viernes, 3 de diciembre de 2021

Herencia Cultural Cubana premia a Emiliano Salcines

 El pasado 19 de noviembre, la institución sin fines de lucro Herencia Cultural Cubana celebró un acto en Miami para dar a conocer a las personas elegidas para recibir el Premio Herencia 2020, que otorga esa entidad a quienes han sobresalido en la defensa y divulgación de nuestra cultura en Estados Unidos. En esta ocasión, recibieron la alta distinción el Honorable Juez retirado Emiliano José Salcines, la Doctora Mercedes Cros Sandoval y el Doctor Raúl Eduardo Chao, junto a su esposa Olga Isabel Nodarse Chao.

La Doctora Cros Sandoval es Profesora de Antropología y Ciencias Sociales en el Campus Norte de Miami Dade Community College y Profesora Adjunta del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Miami, Florida. Es originaria del oriente de Cuba y ha merecido reconocimiento por sus libros acerca de los sistemas mágico-religiosos y los factores culturales que afectan la salud mental.

  
       Emiliano Salcines durante su discurso de agradecimiento. A su derecha,  
         Alberto Bustamante y  Julio Lago;  a su izquierda, Eloy Cepero, presidente 
         de Herencia Cultural Cubana.

El doctor Raul Eduardo Chao, quien vive actualmente en Lakeland junto a su esposa Olga Isabel, tiene un doctorado en Ingeniería Química por la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. Ha sido Presidente de los Departamentos de Ingeniería Química de la  Universidad de Puerto Rico y de la Universidad de Detroit y ha publicado diversos libros relacionados con la historia de Cuba y la cultura hispana. Su esposa, autora del libro Al mirar: conversaciones y reflexiones sobre el arte cubano, es experta curadora de arte, ha dirigido galerías en Michigan y Nueva Jersey, y participado en varias exposiciones a nivel nacional e internacional.

Junto a ellos, nuestro Emiliano J. Salcines  Jr, (EJ, para sus tantos amigos, con la pronunciación sajona de sus iniciales) fue llamado a recibir la premiación en ­reconocimiento a más de cuarenta años defendiendo la hispanidad en Tampa, divulgando la vida y obra de José Martí, la historia de España y Cuba, con una visión de universalidad. Todos sabemos en Tampa quién es Emiliano Salcines y todos le queremos por su permanente jovialidad, su fino humor, sus amplios conocimientos sobre diversos temas y el amor a su ciudad natal, cuya historia y herencia multicultural conoce y defiende con admirable pasión.

Salcines, quien fue el primer Fiscal hispano en nuestra ciudad, ha impartido conferencias en varias universidades de Estados Unidos, ostenta la Orden Isabel la Católica conferida por los Reyes de España y es uno de los más fervientes martianos que conozco. Durante años, ha dedicado mucho tiempo a leer, investigar y divulgar su obra, siendo el primero en apuntar la cantidad de veces que el Apóstol de la Independencia de Cuba vino a Tampa. Si bien la divulgación permanente del pensamiento martiano ha sido útil para todos, tiene una significación especial el haberlo hecho dentro del público estadounidense, haciendo ver en diversos ámbitos –incluido el académico– la profundidad con que Martí escribió acerca de la cultura de este país y de sus grandes escritores, como es el caso de Watt Witman, Ralph Waldo Emerson y otros.

En Emiliano Salcines no hay raíces cubanas, es hijo de españoles nacido en Tampa. Sin embargo, Tampa tiene mucho de cubana y todos los ingredientes de su cultura presentes en ella fueron absorbidos por Emiliano desde la niñez, oyendo y cantando su música, repitiendo dichos y dicharachos, probando la sazón de su comida, oyendo las historias grandes de la independencia. Desde muy joven, el padre lo llevó a La Habana a disfrutar sus teatros, restaurantes, calles abarrotadas de gente y cantos. A  más de 60 años de aquellos pasos habaneros, Emiliano se acuerda del nombre de sus calles, en qué esquina hay que doblar para llegar al cine Payret o al restaurante Zaragozana, así como  entona “Ay Mamá Inés” como si hubiera crecido en Guanabacoa.

No pude acompañar a Emiliano a Miami a recibir el premio de Herencia, pero estoy seguro de que todos  allí, al oír sus palabras y ver la nobleza en su rostro agradecido, aplaudieron el acierto con que la prestigiosa institución cumplió en él, como en los otros premiados, el pedido martiano de “Honrar, honra”.

 

 

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