lunes, 2 de enero de 2017

Felicidades en el Año Nuevo

Por Gabriel Cartaya

La palabra felicidades es la que más se repite durante los días navideños y de Año Nuevo. Llega en la voz de familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y, a veces, se abre en labios de personas que nos encontramos en lugares públicos y con quienes apenas hemos cruzado un saludo. En ­general, es una expresión sincera, porque tal vez es el momento en que mejor vislumbramos que la ventura de los otros contiene mensajes que  iluminan la ventura propia.
Con razón la raíz latina de la palabra felicidad se deriva de las voces felix, felicis, relacionadas con  la fertilidad y lo fecundo.
En las tarjetas, llamadas telefónicas, mensajes y saludos de estos días, abunda la palabra felicidad, felicidades, felicitaciones u otros derivados de su raíz, acompañadas de otras en las que éstas viven: salud, paz, amor, familia, amistad, esperanza, en las que se desea crecimiento biológico, profesional, económico, espiritual, en el marco de las relaciones interpersonales que constituyen el pilar supremo de la felicidad humana.
En el cambio de año, la voz felicidades alcanza un esplendor y pureza que desborda las connotaciones que en miles de tratados le buscan los sicólogos, antropólogos, filósofos y cuántos intentan codificar su presencia.
Si para Aristóteles la felicidad emergía del equilibrio y la armonía que conducen a la autorrealización de la persona, y para Epicuro era sólo la satisfacción de los placeres, los estoicos defendían que sólo controlando las pasiones el hombre podía ser feliz. Mucho más tarde, el racionalista Leibniz encontró este anhelado estado en la adecuación de la voluntad humana a la realidad.
Los asiáticos, más asomados a la naturaleza, han creído durante milenios que en ella están las fuentes de la felicidad y que de su seno proviene la armonía entre las personas. Por algo se dice que Bután, en el sudeste de ese continente, es el país más feliz del mundo. Los prefiero a Sigmund Freud, para quien la felicidad era una utopía y sobreestimaba la frustración en el paso del hombre por la vida.
Desde siempre, las religiones se han hecho eco de estos preceptos, aunque poniendo el acento en la relación del hombre con Dios. Para los teístas no hay felicidad sin la comunión con Dios, mientras los budistas la encuentran en la liberación del sufrimiento y  superación del deseo ­mediante el ejercicio mental.



Pero, más allá del nivel de lecturas y frases escuchadas alrededor del vocablo felicidad, está la predisposición natural del ser humano a  alcanzarla. Es en la ilusión expresa de los padres desde recibir a la criatura que han dado a la vida, en el beso intenso de la mujer enamorada, en el abrazo del hermano, en la caricia del hijo, en la palabra cariñosa del amigo, donde se aviva con más intensidad el deseo de felicidades, en esa expresión profunda que en estos días se repite con especial abundancia.
La felicidad podrá ser una condición subjetiva, pero depende mucho de nosotros alcanzar que disminuya su relatividad, para que, sin más requisitos que los que dependen de nosotros mismos, llegar al nivel de satisfacción que nos permita sentir que no es inalcanzable.
Sintiendo que existe, les deseo a todos mucha FELICIDAD en el nuevo año, regalándoles el poema “Oda al día feliz”, de Pablo Neruda.
Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol 
rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la
tierra
el aire canta como una
guitarra.
Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque sí, porque 
respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.
Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.


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