viernes, 26 de febrero de 2021

Tampa en el 24 de febrero cubano de 1895

 

Decir que empezó en Tampa la organización de la Guerra de Independencia de Cuba, desatada el 24 de febrero de 1895,  no es una exageración apasionada  de alguien que vive y ama a esta ciudad floridana. Es una realidad histórica avalada por diversos elementos.

   El primer paso que hizo posible el estallido armado de esa fecha en Cuba fue la creación de una organización que cohesionara a los independentistas de la Isla y a los de la emigración y desde su dirección se organizara el alzamiento. Es lo que hizo el Partido Revolucionario Cubanao (PRC), cuyo incubamiento se produjo con la primera visita de José Martí a la ciudad, entre el 26 y el 28 de noviembre de 1891.

Puerto de Tampa en 1895, como lo conoció José Martí

   Una vez que, en esta ciudad, se discuten y aprueban las ideas centrales que darían cauce a la nueva organización revolucionaria, redactadas por Martí y dadas a conocer como Las Resoluciones de Tampa, estuvo claro para el líder que desde aquel momento arrancaba la preparación segura de la gesta armada. El paso siguiente era repetir en Cayo Hueso la jornada tampeña. Para ello viajó otra vez a Florida, llegando a Tampa por segunda vez el 23 de diciembre de 1891, no sólo por la obligatoriedad de tomar en el puerto tampeño el barco que lo llevaría al Cayo, sino también porque sabía la importancia de llegar a aquel lugar acompañado por los principals líderes que aquí ya habían aprobado las nuevas ideas organizativas de la revolución cubana. De manera que el segundo paso en la creación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), encontró en Tampa su primer peldaño, cuando el joven Eligio Carbonell, el veterano Juan Arnao y otros, se sumaron a las primeras reuniones de Martí con los líderes del Cayo.

   En las dos semanas que Martí y sus compañeros de Tampa estuvieron en Cayo Hueso –entre el 25 de diciembre de 1891 y el 8 de enero de 1892– se discutieron los documentos de creación del PRC –las Bases y Estatutos–  y se acordó, en ejemplo de democracia sin precedentes, que debían ser aprobados por los clubes revolucionarios compuestos por los emigrados cubanos en Tampa, Cayo Hueso y Nueva York. Al regreso, desde llegar a Ybor City, se reunieron los miembros de los clubes  Ignacio Agramonte y de la Liga Patriótica Cubana y el día 8 de enero son aprobados por primera vez los documentos que dieron nacimiento a la nueva organización.

   Desde entonces y hasta el estallido de la guerra el 24 de febrero de 1895, todo lo que se hizo en Tampa a favor del triunfo del proyecto martiano estuvo en la primera línea de la consagración al ideal de la independencia de Cuba, en la misma que estuvieron Cayo Hueso, Nueva York, Jacksonville, Ocala, y otras localidades en Estados Unidos, ­Centroamérica, El Caribe. Pero en Tampa, es justo decirlo, es donde menos trabas encontró el plan martiano de organizer la guerra y no hacerla estallar hasta que todas las condiciones fueran favorables. En El Cayo, con toda su grandeza, encontró diversos obstáculos, los más graves procedentes de jefes militares que intentaban alzamientos prematuros por su cuenta. En Nueva Yor enfrentó ataques de independentistas que no coincidían con sus formas organizativas y que encontraron tribuna en periódicos como El Porvenir, de Enrique Trujillo. En Centroamérica, se vio obligado a decidir entre dos grandes líderes militares –Antonio Maceo y Flor Crombet– para organizar la expedición que los llevaría a la guerra; en la propia Cuba, tuvo contradicciones con líderes que le atacaron cuando estaba naciendo el PRC, como la carta ofensiva hecha pública por el coronel  Enrique Collazo.

   En Tampa no tropezó con esos escollos, ni en veteranos de la Guerra Grande como Néstor Carbonell, Juan Arnao o Ramón Cabrera; ni en periodistas como Ramón Rivero, ni en jóvenes intelectuales u otros profesionales. Encontró en ellos y en los tabaqueros tampeños, en primer lugar –fueran de la vieja o la nueva generación, blancos, negros y mulatos, en hombres y mujeres–, una entrega absoluta para que se hiciera posible la gesta armada que se inició el 24 de febrero de 1895 en Cuba, porque ese máximo sacrificio era la única vía para que en aquellas condiciones se pudiera lograr, con la independencia de la Isla, la aspiración de construir una república donde la libertad y la democracia incluyeran a todos sus habitantes.

   En los días previos al alzamiento en Cuba, al que debían incorporarse los principales dirigentes políticos y militares que estaban en el exterior de la Isla,  se desarrolló en Tampa una notable actividad de apoyo a su consecución. Es aquí donde primero llega Gonzalo de Quesada –enviado por Martí que había salido para Santo Domingo a reunirse con Máximo Gómez y juntos embarcar hacia territorio cubano–, a reunir los recursos necesarios para sufragar las expediciones a Cuba, cuando había fracasado el gran plan conocido como La Fernandina. Aquí se torció el tabaco que ocultó el mensaje con la Orden de Alzamiento enviada clandestinamente a la Isla y en breve plazo se entregó a Gonzalo el dinero recaudadado para hacer posible la llegada a Cuba de los Maceo y otros líderes que estaban en Costa Rica. En el periódico Patria se publicó el 11 de marzo de 1895, con el título “Tampa en su puesto” un artículo que expresa el entusiasmo que desató en su población el 24 de febrero: “Tampa, resplandeciente, ha dicho a la luz del mundo que aquí, en este sitio donde se dio comienzo a la obra gigantesca de la formación del PRC (…) los cubanos saben estar en su puesto”.*

*En el libro Tampa en la obra de José Martí, pp. 494-495. Si desa adquirir este libro, puede llamar al 813-849 8113 o escribir al email cartayalopez@gmail.com. También está en Amazón.

 

 

 

 

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