viernes, 6 de agosto de 2021

La vacuna contra el coronavirus puede salvar tu vida

 Aunque el interés de esta columna se dirige esencialmente a hechos del pasado –sin los que  es imposible entender el  presente–, esta vez la dedicamos a uno de los acontecimientos actuales que más preocupa a la humanidad: la pandemia del coronavirus,  que hasta la actualidad ha causado  la muerte a más de cuatro millones de seres humanos y que ahora, con una de sus variantes más peligrosas, nos amenaza con una contraofensiva que podría volver a enmascararnos, a medir distancias con los congéneres y obviar el apretón de manos recién recuperado.

   Desde que se identificó el Covid-19 en China, los científicos más prominentes del mundo se concentraron en la búsqueda de una vacuna que derrotara esta amenaza. Aunque en anteriores pandemias hubo que esperar años para la creación de un antídoto que nos inmunizara del virus que la generaba, esta vez los adelantos científicos, la rapidez de los intercambios entre investigadores de todo el mundo y la consagración de talentosos especialistas han permitido que poco más de un año de la aparición del virus comenzara la vacunación contra el mismo. Hoy existen diversas vacunas contra el Covid-19 y millones de personas en el mundo la han recibido.

   Es verdad que los países más ricos han iniciado la producción de las vacunas y están más adelantados en el porcentaje de población vacunada. También apreciamos que estas naciones han comenzado a donar millones de vacunas a los países más pobres y organismos internacionales, como la ONU, intentando estimular políticas que contribuyan a que todo el mundo tenga acceso a ellas.

   Sin embargo, millones de personas se han negado a vacunarse teniendo la posibilidad de hacerlo, con cuya actitud han contribuido a que sea más fácil la penetración de nuevas variantes del coronavirus y que las comunidades se alejen de la proporción de población vacunada que se requiere para un alto nivel de inmunidad.

   Aunque parece inexplicable una actitud que contradice las evaluaciones científicas en torno a la vacunación, algunas teorías han penetrado en segmentos de la población y, por muy discutibles que parezcan sus argumentos, ha llevado a muchos a lamentables decisiones que han puesto en peligro su vida y la de otras personas. Ya hay muchos ejemplos de seres humanos que, frente a la muerte inevitable, se han arrepentido en el último instante de no haberse vacunado. Testimonios suyos o de sus familiares, por dolorosos que resulten, pueden alertar a otros sobre la necesidad de atender a la ciencia antes que a políticos oportunistas o mensajeros religiosos fanatizados.

   Entre las teorías esgrimidas para no vacunarse contra el coronavirus, una hace alusión a un supuesto interés en alterar el ADN de las personas. En las redes sociales –que sirven al bien y al mal– algunos las han creído, aunque decenas han tratado de desmentirlas. Uno de ellos, Jeffrey Almond, de la Universidad de Oxford, ha exlicado que “inyectar ARN a una persona no cambia nada del ADN de una célula humana”,  pero, como dice el dicho, “no hay peor oído que el que no quiere oír”.

    Otros han llegado a afirmar –sin una sola prueba– que Bill Gates está detrás de la inyección con el propósito de inocular microchips a los incautos vacunados, mediante los cuales van a penetrar en su mente. Algunos se han resistido a vacunarse porque oyeron decir que este líquido fue preparado con tejido fetal y que no estaban dispuestos a incorporar  a su organismo células de criaturas abortadas. Los científicos, igualmente, han explicado el origen de esta confusión, pero quien la hizo suya al oírla aun vecino  no está interesado en la voz de la ciencia.

   Todavía, hay quienes sostienen que no es necesario someterse a una inyección, si en definitiva todos nos vamos a contagiar y cuando esto ocurra ya estaremos inmunizados con el propio virus. No dudo que, entre ellos, están los que dicen que de todos modos nos vamos a morir el día que nos toque.

   Muchos de los que han decidido no vacunarse también se manifestaron contra el uso de las mascarillas, a veces gritando “no le pongan tapaboca a mi libertad”, también defendieron que el enclaustramiento era una ordenanza tiránica, o que el virus del miedo era el único peligro. Probablemente, habría menos muertos y estaríamos más cerca de derrotar a esta pandemia si escucháramos a la ciencia con un poco más de disciplina y menos prepotencia.

   Es verdad que algunos funcionarios han contribuido a políticas erradas, tal vez apartándose de la ciencia por imperativos electorales o populistas. Pero ahora, cuando nuevas variantes de esta pandemia nos siguen amenazando, es necesario que razonemos en cómo protegernos y cómo salvaguardar a los demás. Y que, dentro de ese razonamiento, nos acompañemos de las voces que buscan en la ciencia el origen, comportamiento y enfrentamiento a este terrible azote que tantas vidas ha costado.

   Ahora mismo, cuando nuevamente se están elevando considerablemente en Florida los casos de Covid-19 en su nueva variante Delta, el Gobernador del estado acaba de decretar que no es obligatorio en las escuelas públicas usar las mascarillas. Además, amenaza con reducir los fondos a los distritos escolares que no cumplan con ese decreto. ¿Seguirán los políticos ignorando los dictámenes científicos frente a la pandemia?, ¿se atenderá a las indicaciones emitidas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.?, ¿o vamos a esperar que el número de muertos reorienten la política con que enfrentamos un terrible virus que no hemos podido superar?

   Finalmente, comento un testimonio desgarrador publicado por CNN.  Payten McCall, de Jacsonville, acaba de perder a su padre y a su hermano mayor, que no sobrevivieron al coronavirus. Confiesa que en su familia tuvieron miedo de vacunarse. Ella, conmovida, afirma que el sueño más grande que tenía para su boda –planificada para los próximos meses– era que su padre la llevara hasta el altar. En medio de su dolor, saca fuerzas para aconsejar: “Todas las personas que tienen miedo de vacunarse, ¡háganlo!, háganlo por las personas que les importan, porque no creo que quieran verlas sufrir como estamos sufriendo nosotros ahora”.

   Si te vacunas, también proteges a los otros.

Publicado en La Gaceta, 6 de agosto, 2021.

 

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