El viernes
pasado, tuvimos la grata ocasión de participar en la recepción que se le brindó
al embajador de España en Estados Unidos en el Centro Asturiano de Tampa. Allí,
durante alrededor de tres horas, el Ilustrísimo Sr. Santiago Cabanas Ansorena
conversó largamente con decenas de españoles radicados en Tampa, mostrando
invariablemente un rostro afectuoso y una palabra de cariño hacia cada uno de
los que se le acercaron a saludarle, hacerle una pregunta, oír un comentario
suyo o tomarse una fotografía a su lado que dejara constancia de la
feliz oportunidad de compartir con
el máximo representante del país originario en la nación donde hoy se vive.
Esa relación de solidaridad con los connacionales
que debe corresponder a quien se le ha otorgado el privilegio de
representarlos, además de las complejas responsabilidades diplomáticas que
oficialmente le ocupan –que no siempre vemos en embajadores y cónsules– se hizo
evidente con absoluta naturalidad en el exquisito trato dispensado por el alto
diplomático español a quienes fueron a saludarle en el Centro Asturiano de
nuestra ciudad.
El Sr. Cabanas Ansorena es licenciado en Derecho y
tiene una larga experiencia diplomática, pues ingresó muy joven a trabajar en
el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, cuando, en la década de 1980, se
le confiaron responsabilidades consulares en la Embajada de su país en Irán.
Ha sido Embajador en la República Checa, Jordania
y Argelia. Ha tenido altas
responsabilidades en representación de su país, como la de Director General de
Asuntos Consulares y Migratorios,
Director General de Política Exterior y Asuntos Multilaterales, Globales
y de Seguridad, así como Director del Gabinete del Ministerio de Asuntos
Exteriores. En Estados Unidos ha ocupado
diversos cargos, entre ellos el de Cónsul General en Miami, entre 2005 y 2010,
y desde septiembre de 2018 es el Embajador de su país.
Al conocer los altos cargos desempeñados por el
ilustre diplomático, me sorprendió la sencillez con que me saludó cuando fuimos
presentados en el Centro Asturiano y, aunque estaba rodeado de varios de sus
significativos compatriotas radicados en Tampa, accedió a una breve entrevista
para La Gaceta y pudimos separarnos unos minutos del bullicio para poder
conversar.
Le pregunté por Irán, país que conoce bien y que,
ahora, enfrenta una crisis fuerte con Estados Unidos, agravada con los
recientes ataques a petroleros en el Golfo de Omán, de los que ambos países se acusan
de haberlos provocado.
“Todos confiamos en que las tensiones se resuelvan
de la mejor manera posible, a favor de la estabilidad en el mundo. Yo conozco a
Irán hace más de 30 años. Entre 1985 y 1988 estuve trabajando en la Embajada de
España en Teherán. Es un país con una rica historia y como persona que he
vivido allí, lo mejor que puedo desear es que evolucione hacia un país más
abierto y que las tensiones se resuelvan pacíficamente y podamos superar el
conflicto actual”, comenta.
De izq. a derec.: John A. Rañón, Santiago Cabanas, Emiliano Salcines, G. Cartaya, Gilberto Fernández y José Vivero |
Le pregunté sobre México, acerca de los acuerdos
convenidos con López Obrador cuando, frente a las amenazas con los aranceles,
aceptó observar un rigor con los inmigrantes que complaciera las demandas del
presidente Donald Trump.
“Me alegro que se haya logrado un acuerdo”, expresó
Cabanas, inclinando el comentario hacia un horizonte más planetario sobre el
fenómeno migratorio.
“El problema de la inmigración es un tema
preocupante en el mundo. España, como país europeo que es, está muy atenta
también a este asunto. Nosotros queremos dar el frente a todos estos grandes
retos: a la emigración, los cambios climáticos, la violencia, la inestabilidad,
las grandes tensiones. Todos estos retos queremos que se resuelvan a través de los mecanismos multilaterales que
están creados y evitar los enfrentamientos”, señala.
Luego, añade: “Confiamos en que sea mediante la
cooperación y el diálogo que se solucionen los problemas en este mundo que
estamos creando. Nosotros estamos pegados a África y estamos siendo muy atentos
al problema de la emigración”.
Después de una pequeña pausa, aclara: “Nosotros
hemos sido un país de emigrantes y Tampa es un ejemplo de la emigración nuestra
a Estados Unidos. Para mí es un orgullo poder estar aquí, haber visitado el
Centro Español y ahora el Centro Asturiano. Aquí vinieron muchos españoles a
fines del siglo XIX y en el siglo XX y con su esfuerzo, con sus brazos y su educación levantaron estos
centros”.
Le comenté al Embajador que, como soy cubano, me
gustaría oír su opinión acerca de la actitud
de España hacia la reciente aplicación del capítulo III de la Ley
Helms-Burton.
Me conmueve la sinceridad, el visible sentimiento
con que me habla del significado de la Isla para su país, distanciándose de una
interpretación centralmente política.
“Cuba es un país hermano. Los cubanos y los
españoles somos, yo no diría que primos, somos hermanos. Cuba es algo muy
especial, allí tenemos familia. Por eso decimos ‘La Perla del Caribe’, pues es
algo muy querido para los españoles. Yo tengo familia en Cuba y me siento muy
orgulloso de ir allí, como tantos españoles. Nuestra política hacia Cuba
siempre ha estado marcada por esa sensación
de hermandad, de cariño entre nosotros. Eso no se puede cambiar, ha sido
una constante. El cariño ha estado por encima de los gobiernos o el régimen que
haya existido en España o en Cuba. Después de la independencia, los españoles
siguieron yendo a Cuba, es algo que es muy natural”, afirma.
Entonces, como cuando se ha dicho lo más importante,
me aclara que no rehúye la pregunta y afirma: “Y por tanto, esa cercanía no se
puede alterar. España siempre ha dicho que se opone a la aplicación de leyes
extraterritoriales como el título III y IV de la Ley Helms-Burton. Hemos dicho que consideramos que no es esa la
manera, porque son acciones extraterritoriales. Confiamos en que se pueda
llegar a soluciones que impidan que entremos en litigios durante años. Las
inversiones españolas en Cuba no son tan grandes. Por el momento son limitadas.
Es verdad que las hay, en los hoteles son más visibles y confiamos en que, en
su día, sean mayores. No aspiramos a entrar en una espiral de demandas y
contrademandas que no benefician a nadie”.
Miro hacia el amplio salón del Centro Asturiano,
donde decenas de españoles esperan a su Embajador y me siento sin derecho a
prolongar más la conversación. Le agradezco y le doy la mano, sumándonos al
grupo. Allí converso, entre vinos y tapas, con el cónsul de España en Florida
Central, Sr. José Vivero, siempre cordial; con el Honorable Juez Emiliano
Salcines, con John A. Rañón, presidente del Centro Español, con Henry
Echezábal, y en todos siento el respeto
y admiración por el ilustre visitante. En un momento, Vivero ocupa la tribuna y
todos se acercan cuando presenta al Embajador, quien pronuncia un emotivo
discurso, agradeciendo a los españoles, a los presentes y a los que, a lo largo
de la historia, han contribuido al enriquecimiento de esta ciudad y conservan
con orgullo la cultura de España.
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