viernes, 19 de julio de 2024

Nos visita el pintor Nelson Domínguez

En el rico catálogo de la pintura cubana, el nombre de Nelson Domínguez ocupa un lugar distinguido. El artista, con una extensa obra en pintura, grabado, escultura y cerámica, se incluye entre quienes han realizado una mayor contribución al desarrollo del arte contemporáneo en su país.

Domínguez, quien recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2009, ha expuesto sus trabajos en todos los continentes. Asimismo, aparecen obras suyas en colecciones privadas de personalidades como  la reina de Holanda, Steven Spielberg, Robert Redford y otros.

Asimismo, Domínguez ha contribuido como profesor a la formación de destacados pintores cubanos. Esta semana tenemos su visita en Tampa, donde presenta la exposición Martí: monte de espumas (abierta el 18 de julio, a las  6 p.m. en  el 1624  E 7.° Avenida, Ybor City). Aprovechamos la oportunidad para solicitarle una entrevista, a la que accedió afectuosamente.

Con Nelson Domínguez, en la exposición
Monte de espumas, dedicada a José Martí

Estuve leyendo una entrevista que te hizo Amaury Pérez hace unos años y me llamó la atención el significado que le das a las primeras impresiones con la luz del sol, a la descomposición de la luz entre los árboles. ¿Qué impacto tiene en tu obra pictórica la infancia campesina?

En la realidad, el hombre piensa cómo vive y cómo vivió y la formación de la infancia es decisiva en el resultado final.  Por eso, todos tenemos formas diferentes de ver la vida y en cuanto abrimos los ojos empezamos a verla de un modo diferente y por eso también yo creo que no debemos tener temor como algunos nihilistas que piensan que el arte acaba.

No lo creo así, siempre que hay un cromosoma nuevo, un nacimiento nuevo, está la presencia del arte. A mí, en sentido general, la infancia no me golpeó nada, mi infancia fue muy libre, muy abierta, muy de correr desnudo bajo el agua, bajo la lluvia, de deslizarme por yaguas en las montañas, de montar a caballo al pelo, de meterme en el río, de pensar que existían los güijes en los ríos, de pensar que había unas brujas que chocaban con la antena del radio que estaba en el techo de la casa  de zinc y todo ese tipo de imaginación infantil fue conformando, aunque uno no quiera, toda la imaginería que posteriormente sale convertida en una obra.

Obra de Nelson Domínguez, en la exposición Monte de espumas

 A veces uno desconoce por qué esto, por qué lo otro, hasta el impacto del mundo africano. Me viene eso,  pues en la finca de mi padre recogían café alrededor de veintipico de haitianos. De ahí, de las fiestas vudú que hacían en los cafetales, de la riqueza de color… el color negro de ellos… de ahí me vienen a mí muchas cosas que aunque yo no lo quiera pasaron por mí y pasaron visualmente y conformaron una imagen que quedó grabada y esto creo que es una cosa fundamental, por eso creo que los primeros tiempos del ser humano  hay que cuidarlos mucho, a los hijos hay que cuidarlos mucho, la familia, porque toda la información, todo el archivo imaginario que nace para un artista no le viene solamente de su medio, de sus edulcoraciones personales, eso le viene de las sensaciones que recibió, fueron hechos que sucedieron y  que no se tomaron en cuenta de forma consciente.

Recuerdo que mi madre me decía, mijo, usted nació en el campo de pura casualidad, ella lo decía quizás por la forma de mis gustos, de las cosas, pero sí yo nací en el campo y de esa casualidad nacieron otras casualidades  y de esas casualidades nació mi paso por la escuela de arte donde estudié mi amor por la gran pintura cubana que siempre he dicho que en Cuba hay una gran pintura y  esa es justamente la que me alimenta y es que uno se alienta también de las vidas de otros artistas porque realmente el arte verdadero viene del arte.

¿Ves a la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el Caney de las Mercedes, como el primer salto al cielo de la creación artística?

