jueves, 8 de junio de 2017

Sobre las visitas de Martí a Tampa: las razones de Emiliano Salcines

Cuando en 1999 vine a Tampa por primera vez, in­vitado por la Universidad del Sur de la Florida a impartir una conferencia sobre José Martí, hablé a un grupo de profesores y estudiantes so­bre las 11 visitas conocidas del Apóstol cubano a la Flori­da, desde su arribo a Tampa el 25 de noviembre de 1891, hasta su presencia en Fer­nandina en enero de 1895. En esas 11 ocasiones, estuvo en Tampa más de una vez. En un momento de la charla, un profesor pidió la palabra para decir que un notable aboga­do de la ciudad, apasionado de la historia, sostenía que Martí había estado en Tampa por lo menos 20 veces. Creo que en aquel momento no mencionó su nombre, pero unos años más tarde, ya resi­diendo yo en esta maravillosa ciudad, quiso la vida darme el privilegio de la amistad con el prestigioso letrado, Emiliano Salcines, conocido y respeta­do por tres generaciones de tampeños.

De der. a izg. Emiliano Salcines, Patrick Manteiga, Eusebio Leal y Gabriel Cartaya

Es natural que el tema José Martí haya estado presente en las diversas pláticas que hemos sostenido. Cuando fi­nalmente he leído un extenso artículo que Salcines publicó en La Gaceta, en su edición del 27 de junio del año 1997, titulado “Las 20 visitas do­cumentadas de José Martí a Tampa”, he comprendido que, en la diferencia numéri­ca con que ambos hemos se­guido la presencia de Martí en esta ciudad, la mejor razón es la de Emiliano Salcines.

Hace un tiempo publiqué un artículo en este mismo perió­dico, donde men­cioné la cifra de 17 visitas. Tuve en cuenta, esencialmente, las propias confe­siones conocidas de Martí, otras fuentes primarias y la cronología que el investiga­dor cubano Ibra­hín Hidalgo ha ido actuali­zando durante años, a partir de una acuciosa investiga­ción. A pesar de que incluí las llegadas breves a Tampa cuando regresaba de Cayo Hueso, no consideré algunas por no encontrar mención a ellas en ningún documento.
  
Pero Salcines me ha co­mentado, con una lógica irrebatible, que el viaje del Cayo a Nueva York, a fines del siglo XIX, requería de dos boletos obligados: el pri­mero para el barco que lle­gaba al puerto tampeño y el segundo en ferrocarril para seguir hasta Nueva York. Sólo unos años más tarde, Flagger llegó en tren hasta el sur, a través de los cayos. Con la sexta visita me que­daban dudas, porque, aun­que Hidalgo señala el 7 de noviembre como su salida de Nueva York, debió hacer­lo dos o tres días antes, de los que no hay pruebas rela­cionadas con otra labor suya que lo hiciera imposible. Sa­bemos que se requerían algo más de dos días en ferrocarril de Nueva York a Tampa y 18 horas más en barco para arribar al Cayo, de manera que era im­posible completar la travesía entre el 7 y el 9.

Cuando en mayo de 1893 está regresando de Cayo Hue­so, tampoco se menciona que llegara a Tampa, lo que es inobjetable con el mismo razo­namiento, aunque su última señal en Cayo Hueso pertene­ce al 16 y al 20 su estancia en Nueva York, lo que hace posi­ble su presencia en las calles tampeñas al menos por un día. Lo mismo ocurre con la visita de octubre de 1892, que sólo se considera su presencia en esta ciudad cuando está yendo para el cayo del sur el 3 de octubre, pero se obvia su llegada al regresar, que debió ser el 6 o el 7, porque el 8 se encuentra en Jacksonville, ya camino hacia el norte.
     De manera que a mi cifra de 17, sumándole dos en que regresa del Cayo y otra en ida hacia él, no apuntadas en la documentación conocida, pero justificadas con el cono­cimiento de las vías de trans­porte utilizadas en su tiempo para estas travesías, se jus­tifica el número 20 que ha sido apuntado por Emiliano Salcines.

Y como el encanto de la eterna indagación nos re­serva siempre una sorpresa, una mirada detenida otra vez en nuestro viajero, nos regala una visita número 21: porque si el 5 de septiem­bre de 1893 salió de Nueva York y el 8 lo están recibien­do en Cayo Hueso, hay que sumar esta presencia de Martí a la querida ciudad del “con todos y para el bien de todos”. En­tonces ésta la ano­tamos como número 13 y corremos las siguientes hasta el número 21, favoreciendo a la intuición con que Salcines ha venido sospechando que había algu­na visita más a las anotadas en su excelente artículo.
  
Creo en la verdad del co­razón y con ella, acompaña­da a la lucidez de su pensa­miento, ha mirado Emiliano Salcines la presencia de José Martí en Tampa, una ciudad en la que quiere y es querido y donde también él ha prota­gonizado, como jurista, pro­fesor e historiador, páginas que engrandecen la huella hispana –mejor, la presencia humana— desde esta por­ción del universo. De ma­nera que el artículo de Salci­nes, aparecido en La Gaceta tampeña el 27 de junio de 1997, lo tomamos como una contribución valiosa para se­guir los pasos del gran ame­ricano por nuestra ciudad y damos gracias sinceras a su autor.
Publicado en La Gaceta, el 5 de septiembre de 2014


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