miércoles, 30 de diciembre de 2020

Feliz y próspero Año Nuevo

   La llegada de un nuevo año reviste siempre una especial emoción y se saluda invariablemente con deseos de bien a los familiares y amigos. La mayoría de las postales que se le consagran incluyen el vocablo próspero, asociado a lo venturoso, favorable, propicio.

    Ese instante en que despedimos y a la vez recibimos 365 días del calendario gregoriano tiene su primer referente en el dios Jano de los romanos –quien dio nombre a enero–, una deidad que al poseer dos caras, una mirando adelante y otra hacia atrás, fue  adorada como guía de las entradas y salidas. Así miramos a un diciembre que va al pasado irrepetible, mientras recibimos a enero con la eterna esperanza de mejoramiento.

En la mitología romana, el Dios Jano mira al
 pasado y al futuro

   Esa esperanza fue muy golpeada en el 2020 que acabamos de vivir. El año se abrió con las primeras noticias sobre una pandemia que en los primeros cintillos de la prensa mencionó un vocablo casi desconocido: coronavirus. Poco a poco, en la medida en que se fue extendiendo de China a Europa, supimos su nombre propio, Covid-19, y comenzamos a entender el peligro que se cernía sobre toda la humanidad.

  En pocos meses, en la medida en que fueron llegando las cifras escalofriantes de contagiados y fallecidos, comprobamos que estaban amenazadas nuestras costumbres, empleos, escuelas, hogares de ancianos, seguridad y nuestra propia vida. 

   En Estados Unidos, cuando alguien pronosticó la posibilidad de 200 mil muertes, creímos que la hiperbólica cifra tendría un matiz político. Sin embargo, ahora que sobrepasamos los 330 mil y sabemos que uno de cada mil estadounidenses ha muerto por este virus, nos impactan las declaraciones de los especialistas cuando advierten que se avecinan unos días más lóbregos. Así, al desear un Feliz Año Nuevo a quienes queremos, incluimos en lo más recóndito de la esperanza el pedido a que esquiven el contagio y, para ello, le pedimos que usen mascarillas, que obseven la distancia social, que se cuiden, como si estas previsiones constituyeran el mejor regalo que podamos ofrecerles.

   Ha terminado un año difícil para toda la humanidad, no sólo por la pandemia que ha llegado a casi todos los rincones del universo, sino también por las hambrunas, las catástrofes naturales, las guerras, las revueltas sociales, las crisis económicas y las respuestas represivas a las ansias de justicia en tantos lugares del mundo.

   A pesar de ello y sin olvidar el sufrimiento que en 2020 han padecido millones de seres humanos, hay lugar para la esperanza y la gratitud, debidas especialmente a las permanentes muestras de solidaridad con que los sentimientos humanos se comportan frente a la pandemia, a los desastres naturales y otras manifestaciones adversas. Muchos ejemplos conocemos cada día de médicos, enfermeros y otros trabajadores de la salud que arriesgan su vida diariamente para salvar a los enfermos; personas que llevan alimento gratuito al necesitado, otros que cosen mascarillas hasta la madrugada para brindar a quien las necesite.

   Hay otras buenas noticias del 2020. El pasado 25 de agosto se declaró la erradicación de la poliomielitis en África y se logró controlar la expansión del ébola que afectaba mayormente al Congo. En República Dominicana, este año, se logró que la legislación pusiera fin al matrimonio infantil;  en Argentina, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, desde el entendimiento de que “el aborto legal es un imperativo de justicia social, de justicia reproductiva y de Derechos Humanos”. A su vez, en Dinamarca, el Gobierno accedió a reformar el Código Penal para incluir que el sexo sin consentimiento es violación.

   Es lamentable que el Covid-19 haya mostrado  tanta rapidez para expandirse, pero es alentadora la premura con que la ciencia ha dado respuesta a su agresión para lograr que antes de finalizar el 2020 haya millones de personas vacunadas contra él.  Asimismo, reconforta la noticia de que una estudiante de 14 años, Anika Chebrolu, haya descubierto una molécula que dificulta que el virus  SARS-CoV-2 penetre e infecte las células, lo que representa un gran paso hacia la cura del Covid-19.  Esta alumna del estado de Texas, que ganó el 3M Young Scientist Challenge con su descubrimiento, sueña continuar con el desarrollo de fármacos sobre su cura.

   Si seguimos buscando  buenas noticias del 2020 vamos a encontar cientos que nos asombran por su contenido humano y voluntad hacia el mejoramiento de nuestro planeta y la vida en él. Es verdad que cuando abrimos el televisor, la radio o el periódico prevalecen noticias desalentadoras, aunque no falten a esa hora sucesos relevantes a favor del bien. Si  aquellos, por una explicable razón, despiertan más atención, es seguramente porque desde tiempos inmemoriales se requirió un oído más atento al daño que a la virtud. Mas la bondad nos enriquece desde la sincera expresión Feliz y próspero Año Nuevo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario