viernes, 13 de septiembre de 2024

Sale a la luz el libro Carlos Camargo, de la línea instintiva a la obra de arte

 La semana pasada, la Editorial Classic Subversive, dirigida en Tampa por el poeta Alberto Sicilia, dio a conocer la publicación del libro Carlos Camargo, de la línea instintiva a la obra de arte, fruto de mi autoría con la colaboración de Lianny Sánchez y otros autores que aportaron breves reseñas sobre el quehacer del artista colombiano radicado en Tampa desde hace casi 20 años. A través de esta columna y como invitación a conocer un libro que contiene más de cien imágenes de escuturas, pinturas  y   dibujos  de  Camargo, damos a conocer el epílogo que intenta resumir el contenido de este texto.

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La obra de Camargo Vilardy no ha sido estudiada suficientemente por críticos que justiprecien los valores que encierra, si bien Márceles Daconte, entre otros autores, la ha incluido en su libro Recursos de la imaginación. Las artes visuales del Caribe colombiano, destinado a relevantes exponentes de las artes plásticas en esa región. Asimismo, varios críticos de arte han ofrecido opiniones breves sobre algunas de sus series, los cuales en su mayoría han sido citados en este texto que constituye el primer esfuerzo por detenerse en la creación artística del escultor colombiano. Por consiguiente, precedidos de una anotación biográfica que permite conocer y contextualizar su origen y evolución, nos hemos asomado a su creación con el interés que despierta su diversidad, belleza y preeminencia.

En el esfuerzo hacia una visión crítica desde otra mirada, invitamos a la especialista de arte Lianny Lisett Peña a escribir unas cuartillas para este libro e incluimos anotaciones breves de algunos autores que han abordado un momento determinado de su trabajo, una serie específica o realizaron un examen sucinto de su creación. Asimismo, las opiniones del artista se hacen imprescindibles en este texto, por lo que se insertan confesiones autobiográficas y, al final, declaraciones artísticas que acompañaron sus exposiciones.

Cuando en el siglo III a.n.e. Plotino afirmó que “el ojo no podría ver el sol si no fuera un sol en cierto modo”, estaba enviando un mensaje al ojo del pintor de todos los tiempos y de él se ha posicionado Camargo al situarse frente al desafío de convertir el asalto de su imaginación en una obra de arte. Un milenio y medio después, Dante expresó en su Canzoniere: “Quien ha de pintar una figura, si no puede convertirse en ella no puede dibujarla”. En esta dualidad, en que el artista es el origen de la creación y, a su vez, se vierte en ella, se establece la correspondencia entre el credo y el ejercicio estético (espíritu y materia) por intermedio del dibujo, la pintura, la escultura y el grabado en los que este autor funde su entrañable quehacer en su realidad y su tiempo.

Es oportuno destacar que las diferentes series a las que se alude en este libro –Herederos de derrotas, De las aguas y los cielos, El Circo y Wayuu– no constituyen la totalidad de la creación de nuestro artista. Estas colecciones, a excepción de la primera, se han ido incrementando con trabajos posteriores y, seguramente, seguirán enriqueciéndose. Otras producciones, como los grabados, se suman a un horizonte inexplorado del ingenio creativo de Camargo Vilardy.

Mariposa de agua

Tal vez el azar, siempre pertinaz, quiso que al llegar al epílogo de este libro el artista hubiera concluido la escultura monumental Caracol, realizada en la Universidad de Tampa, como si quisiera afirmar el paso del tiempo y su eterna continuidad mediante la figuración de ese molusco gasterópodo cuyo caparazón representa también el resguardo de la vida. En esa preciosa obra, que exhibe su esplendor en la contraportada de este texto cómplice, podremos adentrarnos en esa espiral, ciclo, tiempo, fertilidad, resurrección, vida eterna o, según detecte el espíritu de quien se acerque a ella, transformarla en amuleto protector de la felicidad.

Debo confesar que este libro ha sido posible gracias a la constante colaboración del artista con la propuesta del autor. Las continuas reuniones de trabajo, aclaraciones, confesiones, muestras de sus obras y apuntes autobiográficos han resultado de impredecible valor para su culminación. Si el texto no consigue expresar todos los significantes que contiene su fructífera labor creativa es por las limitaciones de quien escribe, no por la riqueza de significados que atesora.

Si al contemplar una obra de nuestro artista, deteniéndonos en una línea, en la sugerencia de un rasgo, en la gama de colores que condicionan nuestras percepciones, en un fragmento de piel cobriza, en una espiral de elevación, sientes que –entre luces y sombras, entre el vacío y el espacio visiblemente ocupado, entre la forma figurada o abstracta de un ave, un pez, un mago, una amerindia desnuda, un ser real o imaginario– es parte de ti, entonces has llegado a la región más entrañable del artífice, de la manera que llega un amigo. Desde esa sencillez, descubrimos que su creación no nos propone mensajes herméticos con el fin de desafiar nuestro intelecto, más bien legitima la apertura del pensamiento hacia propuestas estéticas y conceptuales que enriquecen el conocimiento y comprensión del mundo. Definitivamente, cuando alguien se detiene frente a una obra de arte y desde el fondo de su espíritu murmura “es hermosa”, ha resumido en dos palabras todo lo que hemos querido expresar en estas páginas.

 


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