viernes, 22 de septiembre de 2023

Breve apunte sobre el influjo de William Faulkner en escritores latinoamericanos

 Este 25 de septiembre se conmemora el 126 aniversario del natalicio de William Faulkner, uno de los escritores estadounidenses más importantes de todos los tiempos, reconocido en 1946 con el Premio Nobel de Literatura.

William Cuthbert  Falkner –cambió el apellido a Faulkner cuando empezó a publicar–  nació en  New Albany, una ciudad del condado de Union, cerca del Mississippi. Ese es el escenario de una serie de novelas de estilo barroco que a fines de la década de 1920 lo dieron a conocer.

La primera de ellas fue Sartorius (1929) y ese mismo año publicó El sonido y la furia, la que, según la crítica, marca su madurez como narrador.

En 1930, publicó Mientras agonizo y en 1931 Santuario, donde se refleja una brutal violación. En todas estas obras, consideradas sureñas, habitan indios, negros, ermitaños, blancos pobres, en un ambiente marginal cargado de violencia, corrupción, abandono.

En 1936, dio a conocer ¡Absalón, Absalón!, inspirada en un personaje bíblico –la rebeldía de Absalón contra su padre, el rey David– donde el autor expone la historia de la familia Sutpen en el marco de la Guerra de Secesión. Para la crítica literaria es una obra enigmática y de gran complejidad técnica, que profundiza en las raíces y comportamiento del racismo en Estados Unidos, y donde el amor, la venganza y el honor se explican en el contexto histórico y cultural de esa época.

Sin embargo, aprovecho estas líneas para llamar la atención sobre una obra que no tuvo la consideración de las anteriores en el país del autor y, en cambio, fue muy bien valorada en Latinoamérica, región en la que el autor ha tenido una enorme influencia. Me refiero a Las palmeras salvajes, correspondiente a 1939. Su título original es también de origen bíblico –Si yo de ti me olvidara, Jerusalén (Salmo 137 versículo 5)–. Aquí inserta dos historias, como dos novelas, en una:  Las palmeras salvajes (Wild Palms) y El viejo (Old Man), cada una de cinco capítulos que se alternan, a pesar de abordar temas diferentes y discurrir en tiempos diversos. Mientras en Las palmeras… la mujer (Charlotte) huye del marido con otro hombre, en El Viejo un preso fugitivo rescata a una mujer embarazada a orillas del Mississippi, a riesgo de que fracase su huida en un bote. Sin embargo, ambas se complementan para la comprensión de la trama central.

Esta novela no tuvo en Estados Unidos la recepción que disfrutaron otras obras de Faulkner, pues hirió el pudor de muchos por las provocativas escenas sexuales y “malas palabras” que incluye, pero tuvo la suerte de encontrar la traducción al español en uno de los escritores mayores de Hispanoamérica: Jorge Luis Borges, quien la tradujo en 1940, al año de publicada.  El argentino la tradujo de la versión inglesa de los editores Chatto y Windus, quienes evitaron algunas expresiones impúdicas, por lo que, a diferencia de lo que muchos creyeron, no fue Borges quien se ruborizó con el lenguaje de Faulkner. Hasta hoy, es la del autor de El Aleph la mejor versión española de Las palmeras salvajes, novela que, como otras del estadounidense, tuvieron una gran influencia en los mejores escritores latinoamericanos del siglo XX, entre ellos los también Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, José María Arguedas y Mario Vargas Llosa, quienes en diversas ocasiones confesaron lo mucho que aportó a su formación la lectura del escritor norteamericano.

Para Gabriel García Márquez “la deuda mayor que tenemos los nuevos novelistas latinoamericanos es con Faulkner”, como confesó, en 1967, durante la célebre conversación que sostuvo con Mario Vargas Llosa en la Universidad Nacional de Ingeniería, en Lima. El autor de Cien años de soledad llegó a decir que a Faulkner podía considerársele también como a un escritor del Caribe. “El método ‘faulkneriano’ es muy eficaz para contar la realidad latinoamericana. Inconscientemente, fue eso lo que descubrimos en Faulkner. Es decir, nosotros estábamos viendo esta realidad y queríamos contarla y sabíamos que el método de los europeos no servía, ni el método tradicional español; y de pronto encontramos el método faulkneriano adecuadísimo para contar esta realidad. En el fondo no es muy raro esto porque no se me olvida que el condado de Yoknapathawpa tiene riberas en el mar Caribe; así que de alguna manera Faulkner es un escritor del Caribe, de alguna manera es un escritor latinoamericano”.

Faulkner, quien en medio de un empecinado alcoholismo siguió escribiendo hasta el final de su vida, falleció en Byhalia, un pequeño pueblo del Mississippi, el 6 de julio de 1962, a causa de un infarto de miocardio. Sus restos descansan en Oxford Memorial Cemetery, pero su obra, en el pináculo de la literatura universal, sigue viva en miles de lectores, y muy especialmente en los de Latinoamérica.

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