lunes, 22 de junio de 2020

El Tropicana de Ybor City nos dice adiós



     Cuando escuchamos las primeras noticias sobre la pandemia que desde China se extendió velozmente al mundo, no presentimos la intensidad de los daños que se nos avecinaban. La ascendente cifra de muertos con que Italia, España y otros países de Europa fueron informando de la catástrofe nos sobrecogió antes de experimentar su llegada a Estados Unidos y su rápida expansión por el país. El confinamiento necesario, el cierre de miles de restaurantes, industrias, escuelas, los millones de desempleados  y,   lo  más  triste, la muerte de tantas personas, con todo su dramatismo,  descolocó la vida que hemos construido alrededor de la familia y el entorno social.
     El golpe cobra una definición palpable y más honda cuando la desaparición  –de persona o lugar–  se produce alrededor nuestro, interrumpiendo una relación a la que hemos estado acostumbrados. En Ybor City ha ocurrido con el cierre del restaurante Tropicana, que a los 57 años de vida anuncia su imposibilidad de sobrevivir al coronavirus.
Ariel Quintela (a la izq., de pie) juntoa trabajadores de Tropicana
     El pasado miércoles sirvió su último almuerzo, como un sentido homenaje a sus trabajadores. La delicia del congrí, pechugas de pollo, picadillo y platanitos maduros fritos indica al olfato y el paladar de los presentes la salud con que perece un emblemático restaurante de la 7.ª Avenida de Ybor City. Alrededor de las mesas la mayor parte de sus trabajadores de los últimos años conversan, sonríen y buscan en el salón una palabra de optimismo con que aliviar la adversa realidad. Algunos, como Boby Caballero, acumulan más de treinta años en ese lugar y cuando a él se le invita a decir unas palabras, expresa con visible emoción que este restaurante ha significado para él familia, bienestar, seguridad, orgullo.
     El nombre Tropicana se incorporó al vocabulario de Ybor City desde 1963, cuando Frank Hipólito lo fundó. Dos años después lo compró Ángel Menéndez “BeBe” y lo trasladó a la acera del frente, que sería su destino. El nuevo dueño lo hizo famoso a base de exquisitos frijoles negros, papas rellenas, picadillo, ropa vieja, croquetas de jaiba y unos desayunos donde el café con leche y las tostadas con mantequilla se hicieron imprescindibles. Al extenderse el olor y la voz agradecida, quienes llegaban a Ybor City comenzaron a visitarle, quedando satisfechos de su servicio los más exigentes tampeños y huéspedes de la ciudad, como el alcalde Dick Greco o el presidente George Busch.
El emblemático restaurante Tropicana, en la 7.ª Ave. de Ybor City
     En la década de 1970, se hizo común la presencia de Roland Manteiga en Tropicana, cuando ya ostentaba la dirección del periódico La Gaceta. Periodista de fino tacto político, encontró en una mesa de Tropicana el lugar ideal para conversar un almuerzo con importantes figuras de la política estadounidense y mundial. La costumbre se impuso y hasta la actualidad existe allí la simbólica mesa, rodeada de fotografías que constituyen trozos de la historia de la ciudad. Ojalá y esa fuerza patrimonial se salve en el nuevo destino que tome ese edificio.
     La familia Menéndez fue dueña del restaurante Tropicana hasta 2016, cuando los inversionistas Jacob Buchman, Joe Capitano, Darryl Schaw y Ariel Quintela lo adquirieron como parte del proyecto de desarrollo de Ybor City. Pero no es el propósito de estas líneas adentrarse en la historia de este sitio, sino destacar el daño inesperado causado por el Covid-19 a la ciudad de Tampa, al interrumpir con sus efectos el funcionamiento de uno de sus restaurantes de valor patrimonial. Y, especialmente, agradecer a sus trabajadores por tantos años de excelente servicio a la ciudad y sus visitantes.
Su último gerente, Gio Peña, nos ha dicho que todo iba bien hasta la llegada de la pandemia. Esa verdad la siento en el rostro de los trabajadores que le rodean: Bobby Caballero, Debby Lozurdo (también con 35 años allí), Mónica Caballero, Susam Skurja, Margie  Smith, James Phylips, Lisa Reverón, Greisy  Arbona.
     El dolor por la pérdida del restaurante es visible en el almuerzo de despedida. Así lo expresó Patrick Manteiga, que en breves palabras recordó el significado de ese lugar para La Gaceta, Ybor City y Tampa. Así lo reconoció Ariel Quintela y finalmente Bobby Caballero, en cuyas palabras se pudo percibir un pesar semejante al que se experimenta cuando muere un ser querido. Porque eso se nos va con el cierre de Tropicana, un lugar querido.

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