Si se considera la enseñanza como parte de la formación y de la cultura como lo es, así mismo la ciudad escolar Camilo Cienfuegos sacó a un  niño de manejar el machete o la guataca a una escuela a estudiar,  a una escuela donde podía saber lo que era la música, lo que era la danza, lo que era el teatro, lo que eran las artes plásticas  y todo esos momentos y toda esa enseñanza que yo recibí pues, obviamente, formaron parte de esa etapa inicial y de saber que existían muchas cosas que yo en el campo las desconocía y las asumí de un modo muy personal y sencillamente me dediqué a leer, a estudiar, a intentar saber cosas, por ejemplo, sobre literatura. Todo aquello nació en esa ­ciudad ­escolar y mi ­segundo paso fue ir a la Escuela Nacional de arte a estudiar donde ya llevaba confirmado en mí un  grupo grande de inclinaciones que dan al traste con mi formación como pintor de Cuba.

¿En qué momento supiste que, definitivamente,  el mundo de las artes plásticas era tu mundo?

Exactamente cuando yo supe lo que quería y entro a la ciudad escolar Camilo Cienfuegos y paso después a la Escuela Nacional de Arte, ya había visto pintura, ya conocía la pintura mexicana, conocía a Leopoldo Méndez, a Siqueiros, a muchos pintores que obviamente fueron los primeros que vi y me interesaron mucho. Me pareció algo muy fuerte aquella pintura, la primera pintura que yo vi fue esa pintura dura, fuerte, pintura social y eso me llamó mucho la atención y después cuando como parte de los programas de la escuela teníamos que visitar los museos  a mí me llamaba poderosamente la atención la obra  de los pintores cubanos, la obra de Antonia Eiriz, la obra de Servando, es decir, la obra de grandes artistas cubanos que fueron grandes y que son grandes hoy día y que sus obras han quedado para la grandeza y para la cultura cubana.

Nelson Domínguez. Amor brujo

¿Cuánto debes a tu formación académica?

No me considero un pintor académico, ya que si analizo lo que es saber dibujar yo creo que no aprendí a dibujar en la escuela ni todavía sé dibujar mucho, pero yo tengo mis maneras de ver las cosas, no soy un pintor académico, me cuesta a veces hacer un retrato, aunque en los últimos tiempos me he dedicado a trabajar el retrato, a ver el cuerpo humano de otro modo. El tema de la Academia no es lo que me llama la atención,  pero sé que es necesaria porque solamente se puede hablar de lo que se sabe, no se pude hablar del cuerpo si no se conoce. Entonces, un artista debe tener un conocimiento importante sobre el dibujo. En la década del 20, ya en Cuba los pintores cubanos habían roto con el espíritu académico, ya Víctor Manuel había roto con ese espíritu académico y muchos artistas que vinieron de otros países a formar parte del claustro de profesores de la escuela se dieron cuenta de que en Cuba ya había pasado ese fenómeno que ellos pensaban que existía y sencillamente lo académico sirvió, lo académico sirve y servirá toda la vida.  Ahora, el salto sobre lo académico es la parte más difícil de un artista, como es tan difícil para un niño saber que existen dos universos: el real y el imaginado. Cuando ellos logran saltar eso, se asoman a otra realidad y son conscientes de eso. Más tarde, pueden quizás ser pintores, si no, el niño no dibuja más. Eso pasa con lo académico, es en las academias donde se aprende el arte, el oficio… eso es lo que se aprende. Después, vemos que muchos artistas han logrado hacer academia con su morfología y lo han logrado por la influencia que ejercen sobre los demás, pero es el caso de algunos artistas de manera especial, por la fuerza que tiene su obra, la influencia es lo normal. Retomo lo que decía, que el arte viene del arte, no hay un escritor que pueda escribir un libro si no sabe el abecedario; entonces, hay cosas que son abecedario para hacer arte y eso es la academia.

Mas allá de encasillamientos, que siempre son reductores, ¿en cuál o cuáles corrientes artísticas se inscribe tu obra?

