miércoles, 25 de octubre de 2023

La Bayamesa, el himno de todos los cubanos

En la mayor de las Antillas, cada 20 de octubre se celebra el Día de la Cultura Cubana, debido a que ese día, en 1868, en la ciudad de Bayamo se cantaron por primera vez las estrofas que se convertirían en Himno Nacional. La letra, escrita por Pedro Figueredo (Perucho) sobre el lomo de su caballo, nació en medio de la efervescencia que provocó la liberación de la metrópoli española de esa importante ciudad, ante un pueblo animado por la primera victoria de las fuerzas guiadas por Carlos Manuel de Céspedes, quien diez días antes dio la libertad a sus esclavos en La Demajagua y declaró el inicio de la Guerra de Independencia. Los bayameses tomaron la ciudad aquel 20 de octubre y en medio de la plaza central cantaron las letras que exhortaban a correr al combate, acopladas  a la música que en agosto del año anterior había compuesto el mismo autor. Por ello, y ser entonadas en esa ciudad, inicialmente se le llamó La Bayamesa, aunque el bautismo aludía también a La Marsellesa, entonada por los franceses desde 1795 como un canto contra la tiranía. 

Los cantos así nombrados se remontan a los antiguos griegos, identificados en la literatura como “himnos homéricos”, los que remiten a poemas épicos consagrados al nacimiento de los dioses y cuya autoría se le atribuyó a Homero. Ya en la Edad Media, los poetas latinos cristianos le incorporaron un valor litúrgico  y comenzaron a difundirse como cánticos religiosos. Desde entonces, las figuras más prominentes de la Iglesia católica, incluidos pensadores como Santo Tomás de Aquino y pontífices como   Inocencio III o San Gregorio, se sintieron ellos mismos compulsados a escribir himnos.

Más tarde, los himnos salieron a la vida política: “Dios salve al Rey/Reina”, dado a conocer en 1619, sigue siendo el cántico que identifica al Reino Unido; así como La Marcha Real, adoptada por la monarquía española en 1770 y retomada como himno nacional en1936, sigue siendo el que entonan los españoles.

Este tipo de composición musical se extendió en América a inicios del siglo XIX,  cuando diferentes países, en medio de sus luchas de liberación nacional, alentaron  a sus tropas con himnos de combate que se convertirían, junto a la bandera, en un símbolo patrio. Se considera que el argentino fue uno de los primeros, correspondiente a 1913; el de Chile es de 1819, mientras el de México, de 1854,  es posterior a su Guerra de Independencia. El de Guatemala, curiosamente, fue escrito por el cubano José Joaquín Palma en 1879, un bayamés que estuvo  al lado de Perucho Figueredo en Bayamo  cuando éste compuso el que sigue siendo himno nacional cubano. Por su parte, el himno nacional de Estados Unidos, The Star-Spangled Banner, fue aprobado por el Congreso estadounidense en 1931, aunque su letra, atribuida a Francis ­Scott Key, se sitúa en 1814.

Volviendo a Cuba, aunque durante la Guerra de los Diez Años  se entonó La Bayamesa con variaciones en sus letras transmitidas oralmente, a pesar de  haberla publicado  El Cubano Libre desde el 27 de octubre de 1868, la partitura inicial fue recuperada en 1912, cuando la señora Adela Morell la entregó al Museo Nacional a través de Fernando Figueredo, sobrino de su autor.  Ella, siendo casi una niña y en medio de la Guerra Grande, durante una visita de Perucho a la provincia de Camagüey, le solicitó el canto patriótico y éste le hizo una copia que ella conservó y en la que se  han basado todos los arreglos musicales que se le hicieron posteriormente.

Conociendo el poder movilizador de aquella marcha patriótica, José Martí la tuvo en cuenta durante la organización de la Guerra de 1895. Por ello, el 25 de agosto de 1892, la publicó en su periódico Patria bajo el título  La bayamesa, himno revolucionario cubano de Pedro Figueredo”. Para su divulgación entre los cubanos emigrados, el Apóstol contó con el apoyo del camagüeyano Emilio Agramonte, quien le hizo un excelente arreglo musical, seguramente la que se cantaba en Tampa durante los actos patrióticos cubanos.

En 1898, se le encargó al compositor y director de banda José Antonio Rodríguez Ferrer orquestar e interpretar el Himno de Bayamo, con cuya ejecución se recibió en La Habana al primer contingente militar cubano que llegó a la capital al terminar la guerra. Esa fue la versión que la Banda Municipal de La Habana, bajo la dirección del insigne maestro Guillermo Tomás, interpretó en la Convención Constituyente  de 1900–1901, momento en que es declarado oficialmente como Himno Nacional de Cuba, como  sigue siendo hasta la actualidad.

 

 

 

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