viernes, 30 de marzo de 2018

El barrio martiano de Ybor City: renovación de su esplendor


Por Gabriel Cartaya

En los últimos meses, el centro histórico de Ybor City está asistiendo a un impetuoso momento de construcción, renovación y embellecimiento. Los habitantes del lugar, los que trabajan en él y los transeúntes, son testigos cotidianos de un incesante trasiego de materiales de construcción, ruido de herramientas, levantamiento de paredes, reposición de techos, nuevos colores y anuncios de proyectos que se materializan con celeridad y calidad impresionantes.
   Esta oportuna ocasión  de remozamiento y ampliación, recuerda el tiempo histórico de su nacimiento. Muy cerca de donde hoy el principal impulsor de esta obra, el constructor Ariel Quintela, se detiene cada mañana a imaginar y acometer su trabajo, hace más de 130 años se detuvo el ingeniero español Gabino Gutiérrez,    al  lado  de Vicente Martínez Ybor, a apuntar con el dedo el rumbo de la primera calle, las primeras casas y el sitio donde levantarían la fábrica de tabacos. Ellos, entonces, edificaron una ciudad nueva y los cargamentos de madera, ladrillos, hierros, lozas, cristales, fueron convirtiéndose en hermosos edificios donde una población, esencialmente compuesta por inmigrantes cubanos, españoles e italianos, conformó su primer asiento demográfico. Entonces, las fábricas, viviendas, escuelas, restaurantes, clínicas, iglesias, librerías, teatros, periódicos, dieron fe del enorme poder de una colectividad ejemplar donde la diversidad étnica y cultural no fue un motivo de distanciamiento perturbador, sino un ejemplo de fuerza comunitaria.
  Después de más de un siglo de su primer encumbramiento –perdido por una diversidad de factores donde matices de segregación, elitismo social y profesional, intereses económicos,  políticos, entre otros,  marcaron su decadencia–,  Ariel Quintela y su asociado Darryl Shaw encabezan el proyecto de renovación de Ybor City. Con gran sensibilidad, el constructor de origen cubano ha mirado hacia la historia del espacio al que se ha propuesto devolver su grandeza física y espiritual. Su propuesta ha sido identificar los edificios que está renovando (o levantando)  con el nombre de figuras históricas que dejaron una huella profunda a su paso por la ciudad.
Así, el nombre y la imagen de José Martí presidirá una de las mayores edificaciones del proyecto, detrás del pórtico que anuncia la entrada  a Ybor City. Pronto veremos allí un hermoso edificio de cuatro plantas, entre la 7.ª y 8.ª avenidas, donde 127 confortables apartamentos serán una inyección grande al repoblamiento del lugar. Es un sitio lleno de historia, muy cercano al espacio donde existió el Liceo Cubano, en el que  Martí pronunciara magistrales discursos. De una edificación abandonada y casi en ruinas, emergerá la Casa Socarrás, en homenaje al cubano Don Fernando Figueredo Socarrás, quien fue el principal representante del Gobierno de la República de Cuba en Armas en Tampa durante la Guerra de Independencia y también el primer alcalde que tuvo West Tampa al fundarse como ciudad en 1895.
Casa Socarrás
  Detrás de este edificio nacerá la Casa Pedroso, nombrada así en honor del matrimonio compuesto por   Ruperto Pedroso y Paulina Hernández, un matrimonio de raza negra que tuvo su casa alrededor de este espacio, donde hoy existe el Parque Amigos de José Martí. En ella, no sólo se hospedó el Apóstol cubano alguna vez, sino que también le sirvió de refugio en los días graves en que atentaron contra su vida. Como si tanto servicio patriótico no fuera suficiente, ambos estuvieron dispuestos a hipotecar su casa para, en el momento difícil en que fracasó en Fernandina la expedición con que empezaría la guerra de 1895, contribuir a juntar los recursos imprescindibles al alzamiento redentor en Cuba. 
Casa Pedroso
  A sólo unos pasos de la Casa Pedroso, tendremos en Ybor City un nuevo edificio cuyo apelativo también se inserta en la historia. Será la Casa Bomberos, en la 8.ª avenida, entre las calles 13 y 14, lugar donde se instaló el primer cuerpo para extinguir incendios de este barrio, en una época en que era frecuente el azote de las llamas a casas y fábricas construidas de madera. Otro edificio, la Casa Gómez, rendirá homenaje, con su apellido, al afrocubano Juan Gualberto, hijo de esclavos, en quien Martí confió para representar en la Isla al Partido Revolucionario Cubano y ser el guía del alzamiento el 24 de febrero de 1895. A él, desde Tampa, se le envió el tabaco en cuyo interior iba la Orden de Alzamiento.
  A sólo una cuadra, frente a donde estuvo la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ybor, ya ha sido renovado e inaugurado el primero de los edificios que Ariel Quintela y quienes le siguen y apoyan se han propuesto recuperar. Lleva el nombre del gran fundador, Don Vicente Martínez Ybor, su primer dueño. Allí estableció Ybor sus primeras oficinas y dio espacio a cuartos de hospedaje. Sospecho que en ese lugar pudo hospedarse José Martí en las dos noches de su primera visita (26 y 27 de noviembre de 1891), aunque la tradición sostiene que se alojó en El Pasaje, lugar en que tres años después se inauguró el Hotel Cherokee.
  He leído, en fuentes serias, que a este edificio le llamaban El Pasajero en sus primeros tiempos, porque en él se albergaban muchos recién llegados mientras se instalaban en la ciudad. También está consignado en las actas del Club Agramonte el debate sobre la escasez de fondos para el pasaje y hospedaje de Martí durante esa breve estancia. Se sabe, igualmente, que la primera visita que hizo Martí a Tampa, el 27 de noviembre de 1891, fue a la fábrica de Martínez Ybor, para lo que sólo tendría que abrir la puerta y pasar a la acera del frente.
  El momento en que estos edificios recuperan su ­esplendor y en los que, gracias a las comodidades de sus modernos apartamentos, cientos de nuevos habitantes enriquecerán el paisaje arquitectónico y humano del lugar, es atractivo también para profundizar en su historia. Imagino a los nuevos cientos de inquilinos en lujosos apartamentos o desde cómodas oficinas, explicando al visitante la razón para que el inmueble en que se encuentra se identifique con ese nombre. Me figuro a un grupo de comensales en un nuevo y exquisito restaurante del barrio martiano de Ybor City, comentando los acontecimientos gloriosos que envuelven a la figura elegida para la nombradía al lugar. Porque estos nuevos espacios, además de las nuevas comodidades para vivir, propiciarán un entorno de crecimiento demográfico y cultural.
     Cuando, a fines del siglo XIX, Don Vicente, Martí, Socarrás, Pedroso, Gómez, levantaban su obra, de edificios y pueblos, no imaginaban que, más de un siglo después, herederos de grandes sueños se inspirarían en sus nombres para que encabezaran, con la fuerza de su ejemplo, las nuevas edificaciones donde perdura su memoria. 
Publicado en La Gaceta, 3.30.18

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