jueves, 19 de noviembre de 2020

 

La visita a Tampa de José Raúl Capablanca

Al cumplirse un aniversario del natalicio de José Raúl Capablanca –único hispanoamericano que ha sido Campeón Mundial de Ajedrez–, queremos recordar la breve estancia del genial ajedrecista  en la ciudad de Tampa cuando, en mayo de 1915 y de paso entre Nueva York y La Habana, estuvo aquí unos días.  En esa ocasión, no sólo visitó la ciudad sino que ofreció en ella dos simultáneas del juego ciencia, con lo que demostró el alto aprecio que tenía por un lugar tan identificado con la historia de su país.

   Entonces no era todavía el Campeón Mundial. Sin embargo, ya era reconocido universalmente entre los mejores. En 1908, con 20 años de edad,  se enfrentó al campeón estadounidense  Frank Marshall,  con el sorprendente resultado 8-1 y 14 tablas. Tres años más tarde, en el prestigioso torneo de San Sebastián de 1911, obtuvo el Premio de Belleza contra el reconocido Ossip Berstein, quien lo había declarado muy joven e inexperto para jugar con él y quedó estupefacto con la intuición, rapidez, sentido estético, elegancia y técnica del cubano.

   En 1913,  derrotó en Berlín a Jacques Mieses y a Richard Teichmann y en 1914, en el gran torneo de San Petersburgo, le ganó al famoso Alexander ­Alekhine y se enfrentó a Enmanuel Lasker, el único que quedó por encima de él.  Al concluir la competencia, el Zar Nicolás II proclamó a los cinco ganadores –Lasker, Capablanca, Alekhine, Tarrasch y Marshall– como “Grandes Maestros del Ajedrez”.

   Con 27 años, el día que llegó a Tampa era una gloria mundial del ajedrez y había retado al campeón de mundo –Lasker– por el título principal, el que alcanzaría seis años después (1921) y retendría hasta 1927.

   En la tarde del 28 de mayo, cuando arribó a Tampa, no sólo los amantes del ajedrez sino miles de tampeños –estadounidenses, cubanos, españoles, italianos– fueron a recibirle. En una nota que escribió PJ Walker, secretario del Club de Ajedrez de Tampa, leemos:

   “Capablanca aterrizó en Tampa el 28 de mayo y fue recibido por una gran multitud de latinos y estadounidenses, con una banda de música tocando cuando bajó. Miles de personas lo aclamaron mientras lo llevaban al automóvil. Lo siguió una procesión y también la banda de música hasta su hotel”.

   El sábado por la noche, según la misma fuente,  un country club ofreció un banquete en su honor  y, más tarde, el distinguido visitante brindó una partida simultánea en el Tampa Chess Club con 32 jugadores, donde un ajedrecista local, nombrado E. Mc Donald, logró llegar al final consiguiendo un empate.

   Al día siguiente, que era domingo, describe Walker “un picnic en honor a Capablanca, al que asistieron gran parte del pueblo cubano y una gran multitud de estadounidenses”. Asimismo, cuenta que el llamado “Mozart del Ajedrez” jugó otra simultánea contra treinta oponentes, pero esta vez ninguno consiguió llegar a un empate. Allí mismo, se hizo un acto donde asistió el alcalde Donald Brenham McKay –fue dueño y editor del Daily Times–, quien pronunció un discurso de elogio al distinguido visitante.

   Tres días más estuvo el ajedrecista en la ciudad, tiempo en que debió visitar sus lugares más emblemáticos, entre ellos los sitios de Ybor City ligados por siempre  a la historia cubana y a su Apóstol. El jueves siguiente, 3 de junio, salió al puerto de nuestra ancha bahía, donde abordó el Olivetti con rumbo a  La Habana. Dicen que en un momento Capablanca expresó, emocionado,  que solamente en la ciudad de La Habana  –donde nació el 19 de noviembre de 1888– había tenido un recibimiento tan cariñoso como el que le prodigaron en Tampa.

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