Por Gabriel Cartaya
En los últimos meses, el centro
histórico de Ybor City está asistiendo a un impetuoso momento de construcción,
renovación y embellecimiento. Los habitantes del lugar, los que trabajan en él
y los transeúntes, son testigos cotidianos de un incesante trasiego de
materiales de construcción, ruido de herramientas, levantamiento de paredes,
reposición de techos, nuevos colores y anuncios de proyectos que se
materializan con celeridad y calidad impresionantes.
Esta
oportuna ocasión de remozamiento y
ampliación, recuerda el tiempo histórico de su nacimiento. Muy cerca de donde
hoy el principal impulsor de esta obra, el constructor Ariel Quintela, se
detiene cada mañana a imaginar y acometer su trabajo, hace más de 130 años se
detuvo el ingeniero español Gabino Gutiérrez,
al lado de Vicente Martínez Ybor, a apuntar con el dedo el
rumbo de la primera calle, las primeras casas y el sitio donde levantarían la
fábrica de tabacos. Ellos, entonces, edificaron una ciudad nueva y los
cargamentos de madera, ladrillos, hierros, lozas, cristales, fueron
convirtiéndose en hermosos edificios donde una población, esencialmente
compuesta por inmigrantes cubanos, españoles e italianos, conformó su primer
asiento demográfico. Entonces, las fábricas, viviendas, escuelas, restaurantes,
clínicas, iglesias, librerías, teatros, periódicos, dieron fe del enorme poder
de una colectividad ejemplar donde la diversidad étnica y cultural no fue un motivo
de distanciamiento perturbador, sino un ejemplo de fuerza comunitaria.
Después de
más de un siglo de su primer encumbramiento –perdido por una diversidad de
factores donde matices de segregación, elitismo social y profesional, intereses
económicos, políticos, entre otros, marcaron su decadencia–, Ariel Quintela y su asociado Darryl Shaw
encabezan el proyecto de renovación de Ybor City. Con gran sensibilidad, el
constructor de origen cubano ha mirado hacia la historia del espacio al que se
ha propuesto devolver su grandeza física y espiritual. Su propuesta ha sido
identificar los edificios que está renovando (o levantando) con el nombre de figuras históricas que
dejaron una huella profunda a su paso por la ciudad.
Así, el nombre y la imagen de José Martí presidirá
una de las mayores edificaciones del proyecto, detrás del pórtico que anuncia
la entrada a Ybor City. Pronto veremos
allí un hermoso edificio de cuatro plantas, entre la 7.ª y 8.ª avenidas, donde
127 confortables apartamentos serán una inyección grande al repoblamiento del
lugar. Es un sitio lleno de historia, muy cercano al espacio donde existió el
Liceo Cubano, en el que Martí
pronunciara magistrales discursos. De una edificación abandonada y casi en
ruinas, emergerá la Casa Socarrás, en homenaje al cubano Don Fernando Figueredo
Socarrás, quien fue el principal representante del Gobierno de la República de
Cuba en Armas en Tampa durante la Guerra de Independencia y también el primer
alcalde que tuvo West Tampa al fundarse como ciudad en 1895.
Casa Socarrás |
Detrás de
este edificio nacerá la Casa Pedroso, nombrada así en honor del matrimonio
compuesto por Ruperto Pedroso y Paulina
Hernández, un matrimonio de raza negra que tuvo su casa alrededor de este
espacio, donde hoy existe el Parque Amigos de José Martí. En ella, no sólo se
hospedó el Apóstol cubano alguna vez, sino que también le sirvió de refugio en
los días graves en que atentaron contra su vida. Como si tanto servicio
patriótico no fuera suficiente, ambos estuvieron dispuestos a hipotecar su casa
para, en el momento difícil en que fracasó en Fernandina la expedición con que
empezaría la guerra de 1895, contribuir a juntar los recursos imprescindibles
al alzamiento redentor en Cuba.
Casa Pedroso |
A sólo unos
pasos de la Casa Pedroso, tendremos en Ybor City un nuevo edificio cuyo
apelativo también se inserta en la historia. Será la Casa Bomberos, en la 8.ª
avenida, entre las calles 13 y 14, lugar donde se instaló el primer cuerpo para
extinguir incendios de este barrio, en una época en que era frecuente el azote
de las llamas a casas y fábricas construidas de madera. Otro edificio, la Casa
Gómez, rendirá homenaje, con su apellido, al afrocubano Juan Gualberto, hijo de
esclavos, en quien Martí confió para representar en la Isla al Partido
Revolucionario Cubano y ser el guía del alzamiento el 24 de febrero de 1895. A
él, desde Tampa, se le envió el tabaco en cuyo interior iba la Orden de
Alzamiento.
A sólo una
cuadra, frente a donde estuvo la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ybor,
ya ha sido renovado e inaugurado el primero de los edificios que Ariel Quintela
y quienes le siguen y apoyan se han propuesto recuperar. Lleva el nombre del
gran fundador, Don Vicente Martínez Ybor, su primer dueño. Allí estableció Ybor
sus primeras oficinas y dio espacio a cuartos de hospedaje. Sospecho que en ese
lugar pudo hospedarse José Martí en las dos noches de su primera visita (26 y
27 de noviembre de 1891), aunque la tradición sostiene que se alojó en El
Pasaje, lugar en que tres años después se inauguró el Hotel Cherokee.
He leído, en
fuentes serias, que a este edificio le llamaban El Pasajero en sus primeros
tiempos, porque en él se albergaban muchos recién llegados mientras se
instalaban en la ciudad. También está consignado en las actas del Club
Agramonte el debate sobre la escasez de fondos para el pasaje y hospedaje de
Martí durante esa breve estancia. Se sabe, igualmente, que la primera visita
que hizo Martí a Tampa, el 27 de noviembre de 1891, fue a la fábrica de
Martínez Ybor, para lo que sólo tendría que abrir la puerta y pasar a la acera
del frente.
El momento
en que estos edificios recuperan su esplendor y en los que, gracias a las
comodidades de sus modernos apartamentos, cientos de nuevos habitantes
enriquecerán el paisaje arquitectónico y humano del lugar, es atractivo también
para profundizar en su historia. Imagino a los nuevos cientos de inquilinos en
lujosos apartamentos o desde cómodas oficinas, explicando al visitante la razón
para que el inmueble en que se encuentra se identifique con ese nombre. Me
figuro a un grupo de comensales en un nuevo y exquisito restaurante del barrio
martiano de Ybor City, comentando los acontecimientos gloriosos que envuelven a
la figura elegida para la nombradía al lugar. Porque estos nuevos espacios,
además de las nuevas comodidades para vivir, propiciarán un entorno de
crecimiento demográfico y cultural.
Cuando, a
fines del siglo XIX, Don Vicente, Martí, Socarrás, Pedroso, Gómez, levantaban
su obra, de edificios y pueblos, no imaginaban que, más de un siglo después,
herederos de grandes sueños se inspirarían en sus nombres para que encabezaran,
con la fuerza de su ejemplo, las nuevas edificaciones donde perdura su memoria.
Publicado en La Gaceta, 3.30.18
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