jueves, 14 de marzo de 2019

Herman Glogowski, el alcalde que invitó a José Martí a pasear por Tampa


En su libro José Martí. Cronología. 1853-1895, el investigador Ibrahím Hidalgo Paz apunta que el 18 de julio de 1892, “invitados por el alcalde de la ciudad, recorren importantes lugares de Tampa”, refiriéndose al momento en que José Martí, Carlos Roloff, Serafín Sánchez y José Dolores Poyo fueron convidados por la máxima autoridad política de la ciudad a conocer sus sitios más significativos.
  Desde esa referencia, he estado motivado por saber más acerca del político estadounidense que tuvo esa deferencia con tan distinguidos patriotas cubanos.  En aquel momento Carlos Roloff, Serafín Sánchez y José Dolores Poyo acompañaban a Martí, quien estaba regresando de Cayo Hueso y llegaba, por quinta vez, a la bahía tampeña.
El alcalde de marras era Herman Glogowski, cuyos méritos en la historia de la ciudad de Tampa son considerables, a tal punto que, una vez conocidos, se explica más fácilmente el gesto que tuvo hacia el grupo de líderes que entonces encabezaban el proyecto liberador con que debía culminar la independencia de Hispanoamérica.
Glogowski fue miembro del Partido Republicano y ocupó el puesto de Alcalde de Tampa cuatro veces (1886-1887, 1888-1889, 1890-1891 y 1892-1893). Cuando apreciamos los datos más relevantes de su biografía –especialmente la semblanza publicada por el profesor Mark I. Greenberg–, llama la atención la positiva integración de un inmigrante de origen judío en esta ciudad estadounidense.
Glogowski nació el 29 de abril de 1854 en la ciudad alemana de Wilhelmsbruck, en el seno de una familia judía, cultura en que fue educado. A los 15 años, en el marco de una creciente emigración de su etnia a Estados Unidos –se considera que entre 1830 y 1880 unos 200 mil judíos alemanes llegaron a esta nación– Glogowski se instala en Nueva York con parte de su familia.
Herman Glogowski
Desde allí, miles de judíos se desplazaban a ciudades estadounidenses donde pudieran encontrar empleo. A fines de la década de 1870, cuando en Florida se está produciendo una gran expansion económica, gracias a la entrada de los ferrocarriles, Glogowski se instala en Gainesville y encuentra trabajo en las tiendas de mercancías de G.W. Sparkman, llegando a dirigir una de ellas. Después creó su propio negocio, inscrito como Herman & Company. En la prensa de Gainesville de esa época, quedaron registradas opiniones sobre la seriedad y talento empresarial de aquel inmigrante, como un ejemplo del ascenso económico que desde esa época comenzaron a tener los judíos en Estados Unidos, muchos de los cuales se iniciaban como vendedores ambulantes y llegaban a convertirse en grandes comerciantes minoristas y mayoristas.
Glogowski, quien se había integrado a la masonería estadounidense sin dejar de profesar el judaísmo, también comenzó a postularse para cargos públicos en Gainesville. Así, a principios de la década de 1880, apreciamos que este hombre está triunfando en sus propios negocios, se inserta en la vida política de su comunidad. A su vez, construye su propia familia, desde que se casa, en 1882, con Bertha Brown, también judía.
Es el momento en que Henry Plant, cuyo poder financiero en la Companía de Ferrocarriles del Sur de Florida es notable. Plant tiene los ojos puestos en el desarrollo de la ciudad de Tampa, que ya en 1844 inaugura sus primeras líneas férreas. Esta promesa de crecimiento de una ciudad nueva atrajo a Glogowski, quien decide trasladarse con su familia y sumarse al primer impulso económico que se experimenta en la ancha bahía floridana, donde también Plant está abriendo un nuevo puerto.
Con la expansión poblacional que se está operando en Tampa en la década de 1880 y que se dispararía a partir de 1886 con el nacimiento de la industria del tabaco, es lógico que las tiendas minoristas y mayoristas encontraron fácil ubicación. Es la oportunidad que aprovecha el inmigrante judío, tal vez el primer gran comerciante de ropas de esta localidad.
Pero me voy a detener, en la brevedad de estas líneas, a su labor como Alcalde de Tampa, responsabilidad que estrena en 1886, año muy significativo para la ciudad. Es común oir hablar de lo que representó la industria del tabaco para el crecimiento y esplendor de este lugar a fines del siglo XIX y el papel jugado en ello por sus grandes representantes –Martínez Ybor, Haya, y tantos–, pero se menciona menos a los dirigentes políticos de la ciudad que favorecieron aquel triunfo.
Justamente, Glogowski era uno de los miembros de la Cámara de Comercio de Tampa cuando ésta ofreció sustanciosos incentivos a los primeros industriales del tabaco para que construyeran aquí sus fábricas. Pero la ciudad requería de dirigentes capaces de representar no sólo el crecimiento económico, sino también los intereses de una población que crecía por día. Los electores de agosto de 1886, encontraron esas cualidades en Glogowski y votaron por él, respondiendo a una alerta que publicó El Guardián de la ciudad:  “Lo que Tampa necesita es un conjunto de funcionarios emprendedores, intrépidos y progresistas; deben ser hombres de buen juicio, sin influencia y sin control por cualquier interés, excepto el del bienestar público“.
Desde esa perspectiva, las ordenanzas del nuevo Alcalde favorecieron las mejoras públicas de la ciudad, como los servicios de agua, sistema de alcantarillado, luz eléctrica, el Cuerpo de Bomberos, mejoramiento del sistema de salud pública, entre otros avances que debían corresponderse con el crecimiento económico y demográfico que se estaba operando. 
También fue significativa la actitud del gobierno de la ciudad, presidido por Glogowski,  para la construcción de muchas obras que hoy son parte importante de su patrimonio, como la edificación del hotel de Henry Plant, uno de los más lujosos de su tiempo y hoy perteneciente a la Universidad de Tampa. Las concesiones de impuestos y la construcción de un puente que la ciudad ayudó a costear para facilitar el acceso al flamante edificio, contribuyeron a hacer realidad una obra que atrajo a miles de visitantes. Fue el Alcalde quien, el 26 de julio de 1888, colocó la primera piedra de lo que sería el Hotel Tampa Bay.
Muchos detalles que encontramos sobre la obra de Glogowski se quedan fuera de esta crónica, pero es suficiente saber que fue reelecto cuatro veces, si bien no sucesivas ( él pidió no postularse al terminar un período en el cargo), para calibrar el peso de su labor económica, política y social en esta ciudad. Sus cuatro períodos al frente del gobierno, coinciden con los dos primeros quinquenios del fomento de la producción tabacalera, la modernización de la ciudad, su explosión demográfica y la conformación de una comunidad multiétnica que entraña un modelo de convivencia positiva entre las culturas que le dieron cimiento y la componen.
Cuando ya Herman Glogowski se retira de las altas responsabilidades políticas que contrajo con la ciudad a que dedicó sus mejores fuerzas, se entregó a trabajar en diferentes esferas de la vida económica y cultural de su entorno. Fue contador de algunas companías de tabacos, como la de Ellinger Company en West Tampa. También quedó registrada su actividad como coleccionista de aduanas en el Puerto, pero una de las gestiones sociales sobresalientes en las que se ocupó estuvo relacionada con la comunidad judía en este lugar.
Siendo miembro activo de un Templo Masónico, se ocupó de reunir a los judíos que habitaban en la ciudad y fundar una congregación donde se ­expresara su religión y se defendiera su cultura. Así, fundaron la Congregación Schaarai Zedek (Puerta de los Justos), para la que eligieron a Glogowski  Presidente. Durante su cargo, se construyó la primera sinagoga (1899), el cementerio judío y una escuela religiosa. Desde nuestro tiempo, puede verse a la figura de Herman Glogowski como un modelo de convivencia pacífica y productiva entre los miembros de diferentes comunidades étnicas. Desde su origen semita, se insertó en la sociedad estadounidense y trabajó para su progreso, llegando a ser el líder político de una comunidad multiétnica.
Aquel respetado ciudadano de Tampa murió a los 55 años, en una circunstancia trágica, inesperada y penosa. El 3 de diciembre de 1909 perdió la vida en un accidente automovilístico, mientras viajaba por Ybor City en uno de aquellos primeros carros de ­combustión interna.  La bandera del Ayuntamiento se puso a media asta y todo el pueblo de Tampa, conmovido, le rindió los honores que merecía. En la actualidad, un busto suyo le recuerda permanentemente en Tampa River Walk. 
Ese fue el Alcalde que un día, impresionado al ver la obra libertaria que un grupo de cubanos animaban en la ciudad bajo su gobierno, los invitó a pasear,  para mostrarles un ejemplo de edificación moderna en las calles de Tampa, pensando que podría serle útil en la vecina república que aspiraban a construir.




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