viernes, 26 de agosto de 2022

Eduardo Chibás, un amigo de Victoriano Manteiga

 Emiliano Salcines, que siempre está atento a los avisos de Clío, me llamó por teléfono para recordarme que el pasado 16 de agosto se cumplieron 71 años de la muerte de Eduardo Chibás. Conversamos brevemente sobre la presencia del líder cubano en Tampa y de la amistad que sostuvo con Victoriano Manteiga, por lo que recordar a ambos en el centenario de La Gaceta es un homenaje a dos hombres que se insertan en la rica historia de esta hermosa ciudad.

Probablemente, nadie ha realizado una evaluación más alta de Chibás que la sostenida en múltiples ocasiones por Victoriano, quien vio en la limpia figura del cubano al continuador más fiel de José Martí. Tenía 22 años cuando vino a Tampa por primera vez, en 1929, siendo un estudiante universitario enrolado en la lucha contra el gobierno de Gerardo Machado. Entonces conoció a Manteiga, un coterráneo suyo que había fundado siete años atrás el periódico La Gaceta y coincidía con él en la necesidad de enfrentar un gobierno que en Cuba amenazaba las libertades democráticas a que todo pueblo tiene derecho.

El 21 de octubre de 1950, Chibás pronunció un discurso en el parque Cuscaden,
 de Tampa. Vestido de blanco, vemos a Victoriano Manteiga, organizador del acto.

La amistad nacida en aquellos días de 1929 duró para siempre y cuando, en 1950,  volvió a Tampa el fundador del Partido Ortodoxo encontró el abrazo de Victoriano y su apoyo incondicional a una ardua lucha encaminada a que la isla donde ambos nacieron tuviera un gobierno que pudiera cumplir el sueño martiano de una Cuba “con todos y para el bien de todos”.

Las fechas de nacimiento y muerte de Eduardo René Chibás y Ribas se conmemoran juntas, pues el 16 de agosto de 1951, al día siguiente de haber cumplido 44 años, murió a consecuencia de un disparo en la ingle que 11 días antes él mismo se hizo mientras pronunciaba un discurso por la radio, obsesionado con la idea de que ese fuera “el último aldabonazo” contra la corrupción imperante. Se había consagrado a esa epopeya desde la adolescencia, con una capacidad de liderazgo que provocó fuera encarcelado en 1931 y exiliado al año siguiente.

A la caída de Machado regresó a Cuba y formó parte del gobierno de Grau San Martín, el fundador del Partido  que llevó el nombre del creado por José Martí (Partido Revolucionario Cubano), al que se agregó el vocablo Auténtico con el que es más conocido. Chibás creyó en esa fuerza política, de la que se separó al ver que en el poder (1944-1952) no sólo no cumplió sus promesas, sino que intensificó la corrupción político-administrativa que venía padeciendo el país.

Al romper con el Autenticismo, Chibás fundó el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), el 15 de mayo de 1947. A partir de esa fecha, comenzó una frenética batalla contra la corrupción imperante en el gobierno, especialmente desde que Carlos Prío asumiera el poder en 1948. A su vez, creció el prestigio de su partido, convertido en la fuerza política que seguramente habría ganado las elecciones presidenciales de 1952, si un golpe de estado no las hubiese interrumpido.

Chibás, a pesar de sus pocos años de vida, tuvo una intensa participación en la política cubana: fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1940, representante a la Cámara y senador de la República. Acusó sistemáticamente a figuras que desde el gobierno cometieron actos de corrupción. Pero no pudo probar la denuncia que hizo contra Aureliano Sánchez Arango, entonces ministro de Educación y en medio de un enardecido discurso radial se disparó en el abdomen, en el afán de mostrar su sinceridad.

Fuera de Cuba, no hubo un lugar en que se aclamara a Chibás con el fervor que se hizo en Tampa, donde con tanto amor se aplaudió a José Martí. Si el Apóstol encontró en esta ciudad amigos del calibre del cubano  Néstor Leonelo Carbonell, Chibás lo tuvo en el también cubano Victoriano Manteiga, como si la historia se repitiera en esa nueva generación. Cuando, en octubre 1950, aquel patriota ejemplar volvió a Tampa, recorrió emocionado los sitios martianos de Ybor City, habló frente al busto del Maestro en el Círculo Cubano y pronunció un enardecido discurso en el parque Cuscaden, en el que dijo, según nos contó Victoriano en el primer aniversario de su inmolación: “Si alguna vez no cumplo las promesas hechas a mi pueblo, con este revólver, que perteneciera al Apóstol Martí, me mataré”.

En varias ocasiones el insigne fundador de La Gaceta escribió sobre el héroe cubano, y quien, como Martí,  “estaba siempre dispuesto para la lucha y el sacrificio en bien de Cuba y la humanidad”.

El 5 de septiembre de 1952, Victoriano recordó en su columna Chungas y no chungas: “Cuando Chibás enarboló la bandera de ‘Vergüenza contra dinero’, en defensa del pueblo y contra los ladrones, nos colocamos a su lado con el cariño y desinterés de siempre. Hace dos años vino a visitarnos y aquí dijo: Los ortodoxos vigorizamos en Tampa nuestra fuerza espiritual”.

Recordarlo ahora desde La Gaceta, donde tantas veces se escribió su nombre, es un tributo tampeño a su memoria y a la de su amigo Victoriano Manteiga.