viernes, 2 de junio de 2017

Momentos de un diálogo con Ariel Quintela, un paladín en el renacer de Ybor City

 “Queremos crear un mundo nuevo”, me dijo Ariel Quintela, en un momento de la grata conversación que sostuvimos la semana pasada, a sólo unos metros de donde, hace más de 125 años, José Martí dijo –en su primer discurso de Tampa– que había encontrado una comunidad “con las manos puestas en la faena de fundar”. Fundar, entonces aludía a la creación de una república libre, democrática y próspera, desde un sitio donde cientos de familias cubanas estaban gestando un  pueblo nuevo –el pueblo de Ybor City–, junto a españoles, italianos,  estadounidenses y personas de otras procedencias.
 Más de un siglo y cuarto después, cuando el tiempo   ha   deteriorado las edificaciones que
vieron florecer a Ybor City entre finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad ha encontrado un apasionado constructor que no sólo sueña con recuperar aquel esplendor arquitectónico, sino que ha puesto manos a la obra para  conseguirlo. Es Ariel Quintela, de origen cubano y habitante de esta ciudad, tan enamorado de su pasado histórico como de la obra de conservación que se empeña en legar al futuro.
 He visto a Quintela con un manojo de fotografías, croquis y mapas en la mano, explicando  a quienes le rodean el origen  de algunos edificios importantes de  Ybor City –los que ha  adquirido junto a Darryl ­Shaw–, señalando el deterioro en que los ha recibido,  la historia que guardan y los pasos de  su recuperación. Es evidente el entusiasmo con que el urbanista, al hablar sobre sus proyectos, imagina estos espacios convertidos en oficinas, restaurantes y, esencialmente, poblados con nuevas familias.  
 ¿Con qué antecedentes te has entregado a una obra de esa envergadura?, quise saber, cuando, haciendo un breve espacio en su ocupada agenda laboral, me recibió en una de sus salas de trabajo.
 Yo no sé si uno nace con eso. Desde pequeño veía a mi padre atareado con materiales de construcción. Me empezó a gustar ese mundo de edificar. Cuando tenía algo más de 20 años, compré una propiedad –con la ayuda de mi padre, claro– . Allí fabricamos 8 apartamentos y dos casas. Entonces no sabía mucho de eso y dependía de los contratistas. Pero comencé a fijarme en todo el proceso de la construcción y notaba que muchas veces las cosas no se hacían como a mi me gustaba. Siendo así, decidí adquirir mi licencia para, en vez de buscar a contratistas, dirigir yo las obras. Así empecé, comprando solares,  comprando edificios pequeños para renovarlos. Como ya había creado mi propia oficina, comencé a buscar a los obreros, los que seguían mis instrucciones en toda la obra de edificación.

 ¿Siempre en Tampa?
 Sí, desde hace más de 25 años estoy construyendo en este lugar.
 ¿Y cómo nació la idea de invertir en edificios viejos de Ybor City?
 ¡Ybor City es un mundo tan diferente y tan hermoso!  Tú miras estos edificios viejos y piensas en quienes vivieron aquí, en quienes estuvieron en este lugar. En tal caso, uno sueña con volverlos a ver como fueron. Esa fue la primera motivación para comenzar a adquirir edificios vinculados a la historia de Ybor City.
 Una motivación importante es la historia, las personalidades que estuvieron aquí, no sólo José Martí, sino todos los que le ayudaron. Por eso los edificios van a recibir el nombre de esas  figuras históricas.
 ¿De qué edificios se trata?
 Uno de los edificios, que pronto vamos a ­inaugurar, tendrá el nombre de “Martí”.   Será un hermoso inmueble, de 130 mil pies cuadrados, con 128 apartamentos para familias y 8 mil pies cuadrados para espacio comercial. Es en la entrada a Ybor City por la Séptima Avenida.
 También está la “Casa Pedroso”, que se llamará así por Ruperto y Paulina Pedroso, en cuya casa se hospedó Martí. Tendrá 7500 pies de espacio comercial y 33 apartamentos para vivienda familiar.
Al lado estará el edificio “Bomberos”, en el mismo lugar donde estuvo la primera unidad de bomberos de Ybor City. Tenemos las fotografías del edificio primario y vamos a recuperar su sello original. Cuando lo terminemos, va a lucir como cuando lo fabricaron, a fines de la década de 1880.
 Otro edificio llevará el nombre de Fernando Figueredo Socarrás, ¿verdad?
 Correcto. Va a ser aquí, al lado de donde está la Casa Martí-Maceo. Lo hemos bautizado como edificio “Socarrás”, pues Fernando fue uno de los que más ayudó a Martí, aquí en Tampa.  Tendrá 18 mil pies dedicados a área comercial y 21 apartamentos.
 ¿Otros proyectos?
 Bueno, está el edificio “Oliva”, de 38 apartamentos, ya está en proceso su construcción. Tendrá 30 mil pies cuadrados en total. En esa obra mantendremos la fachada arquitectónica de la antigua fábrica de tabaco Oliva.
 Estará la “Casa Buchman”, cuyo primer piso tendrá 6 mil pies cuadrados de espacio comercial y habrá 8 apartamentos en el segundo piso.
 Muy pronto se va a terminar el edificio “Don Vicente”, con cuyo apelativo se honra a Martínez Ybor,  quien le dio nombre a este pueblo.  En este edificio, situado en la calle 14, estuvieron las oficinas de Martínez Ybor. Al frente estaba su fábrica, en cuya escalera de entrada se tomó la fotografía de Martí. El mes que viene queda inaugurado.
 También tenemos un edificio que recibirá el nombre de “Juan Gualberto Gómez”,  a quien Martí le envió la Orden de Alzamiento para iniciar la Guerra de Independencia en la Isla. Este será de 21 apartamentos y el primer piso se destinará a un restaurante.
 Queremos crear un mundo nuevo. Un edificio no es importante, ni dos, ni diez edificios –dice Quintela– .  Lo importante es ver a muchas familias viviendo aquí, familias de todas las edades, de todas las culturas, ver que se vuelve a poblar Ybor City y que la ciudad recupera el esplendor que tuvo en otro tiempo. Eso es lo importante.
 La conversación con Quintela se extendió a otros temas relacionados con la historia de Ybor City, con anécdotas sobre las figuras que él ha privilegiado para que sus nombres identifiquen estos espacios.
 Al final, miro al rostro del tenaz urbanista, en el que adivino sinceridad. Entonces, uso una broma para decir lo que pienso sin lastimar la evidente sencillez –verdadera grandeza– de un hombre que llegó a Tampa siendo un niño de diez años y hoy, dado su talento y voluntad,  hace inversiones millonarias que enriquecen a la ciudad: en Ybor City –le digo–, un edificio del futuro podría llamarse Ariel Quintela, en honor a quien le devolvió el esplendor a esta ciudad.
 Sonríe y le doy la mano, hasta una nueva conversación.
Publicado en La Gaceta, el 2 de junio, 2017

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