Cuando en 1999
vine a Tampa por primera vez, invitado por la Universidad del Sur de la
Florida a impartir una conferencia sobre José Martí, hablé a un grupo de
profesores y estudiantes sobre las 11 visitas conocidas del Apóstol cubano a
la Florida, desde su arribo a Tampa el 25 de noviembre de 1891, hasta su
presencia en Fernandina en enero de 1895. En esas 11 ocasiones, estuvo en
Tampa más de una vez. En un momento de la charla, un profesor pidió la palabra
para decir que un notable abogado de la ciudad, apasionado de la historia,
sostenía que Martí había estado en Tampa por lo menos 20 veces. Creo que en
aquel momento no mencionó su nombre, pero unos años más tarde, ya residiendo
yo en esta maravillosa ciudad, quiso la vida darme el privilegio de la amistad
con el prestigioso letrado, Emiliano Salcines, conocido y respetado por tres
generaciones de tampeños.
De der. a izg. Emiliano Salcines, Patrick Manteiga, Eusebio Leal y Gabriel Cartaya |
Es natural
que el tema José Martí haya estado presente en las diversas pláticas que hemos
sostenido. Cuando finalmente he leído un extenso artículo que Salcines publicó en La Gaceta, en su edición del 27 de junio del año 1997, titulado “Las 20
visitas documentadas de José Martí a Tampa”, he comprendido que, en la
diferencia numérica con que ambos hemos seguido la presencia de Martí en esta ciudad, la mejor razón es la de Emiliano Salcines.
Hace un tiempo publiqué un artículo en este mismo periódico, donde mencioné
la cifra de 17 visitas. Tuve en cuenta, esencialmente, las propias confesiones conocidas
de Martí, otras fuentes primarias y la cronología que el investigador cubano
Ibrahín Hidalgo ha ido actualizando durante años, a partir de una acuciosa
investigación. A pesar de que incluí las llegadas breves a Tampa cuando
regresaba de Cayo Hueso, no consideré algunas por no encontrar mención a ellas
en ningún documento.
Pero Salcines me ha comentado, con una lógica irrebatible, que el viaje
del Cayo a Nueva York, a fines del siglo XIX, requería de dos boletos
obligados: el primero para el barco que llegaba al puerto tampeño y el
segundo en ferrocarril para seguir hasta Nueva York. Sólo unos años más tarde,
Flagger llegó en tren hasta el sur, a través de los cayos. Con la sexta visita
me quedaban dudas, porque, aunque Hidalgo señala el 7 de noviembre como su
salida de Nueva York, debió hacerlo dos o tres días antes, de los que no hay
pruebas relacionadas con otra labor suya que lo hiciera imposible. Sabemos
que se requerían algo más de dos días en ferrocarril de Nueva York a Tampa y 18 horas más
en barco para arribar al Cayo, de manera que era imposible completar la
travesía entre el 7 y el 9.
Cuando en mayo de 1893 está regresando de Cayo Hueso, tampoco se
menciona que llegara a Tampa, lo que es inobjetable con el mismo razonamiento,
aunque su última señal en Cayo Hueso pertenece al 16 y al 20 su estancia en
Nueva York, lo que hace posible su presencia en las calles tampeñas al menos
por un día. Lo mismo ocurre con la visita de octubre de 1892, que sólo se
considera su presencia en esta ciudad cuando está yendo para el cayo del sur el
3 de octubre, pero se obvia su llegada al regresar, que debió ser el 6 o el 7,
porque el 8 se encuentra en Jacksonville, ya camino hacia el norte.
De manera que a mi cifra de 17, sumándole dos en que regresa del Cayo y
otra en ida hacia él, no apuntadas en la documentación conocida, pero
justificadas con el conocimiento de las vías de transporte utilizadas en su
tiempo para estas travesías, se justifica el número 20 que ha sido apuntado
por Emiliano Salcines.
Y como el encanto de la eterna indagación nos reserva siempre una
sorpresa, una mirada detenida otra vez en nuestro viajero, nos regala una
visita número 21: porque si el 5 de septiembre de 1893 salió de Nueva York y
el 8 lo están recibiendo en Cayo Hueso, hay que sumar esta presencia de Martí
a la querida ciudad del “con todos y para el bien de todos”. Entonces ésta la
anotamos como número 13 y corremos las siguientes hasta el número 21, favoreciendo
a la intuición con que Salcines ha venido sospechando que había alguna visita
más a las anotadas en su excelente artículo.
Creo
en la verdad del corazón y con ella, acompañada a la lucidez de su pensamiento,
ha mirado Emiliano Salcines la presencia de José Martí en Tampa, una ciudad en
la que quiere y es querido y donde también él ha protagonizado, como jurista,
profesor e historiador, páginas que engrandecen la huella hispana –mejor, la
presencia humana— desde esta porción del universo. De manera que el artículo
de Salcines, aparecido en La Gaceta tampeña el 27 de junio de 1997, lo
tomamos como una contribución valiosa para seguir los pasos del gran americano
por nuestra ciudad y damos gracias sinceras a su autor.
Publicado en La Gaceta, el 5 de septiembre de 2014
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