viernes, 30 de octubre de 2020

Martes para elegir

Así como el día elegido en Estados Unidos para festejar el Día de Acción de Gracias es el cuarto jueves de noviembre, se dispuso que las elecciones federales en la nación se adhieran a una fecha permanente y, para que nunca coincidan con un fin de semana, se dispuso que siempre se realizaran un martes. Claro que no un martes cualquiera, sino el primero del mes de noviembre, que este año es el día 3, pero puede ser otro siempre que cumpla con ese requisito. La costumbre es longeva, con 275 años de vida, pues fue en 1845, durante el gobierno del presidente James K. Polk, cuando se aprobó una ley que fijara una fecha específica para los comicios federales, lo cual no aparecía en la Constitución estadounidense. a ese año, las elecciones se podían celebrar en cualquier fecha que estuviera entre septiembre y diciembre. En la aplicación de la nueva ley, el primer martes de noviembre de 1848 se realizaron las elecciones, resultando entonces ganador de la presidencia Zachary Taylor, quien nunca había tenido un cargo público.
Aquel 1845 hubo acontecimientos muy significativos para Estados Unidos, como la anexión de Texas, pero no fue esta la motivación para definir la fecha de elecciones. Entonces era un país eminentemente agrícola, aún con plantación esclavista. La mayor parte de su población vivía en áreas rurales y le resultaba difícil viajar a las capitales de los condados a participar en el ejercicio del sufragio, al que sólo tenían derecho los hombres blancos aunque se le llamara democrático. En aquellas circunstancias, se pensó en el mes de noviembre para las elecciones porque en esa fecha estaban concluyendo las cosechas y la nieve todavía no se había intensificado en las regiones más frías. Por otro lado, en una población religiosa y de diferentes nominaciones, los sábados y domingos miles de pobladores habrían optado por ir a sus iglesias antes que al colegio electoral. Por otro lado, en muchos condados existía la costumbre de ir al mercado los miércoles, de manera que los habitantes de las regiones más lejanas podrían viajar –ya en carruajes de tracción animal o fluviales–, realizar la votación el martes y, de una vez, quedarse un día más a realizar sus compras en la ciudad. La ley tuvo también la sutileza de anotar que fuera el primer martes después del primer lunes de noviembre, con lo que se indicaba que si el primer martes caía día 1.° había que esperar al siguiente. La razón no fue un capricho, pues también lo motiva la fe religiosa: no debían coincidir las elecciones con el Día de los Santos de los cristianos. Aunque aquellas motivaciones han perdido sentido en la actualidad, se afincaron en la tradición de la nación. Por ello, a diferencia de la mayoría de los países –especialmente en Latinoamérica– que hacen sus elecciones los domingos, en Estados Unidos se realizan en un día laboral. Si entonces la pretensión fue lograr mayor asistencia a las urnas, en el mundo de hoy la dificulta, pues la asistencia al trabajo en este país es probablemente la obligación con que más cumple el ciudadano. Ello explica que la participación electoral sea tan baja, muchas veces por debajo del 50 por ciento. Ahora, en las elecciones de 2020, se han experimentado cambios, como el voto anticipado por correo y votación adelantada en sitios habilitados para ello. Es verdad que estamos viviendo un año de muchas tensiones, primero por la pandemia del coronavirus, pero también de contenido racial y social. Asimismo, la falta de ética en los discursos de los contendientes que aspiran a ocupar la Casa Blanca los próximos cuatro años ha conmovido la conciencia estadounidense. Con todo, afirmando la responsabilidad cívica y la costumbre, el primer martes que sigue al primer lunes de noviembre, vamos a votar.

jueves, 15 de octubre de 2020

El número 13 de la revista Surco Sur sale a la luz

 

Acaba de nacer el número 13 de la revista de arte y literatura hispanoamericana Surco Sur.  Aunque tiene su espacio en la Web publicada por la biblioteca de la Universidad del Sur de la Florida (USF), se hace un número limitado de copias impresas, con el propósito de complacer a quienes les resulta difícil prescindir de una lectura que se enriquece cuando los dedos palpan la ternura de la hoja enamorada, cuando, como una novia, te va regalando más y más.

Como en todos sus números, la revista inicia con una muestra de poesía y cuento inéditos, procedentes de escritores reconocidos. Después, en su permanente sección Honrar, honra, se ofrece  un dossier  con el que se rinde homenaje al poeta cubano Eliseo Diego, en el centenario de su natalicio.

