Por Gabriel Cartaya
La palabra felicidades
es la que más se repite durante los días navideños y de Año Nuevo. Llega en la
voz de familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y, a veces, se abre
en labios de personas que nos encontramos en lugares públicos y con quienes
apenas hemos cruzado un saludo. En general, es una expresión sincera, porque
tal vez es el momento en que mejor vislumbramos que la ventura de los otros
contiene mensajes que iluminan la
ventura propia.
Con razón la raíz latina de la palabra felicidad
se deriva de las voces felix, felicis, relacionadas con la fertilidad y lo fecundo.
En las tarjetas, llamadas telefónicas, mensajes y saludos
de estos días, abunda la palabra felicidad, felicidades, felicitaciones
u otros derivados de su raíz, acompañadas de otras en las que éstas viven:
salud, paz, amor, familia, amistad, esperanza, en las que se desea crecimiento
biológico, profesional, económico, espiritual, en el marco de las relaciones
interpersonales que constituyen el pilar supremo de la felicidad humana.
En el cambio de año, la voz felicidades
alcanza un esplendor y pureza que desborda las connotaciones que en miles de
tratados le buscan los sicólogos, antropólogos, filósofos y cuántos intentan
codificar su presencia.
Si
para Aristóteles la felicidad emergía del equilibrio y la armonía que conducen
a la autorrealización de la persona, y para Epicuro era sólo la satisfacción de
los placeres, los estoicos defendían que sólo controlando las pasiones el
hombre podía ser feliz. Mucho más tarde, el racionalista Leibniz encontró este
anhelado estado en la adecuación de la voluntad humana a la realidad.
Los asiáticos, más asomados a la
naturaleza, han creído durante milenios que en ella están las fuentes de la
felicidad y que de su seno proviene la armonía entre las personas. Por algo se
dice que Bután, en el sudeste de ese continente, es el país más feliz del
mundo. Los prefiero a Sigmund Freud, para quien la felicidad era una utopía y
sobreestimaba la frustración en el paso del hombre por la vida.
Desde siempre, las religiones se han
hecho eco de estos preceptos, aunque poniendo el acento en la relación del
hombre con Dios. Para los teístas no hay felicidad sin la comunión con Dios,
mientras los budistas la encuentran en la liberación del sufrimiento y superación del deseo mediante el ejercicio
mental.
Pero, más allá del nivel de lecturas y frases escuchadas alrededor del vocablo felicidad, está la predisposición natural del ser humano a alcanzarla. Es en la ilusión expresa de los padres desde recibir a la criatura que han dado a la vida, en el beso intenso de la mujer enamorada, en el abrazo del hermano, en la caricia del hijo, en la palabra cariñosa del amigo, donde se aviva con más intensidad el deseo de felicidades, en esa expresión profunda que en estos días se repite con especial abundancia.
La felicidad podrá ser una condición
subjetiva, pero depende mucho de nosotros alcanzar que disminuya su
relatividad, para que, sin más requisitos que los que dependen de nosotros mismos,
llegar al nivel de satisfacción que nos permita sentir que no es inalcanzable.
Sintiendo que existe, les deseo a todos
mucha FELICIDAD en el nuevo año, regalándoles el poema “Oda al día feliz”, de
Pablo Neruda.
Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol
rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la
tierra
el aire canta como una
guitarra.
Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque sí, porque
respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.
Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.
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