El próximo domingo, 19 de mayo, a las 11
a.m., rendiremos homenaje a José Martí en el Círculo Cubano de Ybor City, al cumplirse ese día el 124 aniversario de su
caída en combate. Esta vez, vuelve a coincidir con una fecha dominical, lo que
ha ocurrido 18 veces desde aquel día en que, cabalgando en un brioso corcel en
la sabana de Dos Ríos, se desplomó el cuerpo sin vida del poeta, escritor,
pedagogo, periodista, traductor, diplomático y político cubano que organizó y
desató la última guerra independentista en Hispanoamérica.
El libro,
que puede adquirirse en ese lugar, recrea en algo más de
cien páginas la febril actividad
en que estuvo inmerso el Apóstol cubano durante los 20 domingos que pudo vivir
ese año y, desde el acercamiento a ese día, todo el torbellino de ocupaciones y
preocupaciones que le rodearon –desde Nueva York a Dos Ríos– como dirigente
político de una guerra que concebía rápida y eficaz, como último procedimiento
para la fundación de una república democrática, moderna y próspera.
Aunque se han escrito decenas de buenas biografías
sobre José Martí y cientos de ensayos que aluden a los acontecimientos que se
describen y valoran en esta obra, en ninguna el centro de atención ha sido
dirigido a la búsqueda de un equilibrio entre la responsabilidad colectiva del
líder político que elabora un manifiesto programático para dirigir una guerra y
fundar una república de compromiso universal, con los sentimientos más hondos
de su ser individual, donde la prosa
poética es cuidada con la misma intensidad que el contenido de la estrategia
político-militar de la que es máximo responsable.
Asomarse al hombre de escasa salud física que
decidió el instante, condiciones y formas en que los grandes generales del independentismo
cubano debían someterse a sus instrucciones para el estallido de una guerra con
escasos recursos bélicos, frente a una de las mayores potencias militares de su
tiempo, es impresionante. Pero ver, en medio de esa tarea ciclópea, la sencillez
de ese ser humano atendiendo los detalles más pequeños de las personas que le
acompañaban, sus sugerencias escritas a las niñas que quería como a hijas en
Nueva York, los gestos de amistad y cariño con quienes se encontraba en el
camino; la pobre vestimenta –“remiendos honrosos” vio Gómez en sus
pantalones–, o el detenimiento ante una
paloma, un árbol, una puesta de sol en las altas serranías que ascendía a pie,
asombrando a los expertos en estos trances, entre pedregales y ríos crecidos,
es realmente conmovedor.
Desde Playitas a Dos Ríos –14 días a pie y 25 a
caballo–, está entre los últimos
domingos de José Martí, de los cuales él nos dejó la mayor parte de las
referencias que tenemos. Él nos cuenta en un Diario de campaña pletórico
de poesía la emoción de ese recorrido; en las cartas a compañeros de revolución
y amigos sus proyecciones políticas más hondas, así como en las circulares de
guerra las disposiciones tácticas que emanaban de la jerarquía militar que
compartía con Máximo Gómez.
Aunque en esta fecha las honras a José Martí son
expresadas en muchos lugares del mundo, Tampa tiene un motivo particular. En
Ybor City nacieron los discursos y documentos programáticos iniciales que
dieron paso a la creación del Partido Revolucionario Cubano.
A 124 años de su caída en combate, le sentiremos
presente en sus versos musicalizados, en las palabras de Emiliano Salcines,
quien hará la presentación del libro Domingos de tanta luz; de la Dra.
Madeline Cámara, de la Universidad del Sur de la Florida; del poeta Alberto
Sicilia, de Ediciones Surco Sur y de otros invitados.
Asimismo, los que deseen pueden adquirir el libro y
dialogar acerca del texto con el autor.
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