viernes, 15 de diciembre de 2023

Diálogo con el autor de Bienaventurados los perseguidos

 Luis Enrique Alfonso Hernández es el autor de la novela Bienaventurados los perseguidos, publicada recientemente por Classic Subversive. Al leer esta extensa obra, me llamó la atención que el escritor iniciara el camino de las letras con un empeño de esa magnitud (casi 600 páginas), logrando mantener la estructura, coherencia, manejo de los protagonistas, los diálogos, nivel dramático, clímax y desenlace de una obra capaz de complacer las exigencias del lector.

Después, conociendo algunos datos de la biografía de Alfonso Hernández –cubano que actualmente vive en España–, tuve la impresión de que, en el personaje central (Leal) hay una especie de alter ego del autor, por lo que la entrevista que le propuse comienza interesándose en esta correspondencia.


¿Cuánto hay de testimonial en Bienaventurados los perseguidos?

Mucho, recreado literariamente, por supuesto.

¿Hay un motivo extraliterario que te compulsó a escribir Bienaventurados…?

Básicamente un motivo cubano. No sé si el dolor cubano está fuera o dentro de la Literatura, pero sé que está dentro de la nación adolorida.

Leal, protagonista central de tu novela, es un oficial de la Seguridad del Estado cubana que, estimado hasta por el Primer Secretario, pudo alcanzar y disfrutar de altos cargos en la nomenclatura de la Isla. Sin embargo, termina rompiendo con ese cuerpo y, finalmente, yéndose al exilio. ¿Qué factores de su experiencia y personalidad lo compulsan a esa actuación?

Leal no ocupa altos cargos, es simplemente un operativo de fila de la unidad más selecta en el ámbito más elitista del apparachik, que se codea con los altos cargos de la nomenclatura. Llega a ello por su espíritu aventurero y romanticismo juvenil. En la medida que conoce el intríngulis político de la cúpula de poder sufre un proceso que transita de la decepción, pasando por la repugnancia y repudio, hasta el desprecio y la indiferencia. Deja de creer en la retórica del colectivismo social para centrarse en su familia. No se va a un determinado sitio, se va de Cuba.

En un entorno donde la corrupción se agiganta con la crisis económica, la figura de Isabela representa una naturaleza moral, ética, bondadosa y jovial, profundamente humana, que no concuerda con el medio en que se desenvuelve. ¿Qué significado te propusiste dar a su figura?

Isabel representa la posibilidad de preservar el alma pura bajo cualquier circunstancia. Su historia es muy recurrente, la belleza, el amor y el bien hacer se tornan insoportables para los chapuceros que odian y, por tanto, en blanco de su acecho destructivo.

En un espacio donde se insiste en que la revolución es lo primero y que coadyuvó, incluso, a una fragmentación de las relaciones familiares, ¿hasta dónde tu acento en la familia se propuso contradecir los postulados indicados?

No sólo los postulados indicados por la supuesta revolución cubana, sino las tendencias woke globalitarias, que es sabido ambas tienen en común, en última instancia, una base filo marxista con diferentes grados de sutileza. El debilitamiento de la familia facilita el manejo de la sociedad como una masa desamparada por el grupo de poder, independientemente de la élite que lo ejerce o pretenda ejercer.

Vuelves más de una vez en la novela a 1989. ¿Qué significó para el narrador el fusilamiento del General Ochoa?

En consecuencia, con su generación, esos acontecimientos no significaron un momento culminante sino un punto de partida. Como el detonante que hizo prestar atención. La pérdida de la virginidad.

Creo que tú mismo correspondes a ese grupo de perseguidos bienaventurados en que se inscribe el protagonista de tu novela. ¿Tendrías algo que transmitir en ese sentido?

No creo que en Cuba exista una persona que no haya sido perseguida por un vecino o colega de trabajo envidioso, el chivato que deposita su certidumbre en la creencia de que pertenece a algo superior, un burócrata que ejerce su pequeña cuota de poder o el apparachik llamado a garantizar la sumisión. Es cierto, y triste, que parte de la buenaventura a la que aspiran, me atrevo a decir que la mayoría de los cubanos, radica en la emigración o el exilio; sin embargo, creo que no basta. La gran buenaventura es resultado de la paz interior, durante mucho tiempo lo consideras un cliché, pero lo entiendes cuando lo consigues. Creo recordar que fue el genial Cabrera Infante quien avisó que los cubanos nacemos culpables.

 Me parece muy bien logrado el final que das a tu novela, donde también aciertas en el manejo de los personajes, el argumento y la trama.  ¿Te propusiste dejar al lector imaginar el fin del conflicto en el que se desarrolla la obra?

Gracias. Algo de eso hay, pero no fue un proceso tan imaginativo porque los bienaventurados, incluso los lectores extranjeros, asisten al único final posible, pese a que la novela solo cuenta una parte de la desgracia colectiva.

Te dedicas actualmente a la actividad comercial (como Leal), distante de la literatura. Sin embargo, te das a conocer como escritor con una extensa novela que considero muy bien lograda. ¿Cómo te enfrentaste al oficio de escribir?

Muchas gracias. Llego al exilio a construir otra vez desde cero, con más de cincuenta años, la fortaleza de una familia invencible y una historia que contar. Creía que haber escrito informes de trabajo, tesis o cartas y ser un lector empedernido sería suficiente, más el empeño; sin embargo, nada más comenzar te das cuenta de que por respeto a quien vaya a leerte, te merece un esfuerzo y estudio serio. Me inscribí en la Escuela Tinta Púrpura de la escritora y editora madrileña Covadonga Gonzales Pola. Además, el privilegio del arropamiento de Carmen Capdevila, Tony Gómez y Alberto Sicilia, genial equipo de ClassicSubversive Editions. Gracias a todos ellos tuve la oportunidad de descubrir semejante deleite.

Al terminar esta novela, ¿qué nuevos proyectos literarios tienes?

Otra novela. Leal e Isabela ya en libertad, testigos y cómplices de la deseada transición hacia la democracia en su amada isla, acechada por un extenso y enmarañado enjambre de corrupción, empresas fantasmas y testaferros al servicio de intereses privados de los principales personeros del viejo establishment en componenda con determinadas élites globalitarias. Donde otra vez, quien se sienta reflejado, seguramente será intencional. Pero el narrador no acusa, solo cuenta la repugnancia y el hastío.

viernes, 8 de diciembre de 2023

Cicerón murió por defender la República romana contra la dictadura

 La historia permanentemente nos enseña y, por muy antiguas que sean sus lecciones, siempre la actualidad encuentra asideros útiles en ellas. La frase “aguas pasadas no muelen molino”, no contradice la posibilidad de auxiliarnos en el pasado para entender el comportamiento político del tiempo en que vivimos.

Hay tal cúmulo de entrelazamientos entre los acontecimientos históricos más lejanos y los actuales que desoírlos es, cuando menos, imprudente. Uno de ellos lo relaciono con Marco Tulio Cicerón, asesinado  en Roma el 8 de diciembre del año 43 a.n.e. por su enérgica defensa al gobierno republicano establecido, frente a los intentos de imposición de una dictadura, la que finalmente se implantó con la creación de lo que fue el Imperio romano.

Busto de Cicerón, en bronce, en la Biblioteca Mazarine, París

El móvil para asesinar a uno de los más grandes pensadores de su tiempo encuentra en la historia, desde esos días hasta hoy, múltiples repeticiones, avisos y ángulos interpretativos. Llama la atención que uno de los pocos libros que José Martí incluyera en su mochila de campaña al salir para la guerra en Cuba fue una biografía de aquel senador romano. El 16 de abril de 1895,  confiesa en carta a María Mantilla que lleva consigo el libro Vida de Cicerón.

Con aquel libro, adquirido en Cabo Haitiano, llega a la Isla el  11 de abril de 1895, junto a Máximo Gómez y otros cuatro compañeros. ¿Por qué, en tan apretado equipaje, junto a la hamaca, algunos proyectiles, medicinas y un mapa de Cuba, Martí lleva a la guerra una biografía de Cicerón y no un libro sobre táctica militar? La elección debió relacionarse, inobjetablemente, con la preocupación más grande que tenía el líder cubano en el marco de una guerra de la que él fue su genial organizador: defender desde el inicio el carácter democrático que debía asegurar el establecimiento de una república libre,  frente a  líderes militares que pudieran ponerla en peligro por ambición de poder, favorecidos desde la gloria de los triunfos militares. 

El marco en que se produce la muerte de Cicerón implicaba esa misma  contradicción. Los líderes militares, triunfadores en las grandes campañas que extendieron el poderío romano, pugnaban por suplantar una República donde los tribunos, senadores y otros representantes eran electos, por el poder unipersonal concentrado en un dictador militar.  La rivalidad entre unos y otros afloró en el asesinato de Julio César (44 a.c., quien subordinó al Senado y toda la autoridad a su mando. Cicerón era senador y su crítica a César y a su sucesor, Marco Antonio, cuando se daban los primeros pasos por sustituir a la república por el imperio, determinó que fuera una de las víctimas de la purga que persiguió a los defensores de la democracia romana, con todas las contradicciones y debilidades que poseía en el marco de una sociedad esclavista.

El historiador Plutarco nos cuenta el último momento del gran orador, filósofo y político romano: 

“Llevándose, como era su costumbre, la mano izquierda a su mentón, miró fijamente a sus verdugos, sucio del polvo, con el cabello desgreñado y el rostro desencajado por la angustia, de modo que la mayoría se cubrió el rostro en el momento en que Herenio lo degollaba (…) Tenía 64 años. Por orden de Antonio le cortaron la cabeza y las manos con las que había escrito las Filípicas. Una cabeza y unas manos que Antonio ordenó exponer como trofeos, para que todo el mundo en Roma pudiera contemplarlos, sobre el Rostra, la misma tribuna de los oradores desde la que pocos meses antes Cicerón había sido aclamado por la multitud”.

Finalmente, elijo unas palabras de Stefan Zweig sobre Cicerón, porque el escritor pacifista austríaco es también un digno ejemplo de la defensa de la democracia frente al poder de los autócratas. El autor de Fouché seleccionó a Cicerón para el inicio de su obra Momentos estelares de la humanidad, donde dice sobre él:

“Ninguna acusación formulada por el grandioso orador desde esa tribuna contra la brutalidad, contra el delirio de poder, contra la ilegalidad, habla de modo tan elocuente en contra de la eterna injusticia de la violencia como esa cabeza muda de un hombre asesinado. Receloso, el pueblo se aglomera en torno a la profanada Rostra. Abatido, avergonzado, vuelve a apartarse. Nadie se atreve –¡Es una dictadura!– a expresar una sola réplica, pero un espasmo les oprime el corazón. Y, consternados, bajan los ojos ante esa trágica alegoría de su República crucificada”.

Cuánto enseña ese ejemplo, ocurrido hace 2066 años, a estos tiempos en que, en medio de una democracia considerada una de las más avanzadas del mundo, se escuchan discursos populistas que arrastran tras una imagen “salvadora” –arrogantemente cesariana–, la política de una nación civilizada. 

viernes, 1 de diciembre de 2023

Ha llegado diciembre

 Ha llegado diciembre en un abrir y cerrar de ojos, como se dice. ¿Es que las transformaciones impuestas por la revolución tecnológica más acelerada de la historia nos hacen percibir el paso del tiempo a mayor velocidad, o es que con el avance de la edad quisiéramos que los años nos duraran un poco más? A casi todos los adultos nos parece que en los lejanos años de la infancia entre una Navidad y otra discurría un tiempo enorme. Aquellos trescientos sesenta y cinco días que debíamos esperar para la próxima llegada de los Reyes Magos contenían tanta vida que el regreso del regalo navideño se alargaba en  el  tiempo, una magia que   ha desaparecido con los regalos al alcance de la mano, sin adornos seductores, en cada día del año.

Es que ya estamos en el diciembre del Calendario Gregoriano, el duodécimo mes del año y que, aunque está entre los más largos por contar con 31 días, es tan dinámico como las fiestas y luces que le ­engalanan. Su nombre nace del latín decembris, una derivación de la voz decem, que significaba diez. La razón es que en la medición del tiempo de la antigua Roma, que empezaba en marzo,   diciembre era el décimo mes. A aquel calendario de diez meses, Numa Pompilio  (753-674 a. C.), siendo el segundo rey de Roma, le agregó enero y febrero. Siglos después, en el año 46 a.C., el emperador Julio César introdujo el Calendario Juliano, también dividido en 12 períodos, empezando en marzo. Vino a ser el Gregoriano, originado en España y aprobado por el papa Gregorio XIII en 1582, el que convirtió a diciembre en el mes número 12, último del año.

Al establecerse el Calendario Gregoriano se perdieron diez días, pues se decretó que 
el día siguiente al jueves, 4 de octubre (jueves), sería viernes 15 de octubre de 1582. 

Sin embargo, la palabra diciembre, como la conocemos hoy, no viene a aparecer en el Diccionario de la Lengua Española hasta 1732, cuando el llamado Diccionario de Autoridades –antecesor inmediato de la RAE– lo incluye como “duodécimo mes del año, que tiene 31 días”.

Después de esta breve disquisición, retomamos el motivo de elegir diciembre para estas líneas, que es ver la ciudad engalanada desde el Thanksgiving, con todo el resplandor de sus luces multicolores iluminando sus diversas calles, avenidas, portales, parques, lugares públicos y privados. Es como si el último mes del año modificara no solo el entorno en que vivimos, sino también la mentalidad con que admiramos la naturaleza y la creación humana, enriquecida con una espiritualidad que se expande a lo conocido y lo ignoto, con la esperanza de que el engalanamiento del espacio contribuya a nuestro embellecimiento interior.

Como todo es nacimiento y fin, el año también lo es, por lo que diciembre asume la vejez y terminación del tiempo encerrado en doce meses, por lo que su espera, y despedida para el reinicio de un nuevo ciclo, se asume como cumplimiento y compromiso: lo alcanzado en los últimos doce meses y lo que nos proponemos para el año siguiente. En su asunción, se refleja la diversidad humana en los distintos componentes de la personalidad. Si para el poeta peruano César Vallejo, –cuyo pesimismo llega al verso “diciembre con sus 31 pieles rotas”–, hay un desencanto en cada día de un mes que debió serle doloroso y frío, en Francisco de Quevedo hay un hálito de optimismo pletórico de alegorías cuando escribe: “Cuando llega diciembre y las lluvias abundan/ ellas con las acacias tornan a florecer”. Mientras,  en  la poetisa   colombiana Meira Delmar (1922-2009) hay una alegre nostalgia al “ver llegar las golondrinas/ que con diciembre regresaban”.

Diciembre es un nombre que aparece en títulos de poemas, novelas, filmes, pinturas y en múltiples expresiones de la realización humana, no solo por ser el que contiene la fecha de devoción espiritual más extendida en la civilización cristiana –la Navidad–, seguida del Año Nuevo, enlazando los días festivos más intensos, sino también por la enorme implicación simbólica que atesora.  Por ello, en la sabiduría sintetizada en los refranes también nos encontramos con sus letras, desde su doble percepción, como vemos en el refrán italiano: “Dicembre, dà freddo al corpo ma gioia al cuore (Diciembre da frío al cuerpo, pero regocijo al corazón”).

domingo, 26 de noviembre de 2023

Diego Rivera: Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central

 Como esta página tiene una motivación medularmente histórica –la afirmación de la memoria colectiva– es lógico que las efemérides constituyan una fuente de motivación en la selección del contenido que continuamente compartimos. Esta vez, observamos que el 24 de noviembre de 1957 se produjo la muerte del pintor mexicano Diego Rivera, uno de los artistas mexicanos más reconocidos, esencialmente por ser un pionero del muralismo, movimiento artístico iniciado en México a principios del siglo XX, a partir de pinturas realistas y monumentales creadas en espacios públicos.

Cuando se habla de pintura mural, extendida en el mundo con un fuerte contenido social, se piensa en las figuras fundadoras más relevantes, como David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, pero es Diego Rivera quien primero llega a la memoria, tal vez tanto por su obra como por la relación sentimental que sostuvo con  Frida Kahlo, también pintora de renombre universal.

¿Qué decir, en pocas líneas, acerca de una obra tan fructífera como la de Diego Rivera? Sus datos biográficos, desde el  nacimiento en la Ciudad de México el 8 de diciembre de 1886, se inician con un nombre particularmente extenso, como queriendo advertir con el bautizo (Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez) que su vida sería abarcadora.


Desde entonces, hasta el deceso en la fecha que conmemoramos, hay en su vida un ascenso hacia el pináculo del arte hispanoamericano y desde este al universal, en el que múltiples obras dan fe de su riqueza estética. Entre su  primer mural, en 1922, al que llamó La creación, en el interior de un anfiteatro en la Universidad Nacional de México, y El Niño del Sputnik, una obra que dejó inconclusa al morir con 70 años,  hay un mural en el que he concentrado la atención de esta página, cuyo título es tan hermoso como la obra:  Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

Aunque en otros murales pone el acento en la historia de su país –Epopeya del pueblo mexicano (1929-1935) , por ejemplo–, hay en el Sueño de una tarde… una síntesis de la evolución de México desde la época de la conquista hasta el siglo XX, expuesta a través del rostro de decenas de figuras históricas en cuyo centro se alza una silueta  mítica, La Catrina, un símbolo sobresaliente en el Día de los Muertos y  que Rivera refleja con una estola de plumas, como evocando al dios Quetzalcóatl. La Catrina, en el mural, sostiene con su mano izquierda a un niño en el que Rivera se representa a sí mismo y, curiosamente, entre los rostros que continúan  a su izquierda se destaca el de José Martí, quien es también parte de la historia mexicana y a quien el artista le da un gran relieve, como le otorga a Benito Juárez,  Miguel Hidalgo, José María Morelos y otros próceres de su país.

Seguramente Rivera, quien estuvo varias veces en La Habana y conocía sobre el tiempo mexicano del poeta cubano –el pintor era amigo de Justo Sierra, quien fue en su juventud amigo de Martí– pudo imaginarse al joven desterrado caminando frente a aquella Alameda Central, conversando enamorado con la hermosa mexicana Remedios de la Peña, con el amigo pintor Manuel Ocaranza, o con Carmen Zayas Bazán al iniciar el noviazgo con la camagüeyana. De todos modos, el realce que en esa obra de  4.17m x 15.67m le da a Martí, justamente el primero a su derecha –detrás tiene a Frida Khalo con una mano sobre su hombro infantil– muestra la admiración que debió tener por el autor de los Versos Sencillos.

También,  el artífice de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, sintió una profunda atracción por la ciudad de La Habana, a la que visitó muchas veces. Hay múltiples referencias   a ello, como prueban sus palabras en una entrevista que le hizo Antonio Martínez Bello en 1950: “Yo fui por primera vez a La Habana cuando tenía diez años –es decir, que debió ser alrededor de 1896–. Tuve, pues, la gran suerte de conocer La Habana de calles entoldadas, con volantas ocupadas por bellas damas (…) Más tarde, mucho más, cuando la revolución contra Machado (1933), yendo para Nueva York, desembarqué para ir a almorzar arroz blanco con tasajo y boniato y beber guanábana en refresco, que adoro. Cuando lo hacía acompañado de Frida, mi mujer, oímos unos pistoletazos de automática y pocos momentos después dos chicos entraron, y saludando dijeron: Compañero Rivera, le hemos servido de postre a Magriñat”.

Tal vez fuera una broma, pero en la expresión se nota la complacencia por el ajusticiamiento de Pepito Magriñat, quien había participado en el asesinato de Julio Antonio Mella en México y el mismo que vino a Tampa con el fin de preparar un atentado contra Victoriano Manteiga por ser antimachadista, como lo fue Mella, con quien Rivera tuvo amistad.

De manera que en esos tejidos insondables de la historia que tan profundamente conmovieron la conciencia del pintor mexicano, a quien recordamos en el 66.° aniversario de su desaparición física, una obra como Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central es, más que un sueño, una memoria americana hacia el mejoramiento del universo.

 

 

viernes, 17 de noviembre de 2023

El pensador, en el aniversario de Auguste Rodin

 Mi amigo Alberto Sicilia acaba de regalarme una copia en bronce de El pensador, tal vez la creación más distinguida de Auguste Rodin. Por esos intersticios del azar, recibo la escultura en miniatura (si hay miniaturas para las obras grandes) de manos de un rapsoda –El Poeta fue el nombre inicial que recibió esta obra– y, sorpresivamente, en la misma fecha en que se cumple el 183 aniversario del natalicio del célebre escultor francés, felizmente ocurrido el 12 de noviembre de 1840. A esa concurrencia se agrega que la presente edición de La Gaceta coincide con el 106 aniversario de la muerte del artista, pues su deceso se produjo a los cinco días de haber cumplido 77 años, el 17 de noviembre de 1917.

Ante esta antojadiza sincronía, nada mejor que escribir el agradecimiento en unas líneas que rindan homenaje al artista inmortal, con acento en la escultura de la que recibo una copia, en cuya pequeñez material se concentra su profunda belleza simbólica y espiritual.

Auguste Rodin está inscrito en la historia del arte como un fundador de la escultura moderna, al romper con los moldes tradicionales de un arte que exponía una figuración imitativa de la naturaleza, para abrir paso a una interpretación de la realidad en la que también participara el espectador. 

Aunque desde los 14 años Rodin asistió a la Escuela Imperial Especial de Dibujo y Matemáticas, donde aprendió a modelar y dibujar de memoria bajo técnicas tradicionales, no tuvo éxito las tres veces que intentó entrar a una Escuela de Bellas Artes, lo que lo llevó a completar sus estudios de forma más autodidacta, tanto en anatomía,  modelado escultórico, como en otras disciplinas relacionadas con sus inquietudes artísticas.

Hacia los 15 años ya modelaba con arcilla en el Museo del Louvre y dos años después comienza a participar con esculturas decorativas en la  reconstrucción urbana de París. A los 20 años realiza la primera escultura que se conserva, dedicada a su padre: el Busto de  Jean-Baptiste Rodin, dando paso al estilo neoclásico del que iba a ser uno de sus más grandes exponentes.

Sin embargo, para él su primer gran escultura fue La máscara del hombre de la nariz rota, donde se abre a una estética propia, lo típicamente rodiniano. El salón de París de 1865 la rechazó, como muestra de la resistencia ante lo nuevo. La obra no representaba a una reconocida figura histórica o legendaria, sino a un hombre pobre de un barrio parisino y tuvo que esperar diez años (1875) para ser aceptada por la Academia.

En la década de 1880, época que corresponde a El pensador (incluído en el grupo escultórico bautizado como La puerta del infierno, ya Rodin es un escultor ampliamente reconocido. En este tiempo crea  Los Burgueses de Calais, otro conjunto que se estudia entre sus obras más relevantes. Esta década cierra con la exposición que la Galería Georges Petit le dedicó, con una exposición de treinta y seis esculturas,  junto con setenta lienzos del pintor impresionista Claude Monet,  la que describió Octave Mirbeauión como “un evento colosal, de un aplastante éxito (...) Son ellos los que, en este siglo, encarnan de la forma más gloriosa, de la forma más definitiva, estas dos artes magníficas: la pintura y la escultura”.

Sobre la obra que destacamos, Rodin escribió al crítico Marcel Adam: “El pensador tiene una historia. En los días pasados, concebí la idea de La puerta del Infierno. Al frente de la puerta, sentado en una roca, Dante pensando en el plan de su poema. Detrás de él, Ugolino, Francesca, Paolo, todos los personajes de la Divina comedia. Este proyecto no se realizó. Delgado, ascético, Dante, separado del conjunto, no hubiera tenido sentido. Guiado por mi primera inspiración concebí otro pensador, un hombre desnudo, sentado sobre una roca, sus pies dibujados debajo de él, su puño contra su mentón, él soñando. El pensamiento fértil se elabora lentamente por sí mismo dentro de su cerebro. No es más un soñador, es un creador”.

Inicialmente,  esta escultura fue nombrada El poeta, en alusión a Dante.   Vino a ser en la exposición Monet-Rodin de la Galería George Petit en 1889 –ya separada como obra autónoma del conjunto referido–, al exhibirse la figura con sus dimensiones originales, que Rodin dejó de identificarla con ese nombre y la tituló El pensador. La razón del bautizo la dio el mismo creador: “Lo que hace que mi pensador piense es que él piensa no solo con su cerebro, piensa con su ceño fruncido, con sus fosas nasales distendidas y sus labios comprimidos, con cada músculo de sus brazos, espalda y piernas, con su puño apretado y sus dedos de los pies agarrados”.

 La primera fundición en bronce de El pensador se efectuó en 1884. En 1902, el artista decidió agrandar la escultura y alcanzó una altura monumental de 183.6 centímetros x 97, la que se expuso en el Salón de París en 1904. En abril de 1906,  fue instalada frente al Panteón de París y permaneció ahí hasta 1922, cuando fue trasladada al Museo Rodin (en el VII Distrito de París), donde se encuentra en la actualidad. 

El pensador es una de las obras escultóricas más reproducidas en el mundo, tanto, que a mi casa del Beverly Hill  floridano ha llegado la copia que, gentilmente, me ha obsequiado un poeta amigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

Entrevista al Dr. Antonio Cobo, prestigioso médico forense cubano

 Conocí al doctor en Medicina Antonio Cobo en 1995. Un día, al anochecer, llegó a mi casa de Manzanillo detrás de una noticia que le había dado Joel James, entonces director de la Casa del Caribe de Santiago de Cuba. Yo le había comentado a Joel que el médico forense que hizo la autopsia a José Martí estaba enterrado en el cementerio de Manzanillo, según me había mostrado el único hijo sobreviviente de quien tuvo la responsabilidad de hacer la primera exhumación de los restos del Apóstol.

Entonces el Dr. Cobo, médico forense que entre otros méritos profesionales contaba con el de haber exhumado en el cementerio de Santiago de Cuba los restos del último galeno de Napoleón Bonaparte, salió inmediatamente para la ciudad del Guacanayabo. A las dos horas de conocernos ya estaba armado el plan de trabajo del día siguiente: visitar a Rodolfo Acebal, hijo extramatrimonial de Valencia que llevaba el apellido del padrastro, hacer los trámites requeridos en Medicina Legal y el Gobierno de la ciudad y, con ello, proceder a la exhumación de los restos del Dr. Pablo de Valencia y Forns, cuyo estudio y preparación para su conservación realizó el Dr. Cobo con tanta pericia como pasión.

Antonio Cobo, como tantos especialistas cubanos de enorme prestigio, está viviendo en Miami, donde acaba de publicar dos libros que tuvo la generosidad de enviarme: Memorias de un médico forense y Francois Antommarchi: el médico que lucró con la muerte de Napoleón. Al leerlos, le propuse entrevistarlo para La Gaceta, para que muchos le conozcan cuando visite nuestra ciudad.

Memorias de un médico forense nos trae una muestra de una literatura poco común: la experiencia de un médico con esa especialidad y de una extensa ejecutoria. ¿Qué te motivó a escribir  esta obra?

Mostrar que la medicina forense es algo más que encontrar evidencias criminales en un cadáver como piensan muchos, incluso hasta los propios profesionales de la salud. Fue la manera de hacer llegar lo importante y estimulante que resulta explorar el universo de las Ciencias Forenses atendiendo a las necesidades socio-culturales y científicas de tu entorno, argumentados con los resultados concretos obtenidos en los aspectos socio culturales en la provincia de Santiago de Cuba. 

Cuba tuvo en Fernando Ortiz un pionero en la aplicación de la medicina forense a la antropología, especialmente con su libro La Medicina Legal y la Criminología, ¿te inspiró su obra de alguna manera?

El doctor Ferrando Ortiz Fernández, desde el inicio en nuestra especialidad fue una fuente inspiradora por el estudio de nuestras raíces culturales históricas afrocubanas y la visión criminológica de las mismas, constituye una lectura casi obligada en la práctica forense cubana, por la necesidad de interpretar ciertos comportamientos criminales en determinados ritos religiosos africanos y donde radican sus diferencias. Indudablemente sus aportes contribuyeron a nuestra formación integral, sobre todo en la interpretación de crímenes acompañados con rituales de origen africano.

La práctica médico forense en la región oriental, donde confluyen raíces africanas de orígenes haitiano y jamaicano, debido a su transculturación se hace imprescindible el conocimiento de estos aspectos y donde mejor que de la mano del doctor Ortiz, que mantienen su vigencia por sus aportes antropológicos, resultando ser una fuente de inspiración en la criminalística cubana

En la introducción a tu libro, se describen 18 procederes médico-forenses relevantes de interés local o nacional. ¿Cuál de ellos te resultó más impresionante y por qué?

En el servicio médico forense, durante años contaba con no más de cinco a seis médicos y se terminaba el año con más de setecientas autopsias realizadas, por lo que cada médico en particular realizaba un promedio de cien procedimientos anuales. De ellos, escogí efectivamente los más significativos para mí, en las diferentes ramas del derecho en que se desempeña el trabajo médico forense: en lo criminal, el más impresionante por su sadismo extremo fue el desollamiento, desmembramiento y antropofagia ritual de un niño, con fines religiosos.

En lo civil, por lo sui géneris del caso, presentó un conflicto de paternidad de unos gemelos monocigóticos, que uno de ellos fue accidentalmente cambiado después de nacido en la sala de neonatología y que al cabo de diez años fue reconocido por su padre biológico en la vía pública al confundirlo con su gemelo, al cual le había prohibido estar tan lejos de su casa.

En lo referente a lo socio-cultural, el más significativo e impresionante fue el hallazgo, después de una semana de excavación, de un aborigen [protoagricultor] en un sitio que se orientaba al asentamiento arqueológico por la Academia de Ciencias de Cuba. Hasta ese momento no se había encontrado en el país los restos óseos completos correspondientes a esta cultura aborigen que antecedió a los aborígenes agricultores en Cuba (taínos).

En tu labor de investigación de tantos años, ¿qué inconvenientes –si los hubo– te resultaron más desafiantes?

Existieron muchos contratiempos durante años en el trabajo médico forense y desarrollo de la especialidad, con excepción quizás de la capital. A nuestro juicio, por lo siguiente: el servicio médico forense en Cuba, administrativamente le responde a los tribunales de justicia, pero por ley en 1965 pasó a ser atendido por el Ministerio de Salud Pública, cambio que fue considerado como un gran error por especialistas de la época.

El poder judicial tenía ­creadas las instalaciones necesarias y una infraestructura sólida para garantizar el trabajo pericial, en oficinas y consultas equipadas para exámenes genitales dentro de los tribunales, así como la construcción de necrocomios en los cementerios. ¿Qué ocurrió? Al pasar el servicio médico al Ministerio de Salud, estas instalaciones se fueron desvaneciendo con los años por falta de atención administrativa, hasta no existir ninguna en la actualidad. Salud Pública nunca reclamó, ni mostró interés por esos inmuebles y esto ha ocasionado serias dificultades en el desarrollo de la especialidad, acompañado con el deterioro sistemático de algunas actividades médicas, entre otras, las autopsias en cadáveres que presentan signos evidentes de putrefacción y se tienen que realizar al aire libre, en condiciones higiénico sanitarias deplorables. 

Los inconvenientes más significativos estuvieron presentes tanto en el trabajo diario, como para las investigaciones por falta de apoyo económico y de sensibilidad en la mayoría de los funcionarios de salud, quizás por el desconocimiento del universo de esta especialidad o porque no les representaba nada para sus evaluaciones administrativas.

Todo sucedió por lo que explicaba sobre el paso del servicio médico forense a Salud Pública. Siempre ofrecieron resistencia a tener que enfrentar los gastos que este servicio generaba, tanto en la localidad como fuera del municipio. El administrador de salud, quien recibía el producto del trabajo, era quien debía asumir los gastos. Por ello, siempre nos mantuvimos en un limbo administrativo que perturbó el desarrollo de la especialidad, por lo que debíamos de asumir los gastos o sensibilizar a organismos afines para lograr algún objetivo individual o colectivo.

Te refieres en tu libro Memorias de un médico forense al “cálculo de la muerte al aire libre en Cuba”. ¿Qué significa esa expresión?

En cadáveres que son encontrados al aire libre, la pregunta obligada es: ¿qué tiempo lleva el cuerpo en ese sitio? Eso solo es posible por cambios que se van sucediendo en el cadáver relacionados al tiempo de fallecido, en muertes recientes, o sea, con menos de 24 horas estos cambios post mortem son fácilmente identificados por el profesional médico en sentido general. Sin embargo, después de transcurridas las primeras 24 horas al aire libre, estos sufren estos cambios putrefactivos, porque sobre ellos inciden la acción de factores climáticos, geográficos y biológicos [fauna] presente en el lugar. Para poder ofrecer la data o fecha de muerte más acertada, entomólogos y médicos forenses extranjeros realizaron estudios al respecto y confeccionaron sus tablas tanatológicas (cambios post mortem) y entomológicas para el cálculo de la muerte al aire libre en sus respectivos países, que no son tropicales.

Estas tablas fueron sugeridas y utilizadas para el trabajo médico forense en Cuba, por muchos años. Al comenzar nuestro trabajo en 1967, observamos la falta de correlación entre estas tablas sugeridas y los hallazgos post mortem en cadáveres encontrados al aire libre, afectando así la data de muerte y por ende a las investigaciones criminales. Por lo que decidimos, como trabajo de Grado realizar una investigación al respecto, creando tres centros de exposición cadavérica al aire libre por 30 días, por dos años (a partir de 1977) en las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo y Bayamo. Se utilizaron cadáveres reportados sin familiares, ni allegados, describiendo las alteraciones tanatológicas que iban presentando, tomando los datos meteorológicos registrados en el lugar [temperatura, lluvia y humedad relativa], así como recolección de la fauna cadavérica presente, identificadas por entomólogos nacionales. A través de este estudio se pudieron confeccionar las tablas tanatológicas y entomológicas tropicalizadas para el estudio del cálculo de la muerte al aire libre en Cuba.

En 1995, tuve la oportunidad de estar a tu lado, en el cementerio de Manzanillo, durante la exhumación de los restos del Dr. Pablo de Valencia y Forns, el médico que hizo la autopsia a José Martí. ¿Qué representó aquel trabajo para ti?

Después de leer el dictamen confeccionado por el doctor Pablo A. de Valencia y Forns, sobre su actuación médico forense en Remanganaguas aquel 23 de mayo de 1895, donde se describen las lesiones presentes en el cadáver de Martí. Me preguntaba quién era ese joven galeno, natural de La Habana, de veintitrés años de edad, graduado en España y especializado en práctica forense que en esos tiempos era todo el alcance de la medicina forense en Cuba. Además, su presencia en Santiago de Cuba y que fuera designado con su corta vida pericial a una actuación tan importante para el ejército español como fue exhumar, identificar, realizar el reconocimiento y el embalsamamiento del cadáver de José Martí para su trasladado a la ciudad de Santiago de Cuba, así como su traslado a la ciudad de Manzanillo, después de haber participado en estos acontecimientos.

Me dispuse a conocer más sobre la trayectoria personal y profesional del doctor Pablo Aureliano de Valencia y Forns, y fue entonces que conocí al profesor Gabriel Cartaya, investigador incansable quien me ofreció la ayuda necesaria para poder lograr el objetivo propuesto. Cartaya resueltamente me llevó a conocer al único hijo del doctor Valencia que aún quedaba vivo, el señor Rodolfo Enrique Acebal López.

En el cementerio de Manzanillo: Gabriel Cartaya,
Rodolfo Acebal y el Dr. Antonio Cobo

La visita a Rodolfo fue un encuentro con la historia personal de su padre, su vida familiar y profesional que se desarrolló entre las ciudades de Manzanillo y Pilón. Con toda la información necesaria, se realizaron las coordinaciones pertinentes para que en el centenario de la caída de Martí en Dos Ríos se reparara la bóveda que guardaba sus restos y se realizara la exhumación de sus restos con el objetivo de preservarlos y sellarlos a la perpetuidad en su nicho familiar en el cementerio de Manzanillo. Rodolfo nos acompañó a la identificación de la bóveda de su padre con orgullo y satisfacción reflejados en su rostro. Efectivamente, en aquella pequeña morgue del cementerio de Manzanillo fue un reencuentro con la historia al estructurar la osamenta del doctor Valencia, en ­especial sus manos, lo que no pude evita que, por varios minutos, me trasladara a los momentos vividos por él en Remanganaguas aquel 23 de mayo de 1895, cuando esas manos examinaban el cadáver de nuestro Apóstol. Fue como retroceder en el tiempo. Posteriormente, se develó una tarja en reconocimiento a su participación aquellos hechos históricos.

En el libro François Antommarchi: el médico que lucró con la muerte de Napoleón, ofreces una amplia información acerca de esa figura histórica cuyos restos fueron exhumados por ti en el cementerio de Santiago de Cuba para su estudio y preservación. ¿Qué repercusión tuvo ese trabajo?

En 1994, en el Festival de la Cultura Caribeña realizado en la ciudad de Santiago de Cuba y que fuera dedicado ese año a los países francófonos del Caribe, se buscaron las diferentes manifestaciones culturales francesas y su impronta en la ciudad, identificando, entre otras, el actuar profesional del doctor François Antommarchi, que vivió y murió en Santiago de Cuba.

Se me solicitó realizar la búsqueda de sus restos, su exhumación y preparación para sellarlos a perpetuidad. Después de realizada la preparación de los restos, se esculpió en el mármol de dicha bóveda un escrito en reconocimiento a su desempeño profesional durante su estancia en Cuba, que fue develado por el embajador francés acreditado en el país.

Pienso que el haber realizado la exhumación de los restos mortales del doctor Antommarchi fue la motivación para seguir investigando sobre su vida, en la que pude conocer más sobre su trayectoria profesional hasta llegar a América, así como sus medias verdades sobre todo lo que presumía, la mascarilla mortuoria de Napoleón, la autopsia de Napoleón, entre otros acontecimientos poco éticos que se fue adjudicando para alimentar su ego. Me sentía comprometido en exponer los resultados de la investigación y mostrar cómo este profesional de la medicina lucró con la muerte de Napoleón Bonaparte.

¿Qué satisfacciones te ha producido el largo tiempo dedicado a la medicina forense,  la historia y la antropología?

En estos años dedicados al estudio y práctica de las Ciencias Forenses, interioricé y disfruté todo lo que hice por la especialidad con profunda satisfacción, trabajé con honestidad, disciplina y el amor que ella demanda. Fue una gran fuente de inspiración, experiencias y emociones acumuladas que enriquecieron mi vida profesional. Encontré durante mi vida profesional algunas contradicciones laborales y administrativas por mi personalidad y convicciones, las cuales enfrenté resueltamente. Nunca criterios de terceros apagaron mi fuerza interior, por el contrario, me ayudaron a reafirmarme y fortalecer mi resiliencia como única alternativa para preservar mi intelecto.

En estos momentos, siento haber cumplido con mi legado durante mi vida profesional y experimentar la satisfacción de haber recibido el reconocimiento a mi trabajo por profesionales cubanos destacados, instituciones, colegas, amigos y familiares. Siento, además, la satisfacción familiar de haber inspirado en mis hijas y nietos la vocación por las Ciencias Médicas, en las que se desempeñan hoy. Pretendo conservar la fuerza mental, anímica y espiritual para continuar transmitiendo la motivación hacia las investigaciones médico forenses.

 

 

viernes, 27 de octubre de 2023

Mercedes de las Revillas y Salmonte, la digna esposa de Vicente Martínez Ybor

 Para Rafael Martínez Ybor, biznieto de Mercedes que vive en Tampa, donde mucho se le quiere.

Cuando se habla de las mujeres cubanas que desde Tampa contribuyeron a la Guerra de Independencia de Cuba, generalmente se recuerda a Paulina Pedroso por el apoyo que prestó a José Martí, especialmente cuando, tras un intento de envenenamiento, lo llevó a reanimarse en su casa, lugar donde hoy tenemos el parque “Amigos de José Martí”.

Algunas veces se menciona a Carolina Rodríguez “La Patriota”, cuyo nombre en el epistolario martiano la hace inolvidable. En algunas páginas, generalmente archivadas, encontramos nombres femeninos en  los clubes revolucionarios que se crearon para contribuir a la organización, estallido y desarrollo de la gesta bélica antillana reiniciada en 1895, pero no se ha hecho justicia histórica al papel desempeñado en aquellos acontecimientos por la Sra. María Mercedes Evarista de las Revillas y Salmonte, la digna esposa de Vicente Martínez Ybor, a la que Cuba y Tampa tienen tanto que agradecer.

Sabemos lo que significó su esposo para Tampa, desde que en 1885 decidió trasladar su fábrica de tabacos de Cayo Hueso a este lugar, iniciando con ello el desarrollo de una industria de fabricación de puros que devino en inusitada prosperidad para esta localidad. Es merecido el reconocimiento al valenciano emprendedor, como a todos los que le secundaron, pero hay que significar que al lado del gran hombre estuvo la gran mujer que le acompañó, alentándole y participando del crecimiento de su obra. Ello sería razón suficiente para recordar a Mercedes. Sin embargo, ahora nos fijamos en un ángulo no suficientemente observado: el patriotismo con que aquella cubana –nacida en Guanajay, Pinar del Río, el 26 de octubre de 1841– se sumó al llamado martiano de luchar por la conquista de una patria donde la construcción de una república democrática, próspera y justa evitara que los cubanos tuvieran que buscar su progreso en el extranjero.

La hermosa Mercedes, perteneciente a una familia propietaria de tierras en una de las villas más prósperas de la región de Vueltabajo, se casó con Martínez Ybor a los 25 años, cuando  el español triunfante en La Habana ya gozaba de prestigio como dueño de la floreciente fábrica de tabacos El Príncipe de Gales, cuyos tabacos ya eran codiciados hasta en las más encumbradas cortes europeas. Había enviudado cuatro años atrás, con cuatro hijos que se sumaron a los siete que aportó el vientre de la segunda esposa, nacidos en Cuba, Cayo Hueso Nueva York y finalmente en Tampa.

Existen muchos testimonios sobre el carácter afable y la naturaleza generosa de Mercedes, en cuya hermosa casa de Ybor City, a la que nombraban La Quinta o La Hacienda (esquina de la Avenida 12 y Calle 17) atendían con  cariño a los amigos, entre ellos obreros, intelectuales, artistas, sin distingos de clase, raza, religiosos o filosóficos. Pienso que en aquel hogar debieron reproducirse conductas como la que impresionó a Martí al ver sentado a un obrero en la silla que correspondía, en su oficina,  a Martínez Ybor.

Pero en la brevedad de estas líneas prefiero recordar a Mercedes, al cumplirse el 182 aniversario de su natalicio, como una patriota cubana, como la mujer que se sumó a su pueblo en el escenario de Ybor City, cuando la patria llamó a sus hijos desterrados a conquistar una república propia. Hay que imaginarla dentro del Liceo Cubano –nacido del edificio que fue la primera propiedad de su esposo en Tampa y que con tanto altruismo regaló a sus trabajadores–, aplaudiendo  las palabras del inigualable Maestro, aportando de su dinero a los recursos requeridos para la gesta independentista y sumándose a las filas de la organización que encabezó aquella epopeya. La historiadora cubana Nidia Sarabia, cuya obra historiográfica es reconocida, escribió para la revista Bohemia el 26 de enero de 1956: “Mercedes de las Revillas de Martínez Ybor fue fundadora y miembro del Partido Revolucionario Cubano al ser creado por Martí en 1892. Ella asistía a todos los  mítines y a las juntas que fueron presididas por el propio Maestro, quien tuvo su principal tribuna en la fábrica de Martínez Ybor”.

Una vez iniciada la guerra en Cuba el 24 de febrero de 1895, muchos de los expedicionarios que salieron desde Tampa –y fue el lugar del que salió un mayor número de expediciones– dejaron testimonios sobre las atenciones que recibieron en la casa de Mercedes. Entre ellos, elijo el ofrecido por Orestes Ferrara en sus memorias, a las que tituló Una mirada sobre tres siglos. El italiano, que llegó a Tampa para enrolarse en una expedición que lo incorporara a las tropas independentistas cubanas, recordó que fue Mercedes quien lo salvó de las penurias que padeció en el primer hospedaje que le brindaron en Ybor City. Confiesa Ferrara que “como ángel tutelar apareció inesperadamente la Señora de Ybor, viuda de aquel honorable ciudadano que había dado su nombre al pueblo. Era una cubana de vieja estampa, rodeada de numerosa familia: patriota por añadidura y de suprema bondad y cortesía. Al enterarse de nuestras quejas, nos ofreció una de sus casas, a la que nos trasladamos y donde pasamos confortablemente el mes o poco más que todavía perdimos en Tampa”.

Hay muchas razones para incluir el nombre de Mercedes de las Revillas en la lista de las patriotas cubanas que contribuyeron a conquistar la independencia de la Isla y en la fundación de la República en 1902. Su cercanía a estas filas, puede verse en el matrimonio de su hija Amalia Elena, casada en 1900 con Carlos García Vélez, hijo del Mayor General Calixto García.

Mercedes, quien enviudó en 1896 a los 55 años de edad, fue profundamente fiel a su familia, al entorno social –que es ser fiel a la humanidad– hasta el final de su fecunda existencia. Murió en abril de 1931 en La Habana, a los 89 años  –en la casa de su hija  Jenny, donde vivió sus últimos 14 años–,  siendo socia de honor de la Asociación Nacional de Emigrados Revolucionarios, lo que muestra su activo dinamismo social hasta el final de su vida.

El ejemplo de aquella mujer cubana e yborciteña, como el de tantas que en su época contribuyeron a hacer un mundo mejor, ha de seguir siendo un paradigma permanente para nuestro tiempo y el venidero.

 

 

miércoles, 25 de octubre de 2023

La Bayamesa, el himno de todos los cubanos

En la mayor de las Antillas, cada 20 de octubre se celebra el Día de la Cultura Cubana, debido a que ese día, en 1868, en la ciudad de Bayamo se cantaron por primera vez las estrofas que se convertirían en Himno Nacional. La letra, escrita por Pedro Figueredo (Perucho) sobre el lomo de su caballo, nació en medio de la efervescencia que provocó la liberación de la metrópoli española de esa importante ciudad, ante un pueblo animado por la primera victoria de las fuerzas guiadas por Carlos Manuel de Céspedes, quien diez días antes dio la libertad a sus esclavos en La Demajagua y declaró el inicio de la Guerra de Independencia. Los bayameses tomaron la ciudad aquel 20 de octubre y en medio de la plaza central cantaron las letras que exhortaban a correr al combate, acopladas  a la música que en agosto del año anterior había compuesto el mismo autor. Por ello, y ser entonadas en esa ciudad, inicialmente se le llamó La Bayamesa, aunque el bautismo aludía también a La Marsellesa, entonada por los franceses desde 1795 como un canto contra la tiranía. 

Los cantos así nombrados se remontan a los antiguos griegos, identificados en la literatura como “himnos homéricos”, los que remiten a poemas épicos consagrados al nacimiento de los dioses y cuya autoría se le atribuyó a Homero. Ya en la Edad Media, los poetas latinos cristianos le incorporaron un valor litúrgico  y comenzaron a difundirse como cánticos religiosos. Desde entonces, las figuras más prominentes de la Iglesia católica, incluidos pensadores como Santo Tomás de Aquino y pontífices como   Inocencio III o San Gregorio, se sintieron ellos mismos compulsados a escribir himnos.

Más tarde, los himnos salieron a la vida política: “Dios salve al Rey/Reina”, dado a conocer en 1619, sigue siendo el cántico que identifica al Reino Unido; así como La Marcha Real, adoptada por la monarquía española en 1770 y retomada como himno nacional en1936, sigue siendo el que entonan los españoles.

Este tipo de composición musical se extendió en América a inicios del siglo XIX,  cuando diferentes países, en medio de sus luchas de liberación nacional, alentaron  a sus tropas con himnos de combate que se convertirían, junto a la bandera, en un símbolo patrio. Se considera que el argentino fue uno de los primeros, correspondiente a 1913; el de Chile es de 1819, mientras el de México, de 1854,  es posterior a su Guerra de Independencia. El de Guatemala, curiosamente, fue escrito por el cubano José Joaquín Palma en 1879, un bayamés que estuvo  al lado de Perucho Figueredo en Bayamo  cuando éste compuso el que sigue siendo himno nacional cubano. Por su parte, el himno nacional de Estados Unidos, The Star-Spangled Banner, fue aprobado por el Congreso estadounidense en 1931, aunque su letra, atribuida a Francis ­Scott Key, se sitúa en 1814.

Volviendo a Cuba, aunque durante la Guerra de los Diez Años  se entonó La Bayamesa con variaciones en sus letras transmitidas oralmente, a pesar de  haberla publicado  El Cubano Libre desde el 27 de octubre de 1868, la partitura inicial fue recuperada en 1912, cuando la señora Adela Morell la entregó al Museo Nacional a través de Fernando Figueredo, sobrino de su autor.  Ella, siendo casi una niña y en medio de la Guerra Grande, durante una visita de Perucho a la provincia de Camagüey, le solicitó el canto patriótico y éste le hizo una copia que ella conservó y en la que se  han basado todos los arreglos musicales que se le hicieron posteriormente.

Conociendo el poder movilizador de aquella marcha patriótica, José Martí la tuvo en cuenta durante la organización de la Guerra de 1895. Por ello, el 25 de agosto de 1892, la publicó en su periódico Patria bajo el título  La bayamesa, himno revolucionario cubano de Pedro Figueredo”. Para su divulgación entre los cubanos emigrados, el Apóstol contó con el apoyo del camagüeyano Emilio Agramonte, quien le hizo un excelente arreglo musical, seguramente la que se cantaba en Tampa durante los actos patrióticos cubanos.

En 1898, se le encargó al compositor y director de banda José Antonio Rodríguez Ferrer orquestar e interpretar el Himno de Bayamo, con cuya ejecución se recibió en La Habana al primer contingente militar cubano que llegó a la capital al terminar la guerra. Esa fue la versión que la Banda Municipal de La Habana, bajo la dirección del insigne maestro Guillermo Tomás, interpretó en la Convención Constituyente  de 1900–1901, momento en que es declarado oficialmente como Himno Nacional de Cuba, como  sigue siendo hasta la actualidad.

 

 

 

viernes, 13 de octubre de 2023

Alberto Sicilia habla sobre la Primera Feria Internacional del Libro en Tampa

 Como hemos anunciado en anteriores apariciones de esta columna, se está desarrollando un proyecto en la ciudad para dar apertura a la Feria Internacional del Libro en Tampa, la que se concibe con una edición anual y cuya ­inauguración está prevista para la segunda semana de marzo de 2024. Para su organización  y desarrollo se creó  una comisión presidida por el poeta Alberto Sicilia, quien ha sido el principal impulsor de esta idea. Por ello, conversamos con él con el propósito de que quienes reciben La Gaceta  conozcan sobre este evento, pues seguramente, como permanentes lectores, se sumarán a este regocijo literario que enriquecerá la cultura de una ciudad donde los lectores –desde aquellos de las tabaquerías– son una fuente de saber y construir.

Desde hace varios años, venimos conversando acerca de que la ciudad de Tampa, por su historia y dinamismo cultural, debería tener una Feria Internacional del Libro. En este momento, a través de una comisión organizadora que presides, se están dando importantes pasos para que el próximo marzo podamos dar apertura a un espacio cultural de esa envergadura. ¿Qué estructura organizativa se ha creado para convocar, organizar y dirigir este evento?

La Feria del Libro ha sido un sueño nuestro y de otros amigos, artistas, empresarios y lectores de la ciudad. Para convocar el evento creamos Tampa Lector Consortium, una compañía con un equipo multidisciplinario y diferentes comisiones de trabajo. Es importante destacar que Tampa Lector se abre a la colaboración con todas las instituciones que decidan apoyar el evento, a partir de  la comisión que se encarga de presentaciones hasta el equipo de mercadeo, pasando por el personal encargado del aseguramiento y las finanzas.

Patrick Manteiga, Kenya Dworkin y Alberto Sicilia

En una ciudad que floreció gracias a las fábricas de tabaco, donde la figura del lector de tabaquería fue un impulsor de la cultura, es lógico que una fiesta del libro remita a la memoria de ellos. ¿Como se expresaría durante la Feria del Libro ese reconocimiento?

Nuestra primera Feria estará dedicada al lector de tabaquería y queremos rememorar ese oficio que dignifica los orígenes de Ybor City y significó para Tampa un sello de identidad cultural y un símbolo del conocimiento para la libertad. Por esas razones, estamos convocando a la mayoría de los dueños de fábricas, grandes y pequeños establecimientos de venta de habanos, sobre todo en el área de Ybor, para participar en una expo venta suigéneris, un performance para el día inaugural de la Feria, donde los actores sean torcedores de las distintas marcas que progresan en la ciudad y los lectores un selecto grupo de autores invitados, vestidos a la usanza de la época. Con el aplauso peculiar de las chavetas, queremos abrir la Primera Feria Internacional del Libro en Tampa, en el mes de marzo, el mes dedicado a la mujer, que tendrá una presencia significativa en el evento.  

A quiénes reunirá Tampa en el Círculo Cubano de Ybor City durante esos tres días de la Feria Internacional del Libro?

Editoriales y autores independientes han mostrado interés en participar, de igual manera extendemos las invitaciones a universidades, centros de estudios y escuelas de toda la región. Queremos que la diversidad, característica de la ciudad y del país, esté representada por los escritores más importantes que conforman el crisol de nacionalidades, en inglés y  español.  También hemos recibido mensajes de entusiasmo de otras regiones del mundo y ofreceremos una sala virtual para aquellos que no puedan viajar por distintos motivos.   

Además de su objetivo central –el libro y la lectura– tienen previstas otras actividades?

Estamos consolidando un programa general que comenzará con actividades previas desde el 1.° de marzo, con presentaciones online, una peña cultural, programas de radio y televisión, trasmisiones en vivo desde diferentes espacios, que tendrán por objetivo dar a conocer detalles de los principales autores y sus obras, un conocimiento más cercano de la historia de Tampa y especialmente de Ybor City, West Tampa y el lector de tabaquería. Los interesados podrán asistir a un encuentro especial dedicado a las relaciones entre autor y editor y también entre autores y traductores. Tampa Lector Consortium aspira a seguir desarrollando eventos relacionados con la cultura, fomentar las negociaciones entre distribuidoras de libros, bibliotecas y centros de estudios del mundo.

¿Como se insertan las instituciones culturales de la ciudad –universidades, escuelas, bibliotecas y otras– en el desarrollo de este evento del libro?

Algunos profesores de la Universidad del Sur de la Florida y la Universidad de Tampa han brindado su apoyo a la organización del evento. El Círculo cubano de Tampa abrirá sus puertas para consolidarse como la sede central. Organizaciones, fundaciones y compañías se han sumado a la iniciativa, pero esperamos que la mayoría de los líderes y personalidades representativas de la ciudad  tengan una presencia decisiva en la Primera Feria Internacional del Libro. Es un acontecimiento inclusivo que debe germinar como fiesta de la unidad y del entendimiento humano. 

¿Cómo colabora la ciudad a la realización de un hecho cultural de tanta significación?

Algunos lideres de las comunidades han manifestado su voluntad de despertar el entusiasmo en el gobierno de la Ciudad. Esperamos que llegue el reclamo como un eco del rescate de la historia y de las tradiciones fundacionales. Tampa es una ciudad en ascenso, un enclave paradisiaco no solamente por la cercanía de las playas, por su hermosa bahía, lo es también por su identidad cultural, por su singularidad histórica, por su patrimonio tangible e intangible del que forma parte el lector de tabaquería, el sándwich cubano, los edificios antiguos y algo más importante: su gente, esa mezcla de España, Italia, Cuba y otras comunidades e idiosincrasias. 

Seguramente la Feria Internacional del Libro de Tampa tendrá una edición anual, a la espera de cada primavera. ¿Qué contribución puede dar esta oferta intelectual al crecimiento y acervo cultural de la ciudad?

Tengo la certeza de que más allá de un evento donde los lectores tengan un acercamiento a sus autores favoritos, la Feria del libro abre puertas a una ciudad en crecimiento, espacios que enamoran e invitan al progreso. Las nuevas generaciones tendrán a buen resguardo una parte trascendental de sus orígenes y cada año podrán renovar su memoria y crear sobre esa base de conocimiento y cultura, su propia historia y su propia identidad.

Nota del editor: Tampa Lector Consortium está recibiendo donaciones para cubrir los gastos de la Feria del Libro. Agradecemos cualquier donación, por pequeña que sea. Para ello, escriba al email tampalector@tampainternationalbookfair.com o llame al teléfono 813-370 0759.

Publicaremos en La Gaceta los nombres de todos los contribuyentes. Puede ver la página web con información: https://tampainternationalbookfair.com.

viernes, 6 de octubre de 2023

“Preservando voces”, un hermoso proyecto desde la Universidad de Tampa

 “Preservando voces” es el nombre con el que los profesores Jaime López  y Denis Rey, de la Universidad de Tampa (UT), han bautizado un ambicioso proyecto que aspira –y va logrando– recuperar artículos, reseñas, epistolarios, poesía –voces, en fin– que fueron publicadas a fines del siglo XIX en la prensa cubana dispersa en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, donde lo más profundo del latido cubano exiliado se orientaba hacia la consecución de la independencia de su país frente a una caduca y férrea dominación española. Pruebas irrefutables de ese sentimiento, vertido en diferentes publicaciones y desde los más diversos géneros y estilos,  han permanecido ocultas en los fondos documentales que atesoran algunos archivos de la geografía indicada, sin abrirse al espacio público en que pueden contribuir no solo al conocimiento del pasado, sino, esencialmente, a explicarnos los caminos de nuestra identidad en función de responder, con esa fuerza, al tiempo que nos corresponde vivir y desde el cual contribuir a cimentar el de mañana.

El proyecto encabezado por López y Rey, desde la ­dirección del Centro de Estudios José Martí (CJMSA) fundado en 2016 en la Universidad de Tampa, al encontrar financiamiento en algunas entidades, ha logrado reunir a diversos especialistas, en su mayoría profesores de nivel superior  procedentes de diferentes universidades estadounidenses,  quienes ya han ido ofreciendo los frutos del empeño y pasión con que se han sumado a tan edificante obra.

Un elemento interesante y original de esta recuperación de escritos periodísticos, ha sido la propuesta de grabar fragmentos de ellos, para que la voz reavive el rostro, el sentimiento, la pasión con que fueron concebidos y no solo conmovieron, sino que movilizaron a toda una generación en aras de un ideal común de patria. Oírlos hoy, en la voz de Emiliano Salcines, Maura Barrios, Kenya Dworkin, por mencionar a algunos, es no solo sentir la voz de nuestros antepasados, sino también su convocatoria a enfrentar los desafíos actuales.

Se han planificado cuatro conferencias gratis, abiertas al público a través de Zoom, con el fin de  exponer los primeros éxitos. La primera disertación tuvo lugar el 3 de octubre, con una segunda prevista para el 8 de noviembre, a las 7:00 p.m. En la convocatoria a estos eventos, López y Rey han sintetizado el propósito con palabras que cito textualmente:

“El proyecto ‘Preservando voces’ se esfuerza por reestablecer la tradición y el talento teatral del lector de tabaquería. Como aquellos que alguna vez leyeron a los trabajadores tabaqueros de Key West, Ybor City, West Tampa, Nueva York y más allá, nuestros distinguidos lectores muestran sus talentos al interpretar ensayos y artículos claves publicados en la prensa de la emigración cubana de la segunda mitad del siglo XIX. Además de su importancia histórica, estos artículos suelen ser vivaces y fascinantes en estilo y sustancia, y transmiten una profunda pasión, un fuerte compromiso social, una elegancia sorprendente y una visión profética. Gracias a una generosa subvención del Florida Humanities Council y el National Endowment for the Humanities, el Centro de Estudios José Martí de la Universidad de Tampa (CJMSA) ahora puede comenzar a revivir estas importantes voces, ofreciendo una forma nueva y entretenida de descubrir estas fascinantes comunidades”.

En la primera conferencia, el CJMSA desarrolló de forma virtual el primer programa público. Dentro de este,  la Dra. Kenya Dworkin leyó “El cambio de sistema es inevitable”, aparecido en el periódico La Libertad, el 15 de septiembre de 1882;  el Dr. Lisandro Pérez eligió “Miedo a la anarquía”, publicado por La Revolución el 8 de junio de 1870; el Dr. Jaime Lopez leyó “De Tampa”, dado a conocer en El Yara el 19 de junio de 1886 y presentado por Gerald E. Poyo, bisnieto de José Dolores Poyo, fundador de aquel periódico en Cayo Hueso y que durante algunos meses de 1887 fuera el primero en publicarse en Ybor City, antes de regresar al Cayo con su dueño.

Son estas las últimas actividades desarrolladas por el CJMSA, que en pocos años ha presentado serios aportes históricos e identitarios. Entre ellos, observamos la conferencia “West Tampa: cubano hasta la médula”, impartida por Maura Barrios el pasado 10 de julio en el teatro Teatro Charlene A. Gordon de la Universidad de Tampa; la charla del Excmo. Emiliano J. Salcines  “José Martí en Tampa: 20 visitas documentadas”, el 27 de junio de 2023 en el Teatro Reeves, Centro Vaughn, Universidad de Tampa; la presentación de la novela One Brilliant Flame, por su autora Joy Castro, el 25 de enero de 2023 en  el Centro Ferman para las Artes, de la Universidad de Tampa; la conferencia ofrecida el 11 de marzo de 2022 por el Dr. Denis Rey, vía Zoom, desde la Universidad de Quebec en Montreal, la que nombró “Reconstrucción de la vida de los inmigrantes cubanos a través de periódicos recuperados, 1868-1900”.

Por esta permanente y fructífera actividad de preservación de la memoria histórica, el CJMSA de la Universidad de Tampa hace honor a su nombre, al cumplir con aquella frase que escribió el Apóstol cubano a Máximo Gómez en 1877: “Las glorias no se deben enterrar sino sacar a la luz”.

Nota: Se puede acceder a los programas públicos, así como a los artículos originales y traducidos, mediante el siguiente enlace: www.ut.edu/preservingvoices. 

 

 

 

viernes, 29 de septiembre de 2023

Diálogo con Pedro Pierluisi, gobernador de Puerto Rico

 El sábado pasado el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, estuvo de visita en Tampa, donde se reunió con varias personalidades de la ciudad y tuvo un encuentro con la prensa en el Hotel Haya, donde, a modo de entrevista exclusiva, le formulé algunas preguntas a las que respondió con claridad y gentileza.

El abogado y político Pedro Rafael Pierluisi Urrutia, miembro del Partido Nuevo Progresista y del Partido Demócrata de Estados Unidos, es gobernador de Puerto Rico desde enero de 2021. Anteriormente, había ocupado el cargo de Comisionado de su país ante el Congreso de Estados Unidos, se había  desempeñado como secretario de Justicia y a su currículo había sumado otras responsabilidades, por lo que asume el cargo actual como un político experimentado.  Ahora, con diversos logros económicos y sociales durante menos de tres años al frente del gobierno de la Isla, aspira a ser reelegido en noviembre de 2024.

Con Pedro Pierluisi, gobernador de Puerto Rico

El próximo 3 de noviembre se cumplen tres años de usted haber sido electo como Gobernador de Puerto Rico. En un momento difícil, cuando renuncia Ricardo Roselló en medio de un levantamiento popular, la Isla aún no se había recuperado del ciclón María, comenzaba el Covid-19 y acciones de corrupción y violencia se apreciaban en el país, ¿con que expectativas -y compromiso- comienza su gobierno?

Bueno, yo comencé apelando a la unidad, desde el punto de vista de identificar las causas comunes. Cuando yo comienzo hay una legislatura en manos de un partido que no es el mío. Asimismo, hay una Junta de Supervisión en Puerto Rico tomando decisiones que afectan al bienestar de la Isla y limitan las acciones del gobierno democrático. Y veníamos de ese pasado que mencionas en tu pregunta. O sea, que era como un mar turbulento, como un territorio minado.  Así que yo identifiqué una serie de causas comunes en mi primer mensaje de aceptación del cargo y en otras intervenciones inmediatas y dije: se necesitan dos para pelear, no pierdan el tiempo conmigo. Entonces senté una técnica de evitar controversias innecesarias, porque entendí que el gobernante tiene que pensar en el otro.

En Puerto Rico, ahora tenemos cinco partidos, antes eran tres.  Ahora hay más polarización, y todavía queda un sector de la población muy incómodo, desilusionado por cosas que pasaron. Mencionaste corrupción, los efectos del ciclón María, también la insolvencia del gobierno que dio lugar a una recesión duradera.

Cuando uno añade todas esas cosas, entiende que va a haber una resistencia y, hasta cierto punto, una rebeldía. Entonces a mí me toco calmar esas aguas. Eso es lo que hice y a pesar de tan grandes obstáculos, el gobierno ha funcionado, tiene estabilidad y mantiene una excelente relación con el Gobierno Federal. En este tiempo, la economía ha estado creciendo, tenemos el nivel de desempleo más bajo de nuestra historia, con cien mil puestos de trabajo adicionales, en una economía que cuenta con 1.1 millones de empleos.

Desde ocupar el cargo el 2 de enero de 2021, usted ha podido encaminar una obra de gobierno que se aprecia en el crecimiento de infraestructuras, como carretas, dragados, placas solares; proyectos a favor de la educación y la salud, aumentos salariales, nuevos empleos, pensiones..., lo que ha implicado un mejoramiento económico y social en la Isla, ¿ello le da confianza frente a la aspiración de ser reelecto para un nuevo período en las elecciones de noviembre 2024?

Sí, la reconstrucción del país ahora va a un paso más acelerado que cuando yo llegué al Gobierno y eso me da confianza para ir a la ­reelección. No es que me esté anticipando, pero, por la experiencia en la vida pública y los múltiples debates en las campañas en que he participado, puedo anticipar los resultados. Ahí están los datos específicos que dicen lo que nuestra administración ha hecho hasta el momento, y lo que nos falta por hacer, lo que podemos hacer en ocho años en el gobierno. Eso va a contrastar con otros desde las gradas, con otros haciendo críticas y promesas. Las críticas y promesas es lo que siempre se ve. Lo que usualmente no se ve es un incumbente diciendo: yo estoy satisfecho con mi esfuerzo, orgulloso de lo que hemos logrado y listo para seguir cuatro años más.

Tu mencionaste ­algunas cosas importantes. Por ­ejemplo, las pensiones públicas, en cuya defensa mantuve una posición firme e inquebrantable, al proteger a los pensionados del gobierno del país para que el proceso de la reestructuración de la deuda no les dañara. Al final, logramos que hubiera cero recortes para ellos. Eso no fue fácil, pero lo logramos.

También se han logrado avances en educación. Para Florida han estado viniendo maestros que necesitamos en Puerto Rico. Para desestimular eso, utilizamos algunos fondos recibidos del Gobierno Federal para atender la pandemia del Covid-19 a favor de elevar el salario en mil mensuales a los maestros. Ahora la Junta de Supervisión –que estará todavía por dos o tres años más– está comenzando a suplantar esos fondos federales por fondos estatales, pero se le hizo justicia salarial a nuestros educadores. En este aspecto, también me uní a Miguel Cardona, secretario de Educación de EE.UU., para descentralizar el Departamento de Educación, demasiado grande y burocrático. La propuesta es mantener el Departamento de Educación, pero crear agencias educativas locales, como las que existen aquí, digamos Hillsborough County Public Schools. Lo que queremos en Puerto Rico es tener entre 7 y 10 entidades a nivel regional, más cercanas a los maestros, a los estudiantes y a los padres. A ese nivel se pueden tomar decisiones y que el rol del Estado, del Departamento de Educación a nivel central, sea ocuparse de las políticas públicas, de los currículos generales, con los requisitos que rige la ley, sea estatal o federal. En eso estamos trabajando ahora, conscientes de la importancia de la educación.

Usted es miembro del Partido Nuevo Progresista de Puerto Rico, pero también del Partido Demócrata de Estados Unidos. ¿Qué opina de la presidencia y posible reelección de Biden?

Yo apoyo la reelección de Biden porque pienso que ha hecho una labor encomiable. Ha mantenido en crecimiento la economía de Estados Unidos, a pesar de todos los retos. Ha logrado que el Congreso apruebe legislaciones avanzadas en diversas áreas, incluyendo la revitalización de la infraestructura que estaba desatendida en este país; asimismo, en el tema de la ­tecnología de los semiconductores, atrayendo otra vez ­inversiones estadounidenses que se habían marchado a otras regiones.

Asimismo, pienso que ha sido sensible a lidiar con el problema de la inmigración. Además, ha sido efectivo a nivel internacional, estableciendo coaliciones, enfrentando lo que está sucediendo en Ucrania. Yo lo apoyo por todo eso, pero también por la forma en que ha atendido nuestros reclamos en estos años, cuando Puerto Rico está en medio de un difícil proceso de reconstrucción.

Pierluisi conversa con el editor en español de La Gaceta

El estatus político de Puerto Rico es complicado. Usted es el jefe de Gobierno, pero el jefe del Estado es el Presidente de EE.UU., excepcionalidad derivada del Estado Libre Asociado creado en 1952. Desde entonces, tres variantes han movido las aspiraciones políticas puertorriqueñas: mantener ese estatus, la independencia, o la estadidad. Por momentos, las distancias entre uno y otro han experimentado distintos niveles de aceptación. Desde su condición de político, ¿cómo calibra el futuro del estatus de Puerto Rico?

Enlazando esta pregunta con la anterior, creo que, si los demócratas retoman el control de la Cámara, mantienen el del Senado y el presidente Biden continúa en la presidencia, el terreno va a estar muy fértil para aprobar un proyecto de ley que le ofrezca a Puerto Rico la oportunidad de convertirse en un estado más de la nación americana. 

Yo veo la estadidad como igualdad en el trato a todos los ciudadanos estadounidenses, como un ‘trátame igual’.

Si el puertorriqueño es ciudadano de Estados Unidos, ¿como es posible que no vote por el Presidente estadounidense?, ¿como es posible que no tenga representación con voto en el Congreso, en la legislatura de esa nación? ¿Como es posible que se le trate diferente en programas tan importantes como el Medicare, el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP) o en Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI)?

El planteamiento nuestro es de una estadidad como igualdad con todos los ciudadanos estadounidenses, pero defendiendo el concepto de que somos puertorriqueños. Lo he dicho antes: a mí nadie me quita mi puertorriqueñidad, nadie me va a quitar mi español, mi manera de ser, mis gustos, mis costumbres; siempre voy a bailar salsa, a comer arroz con habichuelas y alcapurrias.

La identidad no está en juego, aunque pienso que no debe ser una causa partidista en EE.UU., porque los republicanos deberían apoyarla de igual manera; pero no entienden a Puerto Rico, lo ven como un estado totalmente liberal y no es así: hay gente liberal y conservadora, igual que en EE.UU. y en todas partes.

Para mí, la estadidad es mi causa mayor y la pregunta no es si se va a lograr, sino cuándo se va a lograr.

Si hoy el Congreso de EE.UU. hace esa pregunta, fácilmente observará que más del 60% de los puertorriqueños van a votar por la estadidad. Ya no sería el planteamiento de un sueño, sino una realidad: elegir Sí o No. El voto por la estadidad va a ser abrumador.

Pero en el plebiscito de 2020, aunque más de un 52% votó a favor de la estadidad, algo más de un 48% no la aceptó...

Pero ha ido creciendo la aceptación de la estadidad. Mira, en EE.UU. también hay estados donde muchas personas creen que debiera ser independiente. Ocurre en Texas, en California, en Hawái. No lo veo como un obstáculo. Las democracias funcionan a base de las mayorías, no de la unanimidad.  Y hablando del destino de un pueblo, la realidad es que nosotros hemos sido ciudadanos estadounidenses por más de cien años en que hemos sido parte de su territorio. La mayoría de la población puertorriqueña quiere mantener esa ciudadanía. Incluso se da la contradicción de que hay personas que defienden la soberanía, pero no quieren perder la ciudadanía estadounidense. Lo lógico sería lograr la ciudadanía completa, con todos los derechos del ciudadano estadounidense, sin dejar de ser puertorriqueños.

Finalmente, hablamos brevemente acerca de los grandes escritores españoles que vivieron en Puerto Rico, como Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Pedro Salinas. Entonces comentamos sobre la Primera Feria del Libro que estamos organizando en Tampa para marzo de 2024, le solicitamos apoyo y le invitamos. Generosamente, el Gobernador de Puerto Rico nos prometió ayuda y deseos de éxitos para un evento donde también estarán las letras de Puerto Rico. 

Publicado en La Gaceta el 29 de septiembre, 2023.

 

 

viernes, 22 de septiembre de 2023

Breve apunte sobre el influjo de William Faulkner en escritores latinoamericanos

 Este 25 de septiembre se conmemora el 126 aniversario del natalicio de William Faulkner, uno de los escritores estadounidenses más importantes de todos los tiempos, reconocido en 1946 con el Premio Nobel de Literatura.

William Cuthbert  Falkner –cambió el apellido a Faulkner cuando empezó a publicar–  nació en  New Albany, una ciudad del condado de Union, cerca del Mississippi. Ese es el escenario de una serie de novelas de estilo barroco que a fines de la década de 1920 lo dieron a conocer.

La primera de ellas fue Sartorius (1929) y ese mismo año publicó El sonido y la furia, la que, según la crítica, marca su madurez como narrador.

En 1930, publicó Mientras agonizo y en 1931 Santuario, donde se refleja una brutal violación. En todas estas obras, consideradas sureñas, habitan indios, negros, ermitaños, blancos pobres, en un ambiente marginal cargado de violencia, corrupción, abandono.

En 1936, dio a conocer ¡Absalón, Absalón!, inspirada en un personaje bíblico –la rebeldía de Absalón contra su padre, el rey David– donde el autor expone la historia de la familia Sutpen en el marco de la Guerra de Secesión. Para la crítica literaria es una obra enigmática y de gran complejidad técnica, que profundiza en las raíces y comportamiento del racismo en Estados Unidos, y donde el amor, la venganza y el honor se explican en el contexto histórico y cultural de esa época.

Sin embargo, aprovecho estas líneas para llamar la atención sobre una obra que no tuvo la consideración de las anteriores en el país del autor y, en cambio, fue muy bien valorada en Latinoamérica, región en la que el autor ha tenido una enorme influencia. Me refiero a Las palmeras salvajes, correspondiente a 1939. Su título original es también de origen bíblico –Si yo de ti me olvidara, Jerusalén (Salmo 137 versículo 5)–. Aquí inserta dos historias, como dos novelas, en una:  Las palmeras salvajes (Wild Palms) y El viejo (Old Man), cada una de cinco capítulos que se alternan, a pesar de abordar temas diferentes y discurrir en tiempos diversos. Mientras en Las palmeras… la mujer (Charlotte) huye del marido con otro hombre, en El Viejo un preso fugitivo rescata a una mujer embarazada a orillas del Mississippi, a riesgo de que fracase su huida en un bote. Sin embargo, ambas se complementan para la comprensión de la trama central.

Esta novela no tuvo en Estados Unidos la recepción que disfrutaron otras obras de Faulkner, pues hirió el pudor de muchos por las provocativas escenas sexuales y “malas palabras” que incluye, pero tuvo la suerte de encontrar la traducción al español en uno de los escritores mayores de Hispanoamérica: Jorge Luis Borges, quien la tradujo en 1940, al año de publicada.  El argentino la tradujo de la versión inglesa de los editores Chatto y Windus, quienes evitaron algunas expresiones impúdicas, por lo que, a diferencia de lo que muchos creyeron, no fue Borges quien se ruborizó con el lenguaje de Faulkner. Hasta hoy, es la del autor de El Aleph la mejor versión española de Las palmeras salvajes, novela que, como otras del estadounidense, tuvieron una gran influencia en los mejores escritores latinoamericanos del siglo XX, entre ellos los también Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, José María Arguedas y Mario Vargas Llosa, quienes en diversas ocasiones confesaron lo mucho que aportó a su formación la lectura del escritor norteamericano.

Para Gabriel García Márquez “la deuda mayor que tenemos los nuevos novelistas latinoamericanos es con Faulkner”, como confesó, en 1967, durante la célebre conversación que sostuvo con Mario Vargas Llosa en la Universidad Nacional de Ingeniería, en Lima. El autor de Cien años de soledad llegó a decir que a Faulkner podía considerársele también como a un escritor del Caribe. “El método ‘faulkneriano’ es muy eficaz para contar la realidad latinoamericana. Inconscientemente, fue eso lo que descubrimos en Faulkner. Es decir, nosotros estábamos viendo esta realidad y queríamos contarla y sabíamos que el método de los europeos no servía, ni el método tradicional español; y de pronto encontramos el método faulkneriano adecuadísimo para contar esta realidad. En el fondo no es muy raro esto porque no se me olvida que el condado de Yoknapathawpa tiene riberas en el mar Caribe; así que de alguna manera Faulkner es un escritor del Caribe, de alguna manera es un escritor latinoamericano”.

Faulkner, quien en medio de un empecinado alcoholismo siguió escribiendo hasta el final de su vida, falleció en Byhalia, un pequeño pueblo del Mississippi, el 6 de julio de 1962, a causa de un infarto de miocardio. Sus restos descansan en Oxford Memorial Cemetery, pero su obra, en el pináculo de la literatura universal, sigue viva en miles de lectores, y muy especialmente en los de Latinoamérica.