Cuando se habla de la relación entrañable entre Cuba y Puerto Rico, casi siempre se recuerdan los versos Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas. Los octosílabos felices fueron escritos por una mujer que nació en Puerto Rico y murió en Cuba, por lo que, en ella, las dos islas amadas sostuvieron espiritualmente el vuelo hacia lo alto de su creación.
La poetisa Dolores
Rodríguez de Astudillo y Ponce de León está inscrita entre las principales
figuras de la literatura puertorriqueña. El apellido Tió vino de su esposo,
porque el suyo materno –Ponce de León–, viene desde el conquistador español que
en 1508 llegó por primera vez a la isla que llamó San Juan de Puerto Rico. Ella
nació en San Germán, el 14 de septiembre de 1843. A los 20 años se casó con
Bonocio Tió Segarra, con quien tuvo dos hijas. Pero lo que hizo trascendente a
Lola fue su inclusión en las letras, vida cultural y política de su patria
desde la juventud. Su oposición
declarada al gobierno español que dominaba la Isla determinó que fuera desterrada
más de una vez. La primera fue a Venezuela y la segunda a Cuba, donde vivió la
primera vez entre 1889 y 1895, año en que tuvo que marcharse al declarar su
entusiasmo con el reinicio de la Guerra de Independencia.
Se trasladó a Nueva York, donde se insertó en el apoyo a la revolución
independentista cubana y puertorriqueña, como había establecido José Martí
desde la creación de un partido que también concebía la liberación de la patria
natal de Lola Tió. Allí la nombraron Presidenta Honoraria del Club Rius Rivera,
nombre de un comandante puertorriqueño que peleaba en la Guerra de
Independencia de la mayor de las Antillas. Asimismo, entre 1895 y 1898 fue
secretaria del Club Caridad, enfocado en el socorro a los combatientes cubanos
y que, a su vez, fue un firme apoyo en la organización de la Cruz Roja.
En 1899, ya terminado el conflicto bélico, la poetisa
regresó a La Habana, donde fue nombrada Inspectora de Escuelas Públicas.
En las primeras décadas del siglo XX, la puertorriqueña fue
una figura importante en la vida cultural cubana. En 1910, la nombraron miembro
de la Academia de Artes y Letras de Cuba. En 1915, visitó su Isla del Encanto,
donde se le prodigó tan entusiasta recibimiento que muchos lo consideraron un
acontecimiento nacional. Pero regresó a La Habana, a ese segundo país que en su
corazón estaba junto a Puerto Rico. En 1924 enfermó y murió el 10 de noviembre
de ese año. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio Colón, en la capital
cubana, donde descansan sus restos.
En la obra literaria de Lola Tió, la presencia de Cuba fue
muy temprana, como lo muetra su poema “La borinqueña”, dedicado al momento en
que casi coinciden los dos levantamientos independentistas: el de Lares en
Puerto Rico –el 23 de septiembre de 1868–,
y el de La Demajagua en Cuba, el 10 de octubre de ese año. Su bello poema canta: “Bellísima Borinquen /a
Cuba hay que seguir”.
Pero es el poema “A Cuba”, el más famoso de Tió, tal vez más
conocido que ella misma, pues muchos de los que lo citan no lo identifican con su nombre. Lo dio a conocer
en 1895, al recitarlo en el Teatro Tacón de La Habana. De hecho, el poder
colonial percibió el mensaje (reciben flores o balas, sobre el mismo corazón),
por lo que tuvo que abandonar la Isla.
A Cuba
¡Cuba, Cuba, a tu ribera
llego triste y desolada,
al dejar la patria amada
donde vi la luz primera!
¡Sacude el ala ligera
la radiante inspiración,
responde mi corazón
en nobles afectos ricos,
la hija de Puerto Rico
lanza al viento su canción!
¡Mas las nieblas del olvido
no han de empañar los reflejos
del hogar que miro lejos
tras de los mares perdido!
¡Otro
aquí vengo a formar
y ya no podré olvidar
que el alma llena de anhelo,
encuentra bajo este cielo
aire y luz para cantar!
¿Cómo no darme calor
la hermosa tierra de Tula,
donde al horizonte azula
y da a los campos color?
¿Cómo no encontrar amor,
para colmar el poeta
las ansias de su alma inquieta,
aquí, donde esplende el arte
y en abundancia reparte
las tintas de su paleta?
¡Nieble pléyade cubana
que entre sombras centellea!
¡Dulce musa de Zenea,
flor que se agotó temprana!
Tras de la estela lejana
mi inspiración adivina,
la figura de Cortina
que con acento vibrante
dice a tu patria: ¡Adelante!
¡No te detengas! ¡Camina!
Yo no me siento extranjera:
bajo este cielo cubano
cada ser es un hermano
que en mi corazón impera.
Si el cariño por do quiera
voy encontrando a mi paso,
¿Puedo imaginar acaso
que el sol no me dé en ofrenda,
un rayo de luz que encienda
los celajes de mi ocaso?
¡Vuestros dioses tutelares
han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
donde ni estorba ni aterra
el duro brazo que cierra
del hombre los horizontes…
¡Yo cantaré en estos montes
como cantaba en mi tierra!
Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas,
reciben flores o balas
sobre el mismo corazón…
¡Que mucho si en la ilusión
que mil tintes arrebola,
sueña la musa de Lola
con ferviente fantasía,
de esta tierra y de la mía
hacer una patria sola!
¡Le basta al ave una rama
para formar blando lecho;
bajo su rústico techo
es dichosa porque ama!
¡Todo el que en amor se inflama
calma en breve su hondo anhelo;
y yo plegando mi vuelo,
como el ave en la enramada,
canto feliz, Cuba amada,
tu mar, tu campo y tu cielo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario