El pasado domingo, nos reunimos en el Círculo
Cubano un grupo de cubanos, tampeños y varios invitados de otras procedencias
geográficas, para rendir homenaje a José Martí en el 124 aniversario de su
caída en combate, aquel fatídico 19 de mayo de 1895, en la sabana oriental
donde se juntan los ríos Cauto y Contramaestre.
A las 11 a.m., cuando un brillante sol alumbraba el busto martiano
frente al ya centenario edificio, depositamos una ofrenda floral a su lado, acompañada
de unas palabras emotivas pronunciadas por el Honorable Juez, profesor e historiador Emiliano Salcines, quien, a mediados del
siglo anterior y con 10 años de edad, asistió
junto a su padre a la develación de esa efigie y desde entonces siente devoción
por la obra del gran americano.
Habla Emiliano Salcines. A su izquierda Madeline Cámara y Alberto Sicilia |
También recordamos que a esa misma hora, aquel último día de su vida,
el Apóstol estaba junto a Máximo Gómez, Bartolomé Masó y algo más de
trescientos soldados mambises,
pronunciando el que sería su discurso postrero. Comentamos, asimismo,
que unos minutos después, cuando la tropa enardecida esperaba el almuerzo, un práctico llegó
corriendo con la noticia de que se acercaba una columna enemiga. Ya sabemos que
muy pocas horas después el poeta-maestro-soldado se desplomaba de su caballo,
con tres balas en su cuerpo de 42 años.
Al entrar al edificio del Círculo Cubano, nos atendió con esmero
Rolando Pérez Pedrero, quien ha sido
presidente del mismo, sigue siendo parte de su directiva y conoce muy bien la
histórica edificación. Es un precioso edificio construido en 1917, aunque la
organización existía desde 1899, como continuidad del Liceo Cubano al que
asistió José Martí.
Tampa tiene muchas razones para celebrar la vida del hombre que
encontró en ella el primer aliento para la creación del Partido Revolucionario
Cubano y ese espíritu prevaleció en las decenas de personas que el domingo
pasado asistieron a este lugar, motivadas por conocer un poco más al pensador,
poeta, escritor, humanista y político cubano, a través del libro que allí fue
presentado –Domingos de tanta luz–, en el que se intenta develar cómo
fueron sus últimos meses de vida.
Ya sentados en la amplia sala teatro de la institución, la Dra.
Madeline Cámara, de palabra suave y honda, acaparó la atención de todos al
expresar las razones del encuentro. En la página 5 de esta edición de La
Gaceta, hemos incluido la totalidad
de sus palabras, al igual que las pronunciadas por el poeta Alberto Sicilia,
quien a nombre de Ediciones SurcoSur consideró el momento propicio para
mencionar los ya seis libros publicados por este reciente espacio editorial en
la ciudad de Tampa.
Las palabras centrales del evento homenaje a José Martí, como
presentador del libro Domingos de tanta luz, correspondieron a Emiliano
Salcines Jr., quien hizo una exquisita disertación acerca del contenido de este texto,
extendiéndose con brillantez en la vida y obra de José Martí. En un momento de
su discurso, Salcines expresó: “Así que
la ruta martiana preparada por el autor de este libro nos da conocimientos
extraordinarios sobre este ser ilustre, que era un hombre multifacético, que
hablaba varios idiomas y tradujo muchos libros.
Sin embargo, era un hombre humilde. Por eso, cuando él dice, me voy a la
manigua con ustedes y se mete 20 domingos con un fusil, montando a caballo,
subiendo y bajando montañas, durmiendo en hamaca, es asombroso. ¿Cómo podría él
sostener esa fuerza física, siendo un intelectual, no un deportista? Máximo
Gómez observó en su Diario que los soldados se admiraban de que él nunca
se quejaba, que andaba como si conociera bien la manigua y lo que era ser
guerrillero”. Con ese lenguaje cuasi dialogal, sencillo y directo, el
culto orador se ganó al auditorio, que no sólo lo siguió palabra por palabra,
sino que después lo rodeó en el pasillo para hacerle preguntas y mostrarle su
simpatía.
Al día siguiente, el atento amigo que es Salcines me comentó por
teléfono que le había impresionado la deferencia de tantos jóvenes. También se
lo oí decir a la Dra. Cámara, acostumbrada, como profesora, a calibrar esta
conducta. Probablemente ese fue el mérito principal de esta reunión de tributo
a José Martí en el Círculo Cubano: apreciar los grandes valores de la juventud,
cuando aprehende que no es posible afirmar el presente y construir un futuro de
mejoramiento humano –para decirlo con palabras de Martí– si nos desprendemos
del hilo conductor heredado.
Al final, Rolando Pérez expli-có la historia del Círculo Cubano,
guiando un recorrido por el edificio.
Nos dijo emocionado que sintió el influjo positivo del evento,
comentando que hacía muchos años en este
lugar no se había realizado un acto patriótico de esta envergadura.
Agradecemos vivamente a todos los que, el pasado domingo,
interrumpieron una hora de descanso o renunciaron a otra actividad, para
asistir al Círculo Cubano de Ybor City, donde los mejores pensamientos y
sentimientos martianos concurrieron.
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