jueves, 13 de septiembre de 2018

Gabino Gutiérrez, el primer constructor de Ybor City


En el marco de celebración del segundo centenario de Vicente Martínez Ybor (1818-2018) –entre cuyos actos se destacó el celebrado en el Museo de Ybor City el pasado 7 de septiembre–,  es oportuno recordar a los grandes paladines que le acompañaron en la obra de crear una ciudad nueva, en la que no sólo se destaca el vigor económico que le imprimió la industria tabacalera, sino la fundación de escuelas, mercados, hospitales, iglesias, teatros y  toda la superestructura que  requiere un núcleo urbano moderno.
En ese empeño, un reconocimiento hay que hacer a quien tuvo el privilegio de medir, diseñar, encuadrar y decidir el rumbo de sus calles y edificaciones. En lo que iba a ser Ybor City, ese mérito corresponde a Gabino Gutiérrez, un español,  hijo de Cantabria, que es el primero en indicar a su amigo Vicente que existía un espléndido lugar en Florida donde trasladar su fábrica de tabacos.
Un día de 1885 llega Gabino a Cayo Hueso, frustrado por no haber encontrado alrededor de la bahía de Tampa las bendiciones que para el cultivo de la guayaba esperaba, según le había dicho su amigo Bernardino Gargol, quien dirigía en Nueva York una empresa dedicada a la producción de jalea y dulces de esa exquisita fruta. Antes de regresar a Nueva York, lugar en que vivía, decidió visitar al cercano Cayo Hueso, donde, entre otros amigos, residía Martínez Ybor.
En ese tiempo  el ingeniero civil Gabino Gutiérrez tenía 36 años. Nació en 1849  en San Vicente de Barquera, en las cercanías del Mar Cantábrico,  pero al hacerse joven, como tantos de su generación española, atravesó el Atlántico y desembarcó en la más grande de las Antillas, todavía fiel a la corona española.
 En Cuba vivió poco tiempo, pues al estallar la Guerra de los Diez Años, él entonces con 20, se embarca hacia Nueva York. Es allí donde completa sus estudios y se convierte en ingeniero civil, además de corredor e importador de productos españoles, lo que lo conecta a la amistad con Gargol.
Cuando llega Gabino a saludar a su amigo Vicente en Cayo Hueso, quiso el azar que allí estuviera también Ignacio Haya, otro español que tenía su fábrica de tabacos en Nueva York. Ambos industriales ­estaban buscando opciones para relocalizar sus fábricas, azotadas entonces por movimientos huelguísticos y, en el caso del dueño del Príncipe de Gales, también a riesgo de incendios en sus edificios de madera.
Por eso los dos industriales oyeron con tanta atención lo que les contó el joven santanderino: que alrededor de la ­bahía de Tampa había visto áreas  de tierras hermosas, que hasta allí estaba llegando el ferrocarril gracias a la obra de Henry Plant, quien estaba, a su vez, creando la infraestructura del puerto donde sería muy cómodo y rápido viajar desde Cuba y el Cayo, pero que, además, había una temperatura muy agradable –un clima como el de Cuba, dijo–, sin los crudos inviernos del norte y que, seguramente, era el lugar ideal para la fabricación de tabacos.
El entusiasmo que Gabino prendió en Martínez Ybor y en Haya fue tanto, que enseguida se embarcaron hacia la ­imponente bahía, donde llegaron acompañados del entusiasta ingeniero.
Una vez compradas las primeras tierras en Tampa, en octubre de 1885, comenzó la fiebre de la edificación. Naturalmente, al ingeniero civil le correspondió el trazado de las primeras calles, decidiéndose  porque éstas fueran de norte a sur y las avenidas de este a oeste.
Así comenzó Ibor City, donde Gabino Gutiérrez también construyó su casa y trajo a vivir a su familia, participando del fulgor inicial de la ciudad que él comenzó a construir. Aquí tuvo a su hijo Gavino y a sus hijas Aurora y Petronila.
Hacia la década de 1890, la población de Tampa creció considerablemente, gracias a la atracción de mano de obra para la industria tabacalera. Entre sus nuevos pobladores, cientos procedían de España, lo que determinó la necesidad de un cónsul de ese país en la ciudad. A Gabino Gutiérrez le correspondió, también, ser el primer representante diplomático de su país de origen en la ciudad floridana más resplandeciente de su tiempo.
Gabino Gutiérrez es una de las grandes personalidades que vivió en Ybor City a fines del siglo XIX. Su residencia estuvo en 1603 Este y 7.ª Avenida y en  parte de su propiedad se fundó el Centro Español. En este lugar vivió sus mejores años, sus triunfos y alegrías.
Con 69 años, al sentir amenazada su salud, la nostalgia lo hizo regresar a la tierra de la niñez. Un año después, en 1919, cerró los ojos en el San Vicente de la Barquera que lo vio nacer, pero casi cien años después Tampa lo recuerda, porque de ella aquel padre fundador es también un Hijo.


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