viernes, 1 de abril de 2022

En el centenario de La Gaceta, un escrito de Victoriano Manteiga

 Victoriano Manteiga, quien se sintió cubano hasta el final de su vida, escribió cientos de páginas en La Gaceta sobre la realidad de su país de origen. Cuando fundó este periódico, en 1922, no había cumplido los 28 años, pero ya llevaba varios en la ciudad de Tampa, a la que llegó por primera vez en 1914.

Desde la aparición del primer número del diario que lo consagrara como periodista y editor, la permanente publicación de las noticias de la Isla demuestran el impacto que ejercían sobre él, no sólo por el servicio de información que representaban, sino, esencialmente, por la toma de posición ante los hechos que describe y juzga.

En los momentos más convulsos de las luchas cubanas a favor de restaurar o mantener las instituciones republicanas nacidas en  1902, la pluma de Manteiga estuvo al lado de quienes defendían la democracia frente a las imposiciones dictatoriales, continuamente alentadas o sostenidas por figuras que ambicionaban detentar un poder por encima de lo que había sancionado la Constitución.  El primero a quien enfrenta Manteiga es  Gerardo Machado. Leyendo su columna diaria “Chungas y no chungas”  encontramos en su autor a un combatiente que habría que incluir entre quienes lograron la caída de aquella tiranía, el 12 de agosto de 1933. Así lo reconocían entonces el joven Eduardo Chibás –quien llegaría a ser su amigo–,  Fernando Ortiz y otros destacados luchadores antimachadistas.

A la caída de Machado, le sucedió un período muy complejo en que se sucedieron varios gobiernos en apenas dos años. A uno de ellos, presidido por el Dr. Grau San Martín, se le conoce como el gobierno de los Cien Días (desde el 4 de septiembre de 1933 hasta el 15 de enero de 1934) y es derribado por el golpe militar del que emerge a la política nacional la figura de Fulgencio Batista. No pudo sostenerse el gobierno encabezado por Grau San Martín por las profundas divisiones que pugnaban entre los cubanos, lo que puede apreciarse en los comentarios que hace Victoriano en La Gaceta cuando aquel gobierno pugnaba por mantenerse sin recibir el reconocimiento de Estados Unidos. Entre esas consideraciones, están las del 20 de noviembre de 1933 en su  columna “Chungas y no chungas”, que reproducimos a continuación:

A los cubanos de Tampa:  El acto de esta noche en el Palacio de las Logias Unidas, organizado por el Comité Apolítico Pro-Grau San Martín, con la entusiasta cooperación de este periódico tiende a unir a los cubanos de buena voluntad, no a desunirlos.

Los iniciadores de esta obra de patriotismo y desinterés creen que el presidente provisional Sr. Grau San Martín puede establecer las bases de un gobierno democrático de veras, si los grupos cubanos, particularmente el ABC,  le brindan su cooperación, que bien lo merece.

Y apoyándose en esta creencia, que en los últimos días han elevado a criterio, desean solicitar del presidente Roosevelt conceda el reconocimiento al actual gobierno cubano, de modo que el orden pueda restablecerse y los grupos políticos cesen en sus actividades contrarrevolucionarias.

Los cubanos del Comité Apolítico y los que con ellos simpatizan, no odian a sus compatriotas que como ellos no piensan, pero estiman es un sagrado deber salir a la defensa del gobierno provisional de Cuba en el que reconocen el nobilísimo deseo de dar a la República un gobierno eficiente y justo, tal como el pueblo lo demanda.

Los menocalistas, mendietistas, marianistas, etc., exponentes del actual régimen, deben ser llevados a un plano secundario hasta que la renovación se efectúe y entonces el pueblo decida si quiere volver a las “candilejas” o seguir el rumbo de salvación que preconiza la juventud, con el estudiantado a la vanguardia.

La colonia cubana de Tampa quiere paz y orden en Cuba, pero no desea que el gobierno vuelva a las manos de los políticos, si no que se amolde a la declaración mal sustentada por algunos jefes “abecedarios”, de nuevos hombres y procedimientos.

Con nuevos hombres, inteligentes patriotas, no cazadores de empleos, la República vigorizará su posición internacional y los “prestamistas” de los Estados Unidos y de otras partes no encontrarán cómplices en los gobernantes para sus fines de especulación; con nuevos hombres, de honradez probada,  la nacionalidad lentamente llegará a la absoluta independencia económica, librándose de la Enmienda Platt y de las amenazas intervencionistas.

Con nuevos procedimientos se desterrarán para siempre las “trampas” electorales que Estrada Palma iniciara, siendo imitado por Gómez, Menocal y Machado, y los ciudadanos elegirán a  los hombres  de su gusto, los de mejor preparación; con nuevos procedimientos dejarán de existir los políticos ladrones, que durante muchos años saquearon el tesoro de Cuba, arrastrando a la República a su presente crisis; con nuevos procedimientos el obrero cubano verá protegido su hogar, sus derechos, y se disiparán los días de ínfimos salarios y jornadas de diez y doce horas, bajo impropias condiciones higiénicas; con nuevos procedimientos los mandones quedarán eliminados y el resurgimiento de la dictadura o la tiranía será imposible y la democracia descansará sobre cimientos de indudable solidez.

El patriotismo de la colonia cubana de Tampa tiene ahora los mismos kilates que tuviera durante los años de la “epopeya redentora”. Es patriotismo de sensatez, de amor a Cuba,  no de ambición, ni ansia de millones, ni altos puestos.

Y como el patriotismo es auténtico, indiscutible, el cubano migrado tiende la mano al que no piensa como él, pero actúa honradamente y le dice: Tú ya reconocerás tu error y apoyarás a Grau, que es pureza, integridad, discernimiento…lo que Cuba reclama.

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