En la realidad, es una pregunta que me cuesta un poco de trabajo, porque me molesta saber que un pintor o un artista solamente pueda aspirar a tener una sola forma de que su obra sea vista. Para mí, los ismos también son  parte de eso, no hablo de estilo, no confundirlo con el estilo, pero sí, los ismos son una manera también del sentimiento, ­ parte de eso. No hablo de estilo, no confundirlo con el estilo, pero sí los ismos son una manera también del sentimiento del hombre que va ajustando un sentimiento a formas de trabajo que corresponden a una corriente de arte que existe o ha existido y yo creo que el artista debe saber. Para mí el ejemplo máximo es Picasso, él tomó sin pena de todo e hizo su obra y pasó a la gloria con obras de él y de los demás. Yo creo que es el ejemplo fundamental y me sirve de estímulo la conducta de este artista como una forma de enfrentarse, porque hay que pasar por los ismos y hay que resumir los ismos y hay que evitar que el sismo de los ismos te mueva el piso.

Aunque en las diferentes disciplinas en que desarrollas tu obra  (pintura, grabado, escultura y cerámica) has alcanzado altos reconocimientos, generalmente se te ubica como pintor. ¿Es porque en la pintura están tus obras más conocidas o, simplemente, porque es un nombre más abarcador?

Tengo el criterio un poco renacentista sobre un artista. Un artista no es un dibujante, no es un pintor, no es un ceramista, no es un escultor, no es un diseñador, no es un fotógrafo, en fin… cuando yo pienso en esta manifestación de ser artista, yo pienso en alguien que tiene la capacidad o, al menos, el esfuerzo de presentarse y trabajar todos los soportes, porque un artista viéndose así, como un dibujante, es un artista limitado. Ese es mi modo de ver … y, claro, yo he sido muy curioso, muy  metiche, como dicen los mexicanos, de meterme en esto y en lo otro porque tengo un espíritu de estudiante, yo soy un estudiante del arte y de las cosas que desconozco. He hecho muchas cosas dentro de las artes visuales, pero en realidad lo que más he hecho es pintar, por eso muchos me consideran pintor; pero quizás otros me consideran mejor cocinero que pintor, porque también me ha dado la curiosidad de meterme en el mundo de  la cocina que también  es un arte, así que el hombre lo  que no puede perder nunca es esa ansiedad, esa necesidad de enriquecerse con lo que han hecho los demás.

Como exponente del arte cubano contemporáneo, ¿qué reconocimientos y difusión has tenido internacionalmente?

He obtenido algunos premios, aunque siempre he tenido mucha duda sobre los premios, porque a veces dependen del jurado… Cambia el jurado y cambia el premio, lo que no puede cambiar nunca es la necesidad del artista de ser su propio juez y pintar. Yo, en primera instancia, pinto para los artistas que son los que conocen del oficio, de morfología y otras cosas. Después que los artistas ven tu obra y te dan el visto bueno, pues la segunda persona para la que se pinta es para el público, para la gente  a la que tú puedes explicarle cosas y enseñarle cosas. Pero, básicamente, pinto por superación, pinto para los pintores amigos que están vivos y para los que están muertos. He estado pintando y mentalmente miro hacia atrás y he imaginado que me estará mirando Servando Cabrera o alguno de mis maestros. Eso lo he pensado muchas veces, no soy creyente, pero quizás sea cierto.

Háblame de la exposición que vas a presentar en Tampa.

Nelson Domínguez. Obra de la serie Monte de espuma.
Primero la palabra Tampa… Tampa es algo que para nosotros los cubanos tiene una importancia sublime, una importancia histórica, es como recordar a alguien que quisimos mucho y queremos y que esa misma persona a su vez vivió aquí y quiso mucho a este pedazo de tierra. Es a partir de aquí su filosofía de la vida, su filosofía de la defensa de su cultura… todo eso nació aquí. Aquí José Martí, que es de quien hablo, se estableció y fue hasta las capas de gente mas pobres, estableció con ellos relaciones, con los tabaqueros de Tampa. Y para un cubano es un honor y para mí también, obviamente, como cubano que soy es un honor tener la posibilidad de presentar mi obra aquí, en esta pequeña y silenciosa ciudad. 

 


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