El número que ahora se presenta, está precedido del siguiente editorial:

En medio de las convulsiones epidémicas, sociales, políticas, económicas, ecológicas, con que estamos concluyendo la primera mitad del año 2020, arribamos al 10.° aniversario de la Revista Surco Sur, poniendo a su disposición el N.° 13. Ahora, la alucinante cifra contradice su fama de mala suerte, confirmando la acepción numerológica que la vincula a fuerzas positivas, perspectiva que fortalece la fe en el mejoramiento del mundo.

En el primer decenio de Surco Sur, es justo recordar el entusiasmo con que la poeta puertorriqueña Maribel Sánchez-Pagán, la profesora Madeline Cámara, el diseñador Edgar Jerez y otros intelectuales se sumaron a la creación de su primer número y desde entonces creer y trabajar por su continuidad. Si bien fue imposible cumplir con la sistematicidad trimestral propuesta y finalmente debimos limitarnos a una salida anual, la revista ha adquirido una visibilidad digital considerable, sirviendo a estudiantes, profesores, estudiosos de la literatura hispanoamericana o simplemente lectores.

Las decenas de artículos, ensayos, reseñas críticas, poesías, cuentos y entrevistas que hemos dado a conocer en esta publicación, firmados por prestigiosos autores –en su mayoría profesores de universidades estadounidenses, latinoamericanas y españolas–, justifican la existencia de esta publicación, cuya totalidad está plasmada en el sitio web https://scholarcommons.usf.edu/surcosur, correspondiente a la Universidad del Sur de la Florida.

Así como ha ido cambiando la regularidad de las entregas, también las secciones se fueron ajustando a determinados contenidos específicos, aunque las originarias –Honrar honra, Nuestra América, Nubes de plata– y una muestra de poesía y cuento, han sido permanentes. En los últimos números se ha incorporado La esquina del traductor, Criterio atento y Primicias, con la finalidad de diversificar los temas y géneros de expresión.

La revista se inauguró festejando los cien años del escritor José Lezama Lima, autor de Paradiso y fundador del grupo Orígenes. El N.° 13, que llega con otro centenario y con la magia del ‘azar concurrente’, pertenece a otro de los emblemáticos miembros de aquel grupo literario.

Honrando al autor de En la calzada de Jesús del Monte, ofrecemos un dossier donde incluimos palabras de su hija Josefina de Diego (Fefé). Asimismo, aparece otro que responde a las inquietudes más sobresalientes de la actualidad, pues el ejercicio literario –de creación o valorativo– no puede abstraerse de la realidad en que vivimos. Por ello, el dossier “Recados para América”, organizado por la Dra. Cámara, manifiesta el compromiso activo que asume Surco Sur con nuestro tiempo.

Finalmente, agradecemos a los profesores, estudiantes, escritores, poetas –cuyos nombres no se mencionan por la extensión de la lista– que han colaborado con sus escritos a la vida de esta revista; a los editores y correctores que nos han acompañado en la actual aventura publicitaria, a los miembros ocasionales y permanentes del Consejo Editorial, a su fiel diseñador, a los pintores cuyas obras ilustran nuestras páginas y, también, a los que han apoyado económicamente las salidas en papel de varios números. A todos, gracias por hacer posible esta revista, sumada al empeño de hacer visible, desde Tampa, la riqueza literaria y de pensamiento expresados en el idioma español.

Nota: Para adquirir un ejemplar, puede escribir a surcosurevista@gmail.com o llamar al 813-849 8113.

 


viernes, 9 de octubre de 2020

Una página web en honor a Iván Schulman

 En el marco del 89.° aniversario del natalicio del académico Ivan A. Schulman, profesores del Departamento de Lenguas y Literatura de la Universidad de Memphis, en Tennessee, tuvieron la feliz idea de crear una página web que rindiera homenaje al prestigioso catedrático estadounidense cuya vida se extinguió el pasado 3 de agosto. La iniciativa fue dirigida por los profesores Fernando Burgos Pérez y José Gomariz, quienes solicitaron a familiares, alumnos, compañeros y amigos de Ivan que participaran en esta noble ofrenda al Maestro a través de testimonios, artículos, fotografías, entrevistas u otras remembranzas compartidas con el autor de Símbolo y color en la obra de Jose Martí.

     De este loable empeño nació la hermosa página https://www.ivanschulman.org en cuya barra de cabecera se nos invita  a conocer diversos momentos de la vida y obra de uno de los más profundos conocedores del modernismo literario, quien hizo tantos aportes al conocimiento de la obra de José Martí, Julián del Casal, Rubén Darío y otros grandes escritores hispanoamericanos.

     En las palabras de presentación, José Gomariz y Fernando Burgos Pérez expresan las razones que motivaron el homenaje: “En Ivan Schulman. Memoria y Testimonios reunimos las colaboraciones de exestudiantes, colegas y amigos del querido Maestro fallecido el 3 de agosto de 2020 en San Juan, Puerto Rico. Considerando su destacada labor académica y de investigación en las Letras Hispanas no tenemos ninguna duda de que habrá varios homenajes sobre la enorme significación de su legado intelectual en torno al Modernismo, Martí, las vanguardias y el desenlace de la modernidad en la literatura hispanoamericana; en este último caso se tratará de ensayos que discutan los alcances y significación de la investigación del Maestro”.

      Asimismo, destacan la “excepcional acogida que tuvo la realización de este homenaje en (...) quienes tuvieron la fortuna de haberlo conocido”. Después de estas palabras, el Doctor Burgos presenta una “Semblanza mínima e inconclusa de Ivan A Schulman”, donde le destaca “como profesor universitario, administrador, consultor, director, su participación en la realización de proyectos en colaboración, obtención de becas de investigación, ponente en congresos, la producción de numerosos artículos y reseñas, la consecución de premios de investigación, todo lo cual se extiende a través de sesenta años”.

     A su vez, destaca la abundante y profunda labor de Schulman al recordar: “Como investigador, incluyendo monografías, ensayos en coautoría y de edición, Ivan Schulman publicó veintinueve libros, ciento cincuenta artículos, y numerosas reseñas. Se trata de una producción de sólida y rigurosa erudición con la que elucidó ejes centrales del desarrollo de la literatura contemporánea tales como el modernismo, la vanguardia y la modernidad hispanoamericanas”.

     A continuación aparecen los trabajos  “Cómo llegué a Símbolo y color en la obra de José Martí”, de mi autoría, y la reseña del profesor  José Gomariz “Ivan A. Schulman: neoyorquino universal”,  donde nos advierte: “Si José Martí fue el mayor interprete cultural cubano en Estados Unidos durante la llamada Gilded Age de fines del XIX, Ivan lo fue a su vez de Estados Unidos en Cuba, para siglos venideros, a través de José Martí”. Al final de su precioso texto, nos regala un testimonio muy emotivo: “En una ocasión, mientras volábamos de La Habana a Miami, Ivan me comentó que su casa estaba donde él estuviera. Su casa, comprendí, era el mundo. Imagino que, sea cual sea el destino al que le esté llevando ese vuelo del alma, que José Martí evocó, Ivan tendrá su casa. Ser de estrella y de transparencia martianas, aquí también, entre todos tus amigos, discípulos, colegas, entre los que continuamos cultivando la rosa blanca martiana de amor a la humanidad, seguirás teniendo tu casa, Ivan”.

     En el apartado reservado a Testimonios, aparecen notas de extraordinario valor para entender la grandeza de Ivan, no sólo como profesor, investigador y autor de textos de tanto rigor, sino también al hombre sencillo, afectuoso, solidario, sincero.  Las emotivas declaraciones de los profesores Pedro Lastra Salazar, Rubén González, Hugo Achugar, Fátima Regina Nogueira, Jorge Camacho y otros –grandes intelectuales todos– muestran el respeto y veneración al Maestro. Uno de ellos, Egberto Almenas, confiesa: “En mi tesis bajo su tutela y jefatura departamental en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign lo había reverenciado poco antes como “fuente motriz en el sentido más lato del término, cuya obra trato de emular, infructuosamente”. Leyendo los testimonios de exalumnos suyos que fueron hasta siempre sus admiradores, yo, que pude conocerlo y conversar largamente con él, creo que quienes estuvieron alguna vez a su lado debieron sentir un halo de sencillez y grandeza, como el  que percibieron los que tuvieron el privilegio de estar alguna vez cerca de José Martí.

     Finalmente, esta página web nos ofrece entrevistas y muchas fotografías de Iván, desde su niñez hasta los últimos años de su  fructífera vida. Gracias a los buenos profesores que construyeron, para ahora y la posteridad, esta espléndida ciberpágina de gratitud.

viernes, 2 de octubre de 2020

Nat Turner, líder de una rebelión de esclavos

 El ansia de justicia impulsa a su búsqueda incluso con actos de crueldad, cuando el maltrato excesivo obnubila el cerebro de quien es humillado en su condición humana y, al rebelarse, extiende la venganza incluso a aquellos que dentro de la clase dominante no comparten los métodos de sojuzgar. Desde este ángulo me asomo a la rebelión de afroamericanos estadounidenses guiada por Nat Turner, hace casi doscientos años.

     Entonces, se había cumplido medio siglo de la independencia y proclamación de la constitución estadounidense, nacida con un canto a la libertad cuando los propios redactores de la Carta Magna de la nación tenían esclavos, cuyos derechos humanos fueron excluidos del texto fundador.

Nat Turner
      Aunque hay discrepancias en las fuentes bibliográficas sobre el número de esclavos en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX, se calcula que existían alrededor de un millón trescientos mil seres humanos que no disfrutaban de los derechos civiles proclamados y podían ser vendidos, golpeados y castigados brutalmente, según el carácter y sensibilidad de sus propietarios. Sobran ejemplos –muchos dramatizados en el teatro y el cine– sobre persecuciones a esclavos que trataban de huir y eran cazados con perros y escopetas y, una vez capturados, los sometían a torturas que muchas veces llegaban hasta la muerte. Ante aquellas atrocidades que la propia iglesia miraba callada, los más atrevidos, valientes y sensibles esclavos optaron por la rebelión. Eso hizo Nat Turner,  esclavo de una plantación en el condado de Southampton, en la Virginia de 1831.

     No hay una biografía amplia sobre Turner, pero la historiografía estadounidense ha conservado muchos datos sobre su vida y el cine presentó su actuación en la breve rebelión que encabezó a través del filme  “The Birth of a Nation” (2016), donde el actor Nate Parker protagonizó al héroe negro. Por ello, sabemos que nació en el condado citado, en el año 1800 y algunos ubican la fecha exacta el 2 de octubre. Se dice que mostró gran inteligencia desde la primera niñez, cuando   aprendió a leer y escribir por sí mismo. También, que era muy sensible a la religión y podía vérsele frecuentemente orando y ayunando. Después de su muerte, muchos contaron que se veía a sí mismo como un mensajero de Dios y que poseía la rara capacidad de oír mensajes que creía les eran transmitidos desde lo Alto. Muchos, cuando le veían rezar o caminar ensimismado, le llamaban “El Profeta”.

     En realidad, Nat Turner no pudo soportar el grado de humillación que pesaba sobre su raza y, en su justa indignación, culpó de la esclavitud a todos los hombres blancos. Su primera reacción fue huir de la plantación esclavista, lo que hizo teniendo 21 años. Pero, en sus profundas cavilaciones en solitario, creyó recibir un mensaje a través de un eclipse solar que se observó en Virginia el 12 de febrero de 1831. El vio en aquel fenómeno astronómico el aviso de que debía preparar una rebelión contra los hombres blancos que maltrataban a su raza e, inmediatamente, regresó a fomentarla desde la plantación a la que perteneció.

Con su gran capacidad de persuasión, convenció a algunos esclavos y negros libres y llegó a movilizar a unos cincuenta, quienes a pie y a caballo se lanzaron a la rebelión. La fecha del levantamiento también la tomó el líder como un aviso celestial, cuando interpretó el tono azulado de una turbulencia atmosférica como una señal divina. El 21 de agosto, los rebeldes, bajo su mando, salieron casa por casa liberando esclavos y matando a los dueños que encontraron con machetes, hachas, cuchillos y cuánta arma blanca tuvieron a la mano. La orden, tan terrible como la propia esclavitud que soportaban, era “matar a todos los blancos”, sin importar sexo ni edad.

     Naturalmente, una rebelión de esa naturaleza, frente al inmenso poder económico, político, militar e incluso religioso de los dueños de la plantación –de la nación–, quienes habían amparado en la Constitución el derecho de tener armas, no podía extenderse más allá de su comarca y de las decenas de afroamericanos sumados. Enseguida una milicia de blancos, bien armados, alcanzó a los rebeldes y los derrotó. Aunque a los dos días ya habían sido vencidos, capturados y muertos los complotados, Nat Turner logró escapar de la persecución blanca unos dos meses.  Finalmente, lo capturaron el 30 de octubre de ese año e inmediatamente fue juzgado y llevado a la horca. Le pusieron un abogado que no podría salvar su vida –Thomas Ruffin Gray–,  pero el letrado tuvo el acierto de publicar un folleto en que plasmó las ideas transmitidas por Turner antes de morir.

     Turner murió en la horca el 11 de noviembre de 1831, en un poblado de Virginia llamado Jerusalén, como si el nombre del lugar pudiera relacionarse con el mensaje cristiano que creyó oír. Su cuerpo no fue crucificado, pero sí decapitado, descuartizado, vejado, con todo el grado de violencia impuesto por los autores y beneficiarios del sistema de explotación esclavista. Con todo, Nat Turner dejó un ejemplo de resistencia de los negros ante la explotación a que fueron sometidos por los blancos.

     Hoy, cuando persisten rezagos de discriminación entre seres humanos de diferentes razas y que en Estados Unidos está provocando diversas manifestaciones, podríamos encontrar en la acción de Nat Turner una doble enseñanza: es justa la protesta frente a la injusticia, pero  no es legítimo atacar indiscriminadamente la infraestructura y superestructura  de la sociedad donde vivimos.