viernes, 14 de junio de 2019

Breves apuntes sobre la presencia histórica de España en Tampa


No es posible explicar la historia y cultura de la ciudad de Tampa sin mencionar la presencia centenaria de España en esta ciudad. Fue un español, Hernando de Escalante y Fontaneda, quien primero escribe su nombre, al relatar sus peripecias entre los indígenas calusas, después de sobrevivir a un naufragio en estas costas floridanas a mediados del siglo XVI.
Aunque hay diversas versiones, se cree que Fontaneda fue rescatado hacia 1566 por Pedro Menéndez de Avilés, quien fuera el fundador de San Agustín y a quien sirvió de intérprete  ante  los pobladores nativos gracias al tiempo que estuvo viviendo entre ellos.
Al regresar a España, este explorador de origen cartaginés escribió Memoria de las cosas y costa y indios de la Florida (1575), en el que se refiere a varios sitios floridanos: “Primeramente, un lugar que se dice Tampa, pueblo grande...”. Muchos historiadores de aquella época, entre ellos, Antonio Herrera y Tordesillas, otorgaron mucho valor al texto de Fontaneda. 
Hernando de Escalante y Fontaneda (1536-1575)
Como parte de Florida, Tampa fue una posesión española hasta 1821, cuando pasa oficialmente a Estados Unidos. Aunque durante ese tiempo, a diferencia de San Agustín y San Carlos de Pensacola, aquí no se asentó una población española. Vino a tener una gran significación la presencia ibérica en Tampa a fines del siglo XIX, cuando comienza el florecimiento de esta ciudad a partir del desarrollo de la industria del tabaco, que en pocas décadas contó con decenas de fábricas construidas en Ybor City, Wets Tampa y Port Tampa y elevó a millares su nueva población, sumando a los estadounidenses cientos de españoles, cubanos, italianos y de otros diversos orígenes.
 En este proceso, inaugurado en 1886 –cuando apenas llegaba a un millar la población del lugar– muchos hijos de España tuvieron una posición preponderante. Fue el valenciano Vicente Martínez Ybor quien inauguró esta ruta de desarrollo a la ciudad y a quien debemos el nombre de uno de sus más emblemáticos barrios.  También era español el  ingeniero Gabino Gutiérrez, hijo de Cantabria,  quien marcó las primeras calles y casas de Ybor City. Asimismo, el primer industrial a quien Martínez Ybor llamó para que le acompañara en el fomento de la industria del tabaco en Tampa fue a Ignacio Haya, quien llegó junto a su amigo Serafín Sánchez, ambos españoles, e ­inauguraron la fábrica La Flor de Sánchez y Haya, de la que salió el primer tabaco tampeño al mercado, en abril de 1886.
He mencionado a Martínez Ybor, Gabino Gutiérrez, Ignacio Haya y Serafín Sánchez por ser los españoles pioneros en el desarrollo de la industria del tabaco en Tampa, pero podrían anotarse cientos de nombres procedentes de la nación ibérica que, en esta y otras industrias, contribuyeron al crecimiento económico, social y cultural de esta ciudad. Los apellidos Pendás, Bustamante, Nistal, Avellanal, Vega, Cuesta, Riaño, González, Salcines, Vivero, son sólo algunos de los que, hasta hoy, dignifican la prosapia española en la bahía de Tampa.
Cuando se camina por Ybor City y West Tampa, la huella española es persistente y llamativa. Si se entra al restaurante Columbia, pudiera creerse que se está en una ciudad de España, más que por comidas procedentes de ese país, como la paella, por las imágenes en las paredes, especialmente en el salón Don Quijote. Detenerse frente a los edificios que tuvo el Centro Español, tanto en Ybor City como en West Tampa, remeda el papel jugado por estas instituciones durante décadas como entidades de socorro mutuo, actividades recreativas y culturales, conservación identitaria, en las que miles de españoles encontraron crecimiento y apoyo. Asimismo, el Centro Asturiano es un paradigma de la presencia de la nación ibérica en Tampa y al igual que el edificio del Centro Español guarda en el interior de su bella arquitectura fragmentos significativos de la historia española en nuestra ciudad.
La fuerte presencia de la cultura de España está viva en la generación actual y aunque con la evolución de la sociedad se ha prescindido de servicios que hicieron de varias de sus organizaciones un referente de fuerte solidaridad entre sus nacionales, están vivos los aportes de su cultura. Un ejemplo ha sido el Teatro Lírico Español, fundado por René González, en cuyo repertorio la puesta en escena de una “Verbena de la Paloma” hace sentir el maravilloso influjo de su identidad. En restaurantes, funciones teatrales, música, bailes, libros, acentos de conversación, frases  e idiosincrasia en general, tenemos la suerte de encontrarnos en Tampa, cada día, la presencia de España.


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