la familia y extendemos la invitación, desde la generosidad de La Gaceta, a todos los suscriptores y lectores, que generación tras generación le han imprimido una ilustración excepcional a nuestra comunidad. Agradecemos el apoyo brindado por Patrick Manteiga en representación del Círculo Cubano de Tampa.

¡Gracias a todos!

viernes, 26 de enero de 2024

Diálogo con Larissa Ruiz Baía, presidenta de HCC Ybor City

 Larissa Ruiz Baía preside el campus que tiene en Ybor City el Hillsborough Community College, espacio universitario que refleja el crecimiento cultural de este pequeño pueblo fundado por tabaqueros a fines del siglo XIX y en cuya historia apasionante aparecen nombres como el de José Martí.

Antes de conversar con ella,  sabía que al aceptar la responsabilidad de dirigir este campus, ya había sido presidenta de Lakes Region Community College (LRCC) en Laconia, Nuevo Hampshire. Allí, también fue  Vicepresidenta de Servicios Estudiantiles y Gestión de Inscripciones y trabajó en la administración de educación superior en instituciones públicas y privadas.

Con un doctorado en Ciencias Políticas, una maestría en Estudios Latinoamericanos, otros estudios y varias publicaciones,  Larissa eligió a Tampa para vivir y desde llegar a la ciudad se unió a la directiva de la Cámara de Comercio de Ybor City y a la Coalición de Aprendizaje Temprano del condado de Hillsborough.

Apasionada con la comunidad, el ambiente estudiantil y la población inmigrante, encabeza el entorno cultural más avanzado de Ybor City y, desde este, ahora está apoyando la realización de la primera Feria Internacional del Libro que esperamos celebrar entre el próximo 7 y 10 de marzo y, gracias a su entusiasmo,  en espacios de la institución que ella dirige.

En nuestro encuentro, hablamos de la Feria del Libro. Y como el  Día Internacional de la Mujer coincide con la fecha de ese evento, creí oportuno exponer, a través de una entrevista, el ejemplo de una ejemplar mujer.

Dra. Larissa Ruiz Baía en su oficina de trabajo. Foto/Gabriel Cartaya

¿Cree que sus orígenes dominicanos han influido en su actitud de apoyo a los inmigrantes y refugiados? Cuénteme sobre su mirada hacia este creciente grupo poblacional en Tampa.

Estoy segura de que mis orígenes caribeños han tenido influencia en lo ideológico, pero también prácticamente en mi trabajo. Yo nací y me crié en St. Croix, US Virgin Islands. St. Croix es una de tres pequeñas islas que pertenecen a los Estados Unidos al oeste de Puerto Rico. Mis padres son dominicanos, pero emigraron y vivieron en Puerto Rico antes de mudarse a St. Croix. Mi abuela materna era puertorriqueña y mi abuelo paterno era cubano. El Caribe, aun antes de ser colonizado por los europeos, era un lugar donde había movimiento e intercambio entre las tribus indígenas que habitaban la zona.

Mi familia refleja ese movimiento entre islas. Por eso siempre he visto la migración como un patrón normal. Claro, entiendo que hay circunstancias/eventos políticos, económicos, sociológicos que influyen en los movimientos migratorios involuntarios. Pero, independientemente de la razón que nos lleva a dejar nuestro hogar, pienso que debemos tratar a todo ser humano con dignidad y respeto. Las circunstancias que resultan en una migración forzada no deben justificar el maltrato o la denigración de los inmigrantes por el país recibidor. A través de mis experiencias personales y profesionales he tenido la suerte de conocer a un sinnúmero de inmigrantes y dos de las características que los une son el deseo de superación y el agradecimiento que sienten por el país que los recibe. Siempre trato de tener esas experiencias en mente.

Veo que tiene una Maestría en Estudios latinoamericanos, ¿qué le atrae más de ese campo de estudio?

Comencé a tomar clases de política latinoamericana en Brandeis University y eso abrió mi interés por la política e historia latinoamericanas. Por eso decidí hacer la Maestría. Mi curiosidad en parte era por mis vínculos personales a la región, pero también por el deseo de aprender sobre cómo se desarrollan diferentes sistemas políticos en diferentes ambientes.

El programa de la Universidad de la Florida aconsejaba a todos los estudiantes a hacer investigación de campo. Esa oportunidad fue fundamental para mí.


En su vida profesional, la educación aparece en un lugar primordial y antes de dirigir HCC lo hizo en un college de Nuevo Hampshire. ¿Cómo aprecia la participación hispana en este nivel de enseñanza?

A nivel nacional solo un 33% de los presidentes de instituciones de alta enseñanza son mujeres. De ese porcentaje, la mayoría son mujeres blancas. Solo aproximadamente un 8% se identifican como hispanas o latinas. Los números mejoran cuando nos enfocamos solo en “community colleges” (colegios comunitarios que otorgan grados asociados primordialmente). Los datos nos indican que desgraciadamente todavía hay mucho camino por delante para llegar a un nivel de paridad donde el liderazgo de nuestras instituciones de alta enseñanza refleje a nuestros estudiantes.

En su labor como presidenta de HCC, ¿qué es lo más difícil y lo más agradable para usted?

Primero, aclaro que soy la presidenta del recinto de Ybor City de HCC. El presidente de HCC es el Dr. Ken Atwater. Lo más agradable es ser testigo del desarrollo (personal y profesional) de nuestros estudiantes y el impacto positivo que ese desarrollo tiene no solamente para ellos individualmente sino también para sus familias. Una de las cosas difíciles es conocer los obstáculos que algunos de nuestros estudiantes traen con ellos: el hambre, el no tener hogar, el ser víctima de abuso o sufrir de una enfermedad mental, entre otras cosas. Nosotros intentamos proveer apoyo para facilitarles el camino académico, pero muchas veces no tenemos los recursos necesarios.

¿Qué significa para usted dirigir un centro educacional en un lugar como Ybor City, de tan hermosa historia?

Yo estoy muy agradecida de las oportunidades que tuve en el estado de New Hampshire. Lakes Region Community College me permitió servir como presidenta por primera vez y trabajar con un gran equipo de trabajo, al cual extraño. Sin embargo, yo sabía que quería servir a una población más diversa y específicamente trabajar más de cerca con poblaciones minoritarias. Yo escogí a HCC Ybor City Campus porque llenaba esos criterios, incluyendo su designación federal como Hispanic Serving Institution (HSI). ¡La historia de Ybor City fue como se diría en inglés “the icing on the cake” o la cereza del postre! Yo había visitado Ybor City anteriormente, pero no tenía mucho conocimiento sobre el comienzo de este lugar y la importancia que tuvo en el desarrollo de la ciudad de Tampa y el estado de Florida. Ha sido gratificante el conocer esa historia tan de cerca y aún más a las personas e instituciones (incluyendo, por supuesto, al periódico La Gaceta) que la mantienen viva.

Sé que está prestando un valioso apoyo a la organización de la Primera Feria Internacional del Libro en Tampa, que situará a HCC en el centro de ella. En su opinión, ¿qué representa esta fiesta del libro para la ciudad?

Espero que la feria llegue a ser un espécimen central de los muchos eventos culturales que hoy son reconocidos como parte de la cuidad de Tampa. Como institución académica para mí es lógico que HCC Ybor City Campus sea sede de este evento. Aún más, como HSI, nos toca apoyar a los estudiantes hispanos o latinos que son casi el 40% de nuestra población estudiantil.

Para mí, no hay mejor lugar para la feria que el recinto de HCC en Ybor City, donde primero llegaron los inmigrantes cubanos, españoles, italianos, etc, quienes establecieron y levantaron las fábricas de tabacos que dieron a conocer a Tampa internacionalmente. ¡Estoy orgullosa de ser parte de esta feria inaugural y confío en que será todo un éxito!

 

viernes, 19 de enero de 2024

Luis Mosquera, un ejemplo de inmigración positiva

 En el crecimiento económico y cultural de Estados Unidos, la inmigración ha jugado un papel relevante desde antes de crearse la nación. La primera gran oleada de europeos hacia territorio norteamericano se produjo en el marco de la colonización española, inglesa y francesa, desarrollada a fines del siglo XVI y principios del XVII. Tres siglos después, al empezar el XX, se considera que más de 30 millones de europeos se establecieron en este lugar.

A la inmigración de aquellos siglos,  hay que agregar el traslado brutal de casi 400 mil africanos a servir como esclavos en lo que hoy es EE.UU. A fines del siglo XIX, durante todo el XX y en lo que va del XXI, la inmigración  en Estados Unidos está vinculada al desarrollo económico, social y cultural de la nación. Sin embargo, nunca antes hubo una mirada tan polarizada hacia este fenómeno como en nuestro tiempo, incrementada con el uso político de su comportamiento en los discursos electorales, más que con la aprehensión de la naturaleza intrínseca del comportamiento de los patrones migratorios. 

Naturalmente, en las complejidades del mundo contemporáneo, frente a la abrumadora desigualdad entre los países desarrollados y los pobres, así como el incremento de los flujos migratorios hacia los primeros, deben existir políticas regulatorias hacia el movimiento de personas y defenderse la inmigración legal y segura.

Sin embargo, el debate actual en torno a este fenómeno está permeado por dos opiniones excluyentes: los que  se pronuncian por un muro que impida la entrada de inmigrantes, relacionándolos con el incremento de drogas y violencia, y los que se fijan en el aporte de ellos a este país junto a los ingredientes humanos que se le suman (reunificación familiar, huida de la represión y la miseria, ansia de superación).

Desde esta segunda perspectiva, llamo la atención con un ejemplo recientemente conocido. El cubano Luís Mosquera llegó a este país hace solo siete años. Hoy es codueño de la compañía  LMWI, junto a William Ibern. La empresa, dedicada a la construcción de gabinetes (www.Designer-Cabinetry.com), da empleo a más de diez trabajadores y cuenta con una carpintería cuyas modernas herramientas de trabajo facilitan y hacen muy productiva la jornada laboral, además de contar con varias camionetas cerradas para el traslado e instalación de los muebles a solicitud de una clientela en crecimiento.

Luis Mosquera (primero a la izq.), junto a algunos de sus trabajadores

Cuando visito los talleres de trabajo de LMWI –ubicados en 5555 W Linebaaugh Ave., Tampa, Fl 33624– me llama la atención, en medio de la entrega de los trabajadores a su labor, el rostro de satisfacción que muestran. Son todos hispanos y la mayoría cubanos que no llevan mucho tiempo en este país. Pero han encontrado en los talleres de Luís un ambiente que tal vez contradice la imagen que se habían creado sobre el trabajo en las factorías capitalistas estadounidenses. Se exige respeto a la puntualidad y calidad en el trabajo, como debe ser, pero se atiende el componente humano en su rica diversidad.

De la puntualidad, el contenido de trabajo, de los servicios que presta la compañía (gabinetes, puertas, mesetas, construidas e instaladas) me habla Luís, pero del trato que reciben me hablan los trabajadores, sin que los oiga él: que siendo una compañía pequeña y reciente, les paga vacaciones, así como días feriados; que cuando alguien ha tenido un problema familiar no ha disminuido su ingreso semanal por faltar unas horas; que cuando   alguno ha concluido más temprano su desempeño se incorpora a otra labor, con lo que diversifica la capacitación y completa la jornada laboral.

Pero, de todos los ejemplos, uno me conmovió. Un trabajador que apenas lleva dos meses en la compañía, sirviendo como carpintero, tiene la madre muy grave en Cuba. Debía ir a acompañarla en el final inminente de su vida. Hacía solo unos días le habían entregado el uniforme al operario, con la sigla en el pecho: LMWI. Cuando entró a la oficina de Luís, ya este sabía la pena que le aquejaba, pero no que se iría por tiempo indefinido.

El empleado, incapaz de pedir que le reservaran su puesto,  puso el uniforme encima de la mesa, cuando exclamó: Me tengo que ir. Luís se puso de pie, lo abrazó como a un hermano, le devolvió el uniforme y le dijo: Cuando regreses, al día siguiente vienes para acá, este es tu trabajo.

Luís es un inmigrante afirmativo, que coadyuva al crecimiento de este país, como habría contribuido al suyo de haber tenido las condiciones que en este le han hecho progresar. Y como en el mundo donde habitamos señalar el bien es un modo de alimentarlo,  exaltar el caso de él es situarse al lado de quienes, al entender el provecho de la inmigración positiva, encomian lo mejor de la conducta humana.