Si en una década (1886-1896)
Tampa se convirtió en la capital mundial de la elaboración de tabacos –con
cientos de fábricas y miles de obreros que dieron impulso al crecimiento de
esta ciudad–, en 1898 pasó a ser un escenario de carácter marcadamente militar.
Otra vez, en este momento de su historia, Cuba vino a ser la razón que
determinó alcanzar aquella condición temporal, con el arribo a sus calles de
miles de uniformados.
Todo giró en torno a la terminación de la Guerra de Independencia
cubana, que había encontrado en Tampa el primer momento de su organización con
la llegada a ella de José Martí en noviembre de 1891. A
partir del 25 de abril de 1898, cuando Estados Unidos declaró la guerra a
España con la explicación nunca probada de que en el puerto de La Habana le
explotaron al “Maine”, Tampa fue destinada a servir de concentración y salida
de las tropas estadounidenses que irían a pelear contra el ejército español en
la isla de Cuba.
En los meses siguientes, por
las calles tampeñas caminaban más militares que civiles y la ciudad fue centro
de noticias en todos los diarios de la época, tanto locales como
nacionales. Basta con leer algunas de
las notas publicadas en importantes periódicos de entonces, para calibrar la
dimensión que cobró Tampa en el marco de los acontecimientos que pusieron fin a
siglos de dominación española en América.
El New York Times
publicó el 17 de abril de 1898, cuando faltaba una semana para la declaración
de guerra, el titular ‘Tampa se prepara para las Tropas’, en que describe:
“Tampa se prepara para la
llegada del Séptimo Regimiento de las tropas, reportadas para llegar aquí. Lo
que es bien sabido es que positivamente se van a encontrar en Tampa por algún
tiempo indefinido. Lo importante es encontrar áreas convenientes para los
campamentos, lo que se ha convertido en una tarea principal para las
autoridades. Hay tres áreas disponibles, cercanas a las líneas ferroviarias,
las estaciones, al agua potable y a las comunicaciones. Una es un punto alto en
la bahía de Hillsborough, conocida como Ballast Point. El segundo lo es el
Fuerte Brooke, el que hasta los pasados meses fue propiedad del gobierno, y
bajo la presente situación será usada como cuarteles para las tropas. Esta
facilidad también cuenta con acceso a las vías ferroviarias de la Central y
Peninsular Railroad, las cuales son las líneas principales desde Tampa hacia el
norte.
El tercer sitio disponible lo
es el área del Parque De Soto, al norte del pueblo a una milla aproximadamente
y el cual posee también agua y rieles. La llegada de la comandancia es esperada
en cualquier momento, y cuando la selección sea aprobada se pasará a ocupar
inmediatamente por los soldados. Fotógrafos representando los diferentes
periódicos se encuentran ocupados tomando fotos del área”.
El 23 de abril, el mismo diario
informa, bajo el título ‘Tampa se convierte en campamento’:
“Tampa ha cambiado de un
callado y productivo pueblo civil en un asentamiento militar. Por donde quiera
se pueden ver los uniformes y las medallas. Las calles y todos los rincones del
pueblo como los hoteles, clubes y cafés están abarrotados de soldados y
oficiales. La comunidad de habla hispana se ha inundado de clientes de habla
inglesa. Durante toda la noche han ido llegando los trenes con tropas
procedentes del Oeste, Norte y Este; hasta ahora han llegado unos 3 mil hombres
bajo el mando del General Wade, quien
junto a sus oficiales se han localizado en el Tampa Bay Hotel, como centro de
operaciones. Hasta ahora se cree que ni el General Wade sabe por cuanto tiempo
permanecerán las tropas en Tampa”.
El 28 de abril, señala el New
York Times, en ‘Con las tropas en Tampa’:
“Los oficiales militares, quienes están cerca de las fuentes de
información oficial, aún no saben por cuanto tiempo las tropas calculadas en
unos 20 a 30 mil hombres entre regulares y voluntarios permanecerán en Tampa.
Sí se sabe que muchas más tropas llegarán en las próximas semanas”.
El 3 de mayo, describe el
diario neoyorquino: “Hoy en la noche todas las mulas, carretas y equipaje
pesado de los campamentos, han sido ordenados a mudarse hasta el Puerto de
Tampa; para que esté listo y conveniente para el envío a Cuba. Esto no es
conocido fuera de los campamentos. A las autoridades ferroviarias, quienes
están a cargo del transporte, se les ha dado instrucciones estrictas de no
divulgar ninguna información.
Miles de tropas, artillería e
infantería han llegado a Tampa en las pasadas veinticuatro horas y el pueblo se
ha convertido en una fortaleza militar con miembros de todas partes de la
unión, y todos con la expectación de una temprana invasión a la isla de Cuba.
Bien se sabe que unos 200 cubanos que se enlistaron calladamente en Nueva York
por el General Julio Sanguily, llegaron a Tampa esta noche. Ellos formaran parte
del regimiento de caballería bajo el mando de este famoso general cubano y
quienes desembarcarán en Cuba junto a las tropas americanas”.
Soldados en Tampa, en 1898, dispuestos a salir para Cuba |
En 1898, toda la sociedad tampeña se vio envuelta en un ambiente
militar, el que alcanzó también a las manufacturas tabacaleras, donde una gran
parte de los operarios eran cubanos. Según la publicación “Tobacco Leaf”, del
12 de mayo de 1898: “El enlistamiento de soldados cubanos esta semana ha
causado revuelo en las factorías de tabacos. Cerca de unos 300 hombres
solteros, se han enlistado y unos 600 a 700 más deben llegar de Nueva York,
Cayo Hueso, Jacksonville y otras ciudades. Ellos van a acampar en West Tampa y
esperarán ordenes. La mayor parte de ellos son tabaqueros y sus puestos en las fábricas se llenaron
rápidamente, según se supo su salida”.
Un impacto especial debió derivarse de la llegada a
Tampa de la flamante caballería
conducida por Theodore Roosevelt, quien pocos años después fue presidente de
Estados Unidos. El 3 de junio, reportó el New Yor Times: “Theodore
Roosevelt y sus ‘Rough Riders’ han llegado a Tampa hoy (…) El regimiento se
encuentra en perfecto espíritu de lucha. El coronel Wood y el teniente coronel
Roosevelt junto a otros oficiales se encuentran ansiosos por su próxima
expedición militar a Cuba. La llegada de los ‘Rough Riders’ causó sensación
entre los residentes permanentes de Tampa”.
Fue un tiempo
breve, entre abril, mayo y junio de 1898, pero Tampa fue centro de las
noticias del acontecimiento universal que marcó un cambio de época, con el
afloramiento de la fase imperial que extendería la presencia de Estados Unidos
en el continente y que lo haría unas décadas más tarde la primera potencia
mundial.
La presencia en Tampa de tropas estadounidenses tuvo
también influencia en la vida económica de la ciudad. Según José Rivero Muñiz,
en su obra Los cubanos en Tampa, en mayo de 1898 los soldados acampados en esta localidad
recibieron su primer salario, el que ascendió a más de 175 mil dólares, dinero
que estimuló el comercio de la ciudad. Dice Muñiz: “Corría el dinero a manos
llenas y las ganancias de los mercaderes sumaron miles y miles de dólares”. De
hecho, aunque de forma temporal, la avalancha de una población móvil durante
algunos meses, marcó la dinámica mercantil, nocturna y aún recreativa de la
ciudad.
Al término de un conflicto bélico que determinó
profundas transformaciones en el ordenamiento planetario, Tampa también sufrió
significativos cambios. Así lo interpretó
Tobacco Leaf, cuando el 14
de junio de ese año advirtió, bajo el título ‘Las hostilidades han cesado y un
futuro nuevo en Tampa’:
“La era de exilio voluntario ha llegado a su fin y
la oportunidad de regresar a Cuba abre dolorosas alternativas. Muchos han convertido
a Tampa en su hogar, lugar de nacimiento de sus hijos y un sitio donde poder
tener su casa propia y un lugar de trabajo. De igual forma, este nuevo cambio
afectó a los manufactureros tabacaleros y a su vez la economía local por casi
seis meses. El viejo estilo de manufactura, usualmente en manos de españoles o
cubanos, se va a eclipsar por las corporaciones del norte y los conglomerados
tabacaleros, los que están ansiosos por abrirse paso en Tampa. Hoy día la
industria tabaquera en Tampa emplea unas 20 mil personas y cuenta con unas 149
fábricas entre los centros laborales de Ybor City y West Tampa”.
Habría que estudiar hasta dónde la advertencia que
hizo el articulista del Tobacco Leaf se hizo realidad en la ciudad, que
en las primeras décadas del siglo XX vería eclipsarse el esplendor que alcanzó
con su pujante manufactura tabacalera.
Al término de la guerra, desde el protocolo de paz
firmado el 12 de agosto, cientos de
cubanos –especialmente los profesionales (médicos, abogados, periodistas…) regresaron
con sus familias a Cuba. Algunas de las personalidades más sobresalientes de la
comunidad de emigrados cubanos en Ybor City y West Tampa, se apresuraron en
viajar hacia La Habana, a tomar parte del proceso de reorganización de la Isla
en aras de la creación de una república, una vez terminara el período de
ocupación de Estados Unidos. Así lo hicieron Néstor Carbonell, Ramón Rivero,
Fernando Figueredo –algo más tarde– y
muchos más.
Es verdad que, en los primeros años del siglo XX,
decepcionados con la creación de una república que no atendió al “con todos y
para el bien de todos” que preconizó José Martí, muchos regresaron a vivir a
Tampa, que fue para cientos de familias cubanas –aún lo es– como una prolongación de la patria.
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