viernes, 28 de abril de 2017

Dos libros del profesor Matt A. Casado

Por Gabriel Cartaya

  La semana pasada, el historiador Matt A. Casado me hizo llegar sus dos últimos libros publicados: California hispana: descubrimiento, colonización y anexión por los Estados Unidos y La guerra hispano-estadounidense de 1898: versión norteamericana de la contienda. En ambos casos, son textos de algo más de doscientas páginas, con una exquisita presentación, cuyos títulos llaman la atención sobre dos temas que se insertan en las relaciones e impacto de Estados Unidos con la hispanidad. El interés en ese vínculo histórico y cultural, descrito con agudeza, tal vez subsista en la propia condición del autor, español de origen y radicado en Estados Unidos durante cuatro décadas, donde se desempeña como  Profesor  Emérito en la  Universidad del Norte de Arizona.

  California hispana es un estudio que parte desde el propio descubrimiento de esa región por los españoles, cuando en 1542 Juan Rodríguez Cabrillo entra en la bahía de San Diego y Monterrey. De esa fecha hasta que  el vasto territorio pasa a ser un estado más de la Unión Americana, en 1850, hay  tres siglos de historia que son  atendidos por la mirada inquisitiva del profesor Casado, que permite captar la propuesta que el autor nos indica en el pórtico de su libro:  “la epopeya del pueblo hispano en Alta California”.
  El libro de Casado sobre la era española de California ofrece múltiples beneficios al lector, tanto al historiador que requiere de una confiable base documental y bibliográfica, bien manejada por el autor;  al geógrafo en la ubicación de un extenso territorio que se fue demarcando entre México y Estados Unidos;  a los estudiosos de las misiones religiosas en América, especialmente la  presencia de jesuitas y franciscanos; a los etnógrafos, antropólogos, señaladamente en el impacto de la cultura europea en las comunidades autóctonas y aportando a la antroponimia los nombres anteriores a los que hoy designan a diversos pueblos de ese estado. Pero el libro no sólo beneficia al estudioso de estas disciplinas, pues se abre, con un lenguaje claro y accesible a todos los que se interesan en la historia de la formación de  los Estados Unidos, en la riqueza aportada por la cultura hispana  a esta nación, en el conocimiento de la compleja hibridez con que, violenta o pacíficamente,  se han entremezclado en esta región las culturas creadoras de la California actual.
  El segundo libro que el generoso autor me hizo llegar en el mismo sobre –con una portada donde el título me ayuda a identificar al acorazado Infanta María Teresa–, es La Guerra hispano-estadounidense de 1898: versión norteamericana de la contienda, también es significativo. En algo más de 230 páginas, Casado profundiza en los antecedentes que determinaron la intervención de Estados Unidos en la Guerra de Independencia de Cuba, dando lugar al conflicto que algunos llaman Guerra hispano-cubano-americana, otros Guerra hispano-americana y a la que el autor nombra con el título señalado.
  Casado ofrece una cronología inicial en su libro que permite ubicarse en  cada momento determinante de los acontecimientos previos y hasta el desenlace del conflicto, que él sitúa entre el 24 de febrero de 1895, con el inicio de la guerra de independencia en Cuba, hasta el 10 de diciembre de 1898, cuando culmina el conflicto sin presencia cubana a la hora de los acuerdos entre potencias imperiales, aunque agrega dos fechas que se salen de la promesa del título: el inicio de la guerra estadounidense contra los rebeldes filipinos, el 4 de febrero de 1899 y la muerte del presidente McKinley, asesinado el 14 de septiembre de 1901.
 
Cuando nos estamos acercando al 120 aniversario de los acontecimientos que se narran en este libro, el profesor Casado ha hecho un aporte parcial a su entendimiento, al exponer  el movimiento de las tropas estadounidenses y españolas, –centradamente navales– en los hechos que llevaron a la rendición de España y la toma de sus últimas posesiones en América por Estados Unidos.
  Casi no existen referencias en el libro a la presencia del Ejército Libertador de Cuba en el marco de estos acontecimientos, la fuerza independentista que estaba ganando la guerra cuando se produce la intervención de Estados Unidos. En la cronología sólo se apunta la batalla de las Guásimas, sin reflejarse todo el impacto de la expedición de los mambises hacia occidente. Si no otros momentos de la actuación de los libertadores cubanos en el acto de la rendición de España,  debió destacarse por lo menos la actitud del Mayor General Máximo Gómez ante el desenlace de la guerra, o el apoyo del Mayor General Calixto García a las fuerzas interventoras en su empuje por tierra para la toma de Santiago, incluída la humillante postura de la dirección estadounidense al escamotearle su participación a la hora de recibir la ciudad liberada. En el epígrafe “Avance del ejercito Americano sobre Santiago” se menciona que “El general rebelde Castillo participó con sus tropas” (pag. 150) sin escribirse su nombre completo (Demetrio Castillo Duany) y de Calixto García que “se ordenó a García avanzar por el camino del Caney” (pag. 156).
  Probablemente, la bibliografía con que contó el autor influyó en la escasa presencia cubana en los acontecimientos narrados. En las 26 fuentes señaladas, no sólo está ausente la autoría cubana, sino también la española.
  Con las carencias que toda obra de esta naturaleza alberga, esta vez más en lo factual que en lo analítico, el libro de Casado se suma a la extensa bibliografía con que se ha expuesto, desde diversas posiciones teóricas e ideológicas, el acontecimiento que inauguró la expansión de Estados Unidos por las Antillas. De todos modos, el autor nos promete en el prefacio entregarnos una descripción donde  se “narra la epopeya” , lo que consigue con una escritura muy digna de nuestro idioma.



jueves, 6 de abril de 2017

Il Volo en Tampa por segunda vez

 Por Gabriel Cartaya

El pasado jueves, la Sala Morzani del Straz Center, en Tampa, llenó sus 2610 butacas con un público que con gran entusiasmo recibió por segunda vez a tres jóvenes cantantes que se han convertido en ídolos de la ciudad, como lo son a nivel internacional.
 Con aplausos prolongados fueron recibidos el barítono Gianluca Ginoble y los tenores Ignazio Boschetto y  Piero Barone, a quienes todo el mundo conoce como Il Volo, lo que en nuestro idioma se traduce como El vuelo.
    El público estadounidense conoce a este trío casi desde su aparición, en 2009, pues su primer album “Il Volo” fue grabado entre Los Ángeles, Roma y Londres. Sus temas “O sole mio”, “Il Mondo”, “Un amore cosi grande” y otros de factura latinoamericana como “El reloj”, de Roberto Cantoral, han sido repetidamente aplaudidos en decenas de escenarios del mundo y al llegar a Tampa, por segunda vez, encontraron un apasionado auditorio que coreó y ovacionó sus interpretaciones.

 Por eso, cuando iniciaron el espectáculo con la canción “Nessum dorma”, que por su impacto es casi siempre un número de finalizar, ellos pudieron sentirse, a su vez,  amados por la concurrencia de esta ciudad.
 Una razón especial para la identificación de Tampa con Il Volo, más allá de la excelencia de sus interpretaciones, procede del triángulo idiomático de sus letras, frente a un público en cuyas raíces el inglés, el español y el italiano se mezclaron desde el siglo XIX, como pudo constatarse en la presencia de asistentes de estas tres procedencias en el Straz Center, aplaudiendo canciones en cada uno de estos idiomas.
El concierto ofrecido por Il Volo en Tampa, el pasado 30 de marzo, es parte de la gira mundial que realizan en homenaje a los tres grandes tenores –Luciano Pavarotti, José Carrera y Plácido Domingo–  y que incluye a 15 ciudades estadounidenses, entre las que Tampa ha tenido la dicha de ser elegida. En estos conciertos incluyen canciones del disco que dedicaron a esos míticos antecesores suyos y que nombraron “Notte magica: a tribute to the  three tenors”, que recientemente ocupó el primer lugar en la lista de música clásica de Billboard.
 Los jóvenes tenores de Il Volo, que han expresado desde nacer honda admiración por Pavarotti, Carreras y Domingo, han logrado un nivel de interpretación digna de esas figuras que le sirvieron de inspiración, como pudo apreciarlo el público tampeño una vez más. En ello, es justo decirlo, jugó un papel significativo el acompañamiento musical, a cargo de una orquesta que ejecutó a la perfección cada ritmo requerido por las voces de los jóvenes cantantes.
 Para acrecentar la alegría entre una y otra interpretación musical, los jóvenes artistas mantuvieron un diálogo animado con el público, con anécdotas, chistes y frases que, entre risas y aplausos, consiguieron una noche delirante vestida de buena música, maravillosas canciones y mensajes positivos.
 Al final, los organizadores del espectáculo propiciaron un diálogo más íntimo entre los cantantes virtuosos y parte de la audiencia, para entre fotos y palabras dejar grabado en el recuerdo de los asistentes una noche de verdadero arte. A su vez, para que Gianluca, Ignazio y  Piero, reunidos en Il Volo, escucharan decir, en italiano, español e inglés, que en Tampa siempre les esperamos.